jueves, 27 de junio de 2019

El sabor del sake

Las chimeneas que, en “plano vacío” han iniciado el film, contempladas tras un proceso de aproximación desde el despacho del protagonista.
Esa estética moderna suya tan años 60, con esos decorados grises y azulados en los que domina alguna colorida pieza de plástico, esos mecanismos de circulación interior por los mismos, me recordaron varias veces el “Mi tío” de Jacques Tati.
Este pasillo con un corredor transversal al fondo tan común en los planos de Ozu, forma parte de los “planos vacíos” de aproximación inicial a la trama y aparece luego en repetidas ocasiones, para ubicar sin problema la escena.
En 1962 Yasujiro Ozu estrenaba su última película, “El sabor del sake”, otro de los films del autor con guión suyo y de Kogo Noda que presenta a sus protagonistas -ellos- cayendo una y otra vez en las manos del alcohol, poniendo en marcha esa compañía casamentera que va a dejar sólo al viudo Chishu Ryu mediante la boda de su hija. Ayer, seleccionada por Mercedes Sampietro, se pasó por la Filmoteca y al llegar anoche a casa tras su visión, fui a buscar, al igual que tras la de un film de Hitchcock el libro de Truffaut, el libro de Marta Peris, “La casa de Ozu”, para ver qué decía de la misma, pues es una de las películas de las que habla en extenso.
Chishu Ryu se aproxima a uno de los bares del típico callejón especializado, repleto de letreros luminosos.
Entresaco del capítulo de Marta Peris únicamente dos ideas, un par de cuestiones que, más allá del desarrollo de la tesis de todo el libro, son de esas que parecen una obviedad una vez leídas, pero que indican una extensa, detallada reflexión previa hasta caer en ellas.
Chishu Ryu hablando seriamente (se nota que no lo ha hecho nunca) con su hija.
En uno de esos puntos explica que el protagonista de la película no es la hija, sino el padre, quien, en el transcurso de esa trama como siempre fraccionada a base de “planos vacíos” (como les llama ella) que enlazan entre sí las escenas “de acción”, tiene una serie de encuentros con su pasado, como una reunión de antiguos alumnos “con su viejo profesor y un encuentro con un soldado a su cargo durante la guerra” que, entre otros, serán los que le despertarán su inquietud sobre el paso del tiempo y por el futuro de su hija.
Chishu Ryu hablando seriamente (se nota que no lo ha hecho nunca) con su hija.
En otro, centrándose en una secuencia en que se escenifican los conflictos del matrimonio del hijo mayor, habla de uno de esos planos aparentemente “vacíos”, pero cargados de significados: aparece su esposa sacudiendo una estera en el balcón y Marta Peris nos alecciona de que “tal y como explica el plano vacío de la fachada del edificio que abre esta escena, repleta de colchas, edredones y alfombras, se trata de un gesto rutinario que se renueva cíclicamente junto al resto de cuidados de la casa. Por tanto, se puede deducir entre líneas que no se trata de una situación aislada entre el matrimonio, sino recurrente.”
Los tres antiguos compañeros de estudios, dándole al sake. De hecho, como uno de los elementos que hablan de la enorme transformación japonesa, el sake es sustituido en muchas escenas por el whisky de los antiguos enemigos.
Da gusto, al margen de dejarse llevar por esas aparentes repeticiones de trama de las películas de Ozu, bajar de tanto en tanto a observar el desmenuzamiento de sus planos y escenas, esos pequeños detalles que hacen a sus películas, además de tan emotivas, tan consistentes.
En la parada de tren. El tren aparece inicialmente sólo en off, en la banda sonora, pero luego también en vivo en escenas como ésta para, señala muy sugerentemente Marta Peris, ayudar a fijar la idea de la fugacidad de la vida.

lunes, 24 de junio de 2019

Le mystère Koumiko



La cámara de Chris Marker previamente ha recogido el nombre de un letrero de un comercio o local: Kurosawa. Al poco tiempo, capta un cartel de "Los paraguas de Cherburgo". Cambio de plano, pasando a sonar de fondo la música de esa película. Por la pantalla desfilan entonces varios emplazamientos de Tokio, la gente protegida de la lluvia con sus paraguas. Este emocionante homenaje al film del amigo aparece en "Le Mystère Koumiko" (1965), que Le Club Cinéma deja ver esta semana, hasta que el próximo viernes lo reemplace por otro corto o mediometraje.
Chris Marker fue a Japón por los Juegos Olímpicos de 1964, tras el radical cambio económico y social del país, poniéndose a filmar lo que veía como tenía por costumbre. Esbozó el retrato de una japonesa nacida en Manchuria, Koumiko, que es a la vez un magnífico retrato de Tokio y el nuevo Japón que florecía, para asombro de Occidente, en ese momento.
El enlace a la película, que será reemplazada el próximo viernes por otra:

