lunes, 31 de mayo de 2021

La Roma de Nanni Moretti

Daniele Porretta iniciando su charla de ayer.

La obsesión (¿signo de romanidad?) de Nanni Moretti por los dulces: Bianca (1984)

El Filmstudio, donde estuvo seis meses su inicial “Io sonno un autarchico”, rodada en Super 8.

Íbamos en esta ocasión a saber de “La Roma de Nanni Moretti” según Daniele Porretta, aunque al final esta charla sobre ciudad italiana (Istituto Italiano di Cultura) se enfocó sobre todo en la filmografía del realizador italiano.
Recordando los paseos en Vespa en pleno ferragosto del personaje encarnado por el mismo Moretti en “Caro Diario”, mi ilusión era oír hablar de todos y cada uno de esos quartiere de Roma, muy desconocidos para mí, pero de un atractivo gordo según lo visto en el film. Quería hacerme una idea global y específica de cada uno de ellos.
Algo habló Porretta de ello. Ahí está ese plano de La Garbatella, con su danzante retícula urbana y superficies construidas, así como unas imágenes que hablan por sí solas de los colores y la singularidad del barrio, construido por los años 20, a base de pequeños jardines y casitas de dos o tres pisos, construidas en el estilo que dijo llamaban “barrocchetto italiano”, más propio de un fantasioso cuento de hadas.
También salió algo de Monteverde, donde dijo vivía el realizador, o de Spinaceto (La Mina de Roma, según ayuda explicatoria de Salvatore Marino), pero ahí quedaron las explicaciones, dando la pista, eso sí, de que sí queríamos seguir el itinerario que hacía Nanni Moretti en la película y de la que vimos varios fragmentos, no teníamos más que ir a la página web que lo detalla:
Todo lo demás fue recorrer mínimamente la biografía del realizador:
-hijo de Luigi Moretti, profesor de Epigrafia Griega en La Sapienza
-y de Ágata Apicella -el nombre asignado siempre a su personaje-, profesora de Literatura
-inicios con el Súper 8, yendo, como Almodóvar, a las presentaciones de su película por cine-clubs
-popularidad que le impulsó a participar en actos de izquierda contra Berlusconi
-fundador del cine Nuovo Sacher en el Trastevere y de la productora y distribuidora Sacher
Eso y pormenorizar su filmografía.
Lo que sí hizo fue nombrar, muchas veces con secuencias de sus films, las manías personales que los pueblan -especialmente los primeros-, que según Porretta son muestra de la “romanidad” de Nanni Moretti. Como:
-La afición por los dulces
-Calificar a las personas por sus zapatos


Plano de La Garbatella, con su caprichosa distribución de casas y calles.

Plano de La Garbatella, con su caprichosa distribución de casas y calles.

La web en cuestión.

La Garbatella

 

sábado, 29 de mayo de 2021

Dani Karavan

David Karavan en el documental, mostrando sus manos ante su cara a Wim Wenders, con el que ha estado conversando mientras visitan en Berlin (se sorprende de que ha sido finalmente en Alemania donde ha hecho más obras) una de sus obras.

A sus cerca de noventa años a los que ha muerto, se encarama para comprobar si una de sus obras, en Tel Avid, sigue funcionando.

