martes, 8 de julio de 2025

Les mistons


He tardado en decidirme si ver o no de nuevo películas de la retrospectiva Truffaut que proyectará la Filmoteca este verano. Al final lo he hecho y desde luego no me arrepiento, al contrario.
El ciclo empezó ayer de forma invatible con “Les mistons” (1957), que servía de complemento a “Los 400 golpes” (1959). No asustarse: para no aburrir con repeticiones a la buena gente que se pase por aquí, he decidido comentar únicamente las cosas que me hayan sorprendido, o en las que me fijé especialmente en esta ocasión y, en su caso, lo recientemente conocido gracias a los dos últimos libros de/sobre Truffaut leídos.
Sobre lo primero, de forma muy escueta:
-¿Qué porcentaje de la película contendrá imágenes de Bernardette Lafont yendo en bicicleta? Debe ser bastante alto, porque hay varias secuencias, al margen de la inicial tan famosa en que pasa por el Pont de Gard, hasta la última vestida con un traje negro ajustado en vez del vaporoso veraniego con las faldas al vuelo, siempre con la música de Maurice Leriux, al nivel y del estilo de las también preciosas posteriores de Georges Delerue.
-Una escena estética y simbólicamente impecable. Hay primero un picado desde lo alto de las Arenas de Nimes, en la que se ven todas unas filas de sillas -un poco como en “A propósito de Niza”, pero más distancia- por las que pasan tropezando les mistons y a donde llega Gerard. Luego con contrapicado porque él mira arriba del todo, donde está ella, como una diosa clásica, dominando las ruinas del coliseo.
-Al margen de los diversos carteles de cine , el niño que se llama Chabrol y las películas emuladas por les mistons, la cita a “El regador regado” de los Lumière, representando la escena cómica.
-El señor ese tan truffautiano, al que Gerard pide fuego por la calle y él contesta gritando, inesperadamente: “¡Nunca doy fuego!
-En uno de sus paseos en bicicleta, Bernardette pasa junto a la tapia de un cementerio, mientras que el narrador explica que los niños descubrían una palabra que les daba miedo, “amor”. Puede ser tanto una premonición como el emparentar los dos conceptos…

En cuanto a lo segundo, Armand Hennon, en su magnífico “François Truffaut. La passion des secondes rôles” (LettMotiff) revela bastantes cosas sobre Gerard Blain, que últimamente he ido leyendo también por varios lados: que fue él quien presentó a su novia (luego su mujer durante dos años) a Truffaut, que el director tuvo serios problemas con él durante el rodaje, porque quería intervenir “en el casting de los niños, los decorados, la puesta en escena, en como debía ir vestido él y Bernardette”. Y, sobre todo, sus celos de Bernardette, que se hizo -junto a los niños- el alma de la película frente a él, que iba a ser, en principio, el actor principal. Y no quiso de ninguna manera, por ejemplo, que Truffaut la filmara en bañador. 

La armada Brancaleone


Monicelli estaba muy satisfecho de haberse avanzado en muchos años a Pasolini y su “Decamerón” presentando una perspectiva nueva, nunca explorada hasta entonces, sobre la Edad Media, acabando con una larga serie de filmes ambientados en esa época que sólo sabían hablar de valerosos caballeros compitiendo entre sí, siempre de honor inquebrantable y amor por una doncella virginal de lo más puro.
En su “La armada Brancaleone” (1966; en Filmin) había un poco de todo eso, pero tomado a guasa.
Siempre había considerado la película, protagonizada por Vittorio Gassman, con actrices como Catherine Spaak, María Grazia Buccella o Barbara Steele en escenas muy osadas para la época y secundarios tan divertidos como el viejecillo divertido y muy dinámico Carlo Pisacane, una tontería. Ahora he pasado una muy agradable sesión de sobremesa con ella, riendo de tanto en tanto sus gracias, pues está trufada de gags de cine cómico.
Debo haberme hecho más tolerante o, visto de otra forma, ahora he podido calibrar por fin sus virtudes.





