miércoles, 30 de noviembre de 2016

Carbón



Un ufano alemán quiere sacar a bailar a una francesa.

No es tanto un film sobre la minería (que también, porque contiene todos sus clásicos elementos) como un alegato contra la guerra mediante la solidaridad entre los obreros de ambos lados de la frontera de dos países supuestamente enemigos. Hoy, en el Aula de Cinema de la Filmoteca era el día de “Carbón” (“Kamaradschaf”, Georg Wilhelm Pabst, 1931).
En la nave de las duchas, las ropas de los mineros permanecen colgadas en las alturas, en una imagen muy sorprendente.
Côté minas: Si se tratase de un film americano de la época serían más que razonables los temores ante una encerrona continua en un decorado pobretón haciendo de mina, todo barnizado por situaciones penosas y heroismo a mansalva. Pero se trata de un film de Pabst, y con un raro valor documental: el pueblo, las instalaciones mineras con esas típicas torres de los pozos, sus ascensores, unas naves para duchas, hasta alguna galería pueden pasar todos ellos por perfectamente reales. De esa forma, la pelicula permite entender el funcionamiento de una mina incluso mejor que accediendo a las instalaciones ahora visitables.... pero sin actividad alguna.
El pueblo minero.
Côté proclama internacionalista anti-guerra: El film se inicia con casi una reyerta entre tres alemanes que acuden a un baile de un pueblo francés fronterizo por un tonto malentendido. Más tarde, mineros alemanes voluntarios acuden como equipo de rescate auxiliar a echar una mano cuando hay un accidente en la mina francesa. Al final, ya pasado todo, un francés hace un discurso de agradecimiento y otro alemán el suyo, este último diciendo que no ha entendido nada del anterior, pero que está claro que ha debido decir lo que él también piensa: que por encima de lo que digan por ahí arriba, la mina francesa y la alemana forman una única mina, y todos los de uno y otro lado son ante todo mineros.
Madre e hija que ya perdieron a su marido/padre se consuelan ante el accidente que ha afectado a su hijo/ hermano ... y novio al que había abandonado por querer seguir siendo minero.
Unos pocos años después, al igual que hicieron en la contienda anterior (reflejada en la escena en la que el minero siniestrado cree estar viendo en el minero alemán que le viene a rescatar bien equipado al soldado alemán que entró con su careta antigás en su trinchera e iba con intención de matarlo) los obreros de uno y otro dado se dejaron arrastrar docilmente, y en muchos casos convencidos, a otra carnicería contra el vecino.
Tres alemanes cruzan la frontera por su cuenta por una antigua galería común, para ver si pueden sacar por ahí a los siniestrados.


martes, 29 de noviembre de 2016

Paula



No sé si lo de "Mamá Húngara" es correcto, pero los nombres de las otras dos productoras de "Paula" (Eugenio Canevari, 2015) son bastante explicativos de la película. "Primerísimo Primer Plano" es una de ellas, y aunque no sea ese el plano predominante, sí que hay en ella muchos en los que la cámara está tan cerca de algunos de los personajes que se impide la visión total, cortando a otros, dejando pensar en la existencia fuera de campo de quién no se ve. "El dedo en el ojo" es el nombre de la tercera productora, y esa cámara ahí situada, que va presentando asépticamente los ambientes en que se mueve la niñera Paula y las respuestas con las que va encontrándose cuando se le viene el mundo encima con un embarazo no deseado, está directamente emparentada con ese dedo acusador.

La Alternativa programó esta película, participante en el programa de "Cine en Construcción" de San Sebastián, en su festival de este año, y ahora aún se puede ver -hasta el 6 de diciembre- en Filmin. Pocas veces he visto últimamente tanto cuidado en la composición de cuadro como en esta "Paula". Dejando fuera de campo a personajes más fríos que un témpano de hielo en una conversación que debiera tranquilizar y ayudar a la protagonista, marcando la conversación de la pareja empleadora de Paula en primer plano mientras en el fondo se desmiente lo oído dejando clara la realidad, o hasta colocando magníficamente las nubes.

