martes, 30 de abril de 2024

Film Vídeo Información




Pues decidí ayer enfrentarme a una lluvia que, a juzgar por lo acumulado en los alcorques, fue de esas que deberían subir algún centímetro los niveles de los depauperados embalses. De tan persistente, hasta en el autobús surgieron goteras.
Iba pensando que la exposición que les dedicaban e iba ver, era tardía, pero más que lógica, pero que si por 1980, reunido en un bar el grupillo de amigos que fundaron Film Vídeo Información, les hubieran dicho que con el tiempo les dedicarían una exposición en un flamante Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, habrían pensado que habían bebido más de la cuenta.
Eran fundamentalmente Eugenia Balcells y Carles H. Mor sus mayores, luego Eugeni Bonet y, tras otro salto de años, Juan Bufill, Manuel Huerga, Ignacio Julià, Luis Serra (al que confieso que no identifico y creo que no conocí), más algún otro ocasionalmente: muy cercano a ellos estuvo también un tiempo José Luis Guerín... Unos chavales, entrando y descubriendo con pasión la vanguardia ligada al mundo del cine, de un cine tirando a experimental.
Sabiendo que Juan Bufill era su comisario, y sabiéndolo persona que lee, retiene y guarda todo, me imaginaba unas salas del MACBA (donde se presenta la exposición hasta el 26 de mayo) llenas de programas y artículos de todo tipo que habría ido sacando de sus carpetas y hecho colocar por sus paredes. También que, dado el tema, lloviendo como llovía y siendo la hora que era (la de una primera sesión de los antiguos cines), sería yo su único visitante.
Está claro que no contaba con que Barcelona está saturada de turistas y que éstos no saben dónde meterse cuando llueve: Al llegar al mostrador de la entrada del MACBA había hasta cola para sacar entradas. Me dije, entonces, que irían seguro a alguna otra exposición del momento, pero al llegar vi:
-Que había tanta gente en la exposición de Film Vídeo Información como en las otras, es verdad que en todas deambulando como almas en pena.
-Que la exposición se limitaba a una única y relativamente pequeña sala.
En esa única sala tampoco es que haya repartido mucho documento por aquí y por allá. Algo, muy poquillo, del propio Film Vídeo Información, como las portadas de los dos números de Visual, la revista que llegaron a editar. Proyecciones de vídeos de sus películas y programas, así como de la gente que les gustaba y que llegaron a programar. Y carteles y alguna otra documentación sobre gente a la que siguieron e intentaron difundir. El nombre de Garrel, o de Akerman, por ejemplo, se repite bastante.
Salvo los dos programas de Arsenal y alguna cosilla más, casi todo se pasa secuencialmente en una pantalla delante de la que han colocado dos o tres filas de butacas. Pero es muy difícil coincidir en horarios con el pase de “Brutal Ardour”, una película realizada a finales de los 70 por Manuel Huerga que entonces me deslumbró, y que me habría gustado mucho poder volver a ver ahora, para quitarme el mal sabor de cosas como su imperdonable “Salvador”.
Pero, lo que son las cosas, al volver a casa, veo que por la red hay ahora el cartel de Brutal Ardour que, aunque no recuerdo que estuviera en la exposición, me apresuro a colgar, y nada menos que el enlace a un traspaso a imagen digital de la película, que pongo al final y de la que tampoco me resisto a colgar alguna captura de pantalla.
Vista ahora, “Brutal Ardour” me sigue pareciendo una pieza de lo más lírico, dejando ver la querencia del Manuel Huerga de entonces por “La cicatriz interior”, Brian Eno, Pachelbel, cierto cine primitivo carcomido por el óxido y, ¿por qué no?, hasta Murnau.
Aquí el enlace, que espero siga funcionando:


La querencia por “La cicatriz interior”, de Philippe Garrel.

Otra captura de pantalla de “Brutal Ardour”.

Y una tercera.


El “Excel” de Juan Bufill, guión del programa Arsenal dedicado a “Vértigo”.


 

domingo, 28 de abril de 2024

Eugénie Grandet



No creo haber leído nunca “Eugénie Grandet”, de Balzac, porque algo de ella seguro que recordaría.
La visión esta sobremesa de la adaptación efectuada en 2021, firmada por Marc Dugain y ahora visible en Movistar, me ha llevado a pensar las (más que lógicas) razones por las que hay gente que, considerándolo un monumento, vuelven siempre a la lectura de Balzac.
Paralelamente, también, entiendo perfectamente la forma que dio
Rodin a la estatua que le dedicó al escritor.


