sábado, 31 de diciembre de 2016

Drone




He visto (vía Filmin) "Drone" (Tonje Hessen Schei, 2014). Vale la pena, porque explora muchas de las cuestiones que te planteas sobre la actuación de drones enviados a zonas del mundo en conflicto (aquí Afganistán) para efectuar una "operación quirúrgica".

Creía estar leyendo, aunque viendo en un documental, uno de los escritos medio oscura y sorprendente verdad, medio ciencia-ficción, de Teodoro Gómez. ¿Qué sienten los soldados a los que hacen ver en sus pantallas lo que se observa desde la cámara del dron, y actuar (lanzar el misil)? ¿Qué tanta "precisión quirúrgica" tienen los ataques de los drones? ¿No hay nadie que esté contra esas penas de muerte, sin juicio previo, que se ejecutan mediante un dron? ¿Se están ya automatizando las decisiones, mediante algoritmos que permitan hacer completamente automáticos los ataques, y prescindir de los "pilotos"? ¿No pasará como con otras tecnologías, que han sido creadas y utilizadas por "los nuestros", y luego han pasado a serlo también por "nuestros enemigos"? Etc.

Viéndola, iba recordando lo que una amiga que había vivido mucho tiempo en Estados Unidos me dijo en una ocasión en la que le planteé lo mal que estaba ese país, votando a un animal como Bush: "No, Juan Manuel. Es un país muy grande, y hay gente que apoya a Bush y sus métodos, pero también es el país en el que encontrarás a los mayores opositores a esa forma de hacer. Pero la película no es, como creía, y hacía que me asombrase, norteamericana, sino Noruega. Aunque también es verdad que Noruega es un país miembro de la OTAN, y sin embargo permite hacer y divulgar esta película. No todo está perdido.

viernes, 30 de diciembre de 2016

El honor de las injurias en libro



Tras volver a ver "El honor de las injurias", he vuelto a entrar en el extraordinario libro que con el mismo título hizo también en 2007 Carlos García-Alix.
El libro da sobre todo cuenta (con increíbles fotos ilustrándolo), del proceso de investigación sobre un siniestro personaje -Felipe Sandoval- que emprendió cuando vio aparecer su nombre asociado a un cine del barrio de su infancia, y que siguió durante muchos años. Y a fe que consigue trasmitir lo laborioso y lo apasionante que puede ser un proceso de investigación como ese. Cantidad de archivos rastreados, lectura de novelas y memorias, paciente revisión de la prensa de la época y patear con nuevos ojos la zona de los hechos, siempre anotando en una libreta cualquier información juzgada relevante para ayudar a ir uniendo todas las piezas que van aportándose a la reconstrucción del rompecabezas.
Estoy ahora con el descubrimiento de unos documentos importantísimos sobre la prehistoria del personaje anarquista, antes de convertirse en el atracador de primera plana de los diarios madrileños de los años treinta, y mucho antes de su papel durante la guerra civil en Madrid de temible responsable de una serie de "paseos" que intentaban "limpiar" la retaguardia. Sólo anotar aquí los viajes de esos documentos ya se entra en todo un complejo mundo:
Son unos fondos localizados en Fontainebleau, los llamados "Fondos de Moscú". Una serie de fichas policiales de 1880 a 1940 que los nazis, cuando ocuparon París, se llevaron a Berlín, y los rusos a su vez a Moscú tras la caída de la capital alemana. Por fin, el 1992 los rusos los devolvieron al gobierno francés.
¿Alguien da más?

miércoles, 28 de diciembre de 2016

El viento sabe que vuelvo a casa




Miguel Martín Maestro nos facilitó el pack completo. Primero alertando de la existencia del Festival Márgenes, del que se pueden ver on line gratuitamente sus películas en su página web hasta el 31 de diciembre, y recomendando especialmente las de Torres Leiva. Ayer mismo colgando su crítica de “El viento sabe que vuelvo a casa” (José Luis Torres Leiva, 2016) en su blog “Nos hacemos un cine”, avisando que para él era esa una de las mejores que había visto en lo que va de año.

Miguel está viendo cine continuamente, por lo que en este 2016 se habrá tragado un montón ingente de películas, pero yo, que sólo he picoteado alguna por aquí y por allá, tras verla anoche no le discutiré en absoluto su apreciación porque, a mi escala, también me pareció de lo más destacable del año.

En seguida se atrapa “de qué va” la película. Ignacio Agüero es en ella –y en la realidad- un documentalista que llega en un transbordador a las islas chilenas de Achao y Meulín para preparar un film que recoja mínimamente una historia legendaria (dos amantes que encuentran la oposición de sus respectivas familias y desaparecen), una historia que puede hablar de la tradicional segregación entre las familias blancas y la población mapuche. Emprende un delicioso casting a colegialas que se explican muy bien ante la cámara, o cantan, o bailan. Recorre la isla de Meulín de arriba abajo, interesándose por todo, preguntando a todo el mundo en sus casas o en medio de unos bellos y solitarios paisajes. Un recorrido que, a la chita callando, te va informando una barbaridad sobre el tema de base (hay ahora matrimonios mixtos, pero son los menos), sobre la forma de vida del lugar (que te hace sentir) y la evolución de toda una sociedad. Es una impostura (vamos viendo a Agüero como si estuviéramos allí, y él no lo hiciera todo para la cámara y sonidistas, a los que olvidamos), pero a la vez no se oculta sino que se muestra abiertamente, de forma divertida, lo que el montaje tiene de impostado (magnífica esa vieja que riendo se refiere, seguramente, a los técnicos y micrófonos que le han escuchado y registrado todo lo que ha dicho).

Agüero vuelve a irse en el transbordador que le trajo a la isla. En su estructura circular, descubriendo emocionado entre su llegada y partida todo lo que una isla y sus gentes puede deparar, la película me ha recordado la frescura de la también grande “É na Terra não é na Lua” (Gonçalo Tocha, 2011).

lunes, 26 de diciembre de 2016

VI ciclo de Ombres Mestres

Para ver, como ahora hacen todos los comerciantes, si podemos cubrir los gastos de organización por volumen en vez de por precio, vamos a probar rebajar la cuota por sesión del nuevo ciclo de "Ombres Mestres" a 5 euros. La porra es que no somos comerciantes, y que lo queremos hacer todo con el mismo nivel que los seis ciclos previos, porque no nos sale, ni compensa, de otra forma.
¿Qué es "Ombres Mestres"? Pues un ciclo -ahora anual- de conferencias ilustradas del Cine-club Associació d'Enginyers, que busca analizar cómo utilizan los grandes cineastas los recursos de lenguaje del cine, rastrear las constantes que caracterizan a un realizador o movimiento cinematográfico y, por último, ver cómo han tratado, haciéndolo imprescindible para la narración, uno u otro tema que nos ha parecido atractivo.

Así, en el que será ya el séptimo ciclo de "Ombres Mestres", que tendrá lugar las tardes de tres martes consecutivos del próximo mes de febrero, atendremos a un tema tan amplio como el de "La música en el cinema", a las claves de un realizador tan especial como Jacques Tati y a ver cómo los grandes cineastas han hecho aparecer "fotos i àlbums de fotos" en sus películas, haciéndolos un elemento esencial de las mismas.

Para detalles de cosas como qué hacer para reservar una plaza (además de en la agenda personal), saber la dirección, fechas y horario preciso del acontecimiento, y demás, ver por favor los siguientes enlaces (hay uno para cada día y sesión).
1.- Martes 14 de febrero: La música al cinema. 
2.- Martes 21 de febrero: Jacques Tati. 
3.- Martes 28 de febrero: Fotos i àlbums de fotos. 

Kis jardines de Alexander Kluge


Aprovechando que es de entrada libre y la tranquilidad que se respira entre semana, pasé de nuevo un ratillo por la exposición sobre Alexander Kluge de la Virreina. En esta ocasión para ver cómo lee en un monitor sus cortas historias, leer su reflexionado diccionario político de términos y entrar en la vorágine de los 60, hasta que las obligaciones navideñas me llamaron al orden.




martes, 20 de diciembre de 2016

El extraño caso de Gonzalo Suárez


Así, emulando el título de uno de sus films, como dando la clave de su contenido, se pasó ayer en "Imprescindibles" "El extraño caso de Gonzalo Suárez", el nuevo documental de Alberto Bermejo y David Herranz sobre la figura y el mundo de Gonzalo Suárez, Martín Girard en sus inicios periodísticos. Ahora puede verse en "rtve.es A la carta".
Para la ocasión Gonzalo Suárez ha ofrecido a los autores del documental, que han dispuesto también de los derechos de escenas de buena parte de sus películas, magníficas fotografías familiares que le retratan en su infancia y la posibilidad de rodar en su ya legendaria casona asturiana (que gracias a la visión del programa he sabido 

que compró e hipotecó para el rodaje de "Epílogo"), dando pie a los momentos más reveladores y emotivos del documental.

