Vidriera de Chartres, con sus azules de inexplicable origen. |
El secreto del azul de las vidrieras de Charles. Es a lo que compara Henri Langlois el secreto perdido de Jean Vigo, perdido porque se lo llevó a la tumba cuando aún no tenía treinta años.
A propósito de “Taris” (1931), para definir a Jean Vigo y su forma de hacer cine, Henri Langlois habla de surrealismo, pero en el sentido de ofrecer una imagen (en un film que cumple todos los requisitos de un documental sobre el rey de la natación del momento) más fuerte que la realidad.
Un alquimista, que transformaba la materia en otra mucho más valiosa. Así describe a Vigo. De esta forma se entiende su poder con las músicas de sus films, indisociablemente integradas en su misma materia.
Habla bastante de la traición que sufrió con su “L’Atalante” (1934) por parte de toda esa gente de la gran industria del cine, que nunca entiende nada. Un pase en el sitio equivocado y apareció “Le chaland qui passe”, el producto de una total mutilación que no pudo revertirse hasta muchos años después. Me ha gustado cuando Langlois, un auténtico pico de oro, ha explicado que en su día encontró muchos rollos descartados de la película con escenas maravillosas, pero entendió que el propio Vigo las podía haber descartado, en su afán de lograr un film sencillo, que pasase sin aspavientos, sin filigrana alguna.
El milagro perdido del cine de Jean Vigo, concluye Langlois , es él mismo, un poeta integral.
Todo esto y más en el capítulo 19 de “Parlons cinema”, uno de los colgados anoche por la Cinematheque en su página Henri.