"Paula" entra a formar parte de ese último cine argentino (o brasileño) que explora esas grietas en las que se da el contacto de familias acomodadas con excluidos de otra clase social. Aunque una escena como la del adiestramiento del padre a su hijo en el manejo de la escopeta para sacrificar a su perro te hace ver que no es necesario ningún agente exterior para resquebrajar todo ese mundo que lo tendría todo para ser feliz.

Documentales de la Italia fascista sobre la guerra civil española

Una escena del documental, del que escasean las imágenes. Daniela Aronica contestó a un espectador que lamentablemente no se piensa ni se espera que los archivos alemanes lo divulguen públicamente, haciendo una edición de alcance público.
Pues sí: Aún pueden descubrirse muchas cosas inéditas sobre la guerra civil española. Esto quedó demostrado ayer –sobre todo en la vertiente imágenes- en la sesión especial (abrió un lunes, día siempre cerrado) de la Filmoteca, inaugurando el ciclo “Els documentals de la Itàlia feixista sobre la guerra civil espanyola” con la proyección del documental de 44 mínutos inédito “I legionari italiani in Catalogna” (1939).
Enumero cosas que me parecieron inéditas, rarísimas, del documental:
1.- Dejar claro que eso de que el ejército italiano apenas interviniera en la conquista de Cataluña era un error, cuando no una mentira.
2.- Imágenes (muy nítidas y con toda la impresión de reales) de la artillería italiana disparando ordenadamente obuses a un centro de mando republicano localizado en una masia del otro lado de la loma tras la que se apostan las piezas.
3.- Planos generales del frente como los anteriores no son los únicos. También hay varios, impagables, tomados desde aviones.
4.- Las entradas de las tropas victoriosas en diversas ciudades (Figueres, Girona, Barcelona y notoriamente Igualada –y no sólo la Rambla-).
4.- El montón de vehículos a motor y tartanas abandonados en la cuneta, dando idea del caos sobrevenido, en la frontera francesa.
4.- Un larguísimo y apabullante, (demoledor, como anuncio de todo lo que había de venir), desfile de la Victoria en la Diagonal de Barcelona, haciendo hincapié en la moderna aportación italiana a la contienda.
Hay otras escenas que muestran cosas que sí se han visto ya con mayor frecuencia (los desplazamientos de las tropas, las columnas de prisioneros, los destrozos causados en las ciudades conquistadas, etc), pero yo diría que nunca con la precisión de en este documento, en el que se ve el trabajo de reparación de puentes y comunicaciones o el paso por enclaves complicados con muy buen detalle.
Ayer en la mesa redonda de la sesión Javier Rodrigo, (profesor universitario estudioso de la cuestión, quien mencionó a "Dientes de leche", de Martínez de Pisón, poniendo a la torre sacrario del cementerio de Zaragoza, que iba a llegar al cielo, y luego apenas si se terminó de mala manera a la mitad de su altura, como metáfora de la presencia italiana en la guerra), Esteve Riambau ("El tema de la guerra civil visto por el cine se va revelando cada vez más complejo, menos maniqueo, a medida en que se van desvelando nuevos films y sus análisis") y Daniela Arónica..
El documental lo ha descubierto Daniela Arónica (comisaria del ciclo y de la exposición “Fu la Spagna! La mirada feixista sobre la guerra civil espanyola” que está abierta en el Museu d’Història de Catalunya) en los archivos alemanes. Fue el único rodado –con un cuidado y encuadres notorios- por los propios cámaras del cuerpo expedicionario. Como ha intentado aclarar en el coloquio posterior, cayó en una tierra de nadie: Por un lado a Franco le interesaba miniusvalorar la presencia italiana. Por otro, desde una Italia perdedora de la guerra mundial, esa era una cuestión más que incómoda. Todo eso hizo que documentales como éste (que todos coincidieron en que iba más bien dirigido hacia Alemania) quedaran semienterrados, y se siga creyendo la versión esa de que, después de la conquista de Santander, la notoria participación de los soldados italianos en la contienda se diluye.

