martes, 31 de marzo de 2020

Out 1: De Thomas à Frédéric

La chica de la buhardilla, en el blanco y negro del no nombrado “decíamos en el capítulo anterior”. Aparece en una panorámica inversa a la anterior. ¿Alguien me dice qué actriz la interpreta?
Aunque la duración total de “Out 1” (Jacques Rivette, 1971) pensaba que hacía su visión algo casi sobrehumano, lo cierto es que va dividida en capítulos de tamaño de lo más humano. Su segundo episodio (“De Thomas a Frédéric”: estoy en un momento en que creo que ya sé quién es Thomas, pero ni idea de quién debe ser Frédéric) es un poco más largo que el primero, pero no alcanza ni mucho menos las dos horas.
También me ha parecido mucho más digerible, posiblemente porque hay en el más acción ajena a los ensayos teatrales y porque, aunque haya otra larga improvisación de esas bestias del grupo teatral de Lonsdale, ésta viene parcelada en pequeños trozos, con cortes entre ellos en pantalla en negro, lo que le da una cierta agilidad al conjunto que no tenía la improvisación del primer episodio.
Aunque la he visto con subtítulos en español, estoy muy contento de haber encontrado, por lo menos, este fotograma, del momento de reflexión de los actores tras una improvisación en la que mostraban su violencia contra una de las actrices.
Voy viendo que son dos los ensayos de obras teatrales que aparecen, mientras que en el primer episodio alguna actriz parecida en ambos me los hizo confundir. Ahora, por lo visto deduzco que uno, en el que se nombra a Electra, es el de los textos, la palabra. El otro, dirigido por el personaje de Lonsdale, en el que se nombra a Prometeo, es el de los cuerpos, los instintos animales.
Pero los ensayos también dejan de verse por cortes bruscos, que nos llevan a escenas del exterior, con el tráfico automovilístico parisino, Leaud que sigue haciendo de sordomudo o una chica solitaria (en mi ineficacia, no identifico del todo a las actrices, creo que una es Juliette Berto, pero no estoy seguro, y aunque voy perfilando e identificando sus papeles, en general sigo confundiendo algunas entre sí).
En una de esas salidas de la cámara al exterior vemos fugazmente a un hombre esperando en una azotea con una vista espectacular sobre la torre Eiffel y el Campo de Marte. Llega corriendo una chica pidiéndole excusas por su retraso, pero le pide verse otro día, para hablarse con más calma. Esperaremos, para descubrir si se vuelven a ver ante ese mismo panorama.
El personaje que espera su cita ante el panorama De la Torre Eiffel. Sabido es que a Rivette le gustan este tipo de alturas.
Aparecen también escenas que luego se disuelven como azucarillos yendo en otra dirección, pero que parecen aportar los típicos complots que suelen marcar, reales o figurados, las películas de Rivette. Y el personaje de Jean Pierre Leaud, por su parte, sí parece ir deduciendo con ayuda de sus libros, y principalmente de uno de Balzac, lo que se esconde en las misteriosas notas que le van haciendo llegar.
El capítulo se iniciaba con una especie de “resumen de lo publicado” de esos que suelen ofrecer las series televisivas, pero en blanco y negro y fotografías (de las que no encuentro en la red). La última de éstas retoma mediante un travelling en sentido contrario al del primer episodio a la chica de la buhardilla, pasando su imagen de fotografía ya a cine (cogiendo una pistola).
Jean-Pierre Leaud, libro de Balzac en manos, interpretando, gracias a él, alguno de los mensajes anónimos recibidos.
Voy entrando en juego. A ver si en el tercer episodio vuelven a hacer una introducción de este estilo (si sobreimpresionaran los nombres de los personajes iría perfecto) y acabo de atar cabos.