Sigo tan aturdido como anoche, cuando acabé de ver la película sobre Dani Karavan y me enteré en ese preciso momento, buscando fotos, de que acababa de morir. Tuve que leer varias veces, incrédulo, la fecha de su fallecimiento: 29 de mayo de 2021.
Sabía que fue Dani Karavan quien pensó el monumento a Walter Benjamin de Portbou, pero lo cierto es que apenas sabía nada más de su obra y mucho menos de su personalidad. Ahora ligan muchas cosas. Él hizo ese extraordinario homenaje a Walter Benjamin, con ese túnel metálico que te va bajando hacia las olas golpeando contra las rocas, porque era, como artista que sabe trasmitir con su obra las emociones precisas y como judío progresista, la persona adecuada.
Un poco de cada una de ellas (obra y personalidad) es lo que suministra “Dani Karavan” (Barack Heymann, 2020), que ha pasado por el Docs Barcelona y hasta esta tarde de domingo a las 19h puede verse aún por Filmin.
La obra está firmemente conectada con su emplazamiento y el pensamiento de Karavan, que intenta expresar y hacer sentir siempre un sentimiento profundo con ella.
Vemos inicialmente una chimenea de grueso diámetro pero con unos agujeros para que el viento ofrezca unos sonidos que no tienen nada de humanos. Así dice Dani Karavan que pensó una obra en una colina que domina un desierto israelí. Luego, viendo el proyecto para homenajear a los justos polacos que ayudaron a judíos, apasionado, explica que una luz subterránea deberá surgir para agradecérselo.
Cercano a los noventa años, vemos al artista como un personaje impaciente, que recorriendo obras suyas repartidas por la geografia, se escandaliza por la falta de mantenimiento con que las tienen aquellos a las que las entregó. En una ve que no corre el agua para la que la ideó, en otra se enfurece cuando ve que están apagadas las luces que deben guiar cuando oscurece, en otra se enerva ante la falta de reacción a sus avisos de que un árbol básico se está muriendo, en todas no entiende como no las limpian diariamente, como uno haría con su casa.
Sabiendo este rasgo de su carácter, el realizador le va provocando e incluso se burla un poco de su preocupación por las pérdidas de memoria o posibles fallos cardiacos que se descubre. Viendo el fúnebre acontecimiento de ayer, está claro que no era ninguna exageración.


El camino de la paz, en la frontera entre Israel y Egipto.

Parte de los tres kilometros de “Axe Majeur”, en Cergy-Pontoise, cerca de Paris.

“The essence of place”, en Cracovia.

 

viernes, 28 de mayo de 2021

Un adiós a una hija


Una de las posibles formas para que salga una buena película digo yo que puede ser el acierto en saber trasmitir un determinado juego de miradas. Hacer, sin que resulte muy forzado, que el espectador capte que tal personaje está mirando a tal otro y haber dado la suficiente información previa para que deduzca y comprenda las razones de esa mirada.
Miradas de esas, que palpitan y transmiten, descubrí hace un tiempo en un cortometraje pasado en un festival de cine francés de cine por aquí, “Un adieu” (Mathilde Profit, 2019) y, como trataba de un padre que deja ir a su hija de casa, como fui padre y -como señala Anna- inevitablemente me alcanzó, lo anoté en una libretita y lo comenté en este “Casi lloré al ver esta escena en el cine” que me publica hoy La Charca Literaria:


 

L'ancien et la moderne

La peau douce. No me había fijado nunca en que aparecía Maurice Garrel...

Notorious.

Uno de los aspectos que mejor explica Nicolás Saada en este vídeo sobre la cada vez más enriquecedora “La peau douce” (François Truffaut, 1964), que hasta el jueves siguiente se podrá ver gratuitamente en Mk2Curiosity, son los elementos Hitchcockianos de puesta en escena que empleó Truffaut en ella. Planos muy recortados en cuanto a su duración (en una película que juega continuamente con la fragmentación y la doble impresión -lento, rápido- del tiempo de la acción), posiciones de la cámara con puntos de vista muy estudiados, composición de cuadro y mucho más que está magníficamente explicado con voz e imagen en este estupendo y concentrado vídeo.
Pero no se queda ahí su análisis. Su introducción de la confontración entre lo antiguo y lo nuevo (tanto personajes, acciones, ambientes como formas de hacer cine) ofrece una nueva visión del conjunto e incrementa las ganas de volver a ver, desde esta perspectiva, el film.
Cuelgo como ilustración, ya que en la película se emplean precisamente con extrema habilidad, dos imágenes congeladas correspondientes a dos escenas similares, la primera de la película de Truffaut y la segunda de Notorious, el film de Hitchcock de la que Saada nos hace ver que procede. En ambas, una serie de personajes se acercan a saludar al protagonista (Jean Desailly en La peau douce, Ingrid Bergman en Notorious), que los ve de lo más amenazantes, deseando como está salir por piernas de ahí.