 

Vogliamo i colonnelli


Hasta cinco golpes de estado de extrema derecha fueron abortados en Italia entre 1970 y 1974. Un titular aproximadamente así seguía en 1981 a las declaraciones de un general que fue durante esa época el director del servicio italiano de espionaje.
En ese contexto surge “Vogliamo i colonnelli” (Mario Monicelli, 1973; en Filmin), que explora, con los medios habituales de la comedia italiana, una de estas intentonas. Ugo Tognazzi hace de eficaz incitador de la acción, yendo a visitar a viejos generales añorantes de un pasado dominado por las camisas negras o industriales de dudoso comportamiento ético, así como siendo uno más en numerosas fiestas domiciliarias a las que acude buena parte de la carcundia del país.
Por una vez, dado el percal, la farsa que domina y para mí en muchas ocasiones lastra buena parte de la comedia italiana, está plenamente justificada.
Como aliciente adicional para hacer la travesía, puesto que para identificar los modelos concretos de cada personaje se debería partir de un conocimiento de la sociedad italiana del momento que no poseo, bueno es ver y reconocer ciertas localizaciones renombradas de escenas de la película, como Un Alberobello aún no pasto de las visitas turísticas, el Teatro Olímpico de Vizenza, o La Malcontenta de Palladio (y la bóvila previa) en la que Marco Ferreri encarga a un rico conde coleccionista y celoso marido.
Como es natural, la película fue de las que no se planteó ni llegar a los cines españoles de la época.

Las rimbombantes expresiones cara a la audiencia y las descalificaciones frontales en el Parlamento.

En casa de un general.

Con una hija…

Más proselitismo ante notorios salvadores de la patria fácilmente entregados.

 

viernes, 4 de julio de 2025

Misericordia


Ayer aproveché que Filmin la había colgado en su plataforma para ver “Misericordia” (Alain Guiraudie, 2024), que se me había escapado cuando su estreno.
Se suele decir que recuerda a las películas de ambientes rurales de Chabrol. Es verdad que tiene durante sus iniciales títulos de crédito las imágenes de aproximación paulatina hasta la panadería inicio de todo el conflicto, como solía hacer Chabrol en muchas de las suyas, y que también el irónico tratamiento que da la película a la pareja de policías podría llegar a recordarle.
Pero, tensión que va incrementando hasta hacerse implacable al margen, lo más notorio de “Misericordia” sería, para mí, la pulsión (no siempre homo) erótica que Guiraudie instaura entre todos y cada uno de los personajes de la ficción.

 

miércoles, 2 de julio de 2025

Il gaucho



iene todo un desarrollo “Il gaucho” (“Un italiano en la Argentina” (Dino Risi, 1964; en Filmin) muy atípico. Parece inicialmente una comedia producto de una coproducción sobrevenida, que debe pagar como factura mostrar todos los tópicos habidos y por haber sobre la Argentina de los primeros 60, pero cuando ves por ejemplo la mueca de desagrado que Victorio Gassman, en su papel de relaciones públicas de una película italiana que va a un festival latino, hace al probar un mate, ves que seguramente andas desencaminado.
En pocas películas puede verse a un Gassman más histriónico, con lo que ya se deducirá el nivel astronómico alcanzado, pero a la vez el film da para escenas antológicas y bien conmovedoras (algo así como “llore después de haber reído), como la del rencuentro en el barrio de Boca de los dos antiguos amigos juveniles (Gassman y Manfredi) dándose cuenta mutuamente, tras unos amagos, de la verdadera ruta seguida por sus vidas.
En un principio mantenido ante una pantalla que no hace sino pasar de una escena a otra a cual mayor histrionismo de Gassman y exageración de todos y cada uno de sus personajes únicamente por esa extrañeza causada por el conjunto, es más tarde, con escenas como la de Boca mencionada, cuando la película y sus sensaciones -por otra parte evidentes- van calando.




 