lunes, 30 de marzo de 2020

Modos de ver


Empieza provocador, para llamar la atención, John Berger en el primer episodio de “Modos de ver” (Mike Dibb, 1972, YouTuve). Está en un museo delante de un cuadro, con camisa de dibujo a tiras y melenas. Se le acerca y con una cuchilla recorta la cara de uno de los personajes pintado.
Tras ver este primer episodio (dedicado, como explica a continuación, a las diferentes formas que hay de ver hoy en día la obra de arte, tras la aparición de los medios de reproducción masiva), me da la impresión que sus explicaciones, naturalmente sintetizadas, se hacen más claras, más directas que en el libro del que surge la mini serie televisiva, de la BBC, que hacía muchísimo tiempo tenía apuntada para ver.
Incisivo en la secuencia final del capítulo, advirtiendo de la manipulación (preparación, dice en realidad) que él mismo efectúa al presentarnos las imágenes de los cuadros en su programa, Berger hace ver desde cosas básicas (que el movimiento de la cámara y el sonido incorporado hace cambiar radicalmente el sentido del cuadro original) hasta otras más elaboradas (los sentimientos que trasmite la contemplación de las obras auténticas, como “únicas”, frente a sus falsificaciones y no digamos frente a sus reproducciones, y las posibles razones para ello).
Crítico, por el final de este primer capítulo le propina una buena colleja a un conocido crítico de arte, que debía ser fácilmente identificable con los datos que proporciona sobre él, y debió quedarse la mar de satisfecho con la alusión.

El catálogo del INA


Aún no la he explorado, pero teniendo los archivos del INA la calidad que tienen, promete...

https://www.lesinrocks.com/2020/03/24/cinema/actualite-cinema/confinement-la-plateforme-streaming-de-lina-gratuite-pendant-3-mois/

El primer episodio de Out 1

La chica de la buhardilla, por el final de este primer episodio, surgida en su habitación tras finalizar la panorámica.
¡Ahora o nunca! - me he dicho.
Es desde luego la ocasión para ver “Out 1”, la maratoniana película de Jacques Rivette, a partir de la que aparecieron todas las bromas que se le hacían del estilo de que consideraba un film de tres horas como un buen cortometraje. (Por cierto que el otro día volví a dar por casualidad con su episodio para la celebración del centenario del cinematógrafo de los Lumière y me divirtió ver que este tipo de bromas se las hacía él mismo: se ve que enesa ocasión no había llegado a la duración comprometida, que era de un solo minuto, y no paraba de reírse, diciendo que debía alargarla, porque contra lo que le solía pasar, se había quedado corto).
Jean-Pierre Leaud repartiendo en un café sus papelitos diciendo que es sordomudo.
Con la decisión tomada, he visto por el momento su primer episodio. Aunque me he metido en él concienciado hasta con las escenas de ensayos e improvisaciones de los actores teatrales (¡entre los que me ha sorprendido ver a un jovencísimo Michael Donsdale! Nunca hubiera dicho que en algún momento hubiera sido joven...), no negaré que habría preferido aparecieran más las escenas de cafés o, por qué no, detalles como esa panorámica por el final que nos deja deducir que la habitación de su chica ocupante es una buhardilla, un elemento tan caro a Rivette.
¡A por las siguientes doc horas!
Plano inicial de la película. Los cinco actores teatrales en su gimnasia/coreografía de su ensayo.

Ensayando a Esquilo poco después. No he encontrado imágenes de las improvisaciones con Michael Lonsdale.

domingo, 29 de marzo de 2020

Sorpresas argentinas actuales


Miguel Martín, centinela muy alerta, nos va avisando de películas latinoamericanas actuales que pueden verse estos días mucho más fácilmente que de forma habitual.
Ayer cayó por aquí, de entre sus avisos/consejos, esa penetrante película argentina que resultó ser “Juana a los 12” (Martin Shanly, 2014, en YouTube), con actores de toda edad que se hacen presentes en tu sala de estar, ahí al lado, con suma facilidad y hoy, para completar la presencia en Filmin de ese obrón que es “La Flor” (2018), otra película previa de El Pampero Cine (“El escarabajo de oro”, de Alejo Moguillansky y Fia-Stina Sandlund, 2014, también en YouTube), con, entre otros del grupo, el mismo Mariano Llinás de actor.
“El escarabajo de oro” denota estar hecho con lo puesto, pero asombra como con cuatro cuartos consiguen demostrar la potencia de sus ideas, esas que estallaron en “La Flor”. Salvando las distancias, me recuerdan el caso del Grupo de Cali. No por conocer sus producciones, que no las conozco, sino por lo que explicaba de ellas Luis Ospina en su magnífica “Todo comenzó por el fin”.

