Tenemos un par de prejuicios, opuestos, que han hecho mucho daño a la normal contemplación del cine iraní. Uno es el del papanatas que lo pone como ejemplo de lo que debe ser el cine, trátese de la película que sea. Por este mal los festivales están llenos de películas, que suelen resultar premiadas, por el solo mérito de ser iraníes.
Los amargos, tan previsibles, tostonazos, en general en películas repletas de buenos sentimientos, proporcionados por esa primera desviación, dan pie al prejuicio contrario. El cine iraní se ha convertido, según éste otro, en ejemplo de aquello que ven los pirados que solo piensan en un cine contemplativo, sin acción ni humor alguno.
“Hit The road” (Panah Panahi, 2021; en Filmin), el primer largometraje realizado por el hijo de un director iraní de prestigio, puede servir muy bien -hay que hacer la prueba- para eliminar ambos prejuicios.
La película es una aparentemente clásica road movie. En un cuatro por cuatro viaja un matrimonio, sus dos hijos y un perro, dirigiéndose hacia la frontera con un impreciso objetivo. Cantan, se pelean, descansan, se encuentran con gente -genial el encontronazo con el ciclista- y van digiriendo algo que, inevitablemente, parece configurarse.
La facilidad con la que esa madre, por ejemplo, pasa de la tristeza a la risa, llevando por el mismo camino al espectador, habla de una actriz como la copa de un pino. Y como capta Panahi el paisaje y lo hace intervenir potentemente en el film habla, a su vez, de un nuevo director a seguir, sin prejuicios.
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