 

jueves, 27 de mayo de 2021

Contrate una novia


“Vi kan!”, exclaman los personajes de “Contrate una novia” (“Fästmö uthyres”, Gustaf Molander, 1950; en Netflix) y lo entendemos perfectamente porque después llegó el “Yes, We can!” de Obama o el “¡Sí, podemos!” de Ídem.
Comedia que se fuerza en mostrarse alegre, la vimos anoche como elemento para la vision de consenso. Comporta, según nuestra también consensuada opinión tras verla, escenas francamente divertidas y otras que, francamente, están a punto de hundir el barco. Y entre éstas, para que nadie se lleve a engaño, estarían también las protagonizadas nada menos que por Gunnar Björnstrand quien, en contra de la impresionante serenidad de las interpretaciones que hizo en películas de Ingmar Bergman, desarrolla aquí un personaje de lo más histriónico, con la fracasada intención de llevar a la risa.
Comentaba por aquí el otro día que no creía que surgiera la sorpresa en el bloque de películas suecas compradas por Netflix precisamente por las de Gustaf Molander, que seguramente se quedarán en un perpetuo tono intermedio, y ésta lo confirmaría.
La ventaja de su visión por delante del grueso de lo ofrecido por las plataformas estaría en lo alejados que hemos estado de las circunstancias escandinavas por aquí. Ver una película como ésta, con su marcado tono feminista (aunque rompedor también, según se intuye, ahí, porque es uno de los elementos que ves provocan la hilaridad) y situarla por 1950 te vuelven a señalar lo odiosas que son las comparaciones.


 

miércoles, 26 de mayo de 2021

Tanger: esa vieja dama


Es verdad que esto del Facebook tiene cosas muy criticables y otras que resultan de tanto en tanto bastante pesadas, pero se me reconocerá que también tiene su lado bien bueno. Uno de éstos, para mí, es sin duda haberme acercado a gente a la que siempre he admirado y hasta de la que alguna vez he pensado que vivían la vida que seguramente a mí me habría gustado, pero que yo no podría ni me atrevería nunca, vivir.
No acabo de conocer bien a todos los “amigos FB” que se mueven por esa plaza, pero podríamos decir que se van formando en ella grupos, casi familias, diferentes. Si cuando entré en esta red social vi que me había hecho con un grupillo de amigos de Bilbao, que luego poco a poco se fue diluyendo, ahora soy también “amigo FB”, entre otros, de un grupo de “tangerinos”, y no de unos tangerinos cualquiera. Ahí van para atestiguarlo los nombres de Bernabé López, Ramón Buenaventura... y últimamente Javier Rioyo, porque de Lisboa, siguiendo ciudades envidiables, fue a vivir a y vive ahora y trabaja en la ciudad del Estrecho.
Pues bien: ayer Javier Rioyo acudió vía Zoom a una charla de la Cátedra UNESCO bajo el nombre de “Tánger, esa vieja dama”, el mismo del documental que hizo con López Linares en 2001 sobre la ciudad.
Tocó en el tiempo de conexión casi todos los temas que suelen cruzar por el horizonte cuando se piensa en la ciudad. Le incitó inicialmente Nesrin Karavan, natural de Estambul, planteando las posibles similitudes entre las ambientes históricos de las dos ciudades, cargadas de espías, religiones, idiomas y culturas diferentes.
¿De donde viene su atractivo? Rioyo lo tiene claro: “Pocas veces se han dado casos de coincidir en una ciudad una serie de circunstancias como escasos impuestos, convivencia de muchas religiones e idiomas y,sobre todo, bastante, mirado retrospectivamente, insólita liberalidad...”
Ha buceado en alguno de los variados mundos que le llevaron hasta situar en su mente la ciudad de Tánger como algo especial y ha mencionado entonces tanto a los reusenses Fortuny y Tapiró como a las muchas figuras cinematográficas implicadas (Sainz de Soto, José Luis Alcaine, Concha Cuetos, Bibi Andersen, Glòria Berrocal, Diego Galán,...) o de otros campos (Goytisolo, Ángel Vázquez, Haro Tecglen, Carmen Laforet -de cuyos contactos tangerinos nos informó ayer muy bien Rocío Rojas-Marcos, autora de un libro sobre ello- o los citados Bernabé López y Ramón Buenaventura).
El recuento ha dado poco después para hablar del Tánger mítico (evocado como si hubiera sido irreal, según Andrea Villar del Valle, que está estudiando el tema, por varios títulos de novelas concentradas en ese ambiente, que hablan de niebla, sueños y cosas así) y del real (que Javier Rioyo ha señalado que también ha ofrecido títulos como “El pan desnudo” o “La vida perra...)”.
Han salido sitios inolvidables, tangibles como el Teatro Cervantes (aún por restaurar, ahora ya bajo la titularidad del gobierno marroquí) o el Cine Alcázar de la ciudad y otros ya prácticamente intangibles, como el diario España. Y se ha hablado mucho de esa comunidad sefardí de la que quedan, según sus palabras, tres sinagogas, varios edificios, cientos de rastros, pero ya muy poca gente.
Aunque hubo un malentendido inicial sobre el momento de conexión para la sesión, porque el huso horario de Barcelona y Tánger difieren una hora y por aquí solo parecemos saber de nuestra propia hora, quiero creer que eso fue nada más que una anécdota, y que vamos a la una con Tánger o, al menos, con lo que está intentando hacer en el Instituto Cervantes de Tánger Javier Rioyo.