sábado, 28 de marzo de 2020

El Buñuel furibundo (o no)

Jorge Negrete en “Gran Casino”.
Aproximándome a su mitad, estoy pasando una fase bastante anodina en la lectura del libraco con la correspondencia escogida de Luis Buñuel. Tras una época buscando desesperadamente trabajo en Estados Unidos o donde fuera, se ha instalado en México con su familia e integrado en el cine comercial (realizando una película con Jorge Negrete, “Gran Casino”) del que quiere por todos los medios, aunque sin éxito, alejarse. Pero la etapa se acaba, porque anoche parece haber atado la producción de un film que sí tiene todo aquello que sí le gusta: “Los olvidados”.
Con todas estas preocupaciones por el medio, las cartas recogidas en el volumen podrían no haber bajado el tono de las anteriores, pero es que se da la circunstancia de que no mantuvo apenas correspondencia, o no se han debido encontrar sus cartas, con sus confidentes previos, como el Conde de Noailles o Pepín Bello ni, para acabarlo de rematar, con sus previos enemigos (Dalí, algún factótum de la cultura) que tanta sal aportaban, y entonces las que aparecen se limitan a reflejar sus esfuerzos por encontrar un camino de supervivencia laboral. Por suerte, anoche llegó desde Zaragoza una carta de su madre, que se dirige a él, con la fuerza maña que la caracterizaba y con todo el pesar de una madre que apenas ha visto a su hijo desde que partió hacia la Residencia de Estudiantes de Madrid y que aún tardaría bastantes años en poder volver a verlo.
El “abominable personaje” que aparece en “L’age d’or”.
Pero mucho antes de todo eso, mientras está metido hasta las cejas en el ideal surrealista, Buñuel ha sido una bestia parda, que ha lanzado dardos de lo más venenoso en todas direcciones. Así, por ejemplo, en una carta de mayo de 1930 a Pepín Bello empieza diciendo un “Como diría el puerco de Cristo”, para confesar al final que “Yo en Madrid he roto con ‘todos’. Después, sobre todo, de la entrada de ese inmundo maricón, hijo de la gran puta, viejo gotoso, que llaman Unamuno”. Y en otra de junio del mismo año a Charles de Noailles, en una postdata, le explica que vio “la película de Eisenstein (...) titulada ‘Romance’. Es una ignominia. Si el autor estuviese en París, yo mismo iría a abofetearle”, dice, y se le nota bien capaz de hacerlo.
Actúa con virulencia para el fomento de su espíritu surrealista y eliminar de su obra todo resquicio sentimental pero, sin embargo, como de hecho le reprocha Dalí en una carta, hace de perrito faldero, de lo más educado y adulador, de los Noailles, sus mecenas. Un Charles de Noailles, por cierto, que se apresura a ordenarle que borre todas las huellas de su participación y apoyo a “L’age d’or” cuando toda la buena sociedad parisina se lanza contra la película que ha osado alterar sus placenteros sueños.
Buñuel con los Condes de Noailles en una estancia en su mansión de Hyères.

jueves, 26 de marzo de 2020

El final de L'orgia


Otro hallazgo, este de orden menor, más bien jocoso, surgido ordenando papeles. Como sagazmente apunté en lápiz junto a la fecha en que apareció en las las páginas de huecograbado de La Vanguardia (18/12/1978), se trataba en realidad de una escena -para más señas la final- de “La orgía”, la película de Francesc Bellmunt rodada básicamente en casa de José Luis Guarner, donde supuestamente tenía lugar la ídem. El de la imagen sería, pues, Juanjo Puigcorbé, últimamente convertido en representante político.
Nunca supe si se trataba de una publicidad encubierta, cuya segunda parte nunca llegué a ver, de un gazapo o de un gol que alguien metió al diario.