La banda sonora –y eso no es nuevo-, junto al continuo ruido del trepidar de las piezas de artillería deja escapar, por voz del omnipresente y fervoroso locutor, cosas pomposas como el “legendario heroismo”, la “audaz mentalidad”, la “indómita vitalidad” o el “esfuerzo titánico” de las tropas italianas.
De martes a jueves, más documentales fascistas sobre la guerra civil española, hasta completar todos los rodados.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Cultura Film: Filmar un espacio interior

La carátula del número temático de "Cultura Film (Revista Filmada)"
En el atractivo clip de presentación una cabeza femenina se recorta ante el balcón que da al interior de una manzana del Ensanche. Es el segundo número especial temático de Cultura Film (Revista Filmada), "Filmar un espacio interior", que esta tarde, bajo los auspicios del mismo CCCB que acoge el Xcèntric, se presentaba en su auditorio.
Iba yo con bastante miedo de encontrarme con una sesión de films muy decantados hacia el cine experimental con tendencia, digamos, nada figurativa, pero que no ha sido en absoluto así se ha visto ya en su primera pieza, “Inventario de reliquias sin valor” (de Guillermo Etchemendi), que me ha encantado. “A veces encuentro cosas”, dice el autor en los subtítulos, mientras la imagen muestra uno tras otro los tesoros recuperados (un papel oxidado que recoge una serie de fórmulas de termodinámica pero que podrían significar otra cosa, un dibujo infantil de los Reyes Magos y un camello perdido en las páginas de un libro comprado, etc) con el sonido de fondo de las olas rompiendo una y otra vez en la playa contra la orilla. Extremadamente sencillo, amable, divertido y, a la vez, profundo, me sorprende muy agradablemente la capacidad de fabular que trasmite. G. Etchemendi ha confesado en el coloquio posterior que se encuentra en estos momentos preparando, después de los cuatro minutos de este corto, nada menos que un largometraje, “Autorretrato”. Esperemos tener la oportunidad de verlo y comprobar si sigue mostrando estos mimbres.
Un dibujo encontrado entre las páginas de un libro en "Inventario de reliquias sin valor" (Guillermo Etchemendi). "Su padre ha perdido todo un tesoro..."
Como suele pasar en estos casos, el tema aglutinador propuesto a los autores para este número de la revista, ese “filmar un espacio interior”, ha sido interpretado por cada uno de ellos de forma totalmente diferente. Zelig Pons prueba varias posturas en el sofá de su casa reflexionando sobre cómo atender a la propuesta. Miguel Blasco presenta una miniatura que parece inicialmente autoreflexiva, con esa observación en el espejo desde una microcámara, para verse luego totalmente bufa, con esa mirada al interior tomada literalmente. Hernán Talavera y G. Araque, que han presentado el único corto no elaborado para la ocasión (es de 2009, fue producido con subvenciones oficiales y hasta fue premiado en algún festival), confrontan en la banda sonora el relato del fin de una vida con la grabación de las ruinas del interior del Palacio de los Gosálvez, en la provincia de Cuenca. Otros sólo intentan filmar su mundo interior, etc.
Las ruinas del interior del Palacio de Gnsálvez en "Interiorismo" (Hernán Talavera y G. Araque)
Viendo trabajos tan variados agrupados en la revista filmada, me ha parecido por un momento que me había topado con un grupo, toda una generación, de entusiastas del cine que disipan cualquier temor sobre el fururo de este medio. Más tarde el coloquio ha venido a decir que, en todo caso, si se tratase un grupo compacto, no estaría apoyado por una base teórica sólida. En realidad, cada uno campa por sus respetos, y muchos parecen ver el cine como un elemento de diversión, sin más.
Coloquio de los autores venidos a la proyección, al final de la sesión. — con Félix PonsRicard Vives,Olga PonokoJG GuerraGuillermo Etchemendi VarónIvan Bassols y Gloria Vilches.
Pero agrupar y dar pantalla a gente tan diversa de forma altruista es lo que hace, si cabe, más elogiable la revista filmada “Cultura Film”. No sólo por números temáticos como éste, sino por sus estupendas largas entrevistas a cineastas u otros artistas (visibles en Historire(s) du cinéma Audiovisuals) o por sus variados números “normales” (en Vimeo).
Siempre, como han explicado en el auditorio del CCCB Javier G. Guerra y Olga Ponoko, gratis, porque todo lo hacen (¡hoy en día!) “por amor al arte”. Merecen –al menos- atención, con la seguridad de que siempre se encuentra una u otra cosa de lo más atractiva.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Los reyes del pueblo que no existe


No te extrañaría oír la voz de Werner Herzog explicando la historia y enseñando imágenes tan sorprendentes como las que cuelgo, pero resulta que no es uno de aquellos documentales suyos en los que acude a rodar en un entorno perdido del mundo que le ha llamado la atención. No aparece en su lugar la voz en off de su directora real, Betzabé García. Sí, en cambio -y son difíciles de entender, de forma que me gustaría disponer de subtítulos-, junto a sus propietarios, las voces de los pocos habitantes de un pueblo del noreste de México parcialmente inundado por la construcción de una presa, que no han podido o querido abandonarlo.

