miércoles, 24 de abril de 2024

Cuentos de Tokio en el BCN Film Fest


Quizás alguien aún no la ha visto, o tiene ganas de ver (de nuevo o no) en sesión comunitaria “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1933).
Será mañana jueves 25, a las 19h, en el Centre Civic Fort Pienc, en un acto asociado al BCN Film Fest, que propone un ciclo de películas del cineasta japonés.
Para no llevar a engaño, diré que, después de haber visto de nuevo la película, la verdad es que no he descubierto en ella cosas nuevas, reafirmándome, eso sí, las que suelen decirse y repetirse de Ozu y de esta película en particular, y que esas serán, pues, las cosas que, por mi parte, intentaré comentar o procurar hacer discutir en la sesión.
Entrada libre, pero con reserva previa. Todos los datos necesarios, en este enlace:

 

martes, 23 de abril de 2024

Mil millones

Investigando la intimidad de las grandes familias.

En la redacción de La Tribune.

Charles Denner, un investigador privado superado.

De tanto en tanto hay que alimentar al Milieu, el club de los amigos del polar francés. Lo hago ahora gracias a haber visto en TV5Monde “Mil millones”, uno de los últimos títulos -1982- de Henri Verneuil, quien sin embargo da la impresión de haber rejuvenecido rodándola.
La protagoniza Patrick Dewaere (debió ser la última película que interpretó), rodeado, en papeles más pequeños, de muy buenos actores, algunos tan famosos como Jeanne Moreau o Charles Denner.
Aquí la obligada investigación es llevada a cargo de un periodista (Dewaere), y alcanza para hacerle comprender el peligro de las grandes empresas trasnacionales, cada vez más grandes, con un poder muy superior a los de los mismos estados.
Kerjean, el periodista de grandes investigaciones, recuerda en una ocasión haber sido invitado a la reunión anual mundial de la muy poderosa -en la película- G.T.I. en una localidad francesa a las 4h de la madrugada: Su presidente (Mel Ferrer) viaja tanto por todo el planeta, que sus filiales han decidido seguir siempre la hora de Nueva York. Una anécdota divertida sobre cómo su poder supera las ordenanzas y costumbres de los países… que luego irá profundizándose hasta alcanzar proporciones dramáticas.

La temible reunión anual de los presidentes regionales de la poderosa GTI.

Encuentro en un museo.

El más pequeño contra los más grandes.
 

lunes, 22 de abril de 2024

Petits arrangements avec les morts






Cuando vi, hace unos meses, que TV5Monde había puesto a disposición una plataforma donde se podían ver todas las películas de su catálogo y exploré con detalle su contenido, me fijé que comprendía una película que, desde su estreno, me ha parecido extraordinaria y me sorprende que no tenga el predicamento que, en mi opinión, merece.
Se trata de “Petits arrangements avec les morts” (1994), el primer largometraje de Pascale Ferran, una cineasta francesa que luego, para mí, volvió a dar en la diana con una película bien diferente a esa, “Lady Chatterley” (2006), para luego ya -también para mi gusto- no volverse a aupar tan alto y, aparentemente, haber desaparecido del mapa del cine actual.
Anoche la volví a ver, y el efecto hipnótico que me suele provocar la película volvió a darse.
Una playa de Bretaña durante un día de verano. Un hombre construye cuidadosamente un monumental castillo de arena, ante la atenta mirada de un niño bastante rarillo, que nos explica (voz en off) sus retorcidos pensamientos.
En tres capítulos, cada uno de ellos titulado según el nombre de un personaje diferente, asistiremos a la narración entrecruzada (cada capítulo empieza a la misma hora y en el mismo lugar) de unos relatos que acabamos descubriendo esconden, en un apartado fondo, pero cuya real presencia absoluta llegamos a apreciar, una muerte súbita.
El título es muy significativo respecto al contenido que ofrece la película. Ese extraño niño que protagoniza e intranquiliza a partes iguales el primer capítulo (y que ahora pienso puede ser el causante del abandono de la visión del film por muchos espectadores) y esos cuatro hermanos adultos reunidos extraordinariamente en la playa (a los que vemos en sucesivas escenas también con veinte años menos), no hacen sino representar cinco reacciones posibles de los humanos ante un hecho como es la desaparición brusca de un hermano.
Enlace a la película en versión original subtitulada en español:





 

sábado, 20 de abril de 2024

Salón de uñas

En el salón.

El soplo argentino y la apuesta doble que ha hecho consigo mismo de hacer diez películas por año, ha cambiado el cine de Gonzalo Garcia Pelayo.
Estructuralmente, sus últimas películas huyen de la complejidad, siguiendo argumentalmente un esquema muy sencillo, a menudo representable geométricamente.
Formalmente, inciden en ellas aspectos visuales como los mismos colores, pero también rehuyen de planificaciones complejas. Hay movimientos de cámara para acompañar a los personajes o hasta para ir corriendo con ellos, pero no suelen estar muy implicados en dar significados específicos a la trama. Los diálogos, por ejemplo, se suelen presentar mediante funcionales planos y contraplanos, y el montaje no suele aportar sorpresas.
Con estas premisas, las películas resultantes te caen mejor o peor en función del desempeño de los actores argentinos de nueva hornada que pueblan sus películas y, quizás, del grado de trascendencia inferida por el tema y las situaciones presentadas.
Así las cosas, el propio García Pelayo cuenta que el pase en el BACIFI de su “Salón de uñas” (2024) ha sido un éxito de público, que ha estado riéndose continuamente de lo que veían y oían (diálogos: en esta ocasión no dominan las canciones).
Yo he visto la película esta mañana y, si bien no me he reído con fuerza más que en un momento concreto, confieso que he estado con la sonrisa en la boca todo el rato. Está uno tan falto de comedias que, si se le capta el tono a una, ésta lo tiene todo ganado.
Es la película un cuento, una miniatura cómica, servida por una serie de actores argentinos en estado de gracia, sobre una pareja que regenta uno de esos salones para el cuidado de uñas que han proliferado por doquier, que emprenden un experimento para buscar una solución a la monotonía que asalta su vida como pareja.
La clave para que pueda pasar tan bien como me ha pasado está, creo yo, en cómo dicen los actores, de forma tan natural, los diálogos, con frases entrecortadas, inacabadas, en lo que es un film decididamente entronador, con su picara intención a cuestas, del lenguaje banal, de los lugares comunes.

El experimento para buscar solución a la monotonía de vida de la pareja.

Posibles alternativas.

Un maestro en la disciplina de Ciencias Alternativas.

Tratando a la pareja.
 

Brigants. Chapitre VII


El proteccionista, aficionado -se ve que como Iosseliani- a la bebida., lo que puede hacer que se equivoque de bobinas…

Por el medio de la calle de la ciudad circulan tanquetas o disparan obuses piezas de artillería.

Los tres vagabundos.

La escena del conflicto georgiano ofrece un destacado aspecto de cosa real.

Quizás no esté tan mal, como respuesta, el desconcierto que causa “Brigants. VII” (Otar Iosseliani, 1996; ayer en la Filmoteca), y sea esa una de las sensaciones buscadas.
Repitiendo la escena inicial al final (una de esas matanzas por un adolescente, como rechazo moralizante de lo que ve en su propia casa: un strip póker muy regado con alcohol), la siguiente escena nos sitúa, por sus tipos, en ambiente claramente georgiano y podría posibilitar que viéramos toda la trama como producto de una película que se muestra en una sala de proyección.
Sea eso así o no, el caso es que iremos viendo -como ensoñación de los personajes del mundo actual o no- escenas de la Edad Media (con cruentas batallas y un noble burlado por su mujer cuando le instala un cinturón de castidad) y de una supuesta época actual en Georgia, con la gente habituada a convivir con combates en las mismas calles de la ciudad. Pero, cuando ya apenas nos sorprende la alternancia entre esas dos épocas, pasamos a ver también la de la deriva pesadillesca del comunismo staliniano, con purgas internas incluidas.
Las acciones de las tres épocas, además, están interpretadas por los mismos actores, aunque a duras penas puede decirse que interpreten a perfiles de carácter similar.
Posiblemente sea en el reflejo de la época stalinista donde Iosseliani es más crítico, donde deja correr la más sórdida farsa. Basta ver las escenas del pionero adiestrado por su padre en las artes de la tortura, que a su vez espía y denuncia las actividades de sus propios padres, contento de servir así al partido.
Todo ese batiburrillo de escenas va sucediéndose rápidamente, a ritmo se diría que de comedia, como apuntaría la música de la cinta, y mostrándonos personas que parecen saber bien los trabajos que desempeñan.
En una especie de epílogo, la acción se sitúa en París, por la rue Mouffetard y alrededores. Los brutales disparates, lejos de concentrarse en Georgia, se extienden.
De hecho, la película podría seguir todo el tiempo que quisiera, mostrando esas barbaridades por más épocas y lugares. No acabar nunca, como esa esperpéntica realidad a la que ya damos por normal y que viene a reflejar.
¡Ah! Ese animal que aparece inesperadamente en unas cuantas de las últimas películas de Iosseliani, el pavo real, lo podemos ver también aquí, aunque quizás tenga más papel una cacatúa.

La más sórdida farsa se desencadena con las historias de la época stalinista.

Los preparadores del instrumental de tortura en una pausa.

El pionero denunciando a sus padres ante su tutor.

El strip póker.

Los vagabundos en el Paris actual.


 

jueves, 18 de abril de 2024

Fora de casa. Cinema amateur a Catalunya 1924-1940…

La primera película amateur conservada, con fecha confirmada: la de la nevada que hubo en Montjuic en febrero de 1924. El rectángulo blanco de la parte superior central corresponde a media perforación del fotograma de 9,5 mm

A la entrada de la exposición nos recibe una cámara de 35 mm…

… que contrasta con el reducido tamaño del proyector, cámara y bobinas de película del Pathé Baby.

El magnífico collage de tres pantallas de la exposición, en las que se proyectan, al unísono, secuencias de diferentes películas amateurs de un mismo tema. Hay reflejos, pero también hay temas que reflejan la modernidad del momento (como vuelos de aviones) y momentos de estética vanguardista.



