domingo, 27 de febrero de 2022

D’Ombres

Tomàs Pladevall comparando las impresiones logradas en una película Kodak con las obtenidas en una pequeña bobina de Pathé de 209 años de antigüedad facilitada por la Filmoteca, que trabaja mucho con él en este tipo de pruebas.

Mr. Fleury en “Tren de sombras”, fotografiado por Tomàs Pladevall.

Aunque quizás el mayor tour de force de Pladevall fuera imitar los tics de los cineastas amateurs en las supuestas películas de Mr. Fleury, sobre las que después se establecería aquella emocionante exploración en la mesa de montaje.

Quizás en su segunda mitad flojee un poco, dispersándose, después de un arranque espectacular, este “D’Ombres” (Joan Tisminetzky, 2021) que busca hacer un pertinente retrato del oficio acumulado por el muy especial director de fotografía Tomas Pladevall.
Una primera sorpresa positiva es que, en vez del documental usual sobre un personaje, en el que todos hablan maravillas del mismo, mientras se ensamblan documentos que reflejan su trayectoria, Joan Tisminetzky ha optado por ir directo al punto esencial para Pladevall, la luz, y se pone a servir una serie de secuencias sobre ella, tal como vivida y trabajada por el mismo.
Así, tenemos al director de fotografía captando un amanecer y un ocaso (escenas que seguramente marcaban los límites de la estructura inicialmente pensada para lo que iba a ser un cortometraje, convertido después, por mor de hacer entrar en su producción a TV3, en un metraje de 60 minutos). Pero también aparecen el fuego y muchas bombillas incandescentes, como las que sabemos ahora que colecciona y reserva para su uso Tomas Pladevall.
Que Pladevall sabe sacar el máximo partido de la luz en sus trabajos nos queda claro a la primera de cambio, mediante unas maravillosas escenas del “Tren de Sombras” de José Luis Guerin (con la aparición de Mr. Fleury ‘en fantôme’) o dando instrucciones para la iluminación de un diorama-belén gigante. Es divertido oírle pedir al técnico que suba una determinada luz “un pensament” (un pensamiento) más arriba, para así evitar una pequeñísima sombra…
El documental consigue también transmitir el carácter único de Pladevall, siempre con sus cálculos y registros relacionados con la luz, haciéndote sufrir viéndolo manejando unas bobinas con sus temblorosas manos debido a su párkinson o subiendo las escaleras de un faro, así como su enorme responsabilidad demostrada con respecto a su trabajo, que le hicieron continuar en un rodaje el día del entierro de su padre, para no dejar a todo el equipo del film en la estacada.
Y un último rasgo que lo aúpa: ese prohibir que Tisminetzky diera un tono nostálgico a lo que estaba haciendo, pidiendo huir del cliché: “Cinema Paradiso -recalca- ha hecho mucho daño”.



Joan Tisminetzky, con la responsable del festival de cine inédito La Inesperada, en la presentación de la película en la Filmoteca.

 

Cage of gold


Tengo a Basil Dearden por uno de los directores británicos de más renombre de la postguerra, aunque básicamente lo asocio a alguna película de guerra.
Anoche vimos en Netflix “Cage of gold” (“Coacción”, 1950), con una Jean Simons que aparece, oscilante, bien como un bellezón, bien como una ama de casa con horrible permanente de esas típicas y con un actor de mucha presencia que frecuentó los platós del gran dúo Powell-Pressburger, David Farrar.
Su trama se desarrolla entre un Londres de postguerra (aunque es curioso que todo aparezca tristón, apagado en cuanto a esperanzas de futuro, como si estuviésemos en plena guerra) con una espesa niebla de esas que eran de rigor en las películas y un París en el que, en una escena clave, una cantante francesa queda convenientemente enjaulada en su cabaret, La jaula de oro.
De hecho ambos escenarios aparecen, junto con todos los decorados del film, en un blanco y negro muy contrastado conseguido por el gran director de fotografía de la Ealing, Douglas Slocombe.
Esa fotografía en blanco y negro es posiblemente lo que más destacaría de la sesión, que va sobre un depredador casi profesional que se lleva de calle bien engañadlas a todas las mujeres víctimas que cree pueden aportarle un buen dinero.


 

sábado, 26 de febrero de 2022

Leningrad Cowboys go to America



Anoche, quizás sensibilizada con la animalada que se está desarrollando en el Este de Europa, Betevé pasó “Leningrad Cowboys go to America” (Aki Kaurismaki, 1989), que parte inicialmente de esas tierras.
Aki Kaurismaki procede de ahí al lado, de Finlandia, país que cedió la Karelia a Rusia en 1947 para dar por finiquitada la guerra entre ambos países.
Sus protagonistas son esa improbable banda de rock and roll de zapatos mucho más allá que los rechúpate la punta (que vi hace unos doce años imperaba como moda en otros países escapados de la órbita rusa) y pelo recortado a juego.
En el argumento, viajan al otro lado del Atlántico, dando una de las claves, con su atracción por ese mundo, de la situación actual de múltiples facetas con la que nos encontramos.
Pero no hay que verla bajo el prisma a la que parezco acercarla: Kaurismaki es un realizador que, como todo el mundo sabe, puede con cualquier tipo de alcohol, lo que le hace muy adecuado para ofrecer una comedia tan descerebrada como ésta.





 

viernes, 25 de febrero de 2022

Isabelle Huppert - message personnel


Los que valoran y los que detestan a Isabelle Huppert tienen en “Isabelle Huppert, message personnel” (William Karel, 2020; enlace abajo en VF, que admite subtítulos en francés) un recorrido con sus reflexiones, en off, sobre sus films más destacados -desde los rodados en cámara de aficionado por su padre hasta las obras de grandes realizadores que la han tenido por actriz- y sus duras performances en obras de teatro.
Una oportunidad para revivir cómo fue el curioso engarce de “Violette Nozière” a “Heaven’s gate” y de ésta a “Sauve qui peut (la vie)” o corroborar la auténtica estima que desarrolló por Claude Chabrol.





 

El monstruo Pialat


La gente, y eso es un mal poema, se suele hacer vieja. Deja entonces en general de mantener muchas relaciones, aumenta su comportamiento huraño y acaba muriéndose. Es un proceso natural (salvo que, como parece recalcar la aberrante situación internacional, haya quien se empeñe en avanzar acontecimientos), que cuesta aceptar, pero por ahí suele ir la cosa.
Llegan entonces los panegíricos al fallecido, recordando únicamente su faceta angelical, prodigiosa. Pero la realidad es que la naturaleza humana tiene partes angelicales y demoníacas y, sobre todo, mucha substancia intermedia. Maurice Pialat, un cineasta del que siento cada vez más una especie de filiación, dando sentido a la palabra esa ideada por Serge Daney de ciné-fils, diría que no tenía nada de esa masa del medio y que su carácter se situaba siempre en los extremos. Tenía, parece, un comportamiento casi odioso con los actores y técnicos con los que rodaba sus extraordinarias películas (que siempre le sabían a fracasos porque no alcanzaban lo que habría querido), mientras que paulatinamente, viéndolas reiteradamente, algún cine-hijo como yo va notando que debía estar tocado por una mano con algo de divina. Por esa misma manera con la que conseguía hacer notar film a film, sin efectismos, sin sentimentalismo ñoño, por donde iba lo humano.
Aunque supongo que de haberlo abordado para lo que fuera me habría rápidamente apartado, soltándome una serie de frescas desgarradoras, de tanto en tanto constato lo apegado que me voy sintiendo de sus cosas. Hasta viendo un programa televisivo sobre él.
La Charca Literaria tiene hoy la amabilidad de acoger el mínimo escrito que hice tras verle a él y a sus próximos por la tele, aunque me dio para hacer un boleto de esos de “Casi lloré tras ver esa escena en el cine”. Aquí el enlace para acceder:

https://lacharcaliteraria.com/llorar-a-maurice-pialat-llorar-al-monstruo/?fbclid=IwAR1mz_CGAvyL1GWsxU27HNaYKPkQqWT25bHkO9G3Ied1B7pX5VvPcQQVYaA


 

martes, 22 de febrero de 2022

Ombres Mestres 10




S'està acabant el mes de febrer. Hora, doncs, d'actualitzar l'agenda personal del març. Com que potser es dóna la casualitat que a algú li pugui interessar, des del Cineclub Associació d'Enginyers anunciem les tres sessions d'un nou cicle -ja el dècim- de les nostres Ombres Mestres. Concretament ocuparan els tres últims dimarts del mes de març -15, 22 i 29- de 18 a 20h, avisant que si algú vol anar-hi, procuri fer-ho amb un pèl d'antelació a les 18h, perquè tenim la (pajolera) mania de, si tot funciona correctament, començar molt puntuals.
Què són aquestes sessions d'Ombres Mestres? Doncs unes conferències (sona molt pompós: millor unes xerrades) sobre uns temes predeterminats, il·lustrades mitjançant seqüències de pel·lícules, en principi, de notables realitzadors. Per a aquest desè cicle els temes escollits, a seguir en dimarts correlatius són
1/ Confinaments (15 de març)
2/ Inspiracions, homenatges i/o còpies (22 de març)
3/ Claude Chabrol (29 de març)
No és que donem una classe magistral sobre el tema que sigui. En la mesura de les nostres possibilitats, del que es tracta és de presentar unes quantes seqüències que creiem expliquen bé alguna de les característiques del tema escollit, alhora que fem unes poques observacions recalcant algun aspecte sobre la forma cinematogràfica del fragment.
Sota cadascú he posat l'enllaç a la pàgina de l'agenda de l'Associació d'Enginyers on reservar la corresponent plaça. Això seria el més convenient, perquè així sabríem amb antelació quanta gent està previst que vagi, podent llavors dimensionar adequadament la sala. No obstant això, com que la inscripció i transferència dels cinc euros que sol·licitem per intentar cobrir les despeses de cada sessió es pot fer una mica laboriosa (sobretot pels no col·legiats), excepcionalment han obert la possibilitat del pagament d'aquests cinc euros en efectiu el dia de la sessió, sempre aportant l'import exacte (compte, que ara aquests bitllets escassegen!).


 

lunes, 21 de febrero de 2022

La cartellera de Betevé y Chavalas


Como grababa por sistema todos los programas de La Cartellera de Betevé, acudo a la pantalla de “Grabaciones finalizadas” y me dispongo a ver la última efectuada, tras extrañarme de que hubiera aparecido, después de la noticia de que la televisión había decidido cerrar su emisión.
Sólo pasada su mitad me he dado cuenta de que se trataba de un programa de septiembre que, como es (mala) costumbre de la casa, han repetido. Pero antes he tenido ocasión de ver una sección -Encara a la Cartellera, Aún en cartelera- que me he llegado a imaginar había incluido la directora y factótum del programa, Marta Armengou, como despedida.
Dos películas centraban la sección. Una, una corta pero laudatoria introducción al “Annette” de Leos Carax, pero la anterior un largo y detallado repaso a “Chavalas” (Carol Rodriguez Colás, 2021). Como siempre durante toda la historia del programa, el reportaje juega con alguna pequeña entrevista propia y can escenas cedidas por la productora -últimamente debían conformarse muchas veces solo con las imágenes del trailer-y en este caso anima a su visión, dando sus razones personales para ello y, con buen criterio de una independencia que cada vez escasea más, señala los aspectos negativos -que los tiene-, pero que -dicen- son una minucia respecto a la buena sorpresa global de la película.
Aún deshecho el malentendido, en honor de La Cartellera, que tan buenos consejos nos ha dado siempre, y como avance a la próxima visita a Cornellá que nos ha prometido guiar un amigo que nació y se crió ahí, me he puesto a ver “Chavalas”, que no había visto cuando se estrenó.
Cuando el consistorio actual de Barcelona alcanzó, ahora ya hace unos años, el gobierno municipal, me dije en mi fuero interno que un buen baremo para medir su actuación, de forma callada pero efectiva, podría ser ver cómo evolucionaba la programación de su televisión local. Han pasado los años y no se ve el cambio positivo que pensaba podía haber. Ahora la retirada de un programa como “La cartelera”, para cambiarlo por vete a saber si nada o algo peor, no hace sino cerrar la puerta que pensaba se podía abrir.
Pues eso, que echaré de menos “La Cartellera de Betevé”.



 

Nubes dispersas



Pues con “Nubes dispersas” (“Nidaregumo”, 1967) hemos llegado al último largometraje realizado por Mikio Naruse y creo que al último del ciclo que le ha dedicado la Filmoteca.
Aprovecho la circunstancia no para hablar de la película (solo una migaja) y hacerlo de otra cosa.
“Nubes dispersas” es otro melodrama desatado, sobre un amor imposible, del que ya se sabe desde un principio más o menos que va a pasar. Dado eso, aproveché la proyección para despedirme, disfrutando del formato panorámico que nos ha acompañado en casi todo el ciclo, los maravillosos colores años 60 o los interiores de arquitectura japonesa, aquí con el aditamento de una serie de novísimas casas sociales. Y, ya puestos, de la actriz principal, Yôko Tsukasa (las fotos que pongo no le hacen justicia) en un papel que me parece precursor del de Maggie Cheung en “In the mood for love”.
Pero de lo que de verdad quería hablar es de las bondades de retrospectivas y ciclos como éste dedicado a Naruse, del que además hemos podido ver sus películas en el siempre de agradecer orden cronológico. Será una perogrullada, pero hay que decir que ver así, una detrás de otra, sus películas más famosas, ayuda un montón para entender y conceptuar a un cineasta. Como pasó años anteriores con los ciclos de Ozu o de Bergman, vas paulatinamente apreciando temas, formas de hacer y hasta de mostrar unos paisajes. Llegas, te pones ante la pantalla y -aún con incapacidad congénita como la mía para aprender sus nombres- reconoces a los actores, que se van repitiendo de una a otra película. Ya han entrado a formar parte de tu familia.





 

domingo, 20 de febrero de 2022

Dimecres aperitiu amb Àngel Quintana


Els que ho segueixen una mica per aquí saben que Àngel Quintana té molt arrelada la cultura del xiringuito. Com que he tingut l'oportunitat de participar en alguna de les seves practiques d'aquest tipus, el que més m'agradaria per a la sessió del dimecres que ve seria, si no reproduir-les, conservar-ne el to.
Un inconvenient és que el que és virtual, per molt que estigui acabant amb tot el demés, té les seves limitacions. Per començar, la cervesa, el vermut i el que sigui per acompanyar-los els hauran de posar cadascun.
Amb aquesta sòlida limitació, espero poder fer que ens parli, això sí, d'una bona porció de coses relacionades amb el cinema que interessin a cineclubistes o, símplement, a qualsevol tipus de lectors i espectadors.
Per poder pescar el que surti n'hi haurà prou amb acudir el dimecres 23 de febrer a les 19h a la pàgina Facebook de la Federació Catalana de Cineclubs o de qualsevol dels cineclubs que consten al programa de més avall, que també retransmetran la cosa.
Serà aquesta, si no pasa res greu que ho impedeixi, la primera entrevista de les tres a famosos crítics de cinema que ha planificat la Federació Catalana de Cineclubs, després de les molt interessants entrevistes ja efectuades a directors de cinema com José Luis Guerin, María Cañas, Albert Serra, Oliver Laxe, Neus Ballús, Andrés Duque o Carolina Astudillo (no sé si em deixo algun).
(La foto l'he robada al FB d'Àngel Quintana)



