martes, 29 de abril de 2014

Io sono nata viaggiando


Como tengo el firme propósito de no escribir nunca de films que no me hayan convencido, apenas lo haré de “Io sono nata viaggiando” (Irish Braschi, 2013), hoy programada en la Filmoteca. Me ha puesto nervioso por utilizar actores en una ficción de anuncio de gel donde unas fotos increíbles, que también se ven, habrían bastado; por el apelotonamiento, sin apenas descanso, de un relato de una vida… hasta la muerte de su último marido, hace ya unos 30 años; por el pecado de utilizar una locutora en vez de la propia protagonista para leer en la voz en off sus escritos, como si de un reader’s digest acelerado se tratase; por unas escenas actuales rodadas en Egipto intercaladas sin venir a cuento con lo que se va relatando.
Pero no se me haga caso. Seguramente me equivoco, porque casi todo el mundo, incluido el actual director del TNC, Xavier Alberti, ha salido encantado del film, que a mí me ha resultado una gran oportunidad perdida. Quizás, pienso yo, si hubiera conservado tal cual las 30 horas de entrevista filmada previa, y hubiera tan solo intercalado todas esas extraordinarias, fascinantes fotografías y filmaciones personales…
Prefiero hablar, pues, de Dacia Maraini, su protagonista, que ha presentado y luego comentado la sesión, de su fascinante vida y de su clarividente y combativo pensamiento actual.
Ha hecho la presentación hablando del viaje, justo lo que el título del film parecía prometer. Para algunos, ha dicho, el viaje puede ser una fuga de sí mismo. Pero puede ser también una forma extraordinaria de conocimiento, teniendo en cuenta que al poner en contacto con otra cultura puede acarrear un peligro. El riesgo es, de hecho, el alma del viaje…
Ha hecho bastante mención luego de los dos enormes personajes que aparecen por el minutaje final del film, Pier Paolo Pasolini y Alberto Moravia, dejándote clavada la mirada y oídos en la pantalla. Era, ha comentado, en un tiempo en que toda Italia se reconocía en ellos, pero no sólo en ellos. Una Italia que se sentía próxima a sus escritores, poetas, cineastas.
Y -ahí ha cogido carrerilla- se ha encargado de expresar el abismo introducido por Berlusconi en su país (luego esparcido por toda Europa, como ha admitido más tarde). Berlusconi ha hecho –explica- caer hasta lo más bajo a la sociedad italiana. Ha puesto en primer plano el egoísmo, la insolidaridad, la rivalidad personal. Con Berlusconi, el otro es siempre el enemigo. Y ha puesto cara de asco, dejando claro lo despreciable de ese postulado.

lunes, 28 de abril de 2014

La jalousie

Acostumbrado desde siempre a perderme irremisiblemente en detalles argumentales de las películas de Philippe Garrel, me ha sorprendido que, tras un ligero despiste inicial (¿será ella la misma de la escena anterior o una distinta?) pudiera yo seguir toda la trama de forma absolutamente clarividente.
Y es que “La Jalousie” (2013), proyectada esta noche en el festival D’A, teniendo como tiene muchas de las cosas de otros films suyos (esa maestría en el contrastado blanco y negro en primer lugar; cómo se mueven sus personajes, muchas veces en medio de la noche; tratarse de otra de las muchas historias ligadas directamente a su vida personal; etc), debe ser seguramente la película más lineal, menos enrevesada de Garrel. De hecho, hasta me ha sorprendido –negativamente, en este caso- un uso más que convencional de la música en escenas de “felicidad familiar”.
Pero sigue siendo un film de Garrel, filmado en esta ocasión hasta con sus dos hijos –Louis y Esther- como actores, que precisamente hablan de y tienen a, una y otra vez, su padre como referente ineludible (como Philippe últimamente en sus películas al suyo, Maurice). Es una historia que casi se quiere cerrada (escena inicial, escena casi final) en un círculo de dolorosos abandonos transitivos, pero que sabe salirse finalmente del círculo, acudiendo de nuevo, precisamente, a un escenario –banco del parque- de lo más romheriano.
Tiene “La jalousie”, además, un personaje (interpretado por Anna Mouglalis) de lo más interesante. Una mujer compleja, que viviendo con Louis en un apartamento que rememora casi “El séptimo cielo”, aunque sea en cierto modo similar al de “La maman et la putaine”, aquí se le cae al final anímicamente encima. Y la vía que utiliza para salirse de ese espacio claustrofóbico desencadena buena parte del drama, un drama, en esta ocasión, de tintes suaves.
Qué suerte, en todo caso, poder seguir viendo, por ejemplo, los cambios de plano –de uno con acción al evidente contraste de otro quieto, pero en tensión- de Philippe Garrel.



