¿No es maravillosa esa larga primera parte de “Les trois soeurs” (Valeria Bruni-Tedeschi, 2015; TV5Monde) en la que se produce una perfecta combinación entre las ideas de la directora (que aquí no hace de intérprete) y el Chéjov que ella misma, junto a Noemí Lvovsky y Caroline Deruas-Garrel, han adaptado?
En el serenidad del jardín de la mansión, en un día radiante, expresan una y otra vez sus fantasías de regresar al Moscú del que partieron siendo aún niñas. Un médico militar les proyecta películas de ese Moscú tan ansiado mediante un proyector que “parece una máquina de coser” y llega otro oficial que las conoció de niñas, precisamente procedente de la ciudad, que les hace navegar por su imaginación -sobre todo a una de ellas- de forma muy original.
Pero, como suele pasar en Chekov -y también en muchos films de Bruno-Tedeschi- la cosa se desborda y la impresión de dicha dura bien poco, para ser cambiada por una aplastante sensación de ahogo, pues todo son quimeras mentales, y quizás sea un atenazante miedo lo que bloquea todo.
En la locura de cada una de las tres hermanas veo mucho de lo que Valeria Bruni-Tedeschi ha mostrado en sus iniciales películas. Ha sabido ofrecer el espíritu de Chéjov, en el que todo son personas ociosas hasta la saciedad y una al inicio angelical, tímida criatura que se suma al grupo familiar, se desvela luego un monstruo que solo piensa en ella misma y va apartándolas y reduciéndolas. Bruni-Tedeschi aporta una mirada, sin embargo, contemporánea. El cinematógrafo se acompaña con canciones de Lou Reed y por ahí suena también una vez el Bella Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario