viernes, 12 de agosto de 2022

Muere una mujer

Una escena en el Pie del Funicular.

En ocasiones puede uno pasarlo mejor viendo películas de esas que todo el mundo rechazaría sin pestañear por “malas” que con toda una tropa de esforzadas “no están mal”. Eso me ha pasado hoy con “Muere una mujer” (Mario Camús, 1964; Canal Somos) por lo que puedo adjudicar, básicamente, a dos motivos.
Uno sería de orden puramente cinematográfico. El film ha logrado en varios momentos interesarme, sentir curiosidad hacia donde se dirigía, aunque sólo fuera por no dar crédito a un guión que hace saltar las alarmas sobre lo que se puede hacer o no hacer continuamente. En otros me he preguntado si realmente iba a seguir el camino trillado que, incrédulamente, rechazaba por evidente. Y una cuestión adicional en este apartado: rodado en color, presenta unos colores años 60 que Almodóvar reprodujo y con los que se llevó de calle a la prensa cinematográfica francesa.
El otro motivo lleva directamente a un campo que últimamente trabajamos continuamente. Se dice que cualquier película constituye, por activa o por pasiva, un magnífico documento de su época. En este caso su visión ocasiona un revival absoluto de los primeros años 60: las gramolas, los teléfonos de disco, los cigarrillos de boquilla, los papeles pintados, los coches y hasta, si se quiere, los grises, los coches de la policía o un cuadro de Franco matador en la pared de una comisaría.
Pero además -y en eso la película es una gozada- está rodada en Barcelona y te trae el recuerdo de la ciudad de entonces continuamente. Aparecen el Paseo de Gracia, la Diagonal, el Paralelo y sus tranvías (incluida una jardinera), las actuales plazas Kennedy y Francesc Macià, así como la Av. Pau Casals, la plaza de toros (aunque no he podido distinguir si se trataba de la Monumental o la de Las Arenas), la estación de metro de Bonanova (con un falso raccord con la de Av. Tibidabo), el tranvía azul y la explanada del Pie del Funicular. También lo que creo debía ser el Hotel Rey Don Jaime. Luego la acción pasa a Madrid y ya se me hizo todo más aburrido
🙂
He dado por casa con una revista de cine de la época de su estreno, “Griffith”, y he leído la crítica que le dedicó Juan Cobos, defendiéndola enfrente de un cuadro crítico de la revista en el que toda la redacción de la revista la deja a caldo. Básicamente dice que le resultó estimulante por cómo Camús se enfrascó a conciencia en la realización de una película de intriga criminal para aprender la profesión. Y dice que lo consigue superando los fallos de un guión que muestra su debilidad por varios frentes. Eso me resulta extraño, porque el guión de “Muere una mujer” lo filmaban Carlos Saura… y el mismo Mario Camús.


Papeles pintados y decoración cuqui de una chica de revista de El Molino a la que va a ver Alberto Closas.

Los colores, repartidos por todos los planos de interiores.






 

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