 

sábado, 19 de febrero de 2022

Luna. 66 preguntas



Un día por fin comprendí que el gran salto que dio el cine moderno fue pasar de mostrar la acción a hacer captar lo subjetivo. Que pasaba a ser más importante seguir un trayecto de un personaje que nos ayuda a comprender los pensamientos que le asaltan que ver qué hace con o dice a otro.
De ese salto hace mucho y como espectadores ya estamos acostumbrados a todo lo que aportó. Así podemos llegar a apreciar una película como la griega que hoy ha colgado Mubi, “Luna, 66 preguntas” (Jacqueline Lentzou, 2021), en la que todo son momentos muertos o impresionistas que nos van acercando a lo que pasa por la cabeza de Artemis, quien acude a cuidar a su padre (al que hacía tiempo que no veía y con quien no se entendía) cuando éste ha entrado en una fase avanzada de una enfermedad degenerativa.
A esas escenas “del presente” se le intercalan unas imágenes de cámara de aficionado, que van completando desordenadamente una especie de dietario filmado, con una curiosa transferencia a mitad.
“Un film sobre el amor, el movimiento, el flujo (y su ausencia)”, nos explica el subtítulo del film. El amor (o su ausencia) entre padre e hija, el movimiento -fluido de la protagonista, como joven que es; entrecortado del padre por esas órdenes del cerebro que llegan a destino o no-, y las corrientes de superficie y subterráneas entre ellos.
Toda la película pende de la interpretación de Sofía Kokkali, que se mete en el papel de la protagonista en cuerpo y alma. En función de cuál sea el flujo (ya que estamos en ello) que nos llegue de ella, podrá gustar (como me ha pasado a mí) la película o se habrá de dejar por imposible.





 

Le père tranquille

La casa, junto a la vecina fábrica.

Cultivando sus orquídeas.

Un hombre prudente…

“Le père tranquille” (Noël-Noël y René Clément, 1946; en Netflix) debió tener un éxito popular impresionante, como lo prueba que en su lugar de rodaje (Olonne-Sur-Mer, representando ser Angulema) aún se visita la solitaria casa de Le père tranquille, en un invernadero junto a la cual en el film Mr. Martin (Noël-Noël), bajo la apariencia de cultivar sus orquídeas, ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, en realidad dirigía la cédula regional de la resistencia.
Es una película “de espías” durante la ocupación alemana de las de antes, de las que de críos veíamos y comentábamos con entusiasmo… si se hubieran estrenado. Es decir: rodada en 1946, la guerra aún reciente, todo se mostraba y asumía con una claridad apabullante: todo el pueblo francés odiaba a los invasores y, por tanto, en mayor o menor medida, participaban o apoyaban a la resistencia. Los alemanes eliminados mediante astutos atentados quedaba claro que “no debían estar donde estaban”. Las muertes que supuestamente se suceden en uno y otro bando no se veían y eran pues sólo dolorosas como podía ser la pérdida de alguna que otra ficha en el juego de la oca.
Pero se salía del cine satisfecho con lo visto. Los buenos no sólo habían vencido, sino que habían demostrado su buen humor e inteligencia Y a volver, comentando lo visto, hacia casa, rumiando si la semana que viene pasarían otra tan buena como ésta.


Viviendo supuestamente como corredor de seguros, dedicado a las orquídeas y a jugar a cartas con los amigos en el café.


 

jueves, 17 de febrero de 2022

Mandíbulas


Con el retraso correspondiente al tiempo para que pasase por una televisión para mí asequible, he visto ya “Mandíbulas” (Quentin Dupieux, 2020).
No he dormido nada de siesta, entretenido con las aventuras extraordinarias (la mosca protagonista ciertamente lo es) de esos dos descerebrados.


 

miércoles, 16 de febrero de 2022

Adieu, Philippine

Las dos chicas paseando. Un travelling paradigmático.