Halt and catch fire

El trío protagonista, compungidos, viendo llegar en su oficina a grupo legal de choque de IBM, que vienen a hacer frente a su proyecto.
No es que sea “Mad men”, que tenía, al menos en su inicio, además del reflejo escenográfico de una época en una clase (la de los jóvenes profesionales universitarios), buenas dosis de saber hacer en puesta en escena.
“Halt and catch fire” (Christopher Cantwell, Christopher C. Rogers, 2014), la serie que ha comprado y ahora puesto a disposición Filmin, quiere emular su éxito a base de una receta parecida. Sustituye a los pioneros del márketing por avanzados diseñadores de microinformática, también intentando romper esquemas.
Pero, sin ser “Mad men”, también tiene, desde mi punto de vista, unas cuantas cosas curiosas, que permiten seguirla, al menos por lo que llevo visto, con placer y puede servir, dosificándolo convenientemente, para amenizar durante bastante tiempo el confinamiento casero, porque son cuatro temporadas de diez capítulos cada una. Espero que mantenga el nivel de los primeros capítulos y no se convierta de un placer liberador en un pesado lastre, porque a la que estas cosas las quieren alargar, las van dotando de subtramas, y las convierten en una pesadez.
Un ejemplo de estos detalles curiosos, que denotan trabajo de planificación, aunque sea en parte de guión, puede ser éste del cuarto capítulo de su primera temporada: El gestor de la empresa de informática, burdo tejano que se ha hecho a sí mismo, preocupado, casi hundido por los problemas que le ha ocasionado contratar a quien no sabemos si es solo un fantasma o realmente un visionario con ideas, va a ver al propietario de la empresa a su rancho, para quitar hierro a sus apuros por las noticias que le han llegado. Digamos que la conversación no es muy halagüeña para nuestro hombre. Pues bien, su retirada, abatido y temeroso, la hacen coincidir con el sonido del disparo a un caballo que ha tenido un accidente y ven que ya no podrá levantarse.
Un segundo detalle es un pequeño chiste, casi imperceptible, pescado en el inicio del último capítulo que he visto, el quinto: La chica prodigio antisistema que ha escrito en un periquete un código de acceso revolucionario, disfruta de una estancia pagada en hotel elegante de vacaciones, por primera vez en su vida. Llama por teléfono a recepción:
-¿Podría venir un momento el de apellido francés? ¡Eso es, Concierge! Gracias.
Las dos prodigios de la informática. Un ama de casa abnegada que lo soluciona todo sin figurar y una antisistema.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Nicholas Ray en Shangrila

El libro de Shangrila del que se nos ofrece hoy descarga gratuita.
Sobre Nicholas Ray se ha escrito mucho, titulando, las más de las veces, sirviéndose de los títulos de sus películas, que suelen caracterizar muy bien a sus personajes y, en último extremo, a él mismo.
Su primer largometraje tenía por título original “They Live by Night” y así, viviendo por la noche, huyendo, buscando su refugio (ese es, precisamente, otro título suyo) van sus protagonistas. Buscan, tras haberse conocido y enamorado, “un lugar solitario”, donde poder vivir esa segunda oportunidad que les ha surgido, aunque siempre se descubra que circulan por “one dangerous ground”, que va dificultarles su empeño.
Son sus héroes “hombres errantes”, heridos, como Johny Guitart, que huyen de un pasado que no les trató bien y tienen la esperanza, siempre ofrecida por una mujer, de otro tipo de vida. Yo tardé tiempo en darme cuenta del monotema. Tuvo que ser viendo su película en la que todo esto se hace quizás más evidente, porque el tiempo en ella se ha echado encima y ya es prácticamente imposible seguir otro rumbo. Curiosamente, ni su título original (“Party Girl”) ni el español (“Chicago, años 30”) hacen honor a su contenido.
Eternos perdedores. Viendo la carrera de él mismo como cineasta, sus tumbos por Europa de por el final, esa novia robada coincidiendo con su asistencia a un Festival de San Sebastián, te acabas dando cuenta de que todos sus personajes no son más que trasuntos suyos. De esos a los que les cuesta ver que, por mucho que les gustaría, pasado el tiempo ya “nunca volveremos a casa”
Precisamente ese último de uno de sus films es el título del libro que nos sorprende Shangrila poniendo hoy a nuestra disposición mediante descarga gratuita. Se trata de un libro colectivo dedicado a Nicholas Ray, compuesto a su vez en buena parte con el material de una de esas estupendas monografías que hacía la Filmoteca Española, y que cuenta con artículos tocados por la gracia De Dios, como el de José Luis Guarner (“Melodía interrumpida”) u otro de Víctor Érice, que fue, junto a Jos Oliver, editor de esa obra.
Aquí el enlace para la descarga:
El libro previo sobre Ray de la Filmoteca Española.