En los primeros años 70 el cine independiente, underground o alternativo vino a ocupar los escaparates que tenía el cine no profesional que existía hasta entonces.
Recuerdo pequeños festivales locales, copados en principio por el cine amateur, en el que fueron apareciendo poco a poco nuevas aportaciones de gente joven que tenía otro concepto del cine, que hacía con sus medios, en subformato. Al formalismo esteticista que frecuentaba el cine amateur, siempre repleto de reflejos del sol entre veleros y cosas así, se le empezaba a oponer un cine realmente experimental hecho con cuatro cuartos; frente a las forzadas historias ficcionadas, con actores sobreactuando, le empezaron a cortar el paso nuevas autorías, en ocasiones muy metidas en la parodia; a los recorridos por pintorescos mercados semanales y fiestas patronales les salieron ciertos inicios, bien críticos, de un primer cine militante.
Pero es verdad que el cine amateur llegó primero…
Éste año la Filmoteca celebra el centenario del cine amateur en Cataluña, y lo hace con, entre otras cosas, una exposición que lleva por título “Fora de casa. Cinema amateur a Catalunya 1924-1940…”. Una pieza (bastante aburrida por su mirada persistente a un paisaje urbano nevado o a una gente lanzándose bolas de nieve en Montjuic en febrero 1924, mucho antes por tanto de las primeras películas de Lisandro Alonso) puede verse en la exposición, y está ahí por ser la más antigua que se tiene y se ha podido datar.
En 1923 apareció por aquí la Pathé Baby y con ella se popularizó el cine familiar. Los rodajes de fiestas de cumpleaños debieron ser multitud, pero también se iniciaron los relatos filmados de viajes y un grupo de aficionados empezaron a practicar con cámaras en busca de un cine más personal y hasta artístico.
Grupos de cine amateur, concursos, premios, boletines y revistas empezaron a proliferar. La documentación que queda de todo eso, como la de los cine-clubs, es escasa, difícil de datar y situar y en general de estética y calidad paupérrima. Quizás el nombre más repetido relacionado con el cine amateur sea el del Centre Excursionista de Catalunya, y así se puede constatar en la muestra.
El periodo representado de la exposición capta de lleno el de la República, y uno de los intereses suscitados era ver si se notaba su impulso estético y progresista, como en otros campos. La respuesta es, yo diría, ambivalente. Es verdad que se ven, en una gran pantalla, collage de tres pantallas independientes, imágenes muy atractivas extraídas de las películas localizadas, atendiendo a los diferentes motivos temáticos por las que se han agrupado, pero también es verdad que uno de estos motivos es, por ejemplo, el de los reflejos que asignaba como presencia eterna en los films amateurs de los bien posteriores años 50 y 60, tras el hachazo de la guerra civil.
Ayer, en una visita llevada por la comisaría de una exposición del KBr dedicada a la fotografía familiar, aunque apoyada por los dos comisarios de ésta, ella señalaba dos vacíos. Uno, el de cineastas amateurs mujeres, que las hubo, pero no en las asociaciones del ramo, quedando más ocultas en la unión familiar. El otro, un cine más osado, hasta comprometido, que viera reflejar la eclosión que hubo del cooperativismo, ateneos populares, etc.
Concluyeron que hay que seguir buscando para que aparezca. A ver si así podemos rescatar al cine amateur de esa continua relación con una burguesía adinerada, que era la que podía hacerse con la cara maquinaria las caras películas virgen a impresionar y sus caros revelados.

A la derecha, una escena de “Memmortigo” (1934), una de las películas de Delmiro de Caralt. También desfilan escenas atribuidas a quienes luego fueron conocidos directores de cine comercial

Una pequeña sala adjunta habla del renacimiento del cine amateur tras la guerra civil. Dejo a un lado ciertos temas… y siguió con fuerza. Me ha hecho gracia ver que estos carteles hablan de un concurso que tenía lugar en el muy frecuentado durante por la postguerra por la alta burguesía “El Cortijo”

A la izquierda, Nuria F. Rius, comisaría de la exposición del KBr sobre “cine doméstico). Le acompañan una responsable de la Filmoteca y los dos comisarios de su muestra, Enrique Fibla e Ignasi Renau.

Siempre que estoy ahí en un horario válido, tengo tendencia a mirar hacia arriba…

 

miércoles, 17 de abril de 2024

Agua y azucar: Carlo di Palma, los colores de la vida


Una anécdota, relato de una coincidencia extraordinaria, que se explica en “Agua y azucar: Carlo di Palma, los colores de la vida” (Fariborz Kamkari, 2016; en Filmin).
Antes de ser el famoso director de fotografía, Carlo di Palma había pasado por todos los puestos de aprendizaje (foquista, ayudante de cámara,…) que existían en la profesión, siempre trabajando para los más grandes directores de cine. De hecho, su primer empleo en este sector fue gracias a una sustitución, cuando tenía 17 años, en el “Ossessione” (1943) de Luchino Visconti, de quien en el documental confiesa haber aprendido tantas cosas…
En “Roma, città aperta” (Roberto Rossellini, 1945), De
Palma participó en el equipo, pero sólo con trabajos que en el documental llaman “de servicio”. Por aquel entonces, comenta en el film Caterina d’Amico, productora e hija de Suso Cecchi D’Amico, el joven Carlo di Palma iba mucho a Cinecittà, donde se concentraban las tropas que filmaban la ocupación aliada. Allí se hizo amigo de un chico que le iba dando restos de celuloide de sus encargos. Fue de esa manera que “Roma, ciudad abierta” se fue rodando con esos restos, en principio destinados a los rodajes de las tropas aliadas.
Pero lo más interesante no lo supieron los dos protagonistas hasta años más tarde. El que fue dando esos trozos a Carlo di Palma había sido nada menos que Sven Nykvist, ambos desconocedores de lo que ahora podemos ver como un paso de testigo entre dos de los que fueron más grandes directores de fotografía de la historia del cine.
Por esa anécdota, y por muchas intervenciones de grandes realizadores que en 2016 estaban aún vivos y aceptaron hablar a la viuda de De Parma de ese vigoroso cine de postguerra y hasta la modernidad (¡Antonioni!) italiano, así como por las explicaciones del mismo Di Palma, vale la pena, en mi opinión, ver el documental.