 

La casa del miedo


Anoche satisfacción grande tras el reencuentro con uno de esos Sherlock Holmes de William Neill, “La casa del miedo” (1945; en Filmin).
No sé si por el tiempo transcurrido desde la visión de la anterior, disfrute importante. No solo Basil Rathbone debe ser quien mejor case con el papel del detective, ni Nigel Bruce quien mas felizmente ofrece un Dr. Watson más divertida y entrañablemente bobo e inútil, sino que me dio la impresión de que, al margen de algún decorado de esos demenciales, la película poseía un productivo argumento para el tipo de serie (esos hombres maduros que forman una asociación y se recluyen en una más que improbable casa con aspecto de iglesia gótica en la costa escocesa, empezando a recibir vía la siniestra mayordoma unos sobres con pepitas de naranja que van anunciando la muerte de cada uno de ellos) y repartía los (contados, es verdad) momentos sherlockhianos por todo el -como siempre agradablemente corto- metraje.
Poco, pero suficiente, de tanto en tanto, en época de escasez.




 

martes, 25 de mayo de 2021

Regreso a Hope Gap


En Seaford, en la costa de acantilados blancos del sur de Inglaterra. Un entorno apacible en el que se desarrolla un drama familiar de esos que suelen pasar, por el que muchos han transitado y podrían decir eso de “Yo ya estuve antes ahí”.
“Regreso a Hope Gap” (William Nicholson, 2019; Estrenos Movistar, pero está también en Filmin y otras plataformas) cuenta, para hacer pasar una píldora que otros harían intragable, con dos grandes actores, Annette Bening (aquí por momentos algo histriónica) y Bill Nighy (por contraste la serenidad absoluta) y un joven actor, Josh O’Connor, en medio, balanceado por ambos y balanceando él, a su vez, su propio gusanillo.
Tras el primer tercio del metraje algo hace que veamos a Annette Benning en una escena, de sopetón, sin maquillar, aparentando por vez primera sus años. En varios momentos, eso sí, parece que se haya puesto al cargo de la música Richard Clayderman o Mari-Cruz Soriano para acompañar las inevitables imágenes aéreas sobre los acantilados, recordándonos que, de no estar ahí Nighy para atemperarlo, estaríamos ante un film de lo más convencional e irrespirable, estilo los alemanes de sobremesa de domingo de la primera cadena.
Pero vuelven a surgir entonces nuevas escenas que podían salir (aunque viendo la ficha no procede de una de ellas) de una obra de teatro... británica.


 

domingo, 23 de mayo de 2021

Gorbachev. Heaven


He iniciado “Gorbachev. Heaven” (Vitaly Mansky, 2020; en Filmin DocsBarcelona, pero solo hasta esta medianoche) para ver cómo está Mikhail Gorbachev últimamente, porque era un tío que recuerdo no me caía mal, y me he quedado viéndolo hasta el final.
Detalla al equipo lituano que rueda en la enorme casa que le prestaron, con decoración de gusto discutible, alguna cosa de interés sobre las circunstancias de su pérdida del poder, pero sobre todo lo que se ve es a un hombre ya de 90 años, con grandes dificultades con sus piernas, que muestra su satisfacción cuando recuerda y sabe decir algún verso o canción que vienen a cuento.