Pero lo que contiene en mayor proporción el documental son escenas de sus películas y emulaciones del propio Gonzalo Suárez, grabadas hoy en día, de escenas de sus películas, sobre las que habla de forma extensa y directa, y entre ellas la más repetida y significativa él paseando por la impresionante playa de Borizu, que ha salido en varias de ellas, desde "Aoom". Todas estas imágenes son las que se entremezclan sin aviso previo enlazados por su relato biográfico y autoral, como "un puzzle en el que -según su propia frase- no encajan las piezas".
Otro momento a destacar: el repaso a su relación con San Peckinpah, de la que presenta fotografías y cartas que me han dado la impresión de inéditas.
Sólo un pero a un programa, "Imprescindibles", que está dando los mejores momentos de TV de los últimos tiempos: Quizás por la procedencia e intereses de los autores de este capítulo, casi toda la supuesta biografía se centra en su obra cinematográfica, mientras que apenas si se habla de la literaria, tanto o más importante de la otra, y cuando menos íntimamente ligada a la más personal de ella. Es una pena, porque habría sido la ocasión para que también desfilaran por su metraje Boris Vian, Julio Cortázar o Guillermo Cabrera Infante.
Acaba Gonzalo Suárez, muy en su papel, "arrepentido de haber contado su vida, por pereza, aburrimiento del pasado".
Si alguien, bastante improbable, acudiera a Rtve A la carta a ver el programa sin haber visto previamente sus películas, estoy convencido que saldría lleno de dudas, no sabiendo si le habían dado gato por liebre, metiéndole en un baño de escenas a cada cual más sugerente, y hablándole de un autor seguramente inventado.

Casi lloré: Plácido



El editor me pidió nada menos que un escrito navideño. Por suerte, él mismo me sugirió la senda de "Plácido". Así sí... Entra a formar parte de "La charca navideña". Como siempre en ella textos breves, pero esta semana además dedicados de una forma u otra a la cosa esa que nos ocupa y satura:

sábado, 17 de diciembre de 2016

La maison de la radio

Día de lluvia: Todos dejan sus paraguas abiertos, fuera de su oficina, para que se sequen.
Hoy me he pasado, vía Filmoteca, un día entero en la radio, siguiendo todos sus programas y trabajos para hacerlos. Era “La maison de la radio” (Nicholas Philibert, 2013), que los entrecruza todos en breves secuencias.
Hay obras en el edificio. Todas las actividades de los diferentes estudios se paralizan, para no registrar el ruido de fondo.
Eso nos permite ver todo aquello que nunca imaginaríamos oyendo la emisora: Las muecas que se procuran unos a otros, jocosas redacciones, cómo es la recogida de informaciones de los corresponsales, la captura de sonidos especiales, incluídos los de la naturaleza, el seguimiento en moto del Tour, la grabación de novelas, concursos, actuaciones musicales, cómo siempre los locutores van asintiendo a sus entrevistados para darles confianza…
Los juegos de gestos, signos y muecas.
De vez en cuando, para, en este virtuoso film de montaje, ir pautando el tiempo, aprovecha los pasillos curvos que ocasiona la forma del gran edificio junto al Sena para ofrecernos una curiosa visión de la circulación de los trabajadores del medio.
Para suerte nuestra, se trataba de la ORTF, la radio oficial francesa, por lo que no hemos oído ni un solo anuncio.

L'humanité


Hay otra película de Bruno Dumont en Filmin, "L'Humanité" (1999), aunque ésta requiere de mayor tiempo (148 minutos).
Nada más empezar, te dices un "¡A este hombre le pasa algo!" Dejado caer en un campo de cultivo labrado, o cuando, ya en el coche, se pone a oír alelado una pieza clásica tocada en clavicémbalo. El plano siguiente muestra la causa de su pavor: se ve el cuerpo desnudo de una niña, con la vagina destrozada, tirado en medio del campo.

