lunes, 28 de diciembre de 2020

All The Vermeers in New York


Ayer Mubi anunció su estreno diario (“All The Vermeers in New York”, Jon Jost, 1990) con una trama que hizo que, por una vez, pudiera compartir la sesión: “El corredor financiero Gordon se acerca a Anna, una actriz francesa, en la sala de Vermeer de una galería de Nueva York. Sin embargo el romance no resulta”.
Eso para los que gusten de este tipo de sinopsis, que, entre otras cosas, suelen o bien destrozarte la intriga o bien despistarte totalmente de lo que vas a ver.
La secuencia a la que hace mención esa sinopsis no es, por una parte, la inicial de la película y, por otra, no acaba del todo de definirla. Aún así, sus dos escenas (como la película entera) se dejan ver bastante bien, intrigante la primera como divertida es la segunda, que la completa. Pero hay que entender que nos encontramos ante un film de cine independiente norteamericano. Con una independencia que no se contenta con el bajo presupuesto y seguir la pauta Sundance, sino que intenta acudir también en algún momento a otras independencias históricas, razón por la que la secuencia que comentaba y la película en su conjunto están llenas de aparentes pausas en la acción, ya sea para seguir los dibujos de las baldosas o para mostrar la evolución en el cielo de un jet mientras que una música disonante o una pieza de free jazz tensiona hasta el límite el ambiente.
Por lo demás, también posee un par de homenajes a Vermeer: basta ver la imagen que cuelgo con ella leyendo junto a una ventana o bien otra escena en la que aparece con una cinta azul en el pelo, al modo de la joven de la perla.


 

domingo, 27 de diciembre de 2020

El fantasma que nunca vuelve

La vigilancia de la moderna (en cuanto a sus métodos represivos y al confort del despacho de su curioso director) prisión es absoluta.

El cubículo de la celda individual es visible sin esfuerzo alguno desde el exterior.

Aún así se producen continuas revueltas, que son acalladas en seguida. Si no funcionan las amenazas, se emplea agua a presión.

En 1929 Abram Room sitúa la modernísima prisión, con todos sus sofisticados y retorcidas medios, que alberga a los indóciles trabajadores de las explotaciones petrolíferas de “El fantasma que nunca vuelve”, en un lejano y bastante improbable país latinoamericano. El líder sindical José, al cumplir diez años de prisión, tiene derecho a un día de libertad. Quienes lo han disfrutado en otras ocasiones nunca regresaron, al aplicárseles la ley de fugas...
La copia de Mubi es bastante mala, y es una verdadera lástima, porque, al margen de esta incitación a la rebelión ante la tiranía... en las lejanas sociedades capitalistas, la cuestión formal de la cinta, con sus encuadres, planos con montaje acelerado (el paso del tiempo, los ejes de la locomotora) y por ejemplo una cámara en nervioso movimiento siguiendo en primer plano de su rostro la alocada carrera de su mujer, radiante porque va a ver después de tanto tiempo a su marido, se intuye de enorme altura.

El padre de José recibe una carta en la que éste le dice que va a regresar, por un día, a su casa y que podrán verse tras diez años de prisión.

Su mujer también va a poder verlo.


 

jueves, 24 de diciembre de 2020

Fogo


-Lo que colgaron ayer en Mubi creo que puede interesarte: - me escribe Miguel Martín.
Voy a ver de qué va la cosa (película de la mexicana Yulene Olaizola, de 2012, con pinta de drama de ambiente rural) y mentiría si no acudí a verla con cierto escepticismo, después de tanto palo aguantado más o menos estoicamente, pero sin recibir a cambio una gran satisfacción global.
Nada más empezar, me restriego los ojos al observar que el paisaje de la (tenue) acción, desde luego con un protagonismo enorme, dista de ser de cualquiera de los estados mexicanos. En medio de inmensos páramos, unas cabañas de madera, destartaladas por el azote del clima y del tiempo, allá en lo que me entero luego que era la isla de Fogo, vecina de Terranova, conservan aún algún detalle coqueto, de sus buenos tiempos. Los pocos diálogos que cruzan la película son todos en inglés. De ambiente mexicano, pues, bien poco.
En la pantalla, un puñado de gente va una y otra vez deshojando la margarita, preguntándose si van a coger el anunciado último barco o van a quedarse de por vida, con esas penosas condiciones, ahora que todo se conjuga ya en pasado, en esas desoladas, heladas tierras.
Son solo 61 minutos, pero ya están en ellos todo dicho. A ver si aparecen por Mubi otras películas de la realizadora, que veo que ha hecho bastantes.


