martes, 31 de diciembre de 2019

La verité


Conviene esperar a que avancen un poco los títulos de crédito finales de “La verité” (Hirokazu Koreeda, 2019, vista hoy en el Boliche en segunda sesión, que era la última del día por la cuestión esa de la fecha) para poder constatar de nuevo el gran y larguísimo muro de La Santé que da al Boulevard Aragó. Una presencia interesante, la de esa prisión que todos los personajes dicen existe justo detrás de la preciosa casa con jardín de la ficción.

Confieso iba lleno de temores al cine, porque eso de ver por enésima vez a la hija (en este caso interpretada por Juliette Binoche) que tiene un resquemor enorme por cómo cree haber sido tratada por su madre, una diva del cine (Catherine Deneuve), puede resultar terrible. Pero, quizás ayudado por esas perspectivas, he salido (hemos salido) muy satisfecho(s) de la función.

Algo ha debido poner de su propio personaje la Deneuve, que resulta francamente divertida y creíble como actriz de ego insufrible ya disfrutando del final de su cuerda. Y uno queda expectante por ver nuevas inmersiones de Koreeda en el universo parisino actual, más si resulta que los parisinos parecen alejarse de él.

lunes, 30 de diciembre de 2019

Chaplin en Bali

Charles Chaplin y su hermano Sídney en el vapor japonés que le llevó en 1932 de Nápoles al Índico.
“Chaplin en Bali” (Raphaël Millet, 2017), pasado la noche del sábado en la dos (enlace, abajo), es un reportaje sobre una etapa no muy conocida de la vida de Charles Chaplin, la del viaje que le llevó en 1932 a la isla indonesia de Bali, entre “Luces de la ciudad” y “Tiempos modernos”. Su valor radica, en mi opinión, no en su cansino relato, sino en el inapreciable material gráfico, con extraordinarias fotografías y muy poco vistas filmaciones de la época, muchas del propio Chaplin.
El hotel que le acogió en la isla de Bali.
Si atrae, al menos a mi, es por permitir intuir el funcionamiento colonial (Indonesia era entonces una colonia holandesa) , contemplar el paraíso por el que les llevó Walter Spies (colaborador de Murnau que merece por sí solo un documental -que parece que existe...-) y, quizás, hacer conjeturas sobre cómo podría haber sido la película que en algún momento Chaplin pensó, a punto de entrar en la moda de las cintas sobre los Mares del Sur.
El singular Walter Spies.
En el capítulo de fotografías he debido autocensurarme, para que no fuera el sistema de FB el que me sorprendiera votándome alguna imagen con indígena mostrando, como tenían por costumbre, sus pechos, tal como me pasó ayer con la ceremonia de Suazilandia...
Dos niñas (una a la izquierda) son iniciadas en un baile tradicional por dos bailarinas adultas (autocensuradas) y Chaplin imita sus movimientos en el único trozo de lo grabado con él que no se perdió.
El reportaje puede verse, al menos por el momento, atendiendo a este enlace:
Después de “Tiempos Modernos” Chaplin volvió a Bali, en este caso con Paulette Goddard, la chica de la película y nueva pareja.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Emboscada en la noche


¿Qué mejor, para una insulsa tarde de domingo, que ver una película de Michael Powell y Émeric Pressburger?
En Filmin hay varias y -¡arbricias!- una de ellas no la había visto nunca. Era “Ill met by moonlight” (“Emboscada en la noche” o “Inteligence Service”, 1957) y tiene el aliciente adicional de estar rodada en Creta, en decorados naturales, con espléndidos paisajes de las montañas y barrancos del sur de la isla.
Dirk Bogarde hace de militar británico que ayuda a la resistencia cretense contra los invasores alemanes y tiene la feliz (pero arriesgada de poner en práctica) idea de secuestrar al general al mando de las tropas alemanas en la isla. Un film, pues, de aventuras, pero sin abandonar nunca la ironía y buen humor de losque siempre hacen gala la pareja de realizadores.
El general alemán considera que la resistencia de la isla está formada por bárbaros y Philedem (el nombre como conocen en Creta al Mayor interpretado por Bogarde) le recuerda que era un pueblo de filósofos y gente muy culta...
Una película que, de haberse estrenado en su día, habría seguro entusiasmado a mi padre, siempre entregado a la cosa esa de la estética, la flema y la astucia militar británica, él que no vistió de caqui en su vida.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Anna Karina

De todos los montajes de homenaje a Anna Karina que han salido estos días, éste es quizás el que más me ha llegado, acabo de escribir a José Luis Marquez en contestación al comentario de su muro donde, discreto, lo ha colgado. Yo lo asciendo a publicación, o como se llame.
VIMEO.COM
"La caméra, c’est une amie, c’est le regard du metteur en scène, c’est le miroir, il faut se faire aimer par la caméra.…

En tranvía



Aunque no viene del campo, hay un tranvía que va por la ciudad y una pareja en él.

Por un momento he creído estar viendo de nuevo “Amanecer” (“Sunrise”, F.W. Murnau, 1927).

Divine Victorine


En Roma Cinecittà, cerca de Londres Pinewood, varios por Hollywood. Los grandes estudios cinematográficos de la Costa Azul han sido los de la Victorine, en Niza.
“Divine Victorine” (Julien Donada, 2019, visto en TV5Monde) penetra en su recinto, en lo que diríase que es el terreno de un antiguo cuartel u hospital, hasta que al final de la carretera interior lo que se ven son unos enormes y modernos almacenes, de estética horrible, que corresponden a los renovados estudios, aún resistentes para rodajes y cualquier “evento” -para utilizar el palabro- que se les ocurra para rentabilizarlos.

El primer elemento que evoca algo cinematográfico aparece poco después. Si en los estudios Universal de Hollywood en una colina aparece de pronto un charco y un paredón donde se simuló el mar para algunas escenas de “Tiburón”, aquí surge una estructura metálica roja con ruedas, aparcada delante de uno de esos grandes contenedores/almacenes. Se trata de la grúa que aparece en el supuesto rodaje de “Pamela”, en “La noche americana”.
Esa de Truffaut fue una de las películas que más utilizó los decorados de los estudios, para hacer precisamente de decorados de estudios. Jean-François Stevenin cuenta en el documental que en esa película Truffaut condujo a los actores a hacer de técnicos y a todo su equipo técnico de actores. Él mismo, ayudante de dirección de Truffaut, fue uno de ellos. Y a partir de entonces hizo su carrera como actor.

Los decorados de la gran plaza filmada en el rodaje de ficción de esa película aún sobreviven parcialmente. Fueron construidos para “La loca de Chaillot”, reconvertidos para “Lady L” y de nuevo para “La noche americana”. Pero es de lo poco que aún puede verse. Hace unos años aún estaba por ahí la boca del metro ficticio del film y alguien se llevó a su casa un trozo que imitaba un lazo metálico de esos verdes de Guimard, pero fueron arrasados y enterrados, para aplanar el terreno y que sirviera para otra cosa.
Algo triste resulta saber que todas esas instalaciones se utilizan para un barrido y un fregado, después de haberlo sido todo en el mundo del cine francés, sobreviviendo todas las épocas. En una de las últimas escenas del documental aparece algún gestor satisfecho diciendo que todos los disfraces del carnaval de Niza del año de rodaje del mismo fueron hechas en los estudios, buscando dónde sea ocupación.

viernes, 27 de diciembre de 2019

L'enfant sauvage

El iris abriéndose y dejando ver un plano general del bosque. Reinan los sonidos naturales.
Pues finalmente, como era de esperar, Alfonso Levy ha trasmitido su pasión efectuando en la Filmoteca una vibrante presentación tanto de Truffaut como de su “L’enfant sauvage” (1970).
De esta última no ha querido entrar a destripar a los eventuales nuevos espectadores -que los había- elementos de su trama, contentándose con señalar que planeaba por su ambiente un difícil combate entre dos sentimientos en principio bien diferenciadnos: una profunda sensación de desamparo y un gran amor por la vida.
tard con su alumno. Tras la ventana, el campo labrado que puede llevar al ex-niño salvaje al bosque.
Con respecto a la película, destaco solo dos o tres cosas que me han llamado la atención en esta nueva visión, después de muchos años sin verla.
La primera son las dos secuencias iniciales. Se abre el iris desde una pantalla en negro (homenaje, como el correspondiente cierre de iris del final de la secuencia, al cine mudo). No hay voz en off, no hay diálogos, sí una rica banda sonora, que recoge (ya desde la pantalla en negro inicial, luego en coordinación con lo que se ve en plano general) el sonido de pájaros y el tomado directamente de la vegetación de un bosque agitada por el viento. Unos ruidos atípicos sorprenden a una señora, que regresa en la secuencia siguiente con más gente para ver si consiguen descubrir y reducir a ese ser extraño que se ha detectado por allí. No existe raccord formal alguno entre la primera y segunda secuencia, y debe ser el espectador el que agudice sus sentidos y vaya deduciendo todo lo que va ocurriendo dentro de esos planos generales. Me han parecido dos secuencias de apertura que podrían pasar por actuales, de un cine que ha asumido todo un nuevo, moderno lenguaje.
Como hace en este plano, casi nocturno. Tras la idea de que el regreso de Victor a la civilización era profundamente reaccionaria, como se sentía en los años 70, o bien una loa a una educación muy querida por un Truffaut que había hecho de gran autodidacta, la visión de hoy de la película me ha abierto una tercera posibilidad: Víctor, ya con calzado y ropas no puede subir a un árbol y se cae. Regresa a la civilización porque ya ha perdido todas sus habilidades de criatura salvaje...
Un segundo aspecto que me ha sorprendido supongo que ya lo debí observar y admirar en las primeras visiones de la película, y es la espléndida fotografía en blanco y negro de Néstor Almendros. Como las aperturas y cierres de Iris se trata de otro elemento, seguramente, de un marcado homenaje al cine mudo y clásico, puesto que el blanco y negro no era ya en absoluto habitual en el año de rodaje de la película, y obedecía, pues, a una marcada voluntad de sus creadores. Sigue la pauta de no utilizar más que luz natural que hizo famoso a Néstor Almendros. Levy me ha comentado que en algún momento eso era difícil de respetar y entonces llegó a colocar, para reforzar y aprovechar al máximo la luz solar, espejos por el suelo.
Alfonso Levy, trasmitiendo pasión al público.
Una tercera es más bien anecdótica, pero de esas que disfruto descubriendo en las películas de Truffaut. No la podía haber apreciado en ocasiones anteriores porque es recientemente que he sabido realmente cuáles eran los barrios parisinos de Truffaut, tanto en sus películas como en su vida real. Pues bien: ¿Donde vive el Dr. Itard, interpretado precisamente por François Truffaut, y lleva a vivir consigo a Víctor de l’Aveyron? Él se encarga de decirlo al personaje del doctor que no cree en sus métodos porque no cree que pueda lograrse algo con el niño salvaje, interpretado precisamente por Jean Dasté, quien encarnó al protagonista de “L’Atalante” (Jean Vigo, 1934):
- En una casa en las afueras de Paris, cerca de Batignolles.
Es decir, en la zona que con el tiempo sería el escenario de casi todas sus películas parisinas.
Y leyendo una frase que llevaba anotada.
Estas citas se extienden a otras casi bromas. Uno de los nombres con una bien sonora o que quieren poner a Victor será Néstor, evidentemente para hacer sonreír al director de fotografía. O el médico que cuida a Itard el día que se siente mal lleva el nombre de Dr. Gruault, igual que el gran co-guionista del film...

