Escenas documentales de los romeros cruzando un curso de agua, o asistiendo a la misa matutina, una escena nocturna central, una sevillana cuya letra dice que “con ojos llenos de estrellas / la niña mira al chaval” y una estructura que busca un momento final con la intensidad de “Viaggio in Italia”. Eso forma, básicamente, “Rocío y José”, la película que parecía iba a acabar la carrera cinematográfica de Gonzalo García Pelayo… hasta que el año pasado hizo “Alegrías de Cádiz” y un recorrido encadenado por una serie de festivales europeos lo impulsara de nuevo a la actividad, esta vez con un amplio y hasta ditirámbico reconocimiento.
Luego, en la mesa redonda, Gonzalo de Lucas y Marta Bassols han sabido argumentar un sólido discurso sobre los films de GGP, explicándonos la mar de bien, encontrando las palabras adecuadas, las razones por las que nos gustan sus films, que sólo amábamos intuitivamente.
Pero hay que señalar también que en la sesión de hoy, entre explicaciones de la mesa y de críticos repartidos por las butacas que han cogido así mismo el micrófono, hemos asistido a una experiencia curiosa. Si en los años 70 y 80 se descubría el cine de García Pelayo como una rara avis dentro del panorama de cine comercial de la época, que se había de buscar por los rincones más inesperados, hoy se ha confirmado que la nueva crítica, la crítica moderna, lo ha aupado a los altares de sus autores de culto. Sus films pasarán, a partir de ahora, cuando ya no existe el cine de producción normal, dentro de los circuitos del cine de autor, potenciados por toda esta crítica joven.