 

viernes, 21 de mayo de 2021

Instant Stories


No me ha entusiasmado lo que pensaba este “Instant Stories” de Wim Wenders (Thames & Hudson, 2017), como su mismo subtítulo dice, 403 de sus polaroids con 35 historias autobiográficas asociadas.
Contienen, desde luego, la estética del primer Wenders, que nos convenció a todos, pero sobe todo las de color se han desvanecido de tal manera que dan un penoso tono brumoso al conjunto.
Imágenes:
0.- Portada
1.- Cuando rodaba “La letra escarlata” empezaba a despertar su vitalidad.
2.- Durante “Alicia en las ciudades”
3.- De “Falso movimiento”
4.- Wenders dice en el libro dedicar esa página “a un lugar muy especial en mi vida”. Es la Cinemateca Francesa del Palais de Tokyo, cuando aún estaba dirigido por Henri Langlois.






 

jueves, 20 de mayo de 2021

La videoguerrillera


Una apisonadora a toda velocidad pasó ayer por las redes de la Federació Catalana de Cineclubs, dejando boquiabierta a la audiencia. Mireia Iniesta fue hurgando entre diferentes temas para que María Cañas se explayase en sus explicaciones, y vaya si lo hizo: puso en marcha el ventilador y ahí apareció de todo. Solo apunté alguna de las expresiones, porque no me dio tiempo de retener las otras o la risa, una vez captado el concepto, me inutilizó una y otra vez.
Ya de salida Mireia Iniesta mencionó movimientos a los que, según la expresión de la artista, ella perteneció -según propia declaración- en un momento u otro, como la Risastencia o la Videoremezcla.
La videasta (mientras el cuerpo aguante, aunque confiese estar muy quemada) completó la definición con toda otra retahíla sobre el carácter de sus producciones, de la que sólo retuve lo de quitamiedos, quitapenas y su autodefinición, como hacedora de la misma, de vídeoguerrillera o ciberquijota. En otro momentó explicó que, de tanta etiqueta, ya se agota, pero el caso es que, pese a baches emocionales, sigue viendo, guardando y manejando todo lo que encuentra por internet, hasta dar forma a una de sus cosas.
Uno de los momentos que más me llegó fue, no obstante, cuando soltó, detrás de uno de sus ramilletes de palabras entrelazadas, un “¡Ay!”. Suspiro profundo.
Consciente “de lo que puede llegar a liar una buena moza en su casa con el Youtube”, que es tanto materia prima como depositario de su trabajo, a la pregunta de qué opinión tenía sobre el tema de los derechos de propiedad esgrimidos por las grandes corporaciones, María Cañas responde sin demora:
-Si le estamos dando nuestras almas al Fachabook, ¿por qué no podemos gozar un poco de todo lo que se ventila por ahí?
Consciente de la estúpida persecución de estas grandes redes (“Pones un pezón, aunque sólo sea para hablar del cáncer de mama, y te censuran”), a la pregunta de Julio Lamaña sobre cómo se sitúa como documentalista, lo tiene muy claro: “Yo no quiero ser Michael Moore. Yo quiero hacer cine para crecer”.
Cuestión obligada, la de cómo se maneja con tanto archivo, ella que lo copia, para utilizarlo en algún momento, todo: “Mis archivos son los archivos de la magia, pero sobre todo del caos”. Y una pista sobre su casi enfermedad, la acumulación, que llega, por lo que nos enteramos, hasta dejar todo tipo de materiales en una habitación de casa de sus padres: “Ya se dice que, en el fondo, se acumula para huir de la muerte”.
Pregunta de rigor final: ¿qué nos va a deparar María Cañas en un futuro próximo? Habiéndole oído decir más de una vez, muy seriamente, que iba a dejar todo esto del video, su respuesta es reconfortante:
“Me quería retirar, pero me he liao”. Me obsesiona todo lo que hemos vivido de la pandemia y el confinamiento y lo he grabado absolutamente todo. Tengo un petabyte (y ahí, inexpertos, pensamos todos que esa unidad de medida suya era otra divertida invención suya) de material, y ahora me han pedido una cosa...”
¡Bien!
En la imagen, Julio Lamaña (nunca sé si desde aquí mismo o desde Colombia, pero en todo caso con un auténtico acento de allá) y Mireia Iniesta escoltando, arriba, a María Cañas, que espera preguntas desde su casa de Sevilla, junto a su perro Murphy -que se comportó, saludando al final- y ante un frame alterado de “El coloso en llamas” de la que se siente orgullosa (y algo temerosa de que, como con todas sus películas, no le vayan a pedir un dineral por su creación).