jueves, 26 de diciembre de 2019

El pequeño salvaje




Una cita para estas fechas, en las que escasean las tentaciones en forma de actividades atractivas.
Al irla a ver cuando su estreno, en época de dominio ambiental (al menos por el ambiente en el que movía) de un pensamiento anti-sociedad establecida, recuerdo haberle puesto un pero a “El pequeño salvaje” (François Truffaut, 1970).
Tenía muy presente el final de “Los 400 golpes” (1959), en el que Antoine Doinel se escapaba del correccional y emprendía una carrera hasta llegar, libre, a una playa, con la inmensidad del mar en el horizonte. En “El pequeño salvaje” había una escena que visualmente recordaba bastante a ese final. Víctor escapaba de donde le estaban educando para integrarlo a la sociedad. En el plano similar, en vez de la playa y al fondo el mar, se veía un campo labrado y al fondo un bosque. Pero el muchacho, en vez de dejarlo atrás todo para ir a vivir su vida, regresaba para integrarse.
En otras ocasiones en que vi la película ya no sentía eso como una afrenta, valorando que Truffaut, un gran autodidacta a base de lectura de libros y visión de películas, había querido ensalzar los valores positivos de una educación que, sí está bien llevada, tampoco es cosa despreciable. A ver qué sensaciones transmite ahora...
La película hacía ya un tiempo que no circulaba, con lo que es buena noticia su pase. La cita: mañana viernes 27, a las 19,30h, en la Filmoteca, dentro de su ciclo “Cineclubisme: el públic s’organitza”. Con el valor añadido de su presentación por parte de Alfonso Levy, una persona que tiene a Truffaut, además de en gran estima, tan conocido como si fuera de su familia. Me ha pedido que le introduzca, por lo que ahí estaré para darle la palabra... y volver a ver la película.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La noción del tiempo en Rocco


Ella ha dejado pasmado (que decían en “Plácido”) a Rocco explicándole que ha estado más de trece meses en prisión (¿será sólo por ejercer la prostitución?). Es entonces que le suelta la reflexión que precisamente apareció ayer en la cena de nochebuena y que queda retratada en los subtítulos del fotograma congelado que cuelgo:

-El tiempo pasa deprisa cuando los días son iguales.

Y acaba categórica:

-Se cree lo contrario. Pero es así -dicho esto último con gesto de no hay nada que hacer para evitarlo.

domingo, 22 de diciembre de 2019

José Luis Guarner


Campo minado de anécdotas, conviene recordar a José Luis Guarner por sus sorprendentes sentencias, inapelables, o sus divertidas descripciones, a base de metáforas o asociaciones muy ingeniosas, de películas. Las vertía en críticas de cine, nunca extensas, que aparecían en su mayor parte en la prensa diaria.
En el “Caimán. Revista de cine”, ex “Cahiers du Cinéma España”, están saliendo unos artículos muy interesantes dedicados a críticos de cine famosos y en el número de diciembre le ha tocado a él: por vez primera a un crítico español.
Me ha parecido un muy buen artículo, lleno de información expuesta de forma muy amena. Está escrito por Esteve Riambau, quien ya trabajó en una antología de sus textos -extremadamente numerosos y dispersos- para Anagrama.