Y los tres protagonistas de vacaciones en Córcega, donde, por cierto, antes de circular en su coche por sus solitarios paisajes, se dan un baño de multitudes en el Club Mediterranée. Yo que creía que era un club distinguido, resulta que lo pintan de lo más masivo.

Cuando vi por vez primera -vía una televisión francesa alcanzable por aquí- “Adieu, Philippine” (Jacques Rozier, 1962), me dije que era el mejor compendio de la idea que me había formado sobre las películas de la Nouvelle Vague.
Antes de verla de nuevo ayer en el “Aula de cinema” de la Filmoteca, sólo recordaba de ella su esquema general (un frescales no acaba de decidirse entre dos amigas, con las que sale conjunta o alternativamente, tanto en Paris como en su viaje al sur, a Córcega, donde pasan unas cortas vacaciones antes de ir él a hacer la mili en Argelia) y un travelling prototípico de las dos chicas recorriendo unas calles comerciales de Paris, que recuperamos para un Ombres Mestres. Ahora la he encontrado torpe en ocasiones, pero extremadamente simpática, conservando toda su frescura y llena de sentido en su conjunto, reafirmándome desde luego en lo dicho. Ahí están el rodaje en escenarios naturales, la utilización de actores no profesionales, la intención de captar el modo de vida juvenil.
José Enrique Monterde, que hizo de comentarista de la sesión, explicó las razones de buena parte de sus aparentes torpezas. La banda sonora del film se perdió por completo y tuvieron que volverla a constituir de principio a fin. Otra cosa de gran interés que explicó fue que el guión inicial presentado se centraba básicamente en la partida del protagonista hacia la guerra de Argelia pero, al ser censurado, Rozier filmó el argumento actual, en el que no se habla en absoluto de la guerra (aunque, en mi opinión, pivota sobre eso todo el sentido del film).
Rozier es ya, junto a Godard, el único director de la Nouvelle Vague hoy superviviente, pero según lo que se lee por los papeles, su situación actual no es nada envidiable. A sus 95 años, sin recursos económicos, se dijo que estaba amenazado de desahucio. Lo último que leí al respecto es que MK2 ha comprado cinco de sus películas (dos cortos y tres largometrajes), que se verán próximamente ahora no sé si en salas o gracias a una edición en DVD. Y que había la esperanza de que esa acción salvase al pobre de Rozier de pasar a dormir, a su edad, bajo un puente.


J. E. Monterde, en la sesión.

 

lunes, 14 de febrero de 2022

Cuando una mujer sube una escalera


El tema de las geishas -que Mizoguchi y Naruse me perdonen- no es de lo que más me interesa, y debe pasar lo mismo a otra gente. Quizás por eso Mikio Naruse envolvió su “Cuando una mujer sube una escalera” (1960, ayer en la Filmoteca), una ficción que puede pasar por una auténtica enciclopedia sobre las chicas de bar de Ginza, con modernas música de jazz a base de vibráfono desde el cartel inicial de Toho Scope (en esta ocasión en blanco y negro).
Según plantea el tratado sociológico especializado que viene a ser la película, para una mujer prosperar no le quedaba más que una de las dos opciones siguientes: o casarse o montar un bar propio, dejándose, en este caso, mantener por varios maromos. Es impresionante la colección de personajes deleznables, con alguna que otra arpía, que pinta la película, dibujando un ambiente que se quiere alegre y es, en realidad, de lo más sórdido, hasta hacer languidecer y todo un poco la banda sonora del film.
Pintando la película un panorama demencial, todo está regido por el dinero, que preside las conversaciones, siendo la familia también, en este sentido, una clara fuerza extractiva.
Aparecen en la película, eso sí, cantidad de actores de la factoría Naruse y el tradicional paseo (en este caso urbano) de una pareja conversando que suele hacer aparecer siempre. Claro que les argumento del film hace que luego el paseo reflexivo lo dé la mujer protagonista en solitario.
Una secuencia de de las cuatro de subidas de escalera hasta el bar de ella, con travellings mostrando y siguiendo sus pies, la pasamos,como era de rigor, en la sesión de Ombres Mestres dedicada a las escaleras.




