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sábado, 31 de diciembre de 2022

Acabando bien el año



Puesto que trazan una raya que limita, toca hablar como si realmente existiera, y no fuese todo de una continuidad imparable…hasta que sí se para todo:
Pues, entonces, ha estado bien acabar el año viendo por la tele el tan agradable cuento de navidad “Le pupille” (Alice Rohrwacher, 2022, Disney) y el -desgraciadamente- último programa de la serie de “Encuentros” (ahora que ya no se estilan), en el que Marchamalo entrevistó a Gonzalo Suárez (La 2).
Aunque empecé a seguir todo lo de Gonzalo Suárez leyendo sus primeros libros y viendo sus primeras películas, han surgido por la entrevista temas que o no había oído o bien me habían pasado desapercibidos.
Ahí está su dedicación temprana (y también reciente) a la pintura, que veo nada despreciable. Pero sobre todo me ha gustado oírle repetir su aprecio por Joaquín Jordá (rememorando la cena y noche pasada por ambos con Luis Buñuel), que se suelte hablando de lo mal que le caen la gente con voz engolada (citaba a Cela), contar su aversión al cine español costumbrista y, desde luego, oírle con enormes ganas, cerca ya de los noventa años, de dirigir nuevas películas.
Otra sorpresa fue oírle decir que su hija Anne-Hélène está escribiendo una biografía suya y -eso ya no es sorpresa, conociendo su forma de escribir- el miedo de que sea muy aburrida, por lo que le aconseja que se la invente lo más posible.
Espero ahora, pasada la teórica -no se olvide- raya, que siga la -en este aspecto- buena racha iniciada ayer mismo.


 

martes, 20 de diciembre de 2016

El extraño caso de Gonzalo Suárez


Así, emulando el título de uno de sus films, como dando la clave de su contenido, se pasó ayer en "Imprescindibles" "El extraño caso de Gonzalo Suárez", el nuevo documental de Alberto Bermejo y David Herranz sobre la figura y el mundo de Gonzalo Suárez, Martín Girard en sus inicios periodísticos. Ahora puede verse en "rtve.es A la carta".
Para la ocasión Gonzalo Suárez ha ofrecido a los autores del documental, que han dispuesto también de los derechos de escenas de buena parte de sus películas, magníficas fotografías familiares que le retratan en su infancia y la posibilidad de rodar en su ya legendaria casona asturiana (que gracias a la visión del programa he sabido 

que compró e hipotecó para el rodaje de "Epílogo"), dando pie a los momentos más reveladores y emotivos del documental.

Pero lo que contiene en mayor proporción el documental son escenas de sus películas y emulaciones del propio Gonzalo Suárez, grabadas hoy en día, de escenas de sus películas, sobre las que habla de forma extensa y directa, y entre ellas la más repetida y significativa él paseando por la impresionante playa de Borizu, que ha salido en varias de ellas, desde "Aoom". Todas estas imágenes son las que se entremezclan sin aviso previo enlazados por su relato biográfico y autoral, como "un puzzle en el que -según su propia frase- no encajan las piezas".
Otro momento a destacar: el repaso a su relación con San Peckinpah, de la que presenta fotografías y cartas que me han dado la impresión de inéditas.
Sólo un pero a un programa, "Imprescindibles", que está dando los mejores momentos de TV de los últimos tiempos: Quizás por la procedencia e intereses de los autores de este capítulo, casi toda la supuesta biografía se centra en su obra cinematográfica, mientras que apenas si se habla de la literaria, tanto o más importante de la otra, y cuando menos íntimamente ligada a la más personal de ella. Es una pena, porque habría sido la ocasión para que también desfilaran por su metraje Boris Vian, Julio Cortázar o Guillermo Cabrera Infante.
Acaba Gonzalo Suárez, muy en su papel, "arrepentido de haber contado su vida, por pereza, aburrimiento del pasado".
Si alguien, bastante improbable, acudiera a Rtve A la carta a ver el programa sin haber visto previamente sus películas, estoy convencido que saldría lleno de dudas, no sabiendo si le habían dado gato por liebre, metiéndole en un baño de escenas a cada cual más sugerente, y hablándole de un autor seguramente inventado.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Ditirambo vela por nosotros



"Tras ese ojo que nos acecha, alguien concibe sórdidas historias", se lee en la pantalla. La de "Ditirambo vela por nosotros" (Gonzalo Suárez, 1967), que por fin he podido revisar, no podría ahora ser conceptuada de sórdida, pero creo que en su día tampoco.

Es su película que más me ha recordado a sus escritos, devorados en su momento con pasión, como descubridores de una forma nueva, de un lenguaje nada impostado, que arrastraba por mundos fantásticos...existentes en éste.

En el mediomentraje (26 minutos), el mismo Gonzalo Suárez, actor a lo intrépido agente secreto, se levanta por la mañana, desayuna (con un pijama de rayas que yo diría que avanza al monstruo del pijama de rayas de "De cuerpo presente", un personaje que resume mucho de su esencia: lo fantástico surgido de lo más anodino, lo de cada día), se mira en el espejo del baño (es una película, también, de espejos, y de exploración del otro lado del espejo) y encuentra un artilugio en la tubería del lavabo por el que una voz femenina le susurra: "Estoy enamorada de Vd". Y ya vemos al personaje, gracias a una agitada cámara en mano, siguiendo tuberías para desentrañar el misterio. Un misterio mínimo con aires de cine negro al son de música de western.