 

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Hollywood, la vie rêvée de Lana Turner


Pese a que me he mantenido siempre a bastante distancia de los cotilleos sobre actores y actrices (hasta el punto de ser un auténtico iletrado en la cuestión) e incluso de los melodramas hollywoodienses, he visto hoy con interés “Hollywood, la vie rêvée de Lana Turner” (2018, en TV5Monde, canal 122 de Movistar).
Supongo que debo ese resultado a su artífice, Frédéric Mitterrand, que envuelve su documental en su principio y final, como si de un sándwich se tratara, con su propia confesión como mitómano, buscando en la librería de Hollywood libros sobre las grandes estrellas del cine.
Otro hallazgo, a mi entender, es su propia voz en off (recurso que también utiliza en algún otro empeño suyo de mayor ambición, como “Lettes d’amour en Somalie”), una cantinela casi continua que va fluyendo, con ironías y felices frases definitorias, por todo el metraje, sólo interrumpida por alguna insustancial pero por suerte corta declaración de su hija y de un par de actrices amigas de la homenajeada.
¿Quién sabe? Quizás si el “¡Hola!” contratase a Frédéric Mitterrand yo ayudaría a renacer las ventas de los kioscos.


 

martes, 22 de diciembre de 2020

El misterioso caso de DB Cooper



Casi todos los documentales televisivos norteamericanos al uso comienzan igual. Varias personas dan una serie de opiniones sobre el caso analizado -avances de lo que vendrá después-, que se complementan o bien se contradicen entre sí, en cualquier caso se supone incitando a tragarse lo que llegará después.
“El misterioso caso de DB Cooper” (John Dower, 2020, en Movistar) no difiere de este esquema. El tema, el misterio a dilucidar, es en esta ocasión saber quién fue el misterioso DB Cooper, que en 1971 secuestró un avión, reclamó y obtuvo 200.000 dólares... y desapareció con ellos. Parece tratarse de un caso real (que yo no recuerdo en absoluto), pero también podría funcionar de la misma forma si se tratase todo ello de una invención.
En sus 85 minutos, para cubrir ese mandato -que los que hacen estas cosas creen tener- de “entretener” a la parroquia a base de un cierto ritmo gracias a rápidos cambios de escenario y a ofrecer diversas sorpresas (se mezclan reproducciones friccionadas -horriblemente- de ciertos relatos con entrevistas actuales a testigos de los hechos y films del momento -informativos, reportajes o incluso anuncios-).
Varios temas de fondo cruzan el film: el bloqueo absoluto de la Cuba comunista y los frecuentes secuestros de aviones -entonces sin medida alguna de seguridad- para ser llevados hasta la isla; la crisis económica en la que había dejado a la población los cierres de fábricas con el proceso de globalización; los primeros cambios de sexo,...
Todo eso tiene cierto interés, pero en cuanto al aspecto narrativo, quizás lo más divertido sea aquí ir viendo cómo van surgiendo diferentes sospechosos a los que poder identificar como DB Cooper. Y, para ser sincero, a mí lo que me ha mantenido viendo el film ha sido esa colección de registros de los años 70 a 90s, incluidos anuncios, que dan un retrato muy fidedigno de cómo era la sociedad norteamericana de esa época, o de cómo quería ser.


 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

The wayward girl







No he tardado mucho tiempo en picar el anzuelo que ha lanzado hoy MUBI en forma de su “película del día”, “Ungt flukt” (“The wayward girl” como título inglés; Edith Carlmar, Noruega, 1960).
La carnada para el anzuelo estaba centrada en que era la primera película con Liv Ullman como actriz, y apuntaban que a sus “veinte años, ilumina la pantalla, exudando sensualidad, poder, abandono...y algo oscuro y un poco amenazante”.
Va de pareja joven que huye en un caluroso verano junto a un lago. No es, ni de lejos, “Un verano con Mónica”, pero alguna escena la recuerda.





 

martes, 15 de diciembre de 2020

Descripción de un combate

El signo que encuentra Chris Marker y convierte en emblema de su película.

Un niño, practicando una especie de Karting, desciende hacia Haifa.

