Ahora que las novedades de Filmin, excepción hecha de alguna pieza de festival integrado, suelen quedarse en la superficie de la más extendida banalidad, ha de ser Mubi quien, aunque sea -helàs!- con baja frecuencia, sorprenda un poco.
Hoy lo ha hecho por completo y a satisfacción: ha puesto a disposición en su plataforma “Le rideau cramoisi” (Alexander Astruc -el de la cámara stylo-, 1953), una película que siempre, pero siempre, surgía en todas las historias del cine, pero a la que, imposible de ver por estos pagos, debíamos recordar únicamente por la sonora pronunciación íntima de su título.
Qué placer poder romper el sello de ese sonoro título y gozar de los claroscuros que se adueñan de la versión del relato que adaptó, aplicando toda su conciencia cinematográfica, Astruc.
La palidez de esa silenciosa, inexpresiva Anouk Aimée, subiendo por la noche la suntuosa escalera, con barandilla de un muy ornado hierro forjado, que la lleva sigilosamente hasta otra clandestina noche de amor con el narrador de la historia, ha pasado ya a situarse en mi memoria junto a joyas como aquella de “Les yeux sans visage”, en la que el personaje que interpreta Edith Scob comparte con la noche su trágico destino.
De golpe he amortizado la suscripción de la plataforma. A ver si sigue por este camino.
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