Con su querida Mònica Vitti, que protagonizó sus tres largometrajes como director.




 

martes, 16 de abril de 2024

Dos hermanas. Pilar

El Primo enseñando, al inicio del recorrido, cuando sabemos el recorrido que Pilar va a iniciar, la vieja casa de la familia.

Un punto de engarce con “Dos hermanas. Paula”.

Punto central de ambos recorridos inversos. Está bien que se de, precisamente, en una estación de tren de la provincia.

“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera». Lo dice un taxista a Paula, comentándole que así comenzaba “una novela rusa”, pero que no la leyó porque acababa mal.
Ahora, pasando revista a mis intentos de agarre a “Dos hermanas. Pilar” (Gonzalo Garcia Pelayo, 2024) ha aparecido esa jocosa cita, pero queda ahí, aislada.
Ha habido más asideros en el que viene a ser el largometraje inverso de la previa “Dos hermanas. Paula”. Esa misma estructura inversa (Paula buscaba a Pilar. Pilar busca en ésta a Paula) y ese cruce insospechado, no captado, de las dos búsquedas, precisamente en una estación de tren perdida en la provincia de Buenos Aires, aportando mucho a ese retrato de esa región tranquila y callada, en medio de ésta y la anterior película (pero que es en ésta en la que se entiende), sería, desde luego, uno de ellos.
El cruce en este recorrido inverso se da también con el chico con el que Paula pasó una noche en su película. Pero no acabo de creerme que funcione una misma química con una y otra hermana.
Si Fernando Arduán en la hermosa “Alegrías de Cádiz” (2013), con sus canciones, es una de sus guías, aquí al principio un cantante y su guitarra parece cantar a unos “Arrieros musiqueros”, y me preparo a seguir esa (qué podía ser buena) pista.
Otro agarre podría ser la obra del arquitecto Francesco Salamone, como también era en la mirada de Paula. Pero aquí es sólo una visión fugaz la que se tiene de la fachada de una escuela suya, sin recrearse nada más en ella, y pasando a una de las escenas y de los diálogos que me han resultado menos creíbles de la película.
Acompaña toda la película una ristra de poemas (solo en la banda sonora, olvidando aquí aquella costumbre de sus films de recalcar algún verso o concepto escribiéndolo en la pantalla), pero será por haberlo pescado en un momento en que aún no me encuentro plenamente restablecido de un bajón físico, será por lo que sea, al menos en esta visión me ha resbalado como la lluvia resbala por un cristal.
Quizás sea eso, que he traspasado mi lamentable estado a la película, pero mentiría si no dijera que todos esos agarraderos que he apreciado no han servido para asirme, y no he visto en la película, salvo ese calculado y geométrico esquema argumental, la mínima garra para ello. Eso lo he visto claro en la larguísima, pero poco sustancial, entrevista entre ese pobre nonagenario coleccionista, emocionado por tener alguien a quien enseñar y explicar cosas y, así, romper su soledad, mientras Pilar simula llorar emocionada por lo que ve y oye.
Espero que se trate sólo de un estado mío, pasajero.

La fachada de la escuela de Salamone.

La que sería una de las protagonistas de ambos films, la Provincia de Buenos Aires.