sábado, 26 de abril de 2014

Un chateau en Italie


Dice Paco Poch, su distribuidor en España, que “Un chateau en Italie” (Valerie Bruni-Tedeschi, 2013), la película que ha inaugurado anoche D’A, el festival de cine de autor de Barcelona, se estrenará en salas el próximo 9 de mayo.
Los seguidores de Valeria Bruni-Tedeschi reconocerán enseguida los trazos de sus otros films. Ella (actriz protagonista), los otros personajes, las situaciones y su peculiar forma de hacer (empezando una escena clave por la acción de un personaje secundario, por ejemplo) no ha cambiado, sigue igual… pero, sin embargo, he salido del cine pensando que, naturalmente, y a estas alturas, en el film ya nada era ni podía ser igual que antes. Me explico:
Siempre ha hecho comedias en las que te ríes mucho, porque te sorprende y divierte lo tan bien que reflejan las ridiculeces que comporta la vida, incluso en sus aspectos más trágicos. Aquí esto es norma. Ella estira, si cabe, su papel, hace de payasa en varios momentos, pero a la vez deja constancia del paso del tiempo y de lo duro de la situación (su propia familia, antiguos industriales turineses, en proceso de hundimiento total, hermano con sida, ella intentando tener un hijo –con Louis Garrel, que fue precisamente su pareja en la vida real- ya con el límite de edad avisando, etc).
Arranca poniendo en evidencia palpable los artificios del cine (escena de rodaje con coche bajo la lluvia artificial) y acaba dando a un árbol el simbólico devenir que no le podía ofrecer, pero que a él le correspondía, ese “castillo” de Italia del título. Poco antes, Valeria Bruni Tedeschi aparece emulando la forma de orar que le ha enseñado un cura al inicio, pero la cosa se mezcla con la “Che Bambola!” de Buscaglione en la banda sonora. El film más negro de la actriz y realizadora se resiste a dejar de hacer reír. Que dure.

viernes, 4 de abril de 2014

El respeto al público

Una frase de Roberto Rossellini, de 1966, me ha hecho pensar por qué se le tildaba de "moderno". Parece de hoy en día:
"Se respeta tan poco al público, que cuando se ve respetado profundamente,se siente perdido."
(Ésta era la frase que cerraba las declaraciones de RR a Jean Collet y Claude-Jean Philippe para Cahiers du Cinéma 183, recogida en "Rossellini. Le Cinéma Révélé").
(La foto del realizador la he sacado de "39 escalones", pero ahí no se menciona nada sobre su autoría).

jueves, 3 de abril de 2014

Piedad Isla

Es Piedad Isla, en la Vespa con la que iba de un lado a otro a hacer sus fotos. Ayer unos amigos me hablaban de que habían estado en su Fundación y me decían que sus fotos son extraordinarias por algo tan sencillo como el haber estado durante toda su vida fotografiando a los vecinos de su pueblo, Cervera de Pisuerga, y alrededores.
Si podéis, ver el documental dirigido por José Luis López Linares, con guión de Publio López Mondéjar y Juan Fernández Castaldi, en que ella misma explica maravillosamente cómo iba haciendo esas fotos que retratan a la perfección tantos aspectos de la vida rural de un pasado no tan lejano.

https://www.youtube.com/watch?v=cNpDDAa3WtE&fbclid=IwAR27xCy-gyI57bZhyyTcOP8ucEh7U17oIPtwTkZJt22X3upyXNxlJoj_sbc

miércoles, 2 de abril de 2014

Opus Dei. Una cruzada silenciosa

Me atrae de una forma quizás enfermiza (de lejos, desde luego) el Opus Dei. Por eso, cuando he podido, he hincado el diente a algún libro que supiera crítico sobre la cosa (el de Luis Carandell, por ejemplo) y he procurado ver los films críticos con la prelatura puestos a tiro. Los no críticos, como aquellas secuencias célebres en que Escrivá de Balaguer contesta las preguntas de unos cuantos acólitos) también logran absorber mi atención, pero acaban por ponerme en un estado de nervios que prefiero evitar.
Hoy podía ir y he acudido a la Filmoteca para ver “Opus Dei. Una cruzada silenciosa”, una producción chilena dirigida por Marcela Said Cares y Jean de Certeau en 2006. No es que este reportaje televisivo sea una obra cinematográfica a recordar, pero no sé cómo consigue, centrándose en Chile y más tarde un poco por el IESE español, pequeñas entrevistas con responsables académicos, empresarios, estudiantes con carrera bien dirigida, amas de casa y –los casos que más me intrigan- alguna de esas esclavas en vida que son las numerarias auxiliares, formadas para ser toda su vida chicas de servicio no respondonas. Aunque rehúyan los temas “tabú” y sólo quieran responder a cosas “blancas”, como su camino de santidad por la vía del trabajo, siempre en busca del bien común, de tanto en tanto sueltan cosas muy jugosas, como la de esa censura que un mentor religioso ve hoy desprestigiada, y por eso prefiere hablar de prudencia en la formación de los muchachos.
Porque no soy religioso, que si no saldría de su visión haciéndome cruces, incrédulo de ver cómo ésta.

Primeros planos

Pues ésta también hay que verla en pantalla completa. Lamento estar tan insistente esta mañana...