 

domingo, 13 de febrero de 2022

El Sur completo


Perdí la apuesta. Me habían propuesto presentar ayer “El Sur”, de Victor Érice y, aún aceptándolo, había intentado convencer al organizador de que recapacitara: ¿Quién, a estas alturas, no ha visto la película más de una vez y no se la conoce casi de memoria? ¿Qué decir de nuevo sobre ella? Él siguió en sus trece, aunque luego me confesó que también creía que estaría casi vacío. Y no.
La respuesta que hubo de público, superando incluso la media de estas sesiones, fue una sorpresa positiva, pero también tiene su punto de inquietante: ¿Cómo es que gente de más o menos mi edad, en principio tildada de culta, no había visto nunca “El Sur”? Me parece inaudito.
Por suerte dieron muestra de salir contentos de la sesión, emocionados por el film. Una de las claves, creo, fue apostar por dejar hablar al mismo Victor Érice, mediante alguna contestación suya en entrevistas en las que siempre resulta brillante y, sobre todo, pasando después de la proyección esta especialísima entrevista que le hizo en su día Días de Cine en TVE, en donde explica que la película, tal como la vemos, es un film brutalmente mutilado y qué es lo que perdimos con la mutilación.
Respecto a mi nueva experiencia viendo la película, que no revisé antes expresamente, para poder gozar más -de una forma más fresca- viéndola, constatar lo familiares que se me han hecho todas sus secuencias (cosa rarísima para un desmemoriado como yo), ver que los colores del Blu-Ray utilizado en su pase mejoran un montón la experiencia de la fotografía de José Luis Alcaine con respecto a la copia en DVD que vendió en su día El País, corroborar lo fructífera que es la lectura de la película como emparentada (gracias a la devoción de Érice por Jean Renoir) con “The river”, hacer pensar de nuevo que el tema de “Confinaments” que escogimos para un nuevo “Ombres Mestres” que estamos preparando es demasiado amplio (porque el personaje de Omero Antonutti puede ser considerado también, como tantos, un confinado) y, por último, sacar la idea de un nuevo “Casi lloré de emoción al ver esta escena en el cine”. Toda la primera parte del film fue reafirmar las emociones ya sentidas en otras ocasiones, pero una secuencia (que no es la de la foto) que hasta entonces había pasado bien, pero sin especial emoción, ayer se me descubrió como nunca.


 

sábado, 12 de febrero de 2022

El cine vs el teatro por Desplechin


Lo dice como un pecado de juventud, pero ahí queda dicho:
“Cuando tenía entre 15 y 18 años no me gustaba el teatro. Cuando iban mis compañeros del IDHEC, yo estaba en contra. Me decía: cuando se ama la vida, se va al teatro (éste -aclaro yo para quien no haya caído, es un slogan promocional del teatro de éxito en Francia), y cuando te das cuenta de que está sobrevalorado, se va al cine. Porque el cine protege, mientras que el teatro confronta. Y yo no tenia ningunas ganas de ser confrontado”.
Lo dice Arnaud Desplechin en una de esas entrevistas (con Michel Ciment y Stéphane Goudet, en el número de enero de Positif) que te recuerdan lo bueno que tienen las entrevistas en profundidad como ésta, cuando disponen de interlocutores válidos a ambos lados y se deja el tiempo necesario para su desarrollo y plasmación.
Luego quedarán confirmadas por la película o te llevarás una decepción impresionante, pero lo cierto es que dan unas ganas enormes de ver esta “Tromperie” que ha realizado. Y la entrevista queda como documentación muy valiosa para ayudar a la valoración y captación de más aspectos de la película una vez vista.
Cuelgo unas pocas imágenes de la película -aún por estrenar por aquí- con Denis Podalydès y Lea Seydoux y la portada de la entrevista, con una fotografía de Desplechin que el fotógrafo Nicolas Guérin ha hecho para Positif.