 

Chantrapas

Los tres amigos, tras la proyección privada inicial del de la izquierda.

Ellos tres en un flashback

“Chantrapas” (2010; ayer en la Filmoteca, donde se volverá a pasar el próximo jueves 2 de mayo) es una de las películas de la última época de Otar Iosseliani cuya acción tiene lugar en Georgia -aquí una Georgia urbana-, para luego continuar en Francia, como pasó con la misma carrera y vida del cineasta.
Dos chicos y una chica se proyectan en una sala la película que ha hecho uno de ellos, en la que un campo lleno de flores (con colores de lo que podría ser una película de Paradjanov) es arrasado y se construye una pista de cemento encima. La chica, que ve el mensaje de que todo lo bello es arrasado por el progreso, le dice que no enseñe la película, que le puede traer problemas. Después de esto, los tres se dan una palmada dos a dos, como si fueran jugadores de la NBA, y se van cada uno por su lado.
Esta es la escena inicial, antes de aparecer su título, de la película. A continuación aparecen tres niños y para que los espectadores entendamos que entramos en un flashback, vemos como los tres niños se dan esa misma palmada que hemos presenciado antes. No había visto a Iosseliani nunca con tantas ganas de ser comprendido.
Los niños van creciendo siempre unidos y, cuando ya son mayorcitos, circulan por una carretera en bicicleta. Hace su presencia un coche grande, negro, y su conductor ofrece llevar a la chica en él. Acabamos de presenciar la captación para el Partido Comunista de la chica, y entendemos entonces por qué ella, en la escena inicial, toma una postura censora.
A continuación vamos viendo la evolución como cineasta del protagonista, siempre viendo su relación con su familia (tres generaciones viven en la misma casa), en el barrio (¡ese decrépito barrio de la tercera edad!) y en el ambiente del trabajo, de sus rodajes y montajes, donde los choques con los funcionarios es constante.
Harto de las cortapisas oficiales para con sus películas, el chico se va a París. En una imagen bastante chocante, lo vemos subir al tren equipado con un pequeño maletín como de médico, una jaula con pájaros y un violoncelo en su estuche. Los pájaros no son mirlos, sino palomas, pero aún así yo he interpretado esa jaula de pájaros y ese estuche de violoncelo como dos elementos que aluden al mismo Iosseliani, que emprendió ese mismo viaje. Serían, en mi (más que dudosa) teoría, evocaciones de sus más famosos largometrajes iniciales, “Erase una vez un mirlo cantor” y “Pastorali”.
La evolución de los acontecimientos en París nos dicen que las dificultades para mantenerse independiente haciendo cine, las inferencias para cambiar sus películas, son las mismas en su Georgia natal que en el mundo occidental. Y, en las dos y en cualquier caso, el público siempre adverso, reticente a ver sus películas.
Para que podamos confirmar la relación del cine de Iosseliani con el de Jacques Tati, por el final aparece nada menos que Pierre Étaix haciendo de uno de los personajes, como aparecen igualmente cineastas/críticos de cine franceses.
Película de las más claras de Iosseliani, cuando ya creía que la íbamos a terminar sin que ningún hecho fantástico la cruzara, aparece de repente… una sirena. Y también, como tenía por costumbre, aparece el propio Otar Iosseliani, encarnando a un georgiano que dejó su país huyendo del comunismo. Invariablemente, cada vez que veo su rostro, no puedo evitarlo, recuerdo al peluquero de mi barrio de crío y de joven, el que me cortó el cabello desde que tenía un año hasta que ya había superado los treinta.
Con esta sesión ya acabo mi ciclo Iosseliani en la Filmoteca, porque la que queda la vi hace poco y la tengo bastante presente. Me sorprendo, una vez más, que las salas donde se proyecta no revienten de asistencia, como compruebo que sus películas, que yo casi siempre valoro enormemente, son ninguneadas o rechazadas por los espectadores. Aunque sólo fuera, al margen de la inteligencia y motivos de diversión que aprecio en ellas, porque, en una época en la que ya te imaginas lo que va a pasar en casi todas las películas que vas a ver, en Iosseliani nunca es previsible lo que pasará a continuación, lo que te hace ir, como espectador, de sorpresa e sorpresa. Un placer bien raro hoy en día.

Rodando una película en Georgia

Los hombres de negro del partido siempre incidiendo en su trabajo.

Obsequio para el funcionario del partido decisor.

Él, con su equipaje para ir al exilio.

