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lunes, 28 de marzo de 2022

Gunga Din

En la escaramuza.

Ofreciendo el correspondiente informe.

A la izquierda, Gunga Din.

En medio de la escaramuza inicial he mirado -esto de la tele y del internet ya no dejan ni ver las películas como se debe- dónde estaba rodada, porque aparecía un típico pueblo turístico así como ibicenco, es verdad que con una sierra rocosa detrás poco acorde con Ibiza o Almería (que no había sido aún descubierta para estos menesteres).
Antes de que la escondan en algún sitio vedado, le recorten sus toques políticamente incorrectos que la inundan o cambien al actor de cara pintarrajeada por un aborigen infográfico, me he recetado para esta sobremesa “Gunga Din” (George Stevens, 1939).
Sus combates y peleas, aunque frecuentemente letales, están filmados como números circenses, a cámara lenta para que resulten ligeramente acelerados en su proyección, y todo resulta bastante similar a los cómics de aventuras (más que de hazañas bélicas).
Cary Grant, Victor McLaglen y Douglas Fairbanks Jr. hacen de los tres sargentos británicos en un regimiento de la India Británica. Los dos primeros, sobre todo, se encargan de las payasadas, si bien se ha de decir que ver la cara de satisfacción que pone Cary Grant mientras oye el ruido del jarabe para elefante que está vaciando en el ponche de una fiesta no tiene precio.
Los aventureros regresan algo maltrechos al cuartel, donde les reciben las gaitas escocesas y la marcialidad y desfiles de miles de soldados en formación, lo que nos deja ver que estas insurrecciones no acabarán nunca con el dominio del Imperio Británico.
La prueba de fuego es el enfrentamiento con los fanáticos asesinos adoradores de la diosa Kali, quienes, en su perfecto inglés de Cambridge, dan cuerpo a la trama de la película, en la que un famoso periodista que quizás se haga famoso escritor toma nota de todo. Posiblemente nos llegue la historia gracias a su pluma.


Con uno delos secuaces del líder de los adoradores de Kali.

Son tan fugaces sus apariciones en una película eminentemente masculina, que no me había fijado que era Joan Fontaine la que hacía de novia de uno de los sargentos.