Fotos de los primeros Guerin



Rescates temporales, intentando ordenar cosas que estaban desde tiempo inmemorial (y ahí seguirán, seguramente) en un buffer, en espera (para cuando llegasen unas largas vacaciones o la jubilación) de ubicación definitiva.

Cuelgo por aquí, antes que el color se desvanezca tanto que haga desaparecer por completo sus imágenes, fotogramas y fotografías de rodaje de películas iniciales de José Luis Guerin. 

Las de blanco y negro, que son las únicas que conservan su intensidad original, son de “Los motivos de Berta”. Luego, en decoloración progresiva, “Furvus”, “Memorias de un paisaje”, “Naturaleza muerta” (con sus cualidades originales, la fotografía mostraba a Mara rodeada del potente verde de ese frondoso fondo) y el entonces niño Juan Diego Botto de nuevo en “Los motivos de Berta”.

martes, 24 de marzo de 2020

One day



Es un auténtico tour de force el que desencadena Anna, la protagonista de “One Day”, (Zsófia Szilágyi, 2018, visible en Filmin), apto para ilustrar todo lo que se dice de la vida de una mujer que debe compaginar trabajo con llevar como puede a sus hijos y una casa.
El día que vemos tiene algo más de 24 horas, puesto que empieza una noche y acaba no a la noche siguiente, sino pasada ésta y un poco más, ya atrás el desayuno. El trabajo, niños bastante pequeños y movidos, la sospecha de un posible adulterio en curso por parte de su marido. Así pasa Anna, angustiada, siempre al límite, el día.
Los niños se aprecian, con sus momentos divertidos, como auténticos pequeños dictadores familiares. A nosotros el confinamiento nos ha tocado en suerte sin convivir -no envidio a quienes sí lo hagan- con niños también confinados. Confitados, que dice mi hermana.


lunes, 23 de marzo de 2020

Chat écoutant la musique



En la imagen, Guillaume, el gato otro yo de Chris Marker en ese efímero ensayo de mundo virtual, Seconde Life.

Buscando, aunque no sea ni mucho menos un experto, cosas de Chris Marker para recomendar, doy con esta miniatura de dos minutos y medio que seguro que gustará a un porcentaje grande de gente de Facebook, ya que el cliché dice que se suelen definir como amantes de los gatos. 

Lo rodó, manteniéndose, como siempre, oculto, en su estudio.

Volvió a utilizar, por cierto, música de Mompou. Aquí el enlace:


domingo, 22 de marzo de 2020

El Dr. Arrowsmith

El científico vocacional.
Tenía entre lo “guardado para ver después” de Filmin “El Dr. Arrowsmith” (John Ford, 1931) y me he puesto a verla. Juro que hasta después de empezarla no he caído en que iba de epidemias, contagios y demás.
Con su enamorada esposa.
Biografía (de ficción) llevada con buen ritmo, planos en contrastado blanco y negro e inicialmente con un apreciable tono de humor para luego derivar hacia la tragedia, diría sirve, entre otras cosas, para recordar lo pernicioso que era el tabaco. Un cigarrillo lleva a la peste bubónica, y otro a la incitación y al adulterio, si bien John Ford corrió elegantemente una muy ligera gasa sobre éste, que parece que en la novela de Sinclair Lewis sí surgía sin matices.
La tentación, meditada luego dando una calada a un cigarrillo.

Taj Mahal


Diviso en el maremagnum del catálogo de Filmin una película ("Taj Mahal") de Nicolas Saada, quien fue redactor del Cahiers du Cinema y había colaborado con alguna entrevista valiosa. Echo una ojeada a su inicio, me gusta y la reservo para verla acompañado en sesión nocturna (confinada).