Plácido


“(...) Caridad, denuncia, alegato realista. Todo esto son nada más que los pretextos superficiales de uno de los films más originales y profundos que se han hecho sobre el vacío, la frustración y la inexpresividad que reposa bajo la incontinencia verborrea de los hombres reprimidos de España. La película es una cascada de palabras, una sucesión febril de conversaciones entre tipos que no se dicen nada, absolutamente nada, los unos a los otros. Jamás el silencio se expuso con tanto ruido.
(...) En ‘Plácido’ nadie hace caso a nadie; nadie oye a nadie; nadie habla con nadie. Y todo el mundo aparenta hacerse caso, oírse, hablarse. La imagen que Berlanga de de un ‘grupo’ es literalmente desoladora.
(...) La multitud que protagoniza ‘Plácido’ es una suma de intenciones que nada tienen que ver entre sí. Toda reunión programada es una farsa, una impostura. Nadie está de acuerdo con nadie. Pero, unidos esos desacuerdos, observen un perfecto orden, que probablemente es un orden social instintivo, que Berlanga somete a una reducción sistemática al ridículo. La comicidad está en la propia naturaleza de la relación humana, que es, ante todo, una forma plural de frustración y de soledad.
(...) La multitud es, no obstante, asombrosamente compacta en sus desplazamientos. Nadie se conoce recíprocamente: ningún lazo les une. Pero todos van juntos a todas partes, como si una fuerza de gravitación les amarrara los unos a los otros. Da la impresión de que ‘el grupo’ tiene vida propia e incluso entidad física propia.
(...) El grupo, el ‘bicho’,come, orina, roba, reza el rosario, despotrica, se disgrega, vuelve a recomponerse, comercia, vende, subasta, contrae matrimonio, se muere, se pelea. Al final, casi como un ‘mensaje’, un soldado, centinela de cuartel, grita el protocolario -y como protocolario también ridículo- ‘quién vive’ a un muerto. Un broche de oro para esta orgía de la inanidad y de la insensatez que componen una treintena de españoles de 1960, que pretenden -y hacen así el más asombroso de los vacíos- tener un día de empresa común, de vida colectiva.”
Todo esto y algo más de Ángel Fernández Santos publicaron el sábado 31 de julio de 1976 en el número 170 de Cuadernos para el Diálogo y recuerdo haberlo leído yo también en una sesión de cine-club esos mismos años 70.
El otro día reproduje por aquí una frase que oí a Manuel Vincent sobre la última época de Rafael Azcona, guionista, precisamente, de “Plácido”, que tuve la oportunidad de ver de nuevo, en sesión colectiva, ayer: “El mundo de Rafael Azcona ya no era el mundo de Rafael Azcona”, es decir, que había cambiado.
Releyendo ahora todo este tratado que escribió Fernández Santos me doy cuenta que quizás este mundo había cambiado, sí, pero sólo en su superficie, no en lo más profundo, pues ahí, me da la impresión, permanece.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Maestro


La ventaja que tiene eso de grabar alguna película de la tele por alguna razón anecdótica es que te puedes llevar alguna sorpresa inesperada.
Ésta -“Maestro”, Léa Fazer, 2014, TV5Monde- la grabé por tener como uno de sus actores al gran Michael Lonsdale, años después de sus películas más conocidas.
Pensaba dejarla al poco rato, esperando a ver sólo cómo aparecía Lonsdale y qué aspecto tenía en 2014, sin dar tiempo a entristecerme comprobando qué papel había aceptado como actor en una comedia francesa al uso. Pero, por suerte, Michael Lonsdale aparece en la película muy pronto y está genial en su papel, del principio al final.
Lo más curioso es que hace de realizador (marginal) de culto, que se dispone a hacer una película con un presupuesto ínfimo, todo dentro de una parodia que en seguida ves apunta a Eric Rohmer... hasta que los diálogos te lo confirman desvelando los nombres de dos de los personajes del supuesto film que ruedan: Astrea y Celadon.
Más curioso aún es que, sí bien siguiendo las pautas de la comedia romántica más insulsa y convencional, no sólo el personaje de Lonsdale se desmarca de ese carácter. De tanto en tanto alguna secuencia con imágenes del sitio de rodaje, algún diálogo literario, también lo hace.
En los típicos letreros del final te explican que no se trata de ninguna parodia escondida sobre Rohmer o cineastas similares. Que Rohmer utilizó como actor en su último film a un joven actor, Jocelyn Quivrin, amante de los videojuegos y de un tipo de cine diametralmente opuesto. Este actor, que trabajó con la realizadora de este “Maestro”, escribió, con ánimo de realizarlo él mismo, un guión cómico sobre su encuentro para el rodaje y sobre anécdotas del rodaje mismo con Rohmer, pero murió en un accidente poco después. Léa Fazer retomó entonces ese guión, haciéndolo menos cómico que lo que era (ahí no sé si acertó...) y lo llevó a cine ella misma.
Podrían recuperarse sus escenas con Lonsdale, alguna del rodaje como aquella en la que el técnico de sonido graba con la percha el viento soplando entre las ramas de los árboles y alguna cita y entonces hasta podría verse con mucho agrado.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Novela y cine negro en ambiente ferroviario