Es el mismo paisaje que el de "La vie de Jesus" (1997), probablemente el pueblo de Bailleul, en el Pas de Caláis. Los diferentes personajes también se apoyan en el muro exterior de su pequeña casa, y siguen con la vista a la (escasa) gente que pasa por la calle.
Pharaon, el hombre que hemos visto al principio, un personaje border line (quizás debido a un trauma personal que se nombra en la película en un par de ocasiones) que vive con su madre, hace las veces de un improbable inspector de policía, a las órdenes de un comisario no menos peculiar. Obsesionado con su vecina, le vemos allá pasmado, mirando fijamente uno de los violentos coitos de ésta con su novio, yendo con la pareja a cenar o paseando con ellos por la cercana playa desde la que, con un tiempo adecuado, puede verse la costa inglesa.

Mientras, las referencias a la niña asesinada, o las mínimas investigaciones seguidas para intentar la resolución del caso, van pautando el paso del tiempo. Sirven para retratar una comunidad estancada, sin nervio, por la que va pasando sin fructificar el tiempo.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Arte y cine. 120 años de intercambio

Dominique Paini y su bella ayudante.
Hoy en Caixafòrum Dominique Paini daba la conferencia “Arte y cine. 120 años de intercambios” y antes de eso hemos tenido tiempo para una visión rápida de la exposición del mismo nombre (que se inauguraba también hoy y estará ahí hasta el 26 de marzo) de la que es comisario.
Los Lumière con sus films querían, como la pintura de la época, verlo todo. El único cambio entre cine y pintura era el tiempo.
Captar el movimiento.

La exposición va avanzando a década por sala, en una progresión excitante, demostrando la influencia de la pintura en el cine y después del cine en la pintura, hasta que de repente, una vez pasados unos bastante informes años 70, te topas con una sala que abarca de golpe tres décadas, de 1980 a 2010, con la excusa esa de la falta de perspectiva. De acuerdo que es más que difícil concentrar en un espacio limitado 120 años de la relación entre arte (Paini ha precisado después que lo correcto habría sido decir pintura) y cine, te concedes, pero una cierta frustración al no seguir el ritmo de descubrimientos, y que la cosa se acabe casi repentinamente te asalta, de la misma forma que me ha sabido mal no encontrarme con un anexo en que Paini explicase alguna cosa de, por ejemplo, la relación entre Hitchcock y el arte, tema que conoce enormemente por haberla trabajado.
Proyectando imágenes cogidas en los tres colores básicos de forma conjunta, obtuvieron los colores de Boudin.
El tren. Pero del tren sólo queda el movimiento-
Su conferencia, tras una cierta contrariedad inicial al oírle decir que sólo iba a hablar de la exposición, ha estado muy bien para quitarme de la cabeza decepciones de ese tipo. Por una parte ha hecho las veces de una visita guiada, y ya se sabe que donde estén las efectuadas por el comisario de la expo, que se aparten las demás. Por otra parte, me ha dejado entender que esa última sala, combinando tres décadas, es en realidad su resumen de toda la exposición. Por último, y ya que en la exposición no dejan hacer fotos, me ha servido para hacer alguna de las transparencias sobre obras presentadas en que ha colgado. Nadie me ha prohibido hacerlo…
Autorretrato de Chaplin-
Godard. Juego de manos.
Unas ideas generales, oídas de Dominique Paini:
-Una exposición ha de poner en realción cosas que aparentemente no tienen relación. Generalmente las exposiciones ponen en relación cosas que ya están relacionadas, y eso no tiene interés. El ejemplo, muy claro, que ha puesto, está en una de las fotos que cuelgo. 
- El cine empezó como unas imágenes domesticas… y actualmente se está acabando de producir el regreso a lo doméstico (tabletas, monitor, móvil,..)
- El cine ha pasado de ser unas imágenes proyectadas por la luz a unas imágenes calculadas.

La pintura del pop art reproduciendo los temas del cine.
¿Qué le interesa a Warhol del cine? ¡Un billete! El comercio...
Éste es el ejemplo que ha puesto de relacionar cosas que en un principio no pueden tener relación. ¿Sin ver la pintura de Hokusai de la izquierda quien relacionaría la obra de Sarkis (?) con Hokusai? Y sin embargo, consigue en el agua el rojo del vestido de Hokusai...