Por la noche confirmo el interés de su principio y me pregunto en qué se verá su pasado cahierista. Al poco aparece. La protagonista se queda en el hotel de Bombay mientras sus padres van a cenar fuera. A la pregunta de qué hará en la habitación del hotel, contesta que ver una película. ¿Qué película? “Hiroshima mon amour”. Los padres se dicen entre sí al salir eso de “Tu n’as rien vu à Hiroshima“ y se inicia de fondo la música de la película mientras descienden por la escalera del hotel.
La escena final con esa protagonista de un cierto estilo Pilar López de Ayala también me gustó. Por el medio, es decir, durante todo el nudo dramático, hasta nos reímos de algún juego actoral y de alguna escena, pues nos resultaron, pese a reflejar que habían dispuesto de muchos medios para su producción, de vergüenza ajena. Ni siquiera salen los calcetines bordados de Esperanza Aguirre.

sábado, 21 de marzo de 2020

El último sábado

Un obrero yendo al trabajo por el terreno, lleno de torrenteras y torres de alta tensión, que había por Vía Julia.
Hay muy pocas fotos de “El último sábado” (Pere Balaña, 1967) y las que hay suelen ir marcadas por Alamy y ser de grupos, aunque sea en el Gran Premio de Motorismo de Montjuic. Es extraño, porque quizás entre lo más notorio de la película esté su presentación en la pantalla de todo ese mundo de los polígonos sociales en construcción y esos terrenos baldíos, con torres eléctricas de alta tensión, que los unían con la ciudad, aún lejana de los puntos de sutura que se hicieron aprovechando el proyecto de Juegos Olímpicos.
No era uno solo el que, faltó de transporte, se desplazaba campo a través a pie, en busca de la lejana parada de tranvía.
De hecho, su protagonista, una especie de Pijoaparte interpretado por Julián Mateos, nos lleva constantemente de la Barcelona burguesa a la Barcelona obrera, razón por la cual este film injustamente bastante olvidado por haberse quedado en tierra de nadie (no era ni de la Escuela de Barcelona ni cine mesetario), debería estar siempre en una antología sobre cine de la ciudad.
Siempre digo que imágenes de éstas son siempre de Llorenç Soler, pero deberemos añadir, por justicia, a Pere Balañà.
Ayer, mientras trabajaba en otra cosa, iba pasando cintas de VHS a DVD y le tocó el turno a esta película, en el monitor sin sonido. De tanto en tanto, distraídamente lo miraba y me quedaba enganchado por alguna de sus escenas, fuertemente documentales.
En la ficción -y posiblemente también en la realidad- és una editorial. Como aparece en otro momento un cartel de Seix Barral igual sea esa.
La calidad de las imágenes es aún peor que las que hay en el disco duro a la espera de pasar a DVD, que había en en VHS, que había en la copia de 35mm. Pero es lo que hay...
La otra Barcelona, por la que también transita el personaje de Julián Mateos. Incapaz de detectar si se trata de J. Sebastian Bach, Mandri o General Mitre...

viernes, 20 de marzo de 2020

L'amour existe

Para hacer un poco más llevadera la confinación, unos buenos amigos me han avisado de que por unos días permanecerá en abierto este magnífico cortometraje, la mirada de Maurice Pialat a la banlieu.
A no perder la ocasión...

Enlace (temporal) a "L'amour existe" (M. Pialat, 1960)