Alguna cosa ya la había visto en alguna de sus otras conferencias a las que ido acudiendo, pero el trayecto es siempre, para los aficionados a los trenes, agradable.
Ayer Jordi Font-Agustí debía ofrecer uno de los últimos actos culturales previo el cerrojazo que para estas cosas suponen las fiestas navideñas. En la sede de los ingenieros hablaba de novela negra y del cine negro con ambiente ferroviario.

Hizo un repaso más o menos cronológico, aparecieron las cinco adaptaciones de “La bestia humana” de Zola, los Hitchcock y Patricia Highsmith, las cuatro novelas ferroviarias de Ágata Christie y sus inacabables versiones cinematográficas, el Tren Azul que llevaba a sus aristocráticos pasajeros hasta el Mediterraneo... y todo lo que tuviera que aparecer.
Cómo era una sesión para un grupo bastante frikie, aficionado hasta el delirio a la cosa ferroviaria, se entretuvieron hablando de algún que otro detalle técnico, salieron bastantes nombres rarísimos -con muchos números- de locomotoras y se divirtieron de lo lindo con los fallos de representación que ofrecían las escenas de películas que pasó.

Pero también hubo ocasión para una visión a vuelapluma como la nuestra, picoteando un poco por aquí y otro poco por allá, y captando la idea de que, al menos en lo que a novela y cine negro se refiere -otro caso sería el cercano mundo de los espías-, no se ha seguido la evolución de la técnica hasta nuestros días. De hacerse algo -muy poco- con este tema, suele enfocarse en el revival nostálgico, con el tren de vapor en la mayor parte de los casos.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Alfonso Levy


¿Quién es Alfonso Levy? Él se define, escuetamente, como filólogo. También, para asombrar, como alguien a quien le gusta hacer colas en los cines. Posiblemente haya quien lo recuerde de programas de debate de televisión y radio (con Manuel Delgado en el programa de Julia Otero, por ejemplo) o de programas radiofónicos de madrugada presentando y recomendando libros. Yo lo conocí como poeta, en una mesa redonda, presentando el libro de poemas de una amiga común. Poco después coincidimos en la Filmoteca y salimos de una sesión hablando de cine y, como no podía ser de otra forma, hablando de François Truffaut, uno de sus máximos referentes. Los largos, casi interminables paseos saliendo de la Filmoteca y hablando de cine se han reproducido muchas veces desde entonces.
Para la exposición “Cineclubisme: el públic s’organitza”, que puede verse en la Filmoteca hasta el 12 de enero, hicimos entrevistas a una serie de personas relacionadas con los cine-clubs. Unas cuantas de esas entrevistas aportan una serie de datos que creo de gran interés sobre el tema. Me siento especialmente orgulloso de haber logrado (bueno: no es que opusiera ninguna resistencia, al contrario, todo facilidades) que Alfonso Levy se dejase entrevistar para esa serie.
No es que Alfonso ofrezca en sus declaraciones datos relevantes. Es más: cuando en dos o tres ocasiones da algún dato concreto, me temo que la memoria le juega una mala pasada y sospecho que es erróneo. Pero es que su entrevista tiene un valor a mi entender grande no por los datos que ofrece, sino por lo bien que ha sabido explicar las sensaciones que el cineclubismo ha trasmitido a todos aquellos que lo han practicado en su juventud, en esa época de la vida en que uno es como una esponja, absorbiendo todo lo que le rodea que juzga de interés.
Es la entrevista más larga efectuada para la ocasión. El enlace da pie a verla y escucharla completa: sólo están suprimidas mis preguntas. Dura 32 minutos, pero si alguien quiere oír hablar de los cine-clubs, del cine, como instrumento de iniciación, ésta es su entrevista. No creo que nadie más pueda ofrecer lo que él ofrece en ella.
En la foto: Alfonso Levy un día, a la salida de la Filmoteca. Y aquí abajo, el enlace a la entrevista, recién bajada al canal de YouTube de la Federació Catalana de Cineclubs. A disfrutarla.