domingo, 23 de junio de 2019

Crepúsculo en Tolio




Me temo que no resultará muy verbenero, pero es lo que hay y de lo que puedo hablar: acabo de ver "Crepúsculo en Tokio" (Yasujiro Ozu, 1957).

Empieza con un callejón de esos de bares y Chishu Ryu acudiendo a uno de ellos a la salida de su trabajo en el banco. Luego hay en ella interludios con trenes (que están incluso presentes de forma radical en la trama), planos de la casa japonesa, Setsuko Hara haciendo de hija de Ryu (pese a que aparece con una tristeza en su rostro bastante inusual), problemas generacionales con una hija díscola, un altar casero, planos interiores de estética increíble, etc, por lo que todo apunta a que nos encontramos con un Ozu genuino.

No obstante, no es de los que más he disfrutado. Su trama de alcance social, con un tono muy moralista, protector a toda costa de la familia, ese Japón bastante maltrecho y oscuro que aparece, todo conduce hacia un melodrama desatado, superando lo que uno podría pensar de Ozu.

Al final la soledad del hombre maduro aparece como camino para una solución y encauza las aguas de nuevo. Un sol radiante lo inunda todo por vez primera, pero aún así no encuentro del todo ese reconfortante matiz que convierte la visión de las películas de Ozu en un placer genuino, continuo.



sábado, 22 de junio de 2019

1992



Puestos a ver series de TV, me he tragado los diez episodios de la italiana "1992". Claro que tal como acaba es bien probable que aparezca una segunda temporada, que igual se llama "1993".
Cosas curiosas: cómo pinta el derrumbe del Partido Socialista, la caída del Partido Democrático (impagable, muy bien dibujado, ese vecino), los primeros éxitos de la Liga Norte y la aparición de una figura mediática con un gran futuro, Berlusconi.
Al escribir ahora estás cosas, pensando en eso de que Italia siempre suele ofrecernos nuestro futuro con unos años de antelación, he calculado que si eso pasó allí en 1992, aquí parecía reproducirse unos veinte años después. Ahora, tras las últimas elecciones, no lo veo tan claro, pero vaya.



viernes, 21 de junio de 2019

Dead Souls

Se llama "Dead souls" (2018). Quizás porque se habla en ella de muchos desaparecidos. Quizás porque, tras oír el largo relato de cada uno de los entrevistados, aparece un cartelito diciendo que murió posteriormente en tal fecha, Por una u otra cosa, el larguísimo documental de Wang Bing (8h 14 min) nos acerca a eso, a almas muertas, a las que da visibilidad y voz.
Los entrevistados (desde el año 2005 o así) eran los supervivientes que encontró y quisieron salir a explicar sus años recluidos en un centro de reeducación para anti revolucionarios durante la década de los 50. Viejos gritones, gesticulantes, escenificando muchas veces lo que explican, da la impresión de que hablan a raudales porque hasta entonces no habían querido decir nada de esa cuestión, o nadie les había querido escuchar como hace Bing.

El tema de fondo es atroz. A ese lugar fueron a parar gente que había mostrado sus reticencias a la revolución, pero también otras de forma más que arbitraria. Uno de ellos explica que Mao dijo que había un 5% de gente antirrevolucionaria que debía combatirse y, dóciles, como pasa, por cierto, hasta en las empresas ante la más ocasional frase del líder, los jerarcas del partido se impusieron la obligación de apartar, "regenerándolos por el trabajo" al 5% exacto de cada grupo. Si no se encontraba un derechista, se actuaba contra cualquier persona. Primordialmente contra alguien que, por ejemplo, había sido bastante certero en la solicitada crítica al Partido. Pasada una primera etapa, da la impresión que también por un malentendido por jerarcas que querían quedar bien con sus superiores y dijeron que su centro era autosuficiente, llegados los años 60/61, la población apartada de sus hogares empezó a quedarse sin comida. A un trabajo forzado agotador sumaban una mínima, totalmente incompleta, alimentación. La gran mayoría murieron, exhaustos, literalmente de hambre.