Se trata de "Los Reyes del pueblo que no existe" (2015), que vi hace un tiempo que pasaban por el canal Sundance, lo grabé y ahora he visto dejándome llevar, explorando, con cierto agrado.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Inmortal

Todo es naufragio...

Vamos a por la otra película colombiana de la sesión de L’Alterntiva en el Zumzeig, “Inmortal”, de Homer Etminani, ganadora del premio a la mejor película en el BAFICI de este año.
Yo creo que en el futuro, para recordarla, pensaré en una película sobre los restos de naufragios aportados a una playa colombiana, en la que desembocan, a poca distancia, dos ríos que arrastran de todo. Homer explicó anoche que su intención era hacer una película sobre Cosme, un peculiar hombre que vivía en la playa siempre oteando el mar, pendiente del rescate de los cuerpos que arrastran hasta ahí las olas. Experto conocedor de las mareas, cada cadáver que recogía lo ponía en conocimiento de las familias que previamente le habían prefuntado sobre un pariente desaparecido.
El largo recorrido.

Ese es un punto básico, pero hay otro que se cruza con ese, y le ofrece un trasfondo a la película del que de otra manera carecería: En la sierra, en Colombia, ha habido en estos últimos años miles de muertos. Uno deduce que uno de ellos, matado por los paramilitares, es el novio de la chica que marca el primer eje argumental de la película, en su desplazamiento por un largo recorrido desde el interior, donde vive con su familia, hasta el mar, siguiendo el curso de uno de los ríos que aporta hasta el mar cuerpos que luego el bravo y estruendoso mar deja en la orilla.
Cosme. Cada collar representa un cadáver rescatado del mar. Cuando el collar (de bisutería barata, plásticos engarzados) se le rompe y cae, dice -explicó Homer) que el alma del difunto ya se ha liberado definitivamente de su cuerpo. 

Homer Etminani ha hecho una película pobre, con muy pocos medios económicos, de ese cine que está al margen de toda estructura y distribución comercial (que se encuentra, en todo caso en festivales o circuitos alternativos), pero que a su vez está comprometido con retratar una comunidad y sus gentes. En “Inmortal”, después de varias secuencias que te aclaran mucho más cómo vive toda una sociedad que cantidad de films turísticos o un cine que ya no informa de nada (y hay que ver a este respeto la rumba que le hacen bailar al muerto en su ataud...), explica que todo es un naufragio, pero que hay cosas que siempre nos van a volver al presente. Hay gente que quiere seguir viviendo, pero sin olvidar.

Sin Título. Segundo Movimiento



Estuvo muy sugerente y productivo Julio Lamaña al intentar aunar sintéticamente en una frase el posible sentido de las dos películas que el Zumzeig presentaba anoche en otra propuesta del festival L'Alternativa (en el que ya se habían proyectado la semana pasada), su cortometraje "Sin título. Segundo movimiento" (codirigido con Ricardo Perea) y el largo "Inmortal" (Homer Etminani): Ambos films están centrados en Colombia, un país -recalcó- que ha sufrido mucho. Quizás por eso, cuando allí surge el tema de la muerte, se hace no por ella misma, sino para valorar y realmente apreciar en lo que vale a la vida.

Julio Lamaña y Ricardo Perea ya habían presentado un "Sin título. Primer movimiento" (y explicó que habrá todavía un tercero), en el que como en éste, al tiempo que se presenta un tema y paisaje muy colombiano, su banda sonora e imagen están construidos cada una por su lado. En esta ocasión vamos viendo detalles del precioso Cementerio Central de Bogotá, con los ritos y costumbres que se desarrollan en él, mientras en la banda sonora varías personas van relatando cada una una historia sobre la muerte de un conocido, en varias ocasiones nada exenta de humor.