Chris Marker aprovecha su paseo por las ciudades de Israel para hacer un guiño a su amiga Àgnes.

La familia árabe del final.

Y la chica judía pintando, en la que centra sus dudas y esperanzas.

Chris Marker químicamente puro, con el recitado de Jean Vilar en su banda sonora haciéndose preguntas ante lo que ve, “Descripción de un combate” (1960, en Filmin) no se contempla ahora, desde luego, como podía hacerse en su época de producción.
Visión del joven (12 años) estado de Israel, aun estaba muy cerca toda la atrocidad cometida contra los judíos en Europa y la reciente guerra tras la partición de Palestina y la retirada de los británicos el 1948, y Marker veía, entre otros signos con los que inicia su documental, el número tatuado en un brazo de un trabajador del país -terrible recuerdo de su estancia en un campo de concentración nazi- o restos oxidados de los combates.
Se hace eco de lo que conceptua como milagro en agricultura o educación, ve surgir del desierto edificios de nueva arquitectura, se pregunta, observando a las últimas generaciones de judíos preparándose en un extremo del país, qué es lo que está por venir.
Disculpa como “un sarampión bastante común, que ya pasará”, la presencia de Boy Scouts uniformados por todos lados, olvidándose de esa imagen a cambio de la de una asamblea en un Kibutz, con mujeres dirigiendo las votaciones.
Pero hasta ese momento, nosotros, que ya sabemos del desarrollo histórico de la zona, encontramos a faltar a un gran ausente: la población árabe. Es verdad que en ese momento la proporción de la población árabe en el Estado Israelí era muy, pero que muy inferior a la actual, que no había tenido lugar la guerra de los seis días y que la ciudad vieja de Israel aún no estaba bajo ocupación judía, como los asentamientos en que se introducían los Kibutz no eran, como pasó después, en los nuevos territorios ocupados a los palestinos, sino en zonas previamente desiertas. Pero aún así, ese “olvido” nos resulta atronador.
Solo por el final se habla de la necesidad de más experiencias como una cooperativa para edificaciones para árabes y el documental se centra en la entonces “minoría árabe”, que vivía en la miseria.
Es en ese momento cuando la voz de Marker, expresada por Vilar, advierte de que precisamente esa sociedad judía, por haber vivido lo que ha vivido, tiene la obligación de no ser injusta.


 

lunes, 14 de diciembre de 2020

I diari di Ángela. Noi due cineasti. Capitolo secondo

Recorriendo Estados Unidos.


He obtenido, pensando, varías razones por las que toda la primera mitad de “I diari di Ángela. Noi due cineasti. Capitolo secondo” (Yerban Gianikian, 2019; en el Xcèntric del CCCB) no me apasionó ayer como me había apasionado la primera parte (de 2018) del film que Gianikian dedicó a su mujer, la también cineasta y correalizadora con él Ángela Ricci Lucchi, tras su fallecimiento.