Las entrevistas cubren casi todo el metraje de "Dead Souls". Están realizadas en interiores, en las viviendas de los entrevistados, en general sumamente modestas. Sólo de tanto en tanto, Bing hace un movimiento de cámara para hacer aparecer en cuadro a la mujer del entrevistado o seguir las vicisitudes de un espectacular funeral, con el ataúd porteado con gran esfuerzo por un polvoriento sendero que va desmoronándose a su paso. O bien, cámara en mano, se desplaza por lo que queda del sitio de reclusión...hasta dar con unos huesos tirados por ahí de aspecto de lo más humano.
Para la primera parte había reservado entrada, no fuera que, después de los esfuerzos para llegar a verla, estuviera lleno. Viendo que debíamos ser únicamente una docena de espectadores ya no reservé para la segunda. En ésta éramos sólo cinco en la sala del Zumzeig. Me dio la impresión de que yo era el único que repetía, después de haber acudido a una primera parte en que me atacó el sueño y lo pasé fatal.

Miquel M. Freixas, que presentó el film, en esta segunda ocasión nos iba animando: "Ya veréis: la recordaréis toda la vida y estaréis orgullosos de haberla visto. Yo estaba ahí y la vi, diréis". En esta segunda parte, ya más descansado, pertrechado debidamente (agua, caramelos) para no caer derrotado por las más de cuatro horas de vocerío en chino, de proyección sin pausa alguna, conseguí interesarme de verdad por el relato de casi todos los personajes, sin haber de esperar a esos movimientos complementarios de cámara de Wang Bing en busca de la mujer del entrevistado que tiene un gesto o complementa algo parecería que mirando Dios sabe dónde o a esos profundos momentos en que lo que se ve no es el cuadro fijo de una entrevista, sino toda una condensación de contundentes sentimientos. Y estoy finalmente de acuerdo con lo que nos decía Freixas.

jueves, 20 de junio de 2019

Antonio Drove y sus conversaciones con Douglas Sirk


Era un personaje arrollador. Pude experimentarlo yo mismo, en directo. Martí Rom me dijo que Antonio Drove estaba por Barcelona para presentar “La caza de Brujas” y que si le acompañaba a entrevistarlo para el “Dirigido por…”. A bodas me convidas…

Fue una conversación larga, aunque quizás debiera hablar de monólogo. Se le veía disfrutar lanzando sus sonoras frases propias de un western crepuscular, como “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”, “No eres más que un labrador irlandés que pretende defender una casa con columnas blancas que nunca has tenido ni tendrás” (Mayor Dundee) o “Tuve la mejor mujer y el mejor caballo, pero los perdí en una partida de póker en el Mississippi”.

Al año siguiente de la entrevista Antonio Drove nos sorprendía presentando en TVE cuatro capítulos de una larga conversación con Douglas Sirk, a la sazón convidado por el Festival de San Sebastián. Los VHS grabados de la tele –donde dicen que ha desaparecido el programa- son atesorados por sus poseedores como una joya, no soltándolos por nada del mundo. Y es que pocas lecciones de cine como esa, dicho eso por alguien como yo que no es precisamente un seguidor de los melodramas.

Hace unos días me anunciaron desde la Librería Gil de Santander que iban a presentar, precisamente, un libro que ha salido sobre esa conversación. Habrá que hacerse con él…


sábado, 8 de junio de 2019

Premières solitudes

Hoy se despedía de la Filmoteca Claire Simon presentando su “Premières solitudes” (2018), un preestreno, por cuanto tendrá distribución. En esta ocasión escoge para su habitual inmersión un lycée de Ivry, en las afueras de París. Allí entabla complicidades con unos cuantos alumnos, les hace hablar preguntándose entre sí sobre sus vidas y como resultado nos ofrece un magnífico retrato de un tipo de adolescentes, seguramente representativos.
Ella ha explicado en el coloquio que creía que la línea de fondo que iba a surgir en el documental sería la de la amistad, quedando bien sorprendida al ver que todos se ponían a hablar de la soledad, en unas familias en las que mayoritariamente los padres están divorciados. Ésta constituyó finalmente la línea de la película. “Ellos son los que querían decir esto”, asegura Claire Simon.