martes, 1 de julio de 2025

Cortos de cine de Eugània Balcells


Entre que ayer, aunque igualmente era una animalada, pasaba algún aire y a la sombra se apreciaba una sensación térmica de un par de grados menos que anteayer (que fue insoportable) y que luego vi a Eugènia Balcells en plena forma, me resultó muy positivo decidirme a ir a la sesión de cortometrajes de cine que le dedicó la Filmoteca, que los exhibía por vez primera tras remasterizarlos.
Quien mejor explica sus películas (y todas sus obras, queda claro, es ella. Y lo hizo con pocas palabras, pero muy claras, en su presentación:
De “Álbum” (1976) dijo que el único protagonista era ese, el álbum de postales de su abuela de Sabadell, que tanto le fascinaba. Y esa fascinación por alguna imagen, un personaje borroso de una de las postales, más que esos retazos de los escritos escritos y leídos para el corto por su abuela, es para mí lo que sigue en él funcionando mejor. Su nueva visión me hizo caer en que ya desde su primera película Eugènia Balcells tenía incorporada la idea del álbum, que luego se repite frecuentemente en obras de otro calado, como ese vestido / “álbum portátil” que le he visto varias veces exhibir, o especialmente esa pieza que preparó para el proyecto de “Cartas de Akyab”.
De “Boy meets girl” (1978), uno de sus cortos más visto, que suponía un cambio de registro total, y aplicaba ese juego de azar en máquinas que responden a la entrada de una moneda emparejando imágenes hasta el premio. Aquí las imágenes que se emparejan al azar son las de hombres y mujeres.
De “133” (realizada conjuntamente con Eugeni Bonet, 1978), explicó que poseía un disco con 133 efectos sonoros y se dedicaron a comprar bobinas de películas variadas al peso y a montarlas a esa banda sonora. Me imagino a Eugeni y Eugenia divirtiéndose como energúmenos para lograr emparejar imagen y sonido obligado. Alguno de esos emparejamientos es francamente divertido.
Por último, después de la feria sonora de los cortometrajes anteriores, proyectó “Fuga” (1979), sin banda de sonido alguno, lo que incrementó enormemente la fascinación por sus imágenes e hizo agudizar el interés por desentrañar el misterio que representa a los ojos del espectador. Grabaciones y re grabaciones con una Bolex de 16mm. en una única aunque amplia habitación con balcón al campo, que muestran cómo se solapan y cruzan Carles H. Mor, Eugeni Bonet y la misma Eugènia Balcells.
En el coloquio, una Eugènia Balcells pletórica respondió a Marta Selva y Anna Solà, fundadoras y antiguas responsables de la Mostra de films de Dones, que en 1999 conocieron a la directora y dieron a conocer su obra en el festival. En el coloquio le hicieron remarcar cosas tan significativas como que en sus películas siempre parte de unas rígidas reglas, a cumplir inexorablemente. En “Álbum” era no salirse del mismo en ningún encuadre, en “Boy meets girl” el sometimiento al azar, en 133 no saltarse ni un sonido y encontrarle imágenes entre las bobinas compradas y en “Fuga”, finalmente, trabajar en ese espacio una y otra vez sin ver nunca el resultado, calculando que si la película ya tenía tres capas filmadas debía calcular con el fotómetro tres veces menos de luz. Con ellas dos habló a conciencia de capas, cálculos, miradas, conocimiento…
Y explicó lo que le costó hacer entender en el MNAC, en la magnífica nueva instalación de su “From the center” en la Sala Oval, durante la instalación de esa gran cúpula que cubre los nuevos monolitos que son ahora los monitores, la necesidad de que todo estuviera orientado según el eje norte/sur que marcaban sus monitores, la flecha de la piedra central y el norte y sur real.



 

lunes, 30 de junio de 2025

Io la conoscevo bene


Empiezo un recorrido que querría extenso por la comedia italiana. Sin orden ni concierto inicial, me he puesto a ver lo que tengo más a mano.
Abandonadas para mi propósito ya dos películas (una de ellas muy, pero que muy célebre), doy, aunque está claro que es un atrevimiento excesivo tratarla de comedia, con “Io la conoscevo bene” (Antonio Pietrangeli, 1965; con también Ettore Scola de guionista; en Filmin), de la que sólo recordaba su título, tan bien encontrado.
Se nota enseguida que ya estamos con los años 60 bien entrados, pues busca más ofrecer al ojo y atención del espectador la nota impresionista, que va calando, que la típica escena resultona.
Deja desarmado ese personaje de Stefania Sandrelli, que ha ido a la ciudad en busca de un futuro como actriz, con su inocencia, alegría y bondad por delante, recibiendo palo tras palo de todo un ambiente que no queda muy bien parado.
He seleccionado una escena que me ha parecido extraordinaria, con ella y un boxeador en una estación de tren por la noche, los trenes, como la vida, pasando de largo.





 

sábado, 28 de junio de 2025

Hipnosis




La destaca Ariel Schweitzer, que sigue escribiendo algún papel para el Cahiers du Cinéma, como un primer largometraje sorprendente. Se trata de “Hipnosis” (Ernst de Geer, 2023; en Filmin).
Schweitzer valora cómo la película desenmascara la violencia inherente a los procesos teóricamente “cool” que inundan el mundo liberal en el que actuamos.
La joven pareja protagonista va a participar en una feria en un hotel de negocios, tras entreno con un “coach”, en la que se discernirá si es su app o la de otros participantes la que recibirá los favores de los inversores. Pero paralelamente ella inicia una hipnoterapia que parece desinhibirla por completo…
Por de pronto la acabo de ver después de comer y hay que decir en su favor que la he seguido con atención, interesado de principio a fin, sin ceder ni un momento al sueño que es de rigor me venza en estas circunstancias.