Dijo Julio en el coloquio posterior que el montaje del primero estaba mucho más trabajado, pero supongo que se refería al diálogo de su banda sonora con su imagen, porque a mí me dio la impresión de que este segundo mostraba un mucho mayor cuidado expositivo, reflejando perfectamente esa síntesis que nos brindó inicialmente: se inicia con planos de flores, que se contraponen rápidamente con los de las piedras en las que está construido y las lápidas que constituyen el cementerio. Poco a poco van apareciendo hermosas estatuas de una u otra tumba, y gente visitando una u otra, yendo a pedir deseos a la oreja de la figura dorada de la tumba que ahora he visto por internet es del milagrero cervecero Leo Kopp, y cosas por el estilo. Al final volvemos al gris de la piedra, pero unos primerísimos planos nos permiten ver que están surcadas de humedad, en las siguientes imágenes que en alguna de ellas hasta empieza a surgir alguna hierba y de ahí volvemos a pasar a un pequeño pájaro, al estallido de la vida a partir del mismo culto a la muerte.

De "Inmortal", como esto ya resultó demasiado largo para lo aconsejable por aquí, hablaré en otro momento...

Loulú


Ya por el principio de "Loulou" (Maurice Pialat, 1980, hoy en la Filmoteca, dentro de otra sesión de esa retrospectiva magnífica iniciativa de L'Alternativa), una pareja entabla una batalla campal, a mamporro limpio uno contra el otro. Sin condición de continuidad, al poco rato se les ve la mar de acaramelados. De comportamientos de estos contrapuestos, actitudes totalmente contradictorias, está llena la obra de Pialat como, iba a decir, lo está la misma vida.
Primer largometraje de Maurice Pialat cuyo título no explica a la perfección su contenido (como sí - y muy bien- lo hacían "La infancia desnuda", "No envejeceremos juntos", "La gueule ouverte" o "Passe ton bac d'abord"), "Loulú" es el nombre de un voyou, un bruto al que para acabar de definirlo Pialat le hace hasta soltar eructos en bastantes ocasiones, del que se encapricha la auténtica protagonista, encarnada por Isabelle Huppert, que procede de una familia mucho más adinerada. En algún momento del film a él (Gerard Depardieu) se le ve satisfecho, como un sultán en medio de su harén.
Es muy bueno eso de volver a ver las películas del director por orden, porque vas notando cómo confirma su forma de hacer y evolucionar, al tiempo que ves como va cambiando el rango de edad y circunstancias de los que va a hablar la correspondiente pieza. Aquí ha tocado a una poca gente joven, de dos clases sociales diferentes, en plenos desórdenes amorosos, ella rozando una posible maternidad y enfrentándose a lo que eso puede comportar.
Y quien quiera reseguir en el film la firma de Maurice Pialat, incluso más allá de su forma de avanzar en el relato de una secuencia a la siguiente, o de esas actitudes ahora hacia aquí, ahora hacia la dirección opuesta de sus personajes, puede disfrutar de lo lindo: Señoras que no son decididamente actrices profesionales interviniendo con muy buena fe en las peleas internas de la pareja, gente que tiene unos prontos inusitados, un baile en una discoteca que desencadena venga conflictos, y una comida que, aunque se hace esperar bastante, cumple con todos los requisitos, comportando también al mismo tiempo el retiro de la ciudad y del ajetreo, para entrar en un medio popular, pasándolo en grande con la comida y bebida, acompañada de reflexiones de momentos de reposo y reconsideración de las cosas.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Passe ton bac d'abord


No tiene, diría yo, el nivel de las otras pasadas hasta ahora en la Filmoteca en el ciclo Maurice Pialat, pero una serie de cosas hace destacable “Passe ton bac d’abord” (1978) de entre otras películas de por entonces con tema parecido.

Casi se puede montar un concurso para ver qué escena supera a las demás en esta antología de la fealdad que retrata la película: Cortinas, papel pintado, cacerolas floreadas (desgraciadamente sin registro fotográfico por internet) de casas obreras de Lens, en el norte de Francia, pertenecientes a los padres de los protagonistas rivalizan entre sí por ver cuáles caracterizan mejor una época y ambiente.