Y quizás lo que más me ha gustado: Ese hecho tan hermoso que posibilitaba el cine cuando era un hecho social: Recordar un film asociado al cine en que lo viste y a la mujer a la que amas con la que allí lo viste.

Lamento no recordar el nombre del pintor de esta obra de la última sala. Mientras suena Bernard Hermann, diferentes dibujos de los films de Hitchcock van pasando por delante de un libro.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Alexander Kluge. Jardines de cooperación

Valentín Roma en su larga introducción a la exposición, que ha centrado muy bien intenciones y forma de actuación.
En la primera sala (el primer ámbito: "La fuerza poética de la teoría"), Alexander Kluge nos recibe leyéndonos unas cuantas historias cortas.
Era para mí la oportunidad de situar correctamente toda la obra de Alexander Kluge, al tiempo que de valorar con conocimiento de causa la impresión causada por Valentín Roma en esta su primera apuesta al frente de La Virreina Centre de la Imatge. Él, que es también uno de los comisarios de la exposición, guiaba hoy una visita a "Alexander Kluge. Jardines de cooperación" (abierta hasta el 5 de febrero). Debo decir que los dos objetivos se han saldado muy bien, con un resultado sorprendentemente bueno.
A mí el nombre de Kluge -para qué nos vamos a engañar- me conducía básicamente al Manifiesto de Oberhausen (y con él al nacimiento del Nuevo Cine Alemán), a sus películas dentro de ese movimiento y a "Alemania en Otoño". Tras todo ello, sólo una nebulosa me lo situaba como teórico difícilmente ubicable.
Uno de los colaboradores de Kluge, Kiefer.
La reutilización de materiales como estas revistas, sin por ello constituirse como un frikie.
Y a Valentín Roma, después de sus dimes y diretes mediáticos con su expulsión del MACBA como garante de una escultura muy nombrada que tenía al rey Juan Carlos como jocoso protagonista, y de oírlo en una escueta presentación en el Centro, dudaba entre conceptuarlo de moderno y provocador o bien de un serio elemento del gremio.
La exposición me ha servido para entender a Alexander Kluge (1932) como el rey de la fragmentación, mezcla, pastiche, reciclaje, pero también como escritor de reconocido prestigio, metido en todos los combates, y el alma mater de una productora de televisión, DCTP, única en el mundo, que se atreve a programar entrevistas o programas culturales de calidad en eso que se llama el "prime time"
Los asientos pupitre diseñados para la Escuela de Ulm en 1962.
En una de las dos salas de la fuerza de los años 60.
Y la visita guiada por Valentín Roma, con éste entrando apasionadamente en detalles muy vivos sobre su relación con el protagonista de la muestra, haciéndonoslo admirar, me ha convencido de que tenemos en la Virreina a un director con criterio, ganas y formas para llevar a muy buen puerto todo un programa que, como él mismo ha señalado, intenta entrar a investigar y mostrar los momentos artísticos y voces críticas desde los años 60 a nuestros días que, por sorprendente que pueda resultar, aún no poseen un relato completo en museos.
Otro ámbito: el de las guerras. Con historias como el de esa maqueta de la ópera bombardeada y una de las contradicciones que tanto gustan a Kluge: Gracias al horror del bombardeo, se conoció una pareja, que se amaron, engendraron un hijo...
El poder de los sentimientos. "Buster contra la infección sentimental" era un libro que tengo por casa... Pero Kluge no reniega de los sentimientos. Simplemente cree que se han de reenfocar...
La exposición se llama "Jardines de Cooperación" porque eso definiría la obra de Kluge: sería como un jardín, en colaboración con gente tan destacada como Gerhard
Richter, Oscar Negt, Heiner Muller o Anselm Kiefer, en medio de la jungla informativa.