Una primera es que en toda esa mitad inicial, los contenidos de los diarios de Ángela que lee Yerban son mucho más esquemáticos.
Una segunda es que, para seguir visualmente el relato de lo que explican los diarios, apenas si aparecen los films domésticos que hizo Yerban y llenaban casi todo el film del año anterior, siendo fotos en vez de films lo que domina.
Así, en el largo viaje de la pareja a Estados Unidos a finales de 1981, recorriendo con sus películas buena parte del país, los diarios prácticamente solo dan una relación de los sitios donde han estado y proyectado sus films, indicando qué reacción de público han obtenido esas sesiones y a que personas -todas ligadas al cine experimental e independiente- han ido encontrándose en cada lugar, mientras en la pantalla van viéndose fotografías, una tras otra, de los encuentros.
Una de las primeras personas a las que van a ver en Nueva York es Jonás Mekas. Una fotografía lo atestigua, pero en la sesión previa no eran fotos, sino films en S8 con su correspondiente textura, que llegué a definir como “similares, en su inocencia e inmediatez, a los de Jonás Mekas, pero sin su característico temblor de mano con la que lleva la cámara”.
También aparecen, y se agradece, trozos de sus propios films, pero en un principio no realizaron sus interesantísimos films a partir de archivos que luego les caracterizaron, sino diferentes formas de cine experimental -¡hasta uno con olores!-.
Por suerte, a partir de la mitad, en mi opinión, la película recupera su pulso, compensando con creces esa sensación. Por un lado con las apasionantes imágenes del viaje a Jerusalén, viviendo escenas de auténtico y violento fanatismo entre las diferentes iglesias cristianas que celebran el viernes y sábado santo. Casualidad de casualidades, puede influir en mi atracción por esas escenas que reflejan exactamente lo que vivimos en un viaje esos mismos días de un año algo posterior. Ángela, al final de sus anotaciones de diario, habiendo visto la tensión y todas las luchas que se desarrollan entre unos y otros en la Iglesia del Santo Sepulcro y por las calles del Via Crucis, invoca, de forma muy oportuna, a un olvidado San Francisco...
Y un largo colofón también casi perfecto: volvemos a ver los dibujos de Ángela Ricci. En esta ocasión, explicando con ellos sus peripecias cuando, de niña y con su familia, tuvieron que vivir los terribles días de 1944 y 1945, con su casa italiana en primera línea del frente de guerra.
¡Ah! Gonzalo de Lucas, que ha sido el programador de las sesiones, ha presentado también este bloque y ha explicado muy bien el descubrimiento de la “cámara analítica” que Gianikian/Ricci emplearon con tanto rendimiento, un aparato mediante el que seleccionaban fotogramas de las películas rescatadas, descubriendo y haciendo descubrir nuevos encuadres y colores, dando énfasis a lo que querían presentar. Unas escenas de “Del Polo al Ecuador” aparecen cuando Ángela menciona su uso.
Preparando precisamente esa película, cuenta Ángela en sus diarios que fueron a ver la celebración del centenario de Musolini, al que acudieron fascistas de todo el país. Dice en sus diarios que entró en una taberna y pidió un vaso de vino. Pero lo digo en italiano, porque si no no tiene gracia alguna:
-Un vino rosso, per favore.
-Qui serviamo solo vino nero!
Por poco que pueda, eso sí, procuraré ver el “terzo capitolo”, cuando Yerban Gianikian lo haga y presente, aún pensando en su mujer.

Dibujo de Ángela sobre cena en un restaurante elegante neoyorquino, invitados por unos mecenas que acabarán ayudándoles financieramente.

Un año después de haber estado en el “Top” de las torres gemelas, se enteran de los hechos del 11 de septiembre.

No he encontrado imágenes de su estancia en Jerusalén en una Semana Santa, por lo que paso a colgar un dibujo hecho por Ángela con su relato de los hechos de cuando era niña, en 1944 y 1945. Aquí, un soldado alemán en retirada se lleva la vaca que les alimentaba.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Les amoreux sont seuls au monde





Bastaría el principio de “Les amoreux sont seuls au monde” (Henri Decoin, 1948, pasando por TV5Monde) para darse cuenta de que Louis Jouvet era un actor fuera de norma, que sabía componer muy bien personajes como el de esta película, con una gracia completa.
Por lo demás, historia muy apta -como diría Ricard Salvat- para una teatral “pièce bien faite”, con aparatosos decorados (salvo un par de momentos con calles de París), música dentro, caricaturas agradecidas de algún personaje (ahí está el crítico musical o el padre doble sargento) para dar la nota divertida y a la vez punzante, matrimonio perfecto, jovencita prodigio de dieciocho años, pequeños chispazos que pueden cambiarlo todo, la definiría como una continua pugna entre una comedia de esas que ahora tanto se echan en falta y ese título que no puede llevar sino a lo melancólico.
Vuelve a estar anunciada para hoy, domingo 13, a las 23,15, en versión original subtitulada en español


 

