martes, 30 de septiembre de 2014

sábado, 27 de septiembre de 2014

Boyhood


“Boyhood” (Richard Linklater, 2014), que acabo de ver, al margen del mérito que representa el experimento que se ha consumado con ella (esa utilización de los mismos actores durante muchos años para seguir y representar la vida de los miembros de una familia, encabezada por el muchacho protagonista, que supone su trama), tiene la virtud, desde mi punto de vista, de dejarse ver sin excesivo cansancio pese a su duración (165 min), tener escenas que funcionan, no empecinarse hasta la saturación en lo sentimental e incluso de presentar algún actor interesante (como esa chica que recuerda, ocasionalmente, a la Cibyll Shepherd de “The last picture show”).
Ahora bien. Una vez dicho todo esto, o sea, que es una película que he visto con agrado, también querría decir que me hago cruces de que ésta sea una de las películas más citadas como fundamental de los últimos años. Tanto como para representar, por ejemplo, la portada y 35 páginas de la revista “Caimán. Cuadernos de cine” (la antigua “Cahiers du Cinéma España”), en cuyo “cuadro crítico le clavan nada menos que un 9,6 sobre 10.
Quizás eso sólo sea la prueba de la pobreza del cine “clásico” actual, porque si no, la verdad, me parece una exageración.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Rocío y José


Con esta mesa redonda a continuación de la proyección de “Rocío y José” (1983) ha finalizado hoy la completa retrospectiva que la Filmoteca ha ofrecido de la filmografía de Gonzalo García Pelayo. Si alguien ha dejado de ver alguna de sus tan especiales películas, que no desespere: Hay un segundo pase de cada una a partir de mañana, si bien ya sin la presencia de García Pelayo y algún crítico para comentarlas, como pasaba hasta ahora.
Una extensísima fila panorámica de carretas ya de regreso del Rocío en primer plano, con un fondo, como segunda fila, de las nuevas edificaciones que rodean una ciudad, da paso a la mínima pero precisa trama del acercamiento de tres parejas de diferente edad que siguen todo el recorrido del Rocío, constituyendo el meollo de una película que, según palabras del realizador, surgió básicamente para enlazar entre sí, sirviendo de elemento dramático, toda una serie de sevillanas que le entusiasmaban.
Escenas documentales de los romeros cruzando un curso de agua, o asistiendo a la misa matutina, una escena nocturna central, una sevillana cuya letra dice que “con ojos llenos de estrellas / la niña mira al chaval” y una estructura que busca un momento final con la intensidad de “Viaggio in Italia”. Eso forma, básicamente, “Rocío y José”, la película que parecía iba a acabar la carrera cinematográfica de Gonzalo García Pelayo… hasta que el año pasado hizo “Alegrías de Cádiz” y un recorrido encadenado por una serie de festivales europeos lo impulsara de nuevo a la actividad, esta vez con un amplio y hasta ditirámbico reconocimiento.
Luego, en la mesa redonda, Gonzalo de Lucas y Marta Bassols han sabido argumentar un sólido discurso sobre los films de GGP, explicándonos la mar de bien, encontrando las palabras adecuadas, las razones por las que nos gustan sus films, que sólo amábamos intuitivamente.
Pero hay que señalar también que en la sesión de hoy, entre explicaciones de la mesa y de críticos repartidos por las butacas que han cogido así mismo el micrófono, hemos asistido a una experiencia curiosa. Si en los años 70 y 80 se descubría el cine de García Pelayo como una rara avis dentro del panorama de cine comercial de la época, que se había de buscar por los rincones más inesperados, hoy se ha confirmado que la nueva crítica, la crítica moderna, lo ha aupado a los altares de sus autores de culto. Sus films pasarán, a partir de ahora, cuando ya no existe el cine de producción normal, dentro de los circuitos del cine de autor, potenciados por toda esta crítica joven.