 

Locos por las partículas



De las películas que presenta el Docs Barcelona estos días en Filmin escogí “Locos por las partículas” (“Particle fever”, Mark Levinson, 2013), no para encontrar en ella ningún hallazgo cinematográfico, de los que anda escasa, sino para intentar enterarme un poco de lo del CERN, el bosón de Higgs y toda esa basca que puede aclarar la creación y evolución del universo.
Es verdad que parece un documental de esos pagado por el departamento de motivación de empresas jóvenes y dinámicas, pero debo decir que, desde la barrera, contiene una serie de explicaciones sumamente claras, para lo complejo de lo que se dilucida. Y que aparecen una serie de científicos a los que se les nota eso de estar viviendo de verdad de las buenas un momento de máxima emoción.
La sesión juega con el inconveniente de que se sabe lo que se había obtenido en el momento de realización del film, lo que amortiza bastante la emoción. Por otra parte, en otro orden de cosas, el que desde entonces no haya salido mucho más por los medios de comunicación también aclara muchas otras cosas.



 

miércoles, 19 de mayo de 2021

María Cañas con la FCC



Hoy, a las 19h, una actividad recomendada: se trata de buscar la página Facebook de la Federació Catalana de Cineclubs, donde tendrá lugar, en directo, una de las charlas con cineastas con las que nos ha ido regalando esta temporada.
A esa hora (¡a ver si son puntuales!) aparecerá por ahí Julio Lamaña, un moderador muy fino que además sabe meter cucharada cuando conviene. Él dará paso a Mireia Iniesta, que está haciéndose un lugar en estas lides y ella, a su vez, a la indefinible sevillana María Cañas.
Como las dos son de lo más cañero, se recomienda acudir con precaución y protección adecuada. Espero que Julio Lamaña salga valientemente al quite si de los avatares del cine más libérrimo y de lo más independiente de estos lares que practica (con amenazas frecuentes de dejarlo) María Cañas, la cosa deriva hacia una tremebunda proclama feminista.
La fotografía de María Cañas la he sacado de proyector.info. La de Mireia Iniesta delante de un cartel que habla de la perversa caricia de Satanas, de la misma FCC.


 

lunes, 17 de mayo de 2021

L’aimée




Éste es el tipo de cosas que me gustan, que siempre escojo para ver.
Se trata de “L’aimée” (2006), un documental muy personal de Arnaud Desplechin. Una noticia de una muerte y de un desalojo de casa para su próxima venta desencadena de una vez por todas en él las ganas de saber de su familia, de toda esa generación que acaba de desaparecer, con esa muerte, por completo.
Como la ha puesto en “Henry” la Cinématheque Française, se puede ver, con subtítulos en inglés,aunque van muy rápido, en este enlace:


Arnaud Desplechin preguntando a su padre sobre su(s) abuelas.


 

jueves, 13 de mayo de 2021

Charulata

Dos mundos

Ella, con prismáticos en la mano, va a mirar con ellos hacia su marido.

