Toda la fuerza descarada que tenía y sigue teniendo “Le mani sulla città” (Francesco Rossi, 1963; ayer en la Filmoteca) se aprecia en la primera escena y en los títulos de crédito, más el tour de force posterior demostrativo del derrumbe de un edificio junto a otro en construcción, si bien Georges Sadoul discrepa y señala por su parte a las discusiones en la cámara del ayuntamiento y las componendas de fuerzas políticas y empresarios que se suceden en todo su metraje, como demostración de film político que es.
¿Qué sucede en esa primera escena? Pues que un empresario -que luego sabremos que es también concejal, y de un partido con muchas concomitancias con la Democracia Cristiana- explica en un valle rústico de Nápoles, mostrando y tocando una tierra agrícola, que frente a los riesgos de invertir en una industria, el auténtico negocio está ahí, en comprar esa tierra, recalificarla y automáticamente se puede construir y vender con un beneficio de un 1500%, neto. Toda una serie de torres de pisos del nuevo Nápoles les contemplan desde el borde del acantilado que da al valle.
¿Y qué se ve en los títulos de crédito? Pues simplemente una panorámica por todas las aberraciones urbanísticas, la proliferación de promociones inmobiliarias que han surgido sin aparente plan por todos lados, mientras una música de cine negro suelta algunos chirridos de auténtico terror.
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