Historia cíclica, que finaliza volviendo a empezar con la generación siguiente de la misma forma que empezó con la anterior, porque no hay apenas escapatoria: Huida a París, un trabajo esclavizante, una boda que finge hacer tirar para adelante. Pocas, casi nulas alternativas para los de esa franja de edad que está acabando el bachillerato en ese mundo cerrado.

Lo primero que se ve de la película te hace pensar que estás asistiendo a un documental: El pub o café donde se pasan las horas entre bromas, el fútbol como válvula de escape. Por suerte, es un Pialat, y contiene escenas y detalles innegablemente suyos: actores no profesionales reclutados para la ocasión, estructura de esas “lagunar” con saltos irregulares entre una escena y otra, disputas e inhibiciones familiares, una comida familiar también registrada con los platos ya vacíos y, lo mejor de todo, del estilo del de “L’enfance nue”, el banquete de boda, con baile, todos emperifollados, y con cantante que previamente no tiene reparos en cantar “Frou-Frou”.

En el mismo barco

Pere Portabella, productor del film, hablando con Gerardo Pisarello, teniente de alcalde del consistorio de Ada Colau, antes de pasar a la sala.
Hoy se estrenaba “En el mismo barco” (Rudy Gnutti, 2016). Me ha parecido ver que se llenaba mucho la sala grande del Verdi y al menos la que sí se ha llenado por completo a continuación ha sido la grande de arriba, en la que ha habido una presentación y coloquio inaugural.
Un travelling nos aproxima y luego lentos movimientos de cámara rodean a un locutor (Àlex Brendemhül, que no sé por qué habla en inglés, tratándose de una película española), quien por el micrófono explica cómo en los años 30 Keynes y otros pronosticaron un progreso económico imparable... del que parece excluirse a parte de la humanidad, para al final del film explicar también un par de cuentos metafóricos, con animales de protagonistas, realmente aterradores.
Aparece entonces Zygmunt Bauman, quién habla de la metáfora que da título al documental: Estamos todos en el mismo barco, y habría de llevarse a éste en la correcta dirección. Paralelamente, y durante todo el film, vemos escenas de un barco que, no por casualidad, surca por el Ártico, desmenuzando toda su capa de hielo.
Zygmunt Bauman en el film.