Alegrías de Cádiz

Dijo anoche en la Filmoteca Gonzalo García Pelayo que actuó en “Alegrías de Cádiz” (2013) por acumulación: Debía salir la Caleta, la plaza de la Mina, los puestos del pescado, Fernando Quiñones, el Tío de la Tiza,… Que le hablaron de la calle de la Soledad y de la calle de la Soledad Moderna y que tuvo que volver para rodarlas y que salieran en el film.
Por encima de sus historias, del elaborado metacine de la película, con su narración en off avanzando lo que sucederá escenas más adelante, con sus poéticos letreros no sólo aclaratorios, “Alegrías de Cádiz” se puede ver como un recorrido vivo pero sentimental, recopilación de la esencia de la ciudad. O al menos así me llega también a mí.
Mi padre se crió en Jerez, Cádiz y Sevilla. En casa, de pequeños, íbamos en verano a L’Escala, de donde era la familia de mi madre, que conservaba una casa en el centro del pueblo. Íbamos cada mañana, claro, a las playas de Empuries, que son, ciertamente, muy bonitas. Pero mi padre no hacía sino ponerles peros, y siempre acababa diciendo eso de “En Cádiz sí que había unas playas…”
No fue hasta hará unos seis años, ya hacía tiempo muerto mi padre, que fui en peregrinaje a conocer Jerez y Cádiz. Y sí tiene playas esa extraordinaria ciudad. Que, como está mandado, salen también en la película.
En la foto, hecha y fechada por mi abuela, aparece mi abuelo con su hijo mayor –mi padre- en 1928 ...en la playa de Cádiz.


martes, 23 de septiembre de 2014

Alegrías de Cádiz


Desvelo un secreto de la cocina interna del grupo Projecte Pasolini Barcelona. Nos hemos pasado un buen tiempo buscando películas que, si no herederas de Pasolini, que eso hemos reafirmado como casi imposible, pudieran entablar un cierto diálogo, actual, con alguno de sus temas.
Pensando en ello, vi que Marcos Ordóñez, en uno de esos escritos que hace de tanto en tanto en los que vuelca y explica su entusiasmo de tal forma que asegura el interés de la gente por un libro, una obra de teatro o una película, hablando de "Alegrías de Cádiz" acababa precisamente diciéndose que era un film que gustaría a Pasolini. Yo entendí enseguida por qué lo decía, y fue desde entonces una de mis constantes, arduamente defendidas, candidatas.
Los deseos de uno para una actividad así deben ser similares a los de un miembro de un jurado durante las tareas para otorgar un premio en un festival. He tenido suerte en esto último, y me siento orgulloso por los tres premios que hemos otorgado, siempre por unanimidad, jurados de la Federación Internacional de Cine - clubs en festivales a los que la Federación Catalana me ha enviado. Pero cuando ya casi tenía convencidos en la selección a mis compañeros, pude pasarles un enlace de la película de Gonzalo García Pelayo. Quedó claro que se esperaban otra cosa, de una intensidad dramática más acusada, y la alegría que se expande entre los personajes de la película, hasta inundar el título, les desconcertó, y no la vieron adecuada.
Pero, pese a todo, estoy satisfecho, porque hoy precisamente Marcos Ordoñez, junto al mismo Gonzalo García Pelayo, presentan en la sala grande de la Filmoteca, en Barcelona, "Alegrías de Cádiz" (2013). No pude volver a ver "Frente al mar", la película que me hizo entrar por la puerta grande en el gozo de su cine, pero hoy, aunque ya la haya visto un par de veces, no me pierdo, a toda pantalla, de volver a ver a todos esos gozosos personajes por la aún más gozosa ciudad de Cádiz, un reducto de esos de los que para nada desaparecieron sus luciérnagas.
Éste due el escrito de Marcos Ordóñez:

Pull my Daisy

 Un buen acercamiento (de 26 minutos) al teatro y a la beat generation. Me gusta especialmente esa introducción tan cinematográfica al escenario.

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"Pull My Daisy" de Robert Frank y Alfred Leslie (1958, 26 min)
Online, LA película de la Beat Generation. Escrita y narrada por Jack Kerouac, con Allen Ginsberg, Gregory Corso, Larry Rivers, Peter Orlovsky, David Amram, Richard Bellamy, Alice Neel, Sally Gross y Pablo Frank (hijo de Robert).

lunes, 1 de septiembre de 2014

El año estudioso (2)


La segunda cosa curiosa captada leyendo el librito de Anne Wiazemsky sobre su “año estudioso” (Anagrama, 2013) es sobre su estancia en la Universidad de Nanterre, donde estudiaba Filosofía y Letras. Es cómo le insistía con su procedimiento de ligue Daniel Cohn Bendit, entonces conocido como Dany y a quien más tarde los medios le colocaron en mayo del 68 el nombre de Dany el Rojo. Le gritaba una y otra vez:
“¡Solidaridad entre los pelirrojos! ¡Solidaridad entre los pelirrojos!”
(He sabido encontrar a quienes distribuyeron y se hicieron propietarios de los derechos de la foto que cuelgo-AFP/Getty Images-, pero no a su autor.)