martes, 17 de diciembre de 2019

Entrevista a Juan Manuel García Ferrer sobre cineclubismo

José Antonio Pérez Guevara lleva unos buenos años poniendo su camarita delante de todo director de cine o similar que se pusiera a su alcance. Ha ido formando así una colección de declaraciones que es un valioso documento sobre el cine de última hornada de por aquí.
Todo iba bien, pues, hasta que recientemente ha introducido un intruso que no se sabe muy bien que hace ahí, en medio de su colección de entrevistas. Para más INRI, la entrevista multiplica por tres la duración habitual de sus piezas: supera en unos minutos la hora de cháchara.
Todo sea para que, al menos, alguien sepa de la exposición que sobre el cineclubismo puede verse hasta el 12 de enero en la sala de ídem de la Filmoteca las tardes en que hay sesión y se decida a ir a curiosearla un poco.
En la foto, el día de la inauguración de la exposición, rodeado de Tariq Porter y Esteve Riambau.
En el enlace de abajo, los casi 66 minutos de entrevista. Que sea leve para el pobre que se adentre por ahí:

lunes, 16 de diciembre de 2019

Il traditore

Hubo un tiempo en el que el cine estaba en primer plano. Grandes cineastas, de reconocido prestigio cultural, presentaban sus películas, la noticia aparecía en los periódicos y saltaba de boca en boca en las conversaciones. La expectación por ver qué había dicho uno u otro de esos realizadores en su película y cómo lo había dicho era enorme, porque se contaba con ellos para conocer de más cerca unos hechos, unas posturas, unos planteamientos sociales o estéticos que, sin duda, enriquecían a sus espectadores y entraban a formar parte de su base de conocimiento y discusión.

Marco Bellocchio era uno de esos directores de cine de referencia y, a sus ochenta años, sigue considerando el cine como su medio de expresión, de acercamiento a los espectadores, a los que orienta ese gran espejo que puede ser el cine para que se vean reflejados, piensen, extraigan conclusiones. Viendo la magnífica “Il traditore” (2019), recuperas las ganas de ir al cine, reconociéndolo como un medio fantástico de formación... y placer.

Todo el mundo, a estas alturas, ya sabrá que “El traidor” repasa una historia reciente de la Mafia -o, admitiendo la corrección efectuada por Buscetta, el protagonista, la Cosa Nostra-, y que con su apunte certero, mucho más cercano, menos peliculero, muchos dicen que supera a “El irlandés”, otra película de tema similar que está teniendo mucho éxito y haciendo hablar de ella.
No entraré a describir ni valorar en detalle la película. Solo diré que resulta, en mi opinión, valiosa, de esas que hacen importante que siga existiendo ese espectáculo colectivo que es el cine. Que conviene ir a verla, sentirse tensionado, a veces aludido, en otras sobresaltado, siempre informado por ella. Y que a la salida se puede entablar una conversación sobre lo que sabíamos del tema y nos ha hecho recordar, sobre las sensaciones que nos ha trasmitido.

Y también diré que Bellochio convence y se muestra hábil para atraer nuestra atención y, en muchos momentos, obtener nuestra identificación en ciertas escenas. Porque, como demuestra una que todos los mínimamente conocedores de la historia estaban esperando, nos hace vivir los acontecimientos, literalmente, desde dentro.

sábado, 14 de diciembre de 2019

La hierba errante

Entendiendo las dificultades, soy bastante crítico con eso de que las retrospectivas de un director no se presenten siguiendo estrictamente el orden cronológico de realización. Pero, mira por dónde, hoy he visto como una especie de justicia poética en el hecho de que haya sido precisamente con “La hierba errante” (1959) con la que se cierre el ciclo Ozu.

La troupe de teatro de la película se desintegra y parte con sus bártulos a otro lado. De la misma forma, la troupe habitual de espectadores que hemos seguido durante tres meses las diferentes películas del ciclo de la Filmoteca hemos cogido tras la proyección de esta tarde nuestros bártulos y nos hemos desintegrado como grupo fiel, partiendo cada uno hacia sus bases. A saber cuando se volverá a formar otra comunidad como ésta.

La película se inicia con ese ya famoso plano fijo de la botella en primer plano dialogando con el faro de un segundo termino (primera foto). Luego llegará ese otro plano fijo (segunda foto) con el buzón de correos, para ya, atando hilos, ver llegar en un barco ese grupo teatral que hacía muchos años que no pasaba por la localidad a pasar una temporada. El calor, marcado por el sonido de las chicharras, será a partir de entonces, ya en tierra, la nota ambiental más característica, junto al aguacero que cae en un par de ocasiones (foto 3 y 4).

La gente del grupo teatral se relaciona con la gente del pueblo o quizás, como en el caso de la hermosa hija del barbero (foto 5), tan sólo quiere relacionarse. Alguno de esos lazos que se forman parecen reproducir lo ocurrido, aún medio oculto, durante alguna estancia previa del grupo para representar sus obras de teatro en la localidad. Sólo que ahora las obras han abandonado su calidad para intentar atraer a más público.

Por el final, una de las dos escenas que hay ambientadas en la estación del tren me ha parecido preciosa, con el sonido del tren partiendo en off, mientras algo a la vez irreparable y hermoso tiene lugar, en lugar de tomar ese tren.

En dos o tres escenas se ven caer unos pocos pero grandes copos como de nieve. Es extraño porque no liga con la estación y además parece tratarse de interiores. Alguien me ha informado que eso es, precisamente, la hierba errante del título, que cae en determinados momentos o se va, como la troupe teatral, con sus bártulos a otra parte.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Rafael Azcona

En un cameo en “El cochecito”.
La ciudad bajo el cielo del domingo 
ofrece un horizonte de corbatas, 
de aburridos soldados sin dinero,
de Tenorios con ropas perfumadas, 
de mozuelos que fuman a escondidas...

Estos versos corresponden al Rafael Azcona inicial, aún en su Logroño natal. Es curioso apreciar que ya tenía dentro a todos sus personajes. ¿Sería aún así el paisanaje de su ciudad? Yo creo que sí, e incluso el Madrid al que fue a vivir, a inicios de la década de los 50, pues como le he oído en alguna otra ocasión, era esa una ciudad magnífica, en cuya calle principal, la Gran Via, podían tomarte medidas paseando a primera hora de la noche y poco después, cuando regresabas en ese mismo paseo a esa zona, ya tenías hecho un traje.
Época de rodajes con Berlanga, en los primeros 60.
En cambio, como se oye decir a Manuel Vincent en este Imprescindibles que pasaron el otro día por La 2, “Rafael Azcona” (Fernando Olmedo, 2016, aunque es más probable que se trate de 2009, al año siguiente al de su muerte), más tarde, cuando tenia