A partir de entonces se nos presentan dos capas. Por una parte, toda una batería de pensadores de todo el mundo (además de Bauman) que desgranan su diagnóstico sobre la preocupante situación del planeta. Por otra parte, también recorriendo mundo, se pescan ciertas conversaciones de gente de la calle (incluso, y eso lo he encontrado positivo, mostrando los miedos y contradicciones con lo que los teóricos plantean) y –al parecer, por lo que voy viendo, resulta inevitable en documentales como éstos- montones más de gente de aquí y de allá andando por las calles de sus ciudades.
Los pensadores –y a su manera la gente- empiezan hablando de la globalización y sus efectos. En cada capítulo, una cita latina apropiada te hace ver que, a su modo, en tiempos de los romanos, ya se dio algo parecido. En un prólogo, Serge Latouche, el ex-presidente José Mújica, el economista Tony Atkinson,... señalan unas desigualdades que se han ido disminuyendo entre países, pero que se han incrementado enormemente dentro de cada país.
El primer capítulo trata del “Desempleo”, sobre el que el mismo Bauman alerta de que ya se empieza a dejar de oír el término (que podría dar a entender que se trata de una excepción frente al buscado pleno empleo) para dar paso al menos comprometedor término de “Redundancia”.
El segundo capítulo se acerca al “Gran desacoplamiento” existente entre una productividad creciente y un empleo que no crece con ella.
El tercer capítulo se centra en la “Clase Media”, cuya disminución por todo el mundo lanza las alarmas, porque varios pronostican (incluido un directivo de Amazon) que a la larga no habrá crecimiento sostenido con desigualdades tan grandes.
El cuarto capítulo habla de la herencia que se trasmitirá a las nuevas generaciones, señalando que toda una amplia capa de la población, sencillamente, no dejará nada. La economista italiana Mariana Mazzucato da en este apartado una clave muy buena de cierta perversidad y estafa en el sistema: La innovación de peso (todo el mundo digital, internet, etc) se ha logrado gracias a las grandes inversiones y subvenciones de los gobiernos, pero ahora los beneficios de esas inversiones van limpiamente a entidades privadas.
El capítulo quinto y último, por fin, es el de los “Nuevos Caminos”, las esperanzas de salida de esta situación. Tras señalar el brutal consumo de los medios naturales (Bauman otra vez: Al ritmo actual se necesitarían 4 planetas de aquí a 30 años), todos coinciden (el directivo de Amazon dice estar “para experimentarlo en una zona”) en que una salida razonable sería la distribución a todos los habitantes, sin condiciones, de una renta básica, que les cubra sus necesidades vitales básicas, y a la vez la distribución de un trabajo que con el progreso nunca podría volver a ser universal.
Bauman, ya zorro viejo, que dice tener la desventaja de haber vivido muchos años, hasta parecer su vida un cementerio de esperanzas, advierte que no ha llegado a establecer un sistema cerrado que explique cómo debe hacerse eso, pero que ve claro que es lo que debe hacerse. El problema, dice, y con esa pregunta acaba la película, no es ese. El problema es ¿quién va a hacerlo?
En el coloquio posterior, ante la pregunta de cómo evitar todo aquello que se lanza contra la renta básica por parte de sus opositores, por lo que ha venido a decir el director del documental se deduce que Bauman había seguido hablando tras la pregunta, señalando uno de los problemas más evidentes: La ausencia de un poder político mundial que, al permitir su implantación universal, anularía el efecto llamada, la inflación y otros posibles males indeseados.
También ha estado bien Gerardo Pisarello, teniente alcalde del gobierno municipal de Barcelona, quien ha alertado de que se debe ir hacia la renta básica, pero sin dejar de desatender los servicios públicos universales. Daniel Raventós, también en el coloquio, y que ha estado recientemente en una reunión en Bilbao con muchos economistas tratando el tema, le ha dado la razón, señalando que ya se aprecian varias propuestas de derechas de ir hacia la renta básica... como camino para desmantelar los servicios de bienestar públicos.
Se abre ahora, tras el periodo de estreno que esperemos sea lo más largo posible, una gran posibilidad de circuitos de distribución y espacios para la visión del film, ocasionando la correspondiente y necesaria discusión final: escuelas, universidades, centros sociales, parlamentos,..

sábado, 19 de noviembre de 2016

Maurice Pialat: l'amour existe


Me he llevado una gran decepción al ver que quien había venido a presentar esta noche en la Filmoteca "Maurice Pialat, l'amour existe" (Anne-Marie Faux, Jean-Pierre Devillers, 2007) no era Sylvie Pialat, que era la anunciada. Pero la verdad es que en el coloquio la presencia del montador de varias de las películas de Pialat, Yann Dedet, ha servido para complementar muy bien las visiones cercanas sobre el carácter y forma de trabajar del realizador.
El documental no debiera perdérselo ningún amante de los films de Maurice Pialat. Va recogiendo declaraciones suyas o de otros que lo conocieron, pero con la habilidad (como bien ha señalado Esteve Riambau en el coloquio) de que estos últimos lo hagan en off, siempre a través de secuencias significativas de sus películas o de las de otros realizadores de su estima (Renoir, Ford, Lumière).
Una escena de baile de "Fort Apache" sorprende dando la clave del origen de un baile de "Van Gogh", pero en general las secuencias que van apareciendo sirven para dar a entender lo que tienen de autobiográfico casi todas sus películas. Pialat fue un niño solitario y difícil ("L'enfance nue"), criado en un entorno rural (el saber estar en el de los padres de "Nous ne vieillerons", por ejemplo), con vocación de pintor y con "Van Gogh" como idolatrado modelo. Tuvo relaciones tormentosas con su familia y con los colaboradores e intérpretes de sus películas (el documental aporta unas impagables grabaciones en este sentido del rodaje de "A nos amours").
"Siempre buscar la verdad con lo que filmo", "Crear malestar para filmar", etc. Él mismo o los otros que hablan sobre él en la película dan una serie de claves muy valiosas para entender cómo hacía sus películas. Claves completadas esta noche por Yann Dedet, una persona que se conoce bien el paño: basta con ver la lista de films en los que ha sido responsable de montaje. Además de varios de Pialat, de gente como Truffaut, Garrel, Claire Denis o Pascale Ferran.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Un animal, des animaux