Tras unos días de ver a Claire Simon y a sus films, en ésta he podido ir constatando su forma de hacer. Esas declaraciones a la cámara en primeros planos o planos medios no pueden surgir si no es con una complicidad previa con los protagonistas, que debe costar establecer. Entre conversación y conversación coloca unas cuantas transiciones marca de la casa. Aquí hay varias con un árbol o vegetación de protagonistas, ya sea su sombra imprimiéndose sobre el asfalto o bien el sonido de sus hojas al viento. La vie que coule, quoi!

Pequeños detalles de su buen hacer, apenas perceptibles: una chica baja las escaleras del instituto, se pone los auriculares, en los que suena algo de Bollywood y se marca para nosotros un baile. Cuando llega a un vestíbulo en el que se encuentra con otros estudiantes, podemos observar en una pared un folleto de “La la land”. Otra, al final de la película: es de noche, unas alumnas están en lo alto de uno de los edificios colmena que rodean la parte más antigua, de edificios más bajos, de Ivry. Una chica habla de que no cree que estemos solos en el universo. Claire Simon dirige su cámara hacia el enorme edificio de enfrente. Luces aisladas en unas cuantas habitaciones indican que por ahí debe haber vida humana...

viernes, 7 de junio de 2019

Ascensión, caída y reposo de Maria von Herzig”


Antoni Padrós es un cineasta ácrata (eso da muestras de haber dejado de serlo) y underground (eso lo fue por necesidad) que en esa línea hizo un peliculón que siempre he admirado, “Lockout”. (1973). Pero ya entonces sentía una atracción muy fuerte hacia el melodrama desatado y la ópera.
Su “Ascensión, caída y reposo de Maria von Herzig” (1986) iba por ahí. Se quedó en sólo su prólogo, pero éste dio para ver cómo la diva Maria Montenegro bajaba majestuosamente, como si de una película de ambiente operístico se tratase, una aparente escalera.
La escalera era ésta de la Casa Alegre de Terrassa.

jueves, 6 de junio de 2019

Master Class de Claire Simon

Suelen tener algo de trampa incorporada esos actos que se anuncian bajo el nombre de “master class”. Cuando es un cineasta quien la da, habitualmente efectúa un repaso de su carrera, proyectando alguna escena de sus películas que pueda ser significativa. La mayor parte de las veces, la “máster class” de marras suele estar alejada de cualquier atisbo de enseñanza para quienes acuden a atenderla porque están estudiando o tienen intención de hacer cine.
No ha sido el caso en la apasionante “master class” que ha impartido hoy Claire Simon en la Bonnemaison, dentro de la Mostra de Films de Dones, aunque ella ha empezado diciendo, sonriente, que no sabía qué era eso. Cualquier estudiante de cine ha podido extraer de ahí una serie de planteamientos sobre cómo afrontar sus documentales que no debieran caer en saco roto.

Al final solo ha pasado un trozo de cuatro de sus películas, pero los cuatro trozos resultantes estaban tallados por un mismo patrón. Si Claire Simon dice que le gusta acudir al interior de lo que filma para captar las historias que allí existen, su dispositivo -que ha explicado en cada caso- y su perseverancia le han permitido captar, al menos en esos cuatro trozos, unos enormes momentos -de lo más emotivos- de verdad.
Ha empezado con un “homenaje a Barcelona”, una Barcelona que todos los espectadores hacen suya en su cabeza al asistir a los detalles logísticos que van apareciendo en una conversación en la que un gestor de una oficina de planificación familiar instruye a una chica de 24 años que quiere abortar y lo hará... en Barcelona. La película es “Les bureaux de Dieu” (2008). Claire Simon estuvo asistiendo a un montón de conversaciones entre los responsables del “Planning Center” y su “público” (así ha dicho que llaman a las madres que se ven obligadas a abortar). Una de las normas de estos sitios es mantener el anonimato de estas últimas, lo que, según la propia expresión de la cineasta, causa ciertos problemas a una documentalista como ella, que siempre desea filmar a cuerpo entero, con rostros descubiertos. La ficción, pensó, puede ser en determinados momentos una solución, siempre a condición de mantener la sensación de brutalidad que va emparejada con lo real: Eligió una serie de actores muy famosos y les hizo representar con sus herramientas todo lo que captó previamente, cuando iba a hacer un documental. “Hice un documental de ficción”, asegura.
En “Mimí” (2003), de donde ha sacado la siguiente secuencia, quiso filmar a una amiga que parecía un archivo lleno de historias sobre su vida. Para ello (la aproximación topográfica la ha destacado como uno de sus elementos más utilizados de trabajo), planteó filmarla en diversos sitios de su ciudad, Niza. Iban recorriendo la ciudad y ella sólo había de esperar que el lugar le evocara el correspondiente recuerdo. En la escena que ha puesto, sin embargo, le llevó a un sitio que no conocía. Sólo es entonces a partir de pequeños, casuales motivos, que consigue una escena toda ella evocación, de un enamoramiento.
En “Le bois dont les rêves sont faits” (2015), Claire Simon se adentró en el Bois de Vincennes y extrajo de él cantidad de insospechadas historias. Y sé lo que digo, porque ésta la vi y hasta hablé de ella por aquí. El resumen que ha hecho sobre el Bois es que es un sitio al que la gente acude en busca de su bien, de lo que es bueno para ella. Quizás la mayor fama del lugar la ha adquirido por la prostitución, pero la escena que ha escogida es bien diferente, y ejemplifica uno de esos momentos de trance con los que es beneficiado su trabajo. En ella entra en contacto con una extensa comunidad camboyana, compuesta de gente que huyó en su día de los crímenes de los Jemeres Rojos. Una mujer se muestra agradecida a la cineasta por hablar con ella -con lo que puede practicar el idioma- y por preguntarle -cosa que ningún francés ha hecho hasta entonces- por las razones en que se encuentran en Paris y no en su país. Toda una lección para todos esos cada vez más numerosos grupos de gente que aborrece a todos “esos invasores que vienen a destruir su cultura”.
Ella explica las razones por las que están en Paris, y no en Camboya.
El corte que ha puesto sigue con un camboyano que, también halagado por ser preguntado al respecto, acaba llorando delante de la cámara, tras decir que “Al cabo de bastantes años empecé a entender por qué mi padre se quedó ahí. Está claro que era simplemente porque amaba a su país”
Otro hombre llorando es el punto álgido de la última escena que le ha dado tiempo a pasar. Forma parte de “Premières solitudes” (2018), que podrá verse el sábado en la Filmoteca. Tres jóvenes -dos chicas y un chico- de un instituto están, siguiendo el dispositivo montado por Claire Simon, hablando entre sí, preguntándose por cuestiones íntimas, relativas a viejas historias (sus padres) y otras de bien nuevas (el amor, su futuro). El chico confiesa que él, al contrario que su amiga, sí tiene una madre “muy presente”. ¿Y tu padre? -le preguntan entonces-. Él rompe a llorar...
El chico de la izquierda es el que, sorprendentemente, rompe a llorar.
Una escena, como ella misma ha señalado, que le recuerda a Rohmer, Doillon o Pialat. Escuchar es el secreto, resume por el final, como quien no quiere la cosa, Claire Simon, esta cineasta declarada enemiga acérrima del cliché.

miércoles, 5 de junio de 2019

Récréations

El primer juego que capta la cámara de Claire Simon en el patio del colegio. Esas vallas preparadas para una jornada electoral pasan a marcar inmediatamente para esos niños alternativamente el espacio de una prisión, una peluquería o una cama.
Comprender desde el interior las historias que contiene. Éste propósito que ha señalado Claire Simon tras la proyección en la Filmoteca de “Récréations’ (1998) para ésta y las otras dos películas suyas sobre temas de educación que van a pasarse por la “Mostra de films de dones” yo diría que puede ser la clave de todas sus películas. O cuando menos de las películas suyas que he visto.
“Récréations” combina en su título dos de las posibles líneas de interpretación sobre su film. La del patio de recreo de una escuela de niños de tres a seis años (ese patio que hemos visto tantas veces en películas francesas, desde “Los 400 golpes” hasta, por ejemplo, “La belle personne”) y la de las representaciones de tantas cosas que suponen los juegos que tienen lugar en él.
Claire Simon capta ese reino de la libertad recuperada que es para los niños esa media hora de recreo. Así, de buenas a primeras, ver jugar, imitar roles, pegarse, correr o saltar a niños de esa edad, te dices que no puede ser un plato de buena digestión, pero resulta que, sí entras en el juego -y eso nunca mejor dicho-, te sorprendes de la cantidad de cosas que descubres.
La magnífica escena final del film. La niña de la derecha sufre un montón, porque no se atreve a dar el salto de ese banco, mientras una amiga se lo recrimina: ¡A tu edad..! Para saber si saldrá o no airosa de su empeño, emplazo a ver la película. Vale la pena.
En el coloquio Claire Simon ha explicado una cosa que me parece muy interesante. Le han preguntado cómo grabó el sonido, las voces, lo que dicen los niños en ese batiburrillo que es el patio. Ha contestado que, como consideraba que era imprescindible entender lo que decían para poder rodar la película, se pertrechó de un buen micro e iba todo el tiempo con auriculares. Llevó lo grabado a ARTE y le dijeron que no se entendía nada y que tal como había quedado, todos hablando a la vez, no se podía pasar por la televisión. Entonces Simon tomó una decisión muy arriesgada: todos los niños se doblarían.
Eso, que de verdad no he sido capaz de notar durante la proyección, aporta un matiz importante a la comprensión y significado de la película en su conjunto. Desde el momento en que los niños han admitido doblarse a sí mismos, evidentemente, todo lo que vemos pasa a ser una representación, un juego actoral, asumido por ellos.
Es un film que te hace entrar en todo un conjunto de reflexiones como ésta última, que no me parecen menores.
Octavi Martí, Claire Simon y Marta Nieto.