Es fascinante, embriagador, todo el largo inicio de la película, hasta que se produce el primer diálogo con una cierta continuidad:
La cámara, seguramente situada en unos raíles, en unos planos muy bien planificados, mediante movimientos majestuosos y precisos, va dándonos a conocer a Charulata, la mujer de un hombre adinerado de Calcuta, que evoluciona por su casa.
Todos sus recorridos son por el interior de la mansión o, en todo caso, por su claustro interior, pero ella abre rendijas en las persianas para, por las ranuras establecidas, ver a algún personaje del exterior, que se anuncia por y del que se distingue siempre su sonido. Sonido y música, del mismo Satyajit Ray, son aquí esenciales.
Llega a casa su marido. Ella sale a recibirlo, con unos prismáticos en sus manos. Cuando él se aleja por el pasillo del claustro (imagen), ella le mira a través de los prismáticos. No cabe duda alguna: él está decididamente muy lejos de ella, en otro mundo.
Si todos los planos iniciales nos recalcan que ella está en su casa como en una jaula de oro, una imagen posterior acaba de redondear esta impresión: la ventana ante la que se encuentra Charulata tiene una reja y, detrás, una jaula contiene a su vez a sus pájaros, prisioneros, como ella, para ofrecer alegría al ambiente de la casa. Mucho más tarde, cuando ella cree ver por un momento la solución a todas sus preocupaciones, tiene lugar, en contraposición, la única secuencia de exteriores, con los amplios horizontes de una playa.
Una última nota sobre el espíritu Jean Renoir que exhibe la película. No se trata aquí del primer Renoir del cine hablado, que tanto influyó en el Neorrealismo italiano, sino uno posterior. No es sólo que haya unos planos de ella en un columpio que recuerden irremisiblemente a los de “Une partie de campagne” (1936). Ray adapta un cuento de Tagore y vemos una equivalencia grande con Renoir adaptando a Maupassant.
Parece que el Verdi ha prolongado al menos una semana más las sesiones de “Charulata” (Satyajit Ray), lo que me hace feliz. Que una película hindú de 1964, que es sin duda la mejor apuesta de la cartelera, se siga proyectando, quiere decir que la empresa ha visto que el público acude en mayor número que lo esperado a sus sesiones. No siempre hay que verlo todo negro.


Charulata en el columpio

 

Jerichow


A mi me gustan más, decididamente, sus películas más recientes, siempre con un tema histórico o mítico más o menos subterráneo, pero creo que se puede reconocer que este “Jerichow” (2008, ahora en Mubi) muestra el pulso y solidez de los planteamientos de Christian Petzold, en este caso ante el relato de un triángulo que la plataforma señala similar al de “El cartero llama dos veces”.
Claro que el pasado haciendo de soldado en Afganistán del protagonista también va hurgando lo suyo.


 

miércoles, 12 de mayo de 2021

Tokyo ride

Uno de los alucinantes recorridos por las autopistas construidas por encima de los antiguos canales, que hacían de Tokio una ciudad estilo Venecia, con muy frecuentes recorridos en barca. ¿Una muestra de la pasión por lo nuevo de los japoneses?

Pues resulta una extraordinaria, inolvidable visita a Tokio, que recomiendo sin fisuras a los amantes de la arquitectura, lo japonés, el pensamiento sobre estética, los coches singulares italianos y el cine.
Hace un par de años la Filmoteca nos permitió descubrir, presentados por ellos mismos en una sesión, un par de documentales sobre arquitectura, su especialidad. Uno de esos documentales era “Moriyama-san” (2017). Y precisamente en la Moriyama House finaliza, con una preciosa escena al son de “Una furtiva lacrima”, “Tokyo ride” (Ila Bêka y Louise Lemoine, 2020), que puede verse -me temo que sólo fugazmente- por Filmin, con motivo del BARQ Festival.
El arquitecto Ryue Nishizawa invita a la pareja de documentalistas a pasar un día con él recorriendo Tokio en Giulia, su ya mayor pero muy estimado Alfa Romeo. Ese recorrido, un día lluvioso, es el que constituye la película.
Nishizawa no habla mucho y no parece hacerlo, en todo caso, de arquitectura, pero va tejiendo, con los pequeños detalles sobre la tradición y modernidad japonesa que nos desvela, con sus mínimas explicaciones que podemos contrastar con lo que vemos desde el coche, con sus visitas (una es a la casa que construyó para la también arquitecta Kayuzo Sejima y al despacho de arquitectura -SANAA- que comparte con él), un apasionante retrato de todo lo que indicaba en el primer párrafo.


Kayuzo Sejima y Ryue Nishizawa, en la fascinante casa de la primera que le construyó el segundo. Están en un “interior” que integra la casa de la arquitecta con la preparada para su madre, para cuando viniera de su casa tradicional de las afueras.

Giulia, el “orgánico” Alfa Romeo de Nishizawa, aparcado junto a la Moriyama House.