viernes, 11 de diciembre de 2020

Hitler’s Hollywood






Han pasado por La 2 “Hitler’s Hollywood” (Rüdiger Suchsland, 2017), un acelerado repaso al cine efectuado en Alemania durante el nazismo, que sigue inicialmente la obra de Siegfred Krakauer y luego tiene unas pocas acotaciones de Susan Sontag o Hannah Arendt.
Fueron unas mil películas las producidas en lo que acabó siendo un monopolio estatal, todas reguladas por el todopoderoso control del Ministerio de Propaganda de Goebbels. El documental explica alguna de sus características más significativas, como su fascinación con la muerte, su carencia casi absoluta de ironía, estar llenas de alegría forzada...
Más informaciones vertidas en el documental: la mitad comedias, no es cine de autor, sino de estrellas, siempre preocupado por buscar la nueva Garbo, los que sustituyeran a las grandes estrellas que se habían exiliado, huyendo del nazismo. Con media Europa a sus pies, muchos actores que triunfaron en ese prolífico cine alemán eran extranjeros: austriacos, holandeses, hasta una jovencita Ingrid Bergman. De hecho, no lo hace, pero yo estaba esperando que por una de las secuencias enlazadas una tras otra apareciera, por ejemplo, Imperio Argentina.
Las preocupaciones y la deriva del naziosocialismo infecta películas que se hacen muy populares. Reina el infantilismo, junto a un marcado acento racista, sobre todo anti-judío, y justificaciones de, por ejemplo, la eutanasia ante los que presentan deficiencias.
El narrador detiene al final su carrera explicativa (que hace a veces difícil leer sus subtítulos, superpuestos a los diálogos de las películas de las que van presentándose de forma encadenada secuencias) y pregunta retóricamente:
-¿Cuántas de estas películas has visto?
Bien pocas, ciertamente. Pero quizás, en buena parte, está mejor ver en esta documentada película sus escenas más significativas, evitándonos el auténtico muermo de verlas de su principio a su fin, con el consiguiente estremecimiento.


 

jueves, 10 de diciembre de 2020

I diari di Ángela - Noi due cineasti



Con Ángela excepcionalmente manejando la cámara, en un barco que les lleva hacia la costa occidental turca.

Aunque sorprenda, hay quien sigue proponiendo en estos días cosas de sumo interés. El Xcèntric, por ejemplo, presentó ayer una extraordinaria película, difícil de ver, porque su autor no quiere cederla a plataformas. Se trata de “I diari di Ángela - Noi due cineasti” (Yervant Gianikian, 2018).
Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi era una pareja imprescindible, de ese selecto grupo de gente que hace cine partiendo de archivos cinematográficos. Se recorrieron olvidados archivos de todas partes, recogiendo bobinas en pésimo estado de conservación, recuperando sus cintas, etc. Pero tenían una característica específica: sus trabajos siempre iban enfocados hacia un propósito político, buscaban facilitar el conocimiento sobre el empleo de la violencia a lo largo de la historia.
En 2018 falleció Ángela Ricci y Yervant Gianikian, para seguir sintiéndola presente, para poder seguir firmando sus trabajos con ella, buscó en su casa y recuperó dos cosas: los diarios de su mujer y los films caseros que documentaron su vida conjunta.
Los diarios son, de hecho, cuadernos de viaje, escritos con letra escolar bien clara, con inserción de dibujos aclaratorios y de vez en cuando páginas de acuarelas con detalles. Explican los viajes que la pareja hizo a lo largo de su vida, casi siempre en pos de uno de sus temas (el colonialismo, la diáspora griega de Turquía de 1915, los prisioneros de la Primera Guerra Mundial en Rusia, la reciente guerra en los Balcanes,...).
Muchas de las cosas que Ángela apunta en sus cuadernos, Yervant lo había grabado a su vez con su cámara. En el film vemos ambos, cuadernos con el diario de Ángela del que el propio Yervant lee algún fragmento y visualizaciones de sus grabaciones reflejando eso mismo. También, otras cosas que nos completan el retrato de su mujer: ella en casa dibujando insectos, pintando alguna de sus magníficas acuarelas, recogiendo tomates del huerto o elaborando sus dulces.
Una de las cosas explicadas por el diario de Ángela y filmadas por Yervant, quizás el más punzante, el más perturbador, es un paseo dantesco en 1993 por lo que poco antes fue la primera línea del frente, en la ciudad de Sarajevo. Lamento no haber dado con ninguna imagen, pues trasmite como nada de lo que he visto hasta el momento la sensación de presencia y barbaridad del conflicto.
Por el final, da gusto verlos en una de esas películas caseras, ellos ya ancianos, tras acudir a la Mostra de Venecia, donde les dieron un Leon de Oro, haciéndose, como niños, un selfie en la calle, en un pequeño espejo de esos instalados para facilitar un cruce.
El domingo por la tarde está prevista en Xcèntric una nueva cita con la enternecedora pareja. Al año siguiente -2019- Gianikian quiso seguir en contacto con las cosas de Ángela e hizo “I diari di Ángela - Noi due cineasti. Capitolo secondo”. Yo miraría si quedan entradas y, pertrechados de buen abrigo y bufanda -que hace mucho frío- reservaría butaca en el auditori del CCCB. Si es como la de hoy -y no tiene por qué diferir gran cosa de ella- será, seguro, una de esas sesiones hermosas en su sencillez, de las que no se olvidan.

