Mostrando entradas con la etiqueta Hayden. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hayden. Mostrar todas las entradas

domingo, 20 de septiembre de 2020

Faro del caos





Están los Sterling Hayden de Kubrick o, por supuesto, el de “Johnny Guitar”. Pero yendo a ver este “Faro del caos” (Manfred Blank y Wolf-Eckart Bülher, 1983) que ahora ha anunciado Filmin haber puesto en su catálogo, el que se me ha venido a la cabeza es el de “Sweet hunters” (Ruy Guerra, 1970), perdido entre las brumas de una playa anegada por la marea, mientras el “Carmina Burana” de Orff inunda la banda sonora.
Unas primeras imágenes del documental nos muestra a Sterling Hayden, barba en ristre cual un Capitán Ahab cualquiera, leyendo con gran énfasis “An inland voyage”, de Robert Louis Stevenson. Está en una barcaza amarrada bajo la enorme fortaleza de Besançon. Luego sabremos que compró la barcaza, a la que puso el nombre de “Who knows?”, inducido por la lectura de ese libro de Stevenson. Vio que volver al mar en el que había empezado podía serle ya muy duro y se dedicó a recorrer con la barcaza, ya prácticamente retirado, los canales de Francia.
Junto a algún apunte sobre su biografía, la película nos ofrece los extractos que el equipo de Eckart consiguieron sacar de un Hayden eternamente descalzo pero, sobre todo, bebiendo whisky -a morro- a todas horas, tan solo en unos pocos momentos en perfecta lucidez, fumando una pipa larga y citando a sus autores, dando su visión de la vida, sus razones.
Tras una noche en la que el alcohol casi le ha hecho perder la vida, el actor (en su momento denunciante ante el Comité de Actividades Antiamericanas, con el consiguiente suplicio de su eterno remordimiento posterior, más adelante activista notorio) no rehuye el tema: “Aquí tenéis una película directa sobre lo que es el alcoholismo. Pero no os engañéis, supone una enorme soledad, cuando lo que realmente te gustaría es alargar un brazo y acariciar a una chica. El alcoholismo no es sino una forma de suicidio”.
Me ha parecido ver delante de Sterling Hayden una cámara discreta, respetuosa, con personalidad, que se busca su espacio cuando no está captando las declaraciones, siempre muy teatrales, del actor y escritor, lector identificado con los clásicos de la literatura de viajes y, por lo que se ve en el documental, proclive a ser elevado a la categoría de mito.