La reparación de la pieza.
En ésta también hay miradas escrutadoras, pero no son las de estatuas, sino las de los penetrantes ojos de vidrio de algún animal disecado.
Los animales del recorrido de la evolución por el territorio, ya preparados para la inauguración.
En una sesión doble muy larga, junto a "La ville Louvre" se pasó ayer en la Filmoteca también "Un animal, des animaux" (1996), en la que Nicolás Philibert, completando el cupo de su filmografía dedicada a museos, sigue la preparación de la Gran Galería de la Evolución del Museo de Historia Natural de París, a partir de las antiguas piezas del Museo de Zoología.
La gran galería
Vemos el impresionante interior del antiguo pabellón del Jardín des Plantes, y cómo se revientan tarimas y se excava el suelo de la enorme galería para construir toda una estructura subterránea. Luego, ya, las cuitas del equipo científico para conseguir obtener una colección de animales disecados que, siguiendo la estela de la evolución, hablen de la gran diversidad de la naturaleza.
Foto de Joan Cortadellas para El Periódico delas vitrinas (tapadas) del antiguo Museo de Zoología del Parque de la Ciudadela de Barcelona.
Me quedaron ganas de visitar el espacio en una próxima visita a París, si bien, sobre todo, a parte de apreciar la esbelta y acogedora estructura de la galería, sobre todo para ver si aún se puede ver aunque sean sólo las huellas de alguna de sus antiguas y decimonónicas vitrinas. Me pesa la pérdida de las tan hermosas del antiguo museo de Zoología de Barcelona, tan tontamente -como la acogedora biblioteca- abandonadas y trasladados los restos al edifico azul del Forum. Nunca será lo mismo...

jueves, 17 de noviembre de 2016

La ville Louvre

Una estatua, subiendo sigilosamente hacia sus aposentos.

Habíamos puesto varias escenas de “La ville Louvre” (1990) como ejemplo de utilizacion acertada de travellings. Hoy se ha podido ver entera en la Filmoteca, con presentación previa de su realizador, Nicholas Philibert, quien ha explicado la forma –ciertamente curiosa y divertida- en que llegó a hacerla:
Fue como sustituto de última hora a filmar el traslado de una enorme pintura por los pastillos del Louvre hasta llegar al nuevo emplazamiento que se le asignaba en la remodelación del museo. Hecho el trabajo, de noche pensó que acababa de descubrir todo un mundo del que desconocía su existencia, y entonces volvió al día siguiente con su equipo. Recordaba la puerta de acceso para los trabajadores, por la que entró el día anterior, y pasó por ella con cámaras y demás sin ningún problema. Estuvieron filmando quince días, sin que nadie les dijera nada, pues los consideraban unos más en los trabajos de remodelación. Hizo un montaje previo de lo rodado, y con los sesenta minutos resultantes fue a ver con Dominique Paini, responsable de Audiovisual, al director del museo y confesarle lo que habían estado haciendo. Éste vio lo entregado y, lejos de enfadarse, se entusiasmó... Philibert siguió rodando varios meses más.

Del misterio inicial (El Louvre recorrido de noche por dos operarios con linternas) se pasa a descubrimientos asombrosos, como esos pasillos subterráneos amplísimos, por los que se circula con carretillas o patines, y a exploraciones montadas con una soterrada ironía que hace, por ejemplo, viajar a ciertas estatuas como si tuvieran vida propia.

No aparecen visitantes del museo, porque –ha explicado- quiso dar siempre la impresión al espectador de ser un privilegiado, que puede ver lo que habitualmente no se ve: Lo que hay más allá de las salas, los trabajos necesarios para que todo esté a punto. Sintomáticamente, el film acaba con los trabajadores manueles –que antes ya han dado muestras de ser las vedettes-, uno tras otro, posando delante de la cámara: El Louvre de los trabajadores.
Este señor ha estado divertido. Luego he visto que realmente aplicaba unas pequeñas capas de barniz a algún extremo de cuadro, pero inicialmente daba la impresión de contemplar, como pintor de brocha gorda, el trabajo de otros pintores...

La próxima vez que pise el Louvre seguro que se me vendrá, por una u otra cosa, a la cabeza.