Pierre Étaix, nexo con el Jacques Tati con el que se asemeja tantas veces su cine.
 

sábado, 27 de abril de 2024

Érice sobre El Sur


Pesqué en la Librería París Valencia este “Los grandes maestros del cine” (Juan Cobos, Editorial Almuzara, 2023) y, aunque no estaba entre los de ocasión, no me resistí a comprarlo. Luego he visto que se trata de una recopilación, efectuada por su hijo David, de entrevistas que Juan Cobos realizó a lo largo de su vida. Alguna menciona que se publicó en antiguas revistas de cine en las que colaboró, como Film Ideal o Griffith, pero otras, como ésta con Victor Érice, que es la que por el momento me ha deslumbrado, no consta dónde salió, si es que lo hizo.
Por YouTube o la web de RTVE pueden pescarse las declaraciones que finalmente, pasado un tiempo de su estreno, hizo Érice a creo que Días de Cine, en las que, por primera vez, aclaraba públicamente su frustración ante lo que se había convertido su película “El Sur” (1983), y las razones por las que consideraba que, sin su coronación con el viaje de Estrella al Sur, perdía su sentido profundo.
Esa es, sin duda, una de las mejores explicaciones de viva voz que pueden escucharse de Victor Érice sobre ese asunto. Ahora que he encontrado y leído esta entrevista que concedió a Juan Cobos, en la que se aprecia la confianza y entendimiento que había entre ambos, creo que esta pieza aclara también muy bien la cosa. Extraeré por aquí algún fragmento.
En su entradilla, el mismo Juan Cobos resume muy bien, a mi modo de ver, el significado final de la película: “Érice iba más allá (…) del trauma de la guerra civil española, y describía el fracaso de los adultos provocados por aquella herida y las posibilidades de vida de los jóvenes, una vez trascendida su trágica herencia”.
Y, a partir de ahora, frases entresacadas por aquí y por ahí de las declaraciones de Érice sobre sus intenciones al realizar “El Sur” y alguna más genérica:
“Así que me volví a ver trabajando en una historia que se centra, al menos parcialmente, en la infancia y en una cosa que siempre me ha interesado mucho: confrontar dos tipos de paisaje, dos mundos”.
(El relato de Adelaida García Morales) se basa, fundamentalmente, en las relaciones de la protagonista con su padre. (…) Es un relato sin diálogos. Se basaba sólo en la infancia. El período de la adolescencia -que sólo parcialmente se muestra en lo que ahora es ‘El Sur’, ya que la parte que transcurría en Carmona completaba la adolescencia- era ya una aportación mía.”
“(El padre), antes de morir, deposita debajo de la almohada de su hija aquel objeto que más les ha unido. Y, al hacerlo, pienso que deposita un mandato muy oscuro; que Estrella cumpla ese viaje al sur que él no ha podido hacer. Finalmente, Estrella llegaba al sur, descubría ese lado oscuro de la vida de su padre y, al completar la figura paterna, trazaba los primeros signos de identidad para un adolescente. Es abandonar definitivamente la infancia.”
“En mi proyecto, ‘El Sur’ era, en realidad, una película sobre el fin de la infancia. Y en este sentido entiendo que era una superación de ‘El espíritu de la colmena’ (…).”
“El padre no sólo tiene un carácter casi bíblico,sino que es un amante. En ‘El sur”, como habéis visto, no hay escena de primera comunión, sino una escena de boda.”
“(…) El sur inauguraba en la película una luminosidad nueva. La visión que Estrella tiene del sur, infantil, fantástica, literaria, de tarjeta postal, se iba a contrastar con el Sur auténtico. Yo trataba de contar la historia de amor con su padre y otra historia de amor que se daba justamente en el sur.”
“Las películas, primero tienen que ser y luego tienen que significar. Muchas veces se peca por exceso de significación ‘apriorística’. Los personajes han de transmitir emoción, hemos de sentirnos concernidos por su destino, y luego habrá ahí una significación, que a veces se escapa.” Érice habla ahí también del cine de Nicholas Ray, sobre el que en ese momento estaba trabajando, junto a Jos Oliver, hasta llegar a entregar el libro sobre él que publicó la Filmoteca Española. Más adelante dice, directamente sobre su cine: “Sus películas podrán parecer incompletas, pero en determinadas escenas late el cine más vivo de la época.”
“En un mundo como el presente, ¿cómo seguir alimentando el mandato que hemos recibido de los grandes cineastas del pasado? El cine debe divertir, pero, además, ha de contener una cierta reflexión.” Esto lo completa al final con su respuesta a la pregunta de Cobos sobre qué admira más de los grandes cineastas: “La trasparencia, el ser maestros sin pretender serlo, que den una lección moral sin ser moralistas. No niegan la conciencia del que contempla la obra. Y todo eso lo hacen divirtiéndote, conmoviéndote.”
¡Chapeau!



 

jueves, 25 de abril de 2024

Los subtítulos de Los cuentos de Tokio


Hay momentos en que veo que sería bueno saber japonés.
Ayer llevé la sesión de “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1953) en el Centre Civic Ateneu Fort Pienc - BCN Film Fest que anuncié por aquí, y me sorprendí viendo algún subtítulo tan diferente en la copia proyectada respecto a la vista recientemente en Mubi:
Cuando Noriko (Setsuko Hara) recibe en la oficina en que trabaja una llamada telefónica para ver si puede encargarse de llevar a pasear por Tokio a sus suegros, va a preguntar a su jefe si puede tener libre un día para ello. La respuesta afirmativa de su jefe no se hace esperar, y, en la versión vista anoche, tan sólo le pregunta a continuación cómo tiene “el dossier del Alumnio”, o algo parecido, a lo que ella contesta que lo acabará ese mismo día y se lo entregará finalizado.
Pues bien: en la copia vista en Mubi (y lo acabo de confirmar ahora mismo), al consentimiento del jefe a que se tome el día libre le sigue no una pregunta sobre cómo tiene de avanzado un dossier, sino una aseveración demoledora: “¡Pero te lo descontaré!”
Supongo -lo debería conformar alguien que domine el idioma- que el diálogo correcto será el primero, pero entonces me pregunto por las razones de la traducción existente en los subtítulos de Mubi. ¿Habrá querido el que se encargó de la elaboración de los subtítulos dejar a título personal del todo claro al espectador que Noriko, siendo la que no tiene vínculos de sangre con Tomi, es la que más se preocupa por ella, y también la que más debe sacrificar personalmente por ello?
Ahora no puedo asegurarlo, pero juraría que no es el único caso en el que el encargado de efectuar los subtítulos de la película que se pasa en Mubi ha, por su cuenta y riesgo, perfilado aún más la personalidad o situación de un personaje, aportando un diálogo de cosecha propia para que todo se haga más claro…

 

miércoles, 24 de abril de 2024

Cuentos de Tokio en el BCN Film Fest


Quizás alguien aún no la ha visto, o tiene ganas de ver (de nuevo o no) en sesión comunitaria “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1933).
Será mañana jueves 25, a las 19h, en el Centre Civic Fort Pienc, en un acto asociado al BCN Film Fest, que propone un ciclo de películas del cineasta japonés.
Para no llevar a engaño, diré que, después de haber visto de nuevo la película, la verdad es que no he descubierto en ella cosas nuevas, reafirmándome, eso sí, las que suelen decirse y repetirse de Ozu y de esta película en particular, y que esas serán, pues, las cosas que, por mi parte, intentaré comentar o procurar hacer discutir en la sesión.
Entrada libre, pero con reserva previa. Todos los datos necesarios, en este enlace:

 

martes, 23 de abril de 2024

Mil millones

Investigando la intimidad de las grandes familias.

En la redacción de La Tribune.

Charles Denner, un investigador privado superado.

De tanto en tanto hay que alimentar al Milieu, el club de los amigos del polar francés. Lo hago ahora gracias a haber visto en TV5Monde “Mil millones”, uno de los últimos títulos -1982- de Henri Verneuil, quien sin embargo da la impresión de haber rejuvenecido rodándola.
La protagoniza Patrick Dewaere (debió ser la última película que interpretó), rodeado, en papeles más pequeños, de muy buenos actores, algunos tan famosos como Jeanne Moreau o Charles Denner.
Aquí la obligada investigación es llevada a cargo de un periodista (Dewaere), y alcanza para hacerle comprender el peligro de las grandes empresas trasnacionales, cada vez más grandes, con un poder muy superior a los de los mismos estados.
Kerjean, el periodista de grandes investigaciones, recuerda en una ocasión haber sido invitado a la reunión anual mundial de la muy poderosa -en la película- G.T.I. en una localidad francesa a las 4h de la madrugada: Su presidente (Mel Ferrer) viaja tanto por todo el planeta, que sus filiales han decidido seguir siempre la hora de Nueva York. Una anécdota divertida sobre cómo su poder supera las ordenanzas y costumbres de los países… que luego irá profundizándose hasta alcanzar proporciones dramáticas.

La temible reunión anual de los presidentes regionales de la poderosa GTI.

Encuentro en un museo.

El más pequeño contra los más grandes.
 

lunes, 22 de abril de 2024

Petits arrangements avec les morts






Cuando vi, hace unos meses, que TV5Monde había puesto a disposición una plataforma donde se podían ver todas las películas de su catálogo y exploré con detalle su contenido, me fijé que comprendía una película que, desde su estreno, me ha parecido extraordinaria y me sorprende que no tenga el predicamento que, en mi opinión, merece.
Se trata de “Petits arrangements avec les morts” (1994), el primer largometraje de Pascale Ferran, una cineasta francesa que luego, para mí, volvió a dar en la diana con una película bien diferente a esa, “Lady Chatterley” (2006), para luego ya -también para mi gusto- no volverse a aupar tan alto y, aparentemente, haber desaparecido del mapa del cine actual.
Anoche la volví a ver, y el efecto hipnótico que me suele provocar la película volvió a darse.
Una playa de Bretaña durante un día de verano. Un hombre construye cuidadosamente un monumental castillo de arena, ante la atenta mirada de un niño bastante rarillo, que nos explica (voz en off) sus retorcidos pensamientos.
En tres capítulos, cada uno de ellos titulado según el nombre de un personaje diferente, asistiremos a la narración entrecruzada (cada capítulo empieza a la misma hora y en el mismo lugar) de unos relatos que acabamos descubriendo esconden, en un apartado fondo, pero cuya real presencia absoluta llegamos a apreciar, una muerte súbita.
El título es muy significativo respecto al contenido que ofrece la película. Ese extraño niño que protagoniza e intranquiliza a partes iguales el primer capítulo (y que ahora pienso puede ser el causante del abandono de la visión del film por muchos espectadores) y esos cuatro hermanos adultos reunidos extraordinariamente en la playa (a los que vemos en sucesivas escenas también con veinte años menos), no hacen sino representar cinco reacciones posibles de los humanos ante un hecho como es la desaparición brusca de un hermano.
Enlace a la película en versión original subtitulada en español:





 

sábado, 20 de abril de 2024

Salón de uñas

En el salón.

El soplo argentino y la apuesta doble que ha hecho consigo mismo de hacer diez películas por año, ha cambiado el cine de Gonzalo Garcia Pelayo.
Estructuralmente, sus últimas películas huyen de la complejidad, siguiendo argumentalmente un esquema muy sencillo, a menudo representable geométricamente.
Formalmente, inciden en ellas aspectos visuales como los mismos colores, pero también rehuyen de planificaciones complejas. Hay movimientos de cámara para acompañar a los personajes o hasta para ir corriendo con ellos, pero no suelen estar muy implicados en dar significados específicos a la trama. Los diálogos, por ejemplo, se suelen presentar mediante funcionales planos y contraplanos, y el montaje no suele aportar sorpresas.
Con estas premisas, las películas resultantes te caen mejor o peor en función del desempeño de los actores argentinos de nueva hornada que pueblan sus películas y, quizás, del grado de trascendencia inferida por el tema y las situaciones presentadas.
Así las cosas, el propio García Pelayo cuenta que el pase en el BACIFI de su “Salón de uñas” (2024) ha sido un éxito de público, que ha estado riéndose continuamente de lo que veían y oían (diálogos: en esta ocasión no dominan las canciones).
Yo he visto la película esta mañana y, si bien no me he reído con fuerza más que en un momento concreto, confieso que he estado con la sonrisa en la boca todo el rato. Está uno tan falto de comedias que, si se le capta el tono a una, ésta lo tiene todo ganado.
Es la película un cuento, una miniatura cómica, servida por una serie de actores argentinos en estado de gracia, sobre una pareja que regenta uno de esos salones para el cuidado de uñas que han proliferado por doquier, que emprenden un experimento para buscar una solución a la monotonía que asalta su vida como pareja.
La clave para que pueda pasar tan bien como me ha pasado está, creo yo, en cómo dicen los actores, de forma tan natural, los diálogos, con frases entrecortadas, inacabadas, en lo que es un film decididamente entronador, con su picara intención a cuestas, del lenguaje banal, de los lugares comunes.

El experimento para buscar solución a la monotonía de vida de la pareja.

Posibles alternativas.

Un maestro en la disciplina de Ciencias Alternativas.

Tratando a la pareja.