Grandes heroicidades replanteadas.
Richter, otro de los colaboradores del jardín.
Han descartado presentar al Alexander Kluge cineasta, pensando que ese no era el sitio adecuado, además de que toda su obra en este campo está ya toda editada, con buenos subtítulos y todo. También, al menos directamente, al Alexander Kluge escritor, pese a que faltan muchas traducciones de sus libros (saldrá en unas semanas su primer libro, "Rastros de vida", de 1962, traducido para la ocasión: son pequeñas historias escritas en los tiempos muertos del rodaje de "El tigre de Esnapur", en la que hacía de ayudante de Fritz Lang). Y han decidido entonces centrarse principalmente en sus trabajos para televisión, a la que pasó en los ochenta, según explicaba, "porque en el cine ya no se puede hacer nada libremente y para tener un impacto mayor".

Heiner Müller.
En este otro ámbito, en un pequeño film Kluge hace leer una muy corta historia de los hermanos Grimm a Haneke, yluego le interroga para comentarlo.
La exposición empieza presentando unas piezas en las que el mismo Kluge lee pequeñas historias para luego irse adentrando por otros cuantos "ámbitos", como la eclosión de los años 60, la guerra, el poder de los sentimientos o los "Jardines de Cooperación" propiamente dichos, reflejando sus colaboraciones con los artistas que he mencionado más arriba.
La historia de los niños cambiados. A partir de la imagen de una noticia, un cuento.
Valentín Roma junto a películas de Kluge. Las primeras, "Artistas bajo la carpa del circo: perplejos".
Hemos salido de la visita con la impresión de, aún sin haberlo practicado casi nada, conocer bastante de lo que lleva entre manos Alexander Kluge. Convencidos de que, como Kluge, no hay que ser ni nihilistas, ni abstractos ni intelectuales. Una anécdota sobre él que ha explicado Valentín Roma, y no me resisto a reproducir aquí: Los domingos por la mañana acude al cine de su barrio, al que convenció que debía abrir para que los vecinos proyectaran, en pantalla grande, sus películas amateurs, y las discutieran con la gente a continuación.
Vale la pena ir con calma, verlo todo con los ojos y mente bien abierta y sentarse en uno de esos asientos pupitres diseñados para la escuela de Ulm en 1962 a escuchar o leer una u otra narración corta. La entrada, además, es libre, sin que deba desembolsarse ni un euro. ¡Qué más queremos!

martes, 13 de diciembre de 2016

La vie de Jesus


He visto en Filmin "La vie de Jesus" (Bruno Dumont, 1997). Pocas veces tan bien filmado el mundo rural actual y sus conflictos, en este caso el norte de Francia (Pas de Caláis). Sus personajes se asoman frecuentemente a los quicios de las puertas de sus viviendas, para, si tienen mucha suerte, ver pasar a alguien. Sus auténticos protagonistas, gente joven, se reúnen en bandas que recorren en moto a toda velocidad las calles de la población y las pequeñas carreteras de los alrededores. A veces van más lejos, pero acaban siempre en medio de la nada, sin saber qué hacer. Un día hay una parada musical en la que participan muchos de los habitantes del pueblo. Se reúnen, para iniciar su marcha, en un café aislado, "Au coin perdu"...

Se trata de gente joven desocupada, en todo caso cobrando la percepción de la prestación por desempleo. No tienen muchos dedos de frente, y sólo actúan envalentonados en grupo, martirizando a los pocos árabes de la población.

Uno de ellos, Freddy, centra la atención. Se pasa el día, cuando no va en motocicleta o coche con su grupo, en la cama con Marie (la rubia con pelo a lo garçon Marjorie Cottreel, extraña flor en ese entorno). Es capaz de impulsar las mayores animaladas grupales a la vez que muestra una exquisita delicadeza y sensibilidad adiestrando a su pájaro cantor. Para completar el cuadro sufre repentinos ataques epilépticos, estando sólo cuidado por su madre, que regenta el café de la esquina. Sabe que tiene la enfermedad, y le molesta profundamente. Torpe como él sólo, no hace más que caerse de la moto. Se ve a las claras que todos ellos no han vivido, y no saben cómo van a vivir. En una escena van en grupo al hospital, donde agoniza uno de ellos. Se nota que no saben qué hacer ante una situación que les resulta, a su edad, insólita.
Una imagen queda marcada de la película: Freddy avanza a pie, en primer plano, subiendo en plan cowboy por la calle del pueblo, los edificios de uno y otro lado haciéndole de telón de fondo.

Yo la consideraría una gran película, que da para reflexiones varias.