https://www.dailymotion.com/video/x3bmbyz


Dreyer y los cineastas fluviales


Al haber focalizado mucho mis comentarios de “La herencia del cine” (Paulino Viota, Ediciones Asimétricas, 2019) en algunas conclusiones de sus análisis de estructuras de films, igual ha quedado en un segundo tèrmino la valoración de otras intuiciones (o mejor resultados de amplia reflexión) que me parecen magníficas.
Una de ellas se da en el capítulo “El ángel Dreyer”, que se ve había aparecido ya en “Archivos de la Filmoteca”. Se trata de algo difícil de expresar, pero queen mi opinión él borda, pues en seguida logra hacerte pensar en sensaciones recibidas con la visión de las películas de los autores citados. Es ésta (atentos, que parece algo abstruso, pero si uno está concentrado y va poniendo las correspondientes imágenes en su cabeza, en seguida llega la conexión):
“(Ciertas características de sus películas) parece(n) obligarnos a situar a Dreyer entre los cineastas que me gustaría denominar ‘del entre’, que, quizá, de manera radical, serían únicamente Eisenstein y Godard, a los que tal vez habría que añadir una parte de la obra de Fellini, y puede que algunos otros cineastas menos destacados. Cineastas, éstos, de la dialéctica: No de las cosas sino de las relaciones que hay entre ellas (Godard, por ejemplo, tomaba como modelo la descripción de Élie Faure de la pintura de Velázquez, quien, ‘al final, pintaba ya no las cosas, sino el aire que hay entre ellas’ (...).
(Viendo ‘Ordet’ y ‘Gertrud’ de Dreyer) no parece que podamos incorporarlo a los cineastas ‘del entre’, que son los cineastas del montaje (...) pero en Dreyer hay un dialéctico secreto, un hombre que piensa por oposiciones y por sistemas de relaciones. Pero, a la vez, en sus filmes, ese pensamiento (...) se traba, se liga, hace masa, ‘fragua’, como hacen los elementos de construcción.
Esa dialéctica (...) mental (de una conferencia que analiza), se transforma, al materializarse en un filme, en una continuidad ligada, en una fluencia temporal, vital, ‘fluvial’; en un discurrir sin rupturas, sin solución de continuidad: en una ‘imagen’ de la vida. Dreyer ‘piensa’ sus películas como Eisenstein o Godard pero las ‘hace’ como Renoir o Rossellini.
Porque sus filmes, los últimos al menos, están sin duda del lado de los cineastas de la continuidad ininterrumpida, de los cineastas de la larga duración y de los incesantes movimientos de cámara que, como un reloj , a 24 tic-tacs por segundo, acompaña y mide el vivir de los personajes.”



Y ahí Paulino Viota, incluyendo entre ellos a Dreyer, bautiza a una serie de cineastas como cineastas “del río“: Renoir, Rossellini (y hablando de ‘El río’, señala “ese estilo de la ‘fluencia’, que evita los cortes que, al dividir la vida, hacen sangre y matan”) y “de otra manera, con otro ritmo sobre todo”, Ophuls y Mizoguchi.

Luego explica con unos ejemplos muy buenos cómo es ese fluir en unas pocas películas de cada uno de estos cineastas, pero ya sería destripar demasiado este capítulo, que merece ser leído, degustado y pensado directamente.

jueves, 19 de marzo de 2020

El hombre más peligroso de Europa. Otro Skorzeny en España

Skorzeny y su segunda mujer.
Todavía visible (enlace abajo) “El hombre más peligroso de Europa. Otro Skorzeny en España” (Pedro de Echave García, Pablo Azorín Williams, 2020).
Skorzeny en el Gran Sasso, tras el rescate de Mussolini.
Yendo adelante y atrás en el tiempo, el reportaje va vehiculando a cachos (cada uno susceptible de dar pie -y de hecho lo han hecho- a una película diferente) el potencial de la biografía de Skorzeny. A escoger la trama que se prefiere:
-La ruta de las ratas y la red posterior de nazis bien situados por España y Latinoamérica.
-El rescate de Mussolini por el comando de paracaidistas de las SS en el Gran Sasso.
-La juerga y los negocios de altura en la España franquista
-La operación despiste en la batalla de Las Árdenas
-La ocupación de Mallorca por los veraneantes alemanes
-El golpe de Estado a base de un chantaje en la Hungria de la II Guerra Mundial.
-Cómo una misma persona, de las SS para más señas, ha podido servir a la CIA, el gobierno de Nasser y el Mossad al mismo tiempo.
-Etc...
Cara cortada


En una fiesta en Madrid. Ahora no sé confirmar si el otro es Barbie, pero en todo caso por ahí estuvo.

La casa que compró en Alcudia.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Socotra, la isla de los genios


Tiene su qué, en estas circunstancias, adentrarse en la visión de “Socotra, la isla de los genios" (Jordi Esteve, 2016, en Filmin). Desde el sofá vemos como una pequeña caravana de tres camellos se encarama por un empinado y empedrado sendero. En los altos del camino, por la noche, oímos a uno u otro pastor relatar una leyenda en la que siempre acaba apareciendo una temible, poderosa mujer-genio, a la que solo se la podía vencer a base de ingenio.



A lo paradisíaco del sitio tal como retratado por Jordi Esteva, con su exótica vegetación y fauna, se suma esa sensación de verse abocado ahora a todo lo contrario de esos extensos horizontes. Todo sumado ofrece una distancia global, entre ambos extremos, de vértigo.