 

viernes, 27 de junio de 2025

L’histoire de Scénario





Allá por el cambio de siglo, la revista “Cahiers du Cinéma” incorporó a alguno de sus números una separata, producto de una gran idea. Se trataba de solicitarle a un gran director que le facilitase un cuadernillo con las ideas gráficas, el esquema de la película que tenían en proyecto.
Los primeros ejemplares fueron fantásticos. Especie de guión trazado por unas cuantas imágenes, algún poema, una cita,… poco a poco el proyecto fue decayendo. No todos los cineastas interpelados eran Leos Carax, y se fue cayendo en algo anodino, standard, que ya no transmitía deseo alguno por descubrir esa película que aún sólo estaba en la mente de su director.
Viendo en Arte “L’histoire de Scénario” (Fabrice Aragno, Jean-Paul Battaggia, Nicole Brenez, Jean-Luc Godard, 2025), en la que los tres primeros dan forma, primero como reportaje y luego como interpretación directa, a la “brochure” que el último quiso entregar, siguiendo su compromiso de hacer una última película para ellos, a Arte, para después ya despedirse de este mundo, me he acordado de esas separatas. La “brochure” protagonista de este emocionante film las supera a todas.
Es el mismo Godard quien va mostrando y explicando, con el mechero en la mano, tosiendo (y pidiendo perdón por ello), el guión que perfila, o más bien que sólo esboza escuetamente, para tener una guía de lo qie querría filmar y entregar.
Por la mitad ese mechero que guardaba en el puño izquierdo muestra su real utilidad, que no es otra que encenderse un buen cigarro, que se pone a fumar.
Sufres con Aragno para llegar a clarificar si lo que tiene in mente el cineasta, lo que -a veces bastante críptico- quiere decir, es así o asá. Luego, viendo el resultado al que han llegado los tres, piensas y crees dar con el sentimiento que Godard quería transmitir con alguna de sus imágenes, mientras que en otras ocasiones te lanzas a la piscina y te quedas con una imagen (animada o no) bien adentro, por la belleza o la emoción que, equivocadamente o no, te transmite.



 

domingo, 22 de junio de 2025

Perec. El hombre que se negó a olvidar


Parece la voz de Frédéric Mitérrand la que conduce la narración, poniendo una línea de orden entre reportajes, fotografías antiguas y secuencias de películas sobre la vida de “Perec. El hombre que se negó a olvidar” (Pierre Lane, 2022; en Filmin), pero se trata en realidad de la del actor Jacques Gamblin.
Poco importa. Tiene por momentos su deje poético, descubriendo detalle tras detalle clave sobre el escritor. Y, sobre todo, revela, vía una enigmática dedicatoria de un escrito posterior, lo que hay realmente detrás, como fondo, en la desaparición de la letra en su famoso libro.
Muy recomendable para todos aquellos que sientan una mínima curiosidad por tan enigmático personaje, Georges Perec.



 

From the Center




El centro.


Los 12 canales

Cuando en 1983 Eugenia Balcells presentó en la Fundació Miró “From the Center”, lo hizo con sólo una parte de la instalación: el punto central seguía estando, pero el círculo completo se había limitado a dos puntos equidistantes, cada uno con un monitor. En uno de ellos, veías aparecer el sol, y en el otro ocultarse. Lo titularon “Cercles de temps” (Circulos de tiempo). Un par de años después, la sala Metrónom presentó la instalación completa.
Es esa instalación completa la que ha comprado el MNAC y puede verse (anunciada ahora mismo en su fachada como único elemento destacado) en su sala oval, donde han construido una cúpula para alojarla.
Perdida un poco la sensación de austera integración en la naturaleza que tenía en la Miró, los otros paneles (Eugenia Balcells les llama monolitos, pensando -supongo- tanto en el 2001 como en los menhires de Stonehenge), con sus aportaciones urbanas y de vida aérea, le dan un toque cosmopolita, sin alejar el conjunto en absoluto del camino de pensamiento místico que a partir de entonces emprendería la artista, con sus experiencias místicas con los navajos y otros encuentros decisivos.
Merece la pena ver la entrevista a Eugenia Balcells, explicando los pormenores de la pieza, que se exhibe en una sala vecina.


El punto central de los doce canales, el terrado de su apartamento en Little Ítaly

El edificio en cuestión.

Tres canales y el centro. Perdón por la horrible fotografía.





Me dejaba la foto con la banderola en la fachada, que debe enorgullecer a Eugènia Balcells…