martes, 4 de junio de 2019

Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché

Alice Guy
Creía que el momento álgido que está alcanzando el movimiento de vindicación de la mujer iba a llenar la sesión de hoy de la Filmoteca y he acudido rápido a una de las sesiones de la ya 27 Mostra Internacional de Films de Dones, un certamen que siempre ha tenido a bien darnos a conocer a alguna cineasta de valor universal que, por uno u otro motivo, no llegaba a nuestras latitudes.
En este caso se trataba de dar a conocer a uno de los grandes nombres de la historia del cine, de esos que desarrollaron su carrera en las primeras décadas de su existencia, permaneciendo luego oculto durante muchísimo tiempo: Alice Guy.
En un rodaje de los suyos, parece que ya en Estados Unidos, a donde fue desde Francia sobre 1907.
“Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché” (Pamela B. Green, 2018), que era el instrumento utilizado para ello supongo que consigue su objetivo, porque sales de la sala con la convicción de que hay que rehacer las historias del cine, confeccionadas por unos estudiosos que confesaban hablar de oídas, y colocar a Alice Guy donde se merece. La lástima es que es otro de esos productos que, siguiendo una forma de pensar que me temo ha extendido la industria del audiovisual norteamericana, suponen que hay que hacer todo lo que esté en sus manos para que su público no pierda su atención, y acceda al aburrimiento.
Falling Leaves (1912)
Las armas ponen en desarrollo contra ese supuesto aburrimiento ya las conocemos, por extendidas: Intento de ritmo endiablado a base de planos de mínima duración, animaciones para narrar los pasos dados por la investigación, pantallas de ordenador consultando Google o para hablar mediante Skype, saltos de las declaraciones de un supuesto famoso a otro sin dejar tiempo de leer quién es el que las hace y, de tanto en tanto, música más bien discotequera para mantener aún lo que, con el tiempo transcurrido, podría venirse abajo.
Una divertida escena de “La fille collante” (1906): esa señora se lleva a su criada a la estafeta de Correos porque utiliza su lengua para humedecer los sellos de las cartas que quiere enviar. Ese uso que hace de la lengua la muchacha excita al caballero de la derecha...
Así las cosas, yo, personalmente, viendo que hasta las escenas de las películas incorporadas estaban troceadas siguiendo esa regla, sólo esperaba con ansiedad que surgiera de nuevo Alice Guy en unas entrevistas de 1957 y 1964 narrando su azarosa vida, demostrando que tenía una mirada y una forma de decir calmada y directa y, en definitiva, que era una mujer inteligente, con su sana ironía. Una muestra de esto último: Asistió a la famosa sesión de 1895 en la que los hermanos Lumière presentaron ejemplos de su invento. Fue allí como secretaria de Gaumont, al que acompañaba, y quedó admirada de las posibilidades de lo que ellos mismos, por otro lado, ya llevaban un tiempo ensayando. Pues bien: en una de esas entrevistas explicó lo que le dijo Gaumont cuando ella optó a su cargo y su respuesta:
- Veo que está usted preparada, pero no le daré el cargo. Se trata de un puesto importante y es usted muy joven.
- Eso pasará -se atrevió a contestar ella, haciendo sonreír y a la fin rectificar, asintiendo, a Gaumont.
Esteve Riambau, la Consellera de Cultura y Marta Nieto, directora de la Mostra, presentando la sesión y, de hecho, todo el certamen.