Unos de sus dibujos, en una exposición homenaje que se les tributó.

Una de las acuarelas de Ángela.

Y otra, con extracto de su diario.

Elaborando en casa un postre.

El “Non, non, non” de esta mundo contemporáneo dio el nombre a la exposición sobre su obra que se organizó años antes de la muerte de ella.



 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

El año del descubrimiento






Supongo que una primera consideración de Luis López Carrasco al enfrentarse a esta “El año del descubrimiento” (2020) que tanta impresión está causando, debió ser establecer una equivalencia entre el país y un bar.
Efectuada esa ecuación, uno puede aceptar sin problema esa hora inicial de conversaciones de bar (de hecho, prácticamente toda la película recoge conversaciones en un bar...) algo caóticas, en pantalla doble, de la que sin embargo puede deducirse “el arte de la cuestión” en cuanto a conocimientos, pensamientos y despistes dominantes, ahora y antes, de la clase obrera sobre su situación y destino.
Pero entonces por momentos desaparece uno de los dos cuadros de la pantalla múltiple, dando pues énfasis al que queda, que corresponde a alguien efectuando una explicación de valor, y empiezas a ver lo que luego, en un capítulo posterior, toma cuerpo con claridad meridiana: el relato de la transformación brutal sufrida en España, cambiando de un sistema profundamente herido a otro vendido al mejor postor.
El año del descubrimiento es 1992, en el que mientras en Barcelona y Sevilla se hacía gala de una modernidad de lujo, en la zona de Cartagena unos 100.000 de los que por la noche contemplaban todo ese despilfarro por la televisión, veían que su trabajo, su forma de vida, se estaba tirando a un vertedero.
Oímos entonces principalmente a unos sindicalistas con papel importante en esos días, pero también por ejemplo a un jefe de la policía, que da su versión de lo que llevó en una fecha determinada de la escalada vertiginosa explicada, con protagonismo de gente variopinta, incluyendo al mismo Javier De la Rosa, hasta la quema de la Asamblea Regional.
La inmensa mayoría de los espectadores de ayer en el Zumzeig era gente joven, que parecía estar muy, pero que muy de acuerdo con el retrato de la situación actual de su generación y sus -nefastas- perspectivas que se efectúa en la película.


 

martes, 8 de diciembre de 2020

La seguridad interior

El film se inicia en una playa portuguesa -¿quizás Nazaré?- fuera de temporada.

Ya de regreso en Alemania, cita con un viejo conocido en uno de esos lugares que pueden estar en cualquier lugar.

El clima de estar siempre planeando escapatorias.

Como primera etapa de la ruta por las películas de Christian Petzold que nos propuso José Luis Márquez escogí anoche una en la que la ruta, el continuo movimiento obligado, la provisionalidad, el no tener ningún sitio estable, son su base: “La seguridad interior” (“Die innere sicherheit”, 2000).
Nada de aspectos fantásticos, como en otras más recientes suyas, pero sí retomar unos viejos conocidos del cine (político) alemán de postguerra. Toda ella realista como una “road movie”, casi un western en el que unos forajidos huyen de unos perseguidores que desconocemos.
La protagonista que aporta el punto de vista es una adolescente despertando a sus confusas emociones, Jeanne, que se desplaza, siempre huyendo, con sus padres, esos “forajidos” que tienen toda la pinta de surgir de un grupúsculo de los años de plomo alemanes.
El trayecto da ocasión a que ella conozca algo de ese mundo básico occidental, detestable según los parámetros de sus padres, pero que lanza determinados destellos que le llegan, a su edad, con mucho brillo. También para que conozcamos a algún antiguo compañero de navegación de sus padres, quizás ya incrédulo, con ganas de abandonar un barco que ve que no lleva a ningún puerto.
Petzold elaboró el guión de la película con Harun Farocki, y posiblemente muchos de los elementos que la caracterizan -esa mirada desde fuera y a la vez interior de las modas del consumo, esos sitios impersonales, carentes de personalidad, de tránsito, la opresión ambiental aún desarrollando funciones aparentemente normales a toda vida, etc.)- tengan en él su fuente principal.