Muestra de la Escuela de Barcelona más lanzada a encontrar lo específicamente cinematográfico, como sus relatos y novelas iban buscando escapar de los caminos trillados, encontrar la pulsión literaria perdida. Está llena de planos frontales, angulados, reflejos de cine negro,... y todo un conjunto de pequeños detalles que hoy nos acercan a una época en la que una serie de gente de cine, arquitectos, escritores, querían superar el muermo aplastante que lo sofocaba todo, abrir ventanas por las que surgían chorros de aire que, bien cogidos, podían, y de hecho así hicieron, alejar de tanta miseria y mediocridad ambiental. Por los títulos de crédito veo los nombres de Javier Maqua, Jos Oliver, su hermano Carlos, Juan Amorós,... La voz en off del protagonista narrador es la del narrador de "Lejos de los árboles", aparecen modelos muy rompedoras, años 60...

jueves, 2 de junio de 2016

Ditirambo


Era su segundo día en la Filmoteca, a donde hoy iba a presentar su primer largometraje, "Ditirambo" (1967). Gonzalo Suárez ha estado derrochando simpatía e historias a raudales durante la introducción al film y el coloquio. Había, no obstante, poca gente en la sala Chomón. Ha empezado, irónico, agradeciendo a la organización lo bien que había distribuido al público por una sala tan grande, hasta dar la apariencia de llena. Y en seguida, a una pregunta de Esteve Riambau que le lanzaba el trapo del inicio de su carrera de galán con la película, ha desvelado que en realidad había empezado mucho antes, haciendo en el María Guerrero, en una obra de William Saroyan, "un papel premonitorio de borracho".
Ya que había retrocedido hasta su juventud, ha seguido llegando hasta a la guerra civil. Ha explicado que tildaba a las bombas, a refugiarse de la metralla bajo la mesa de "normal", porque no tenía comparación posible, al no haber vivido otra cosa. Y ha concluido que lo que ya le pareció totalmente "anormal", en cambio, fue la postguerra. Eso -ha rematado- fue lo que le abocó a inventarse la realidad.
Para acabar con el tema del teatro, ha confesado que ya no va demasiado, porque cuando va siente el impulso de gritar, cada dos por tres un "¡Corten, otra!" Con el cine, en cambio, vio que podía alcanzar un instante...
En cuanto a la película, yo diría que es la de ficción de la Escuela de Barcelona que mejor se ve hoy en día. En el resto de películas pasas unos baches aburridísimos, periodos grandilocuentes de lo más ridículos, hasta que de repente salta una chispa que te convence. Con "Ditirambo" no pasa eso. Fue pagada por el Presidente del Inter. No sabía hacer cine, cosa que ha dicho que aún hoy le resultaría saludable, y quizás eso le da ese aire voluntarioso que convence. Él lo ve claro: "Si la tuviera que rehacer hoy en día, perdería algo en el camino".
Tiene una estructura de serie negra y rezuma por todos lados lo que dispensaban sus primeros relatos. Ditirambo va a ver a un personaje, que le da una pista para llegar a un segundo personaje, quien a su vez... Y eso mezclado con evocaciones de los grandes mitos, premoniciones oníricas que fatalmente se cumplirán, etc. Posee una escena inicial de una fuerza estética y narrativa enorme, y una final, casi de cuento de hadas, que ha confesado que le sigue emocionando, y que, ciertamente, iría la mar de bien para la época que estamos viviendo.
Y aparece la Barcelona de entonces: el puerto, Luis Ciges, Català Roca haciendo de viejo boxeador, Carmona, Jaume Picas, el tío Alberto...
En el coloquio, y como lo ha explicado en público yo creo que no se enfadará si lo divulgo, ha hecho una evocación de sus amigos muertos que ha llegado hondo, y ha explicado que está tentado de escribir algo relativo a sus agendas antiguas, ligando los números de teléfono -ya casi todos de personas muertas- con los números que los nazis marcaban a los prisioneros de los campos de concentración.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Con el cielo a cuestas



Leído por el principio de "El cielo a cuestas" (Gonzalo Suárez, Random House, 2015). Poder decir en una frase tan corta tanto sobre una de las características de la juventud..: "Todavía tiene esa edad en la que sólo mueren los demás".
En la fotografía Gonzalo Suárez cuando tenía esa edad.


 

sábado, 2 de febrero de 2013

Llibres 85 - Trece veces trece

Llibres - 85
No sé si fue previo el descubrimiento del Gonzalo Suárez cineasta o del escritor. Quizás llegó antes la visión de películas de otros con argumento o guión suyo ("De cuerpo presente", con ese hombre del pijama escapando, o la "Fata Morgana", en la que ya se daba cuenta de "lo de Londres").
El caso es que dar, recién editado, con este libro tan llamativo fue una auténtica gozada, incluso por encima de la lectura previa de alguna novela suya. Ahí estaba toda la semilla de ese nuevo cine y, lo que era mucho mejor, el topetazo con una literatura alejada de la mortecina literatura que tocaba. Era dar con alguien que sacaba unas imágenes similares al cine de alguien a quien también descubría entonces, Georges Franju, lleno de intuiciones apenas nombradas, y mediante un lenguaje dinámico, directo, alejado de los tópicos al uso.
Guardé el libro como un tesoro durante muchos años. Un día lo presté a alguien, y aún espero su devolución...
Gonzalo Suárez - "Trece veces trece"
(Papeles de Son Armadans, Palma de Mallorca, 1972)