El Festival Barq de Arquitectura y cine presenta una serie de películas en los Cinemes Girona y en Filmin, aunque así, mirando su programa (y viendo la que me parecía más atractiva), no creo que este año comporte ninguna obra maestra: me da la impresión de que lo mejor estará entre los cortometrajes. Comprende también una serie de actos, empezando por, ayer, la presentación en la librería La Capel del libro “La ciudad en el cine” (Antonio Pizza ed; Ediciones Asimétricas, 2022).
Es éste un libro colectivo, que comprende temas muy variados. Begoña García lo había analizado y llevó el grueso de su descripción, pasando el micrófono ocasionalmente a varios de los autores, presentes en la sala.
Así, Alessandro Scarnato habló un poco de la auto-imagen que se va formando (en el cine) una ciudad, una imagen cambiante con el tiempo. En Barcelona correspondería, por ejemplo, a una imagen doliente, como expurgando sus culpas, en la postguerra, cambiando radicalmente con la cosa olímpica. Una imagen, en todo caso, muy diferente a la que reflejan las películas de realizadores extranjeros que se han atrevido a ello.
Antonio Pizza, que además de escribir un artículo ha coordinado el volumen, apenas si pudo hablar de las sinfonías urbanas que, sobre todo en los años 30, enseñaban cómo se desarrollaba la vida de diversas ciudades.
Otro autor parece haberse centrado en las distopías urbanas. Otra en el cine de postal que se expandió, sobre todo, por los años 60.
Me da la impresión, no obstante, que frente a estos temas genéricos bastante manidos, lo que más me interesará corresponderá a la parte “La arquitectura y su puesta en escena”, en la que se puede encontrar un resumen que Marta Peris ha hecho de su “La casa de Ozu” o bien seguir cómo Jorge Gorostiza, como he visto en una pequeña incursión que he hecho sobre su artículo, habla por ejemplo de unas visiones imposibles, como las de ese travelling lateral con el que tantas veces vemos que la cámara sigue a un personaje que va apareciendo en puertas, ventanas o cualquier otra obertura.
Un último capítulo contiene artículos sobre la propia práctica del cine sobre arquitectura. En este apartado, un arquitecto y una cineasta hablan del cortometraje sobre la historia del patrimonio arquitectónico de Barcelona que les encargó el MUHBA. Y me gustó cómo María Mauti, que me parece es la responsable de las prácticas en la cátedra de Arquitectura y Cine que Antonio Pizza lleva en la ETSAB, respondió a Begoña García, diciendo que lo que le hizo no sólo conciliarse con el cine sino entrar en ese campo con confianza y pasión fue ver cómo puede ser de evocativa la arquitectura: viéndola te trae a la cabeza sensaciones sobre las que la habitaron en algún momento o viven en ella.
Y, por último, muy buena la reflexión que se marcó otro profesor de Arquitectura de la fila 0, cuyo nombre siento no haber retenido, cuando recordó la respuesta de Wim Wenders a una pregunta que le hizo cuando presentaba su “Él cielo sobre Berlín”. Dijo entonces Wenders que lo que le gustaba realmente era la ciudad expectante, inacabada. No lisa como la ciudad ya completa, sino rugosa, pues en ella puedes situar mentalmente tu idea sobre lo que podrá venir.
Pues eso.
(En la foto, al inicio del acto, el responsable de la Capel presenta a Begoña García y a Antonio Pizza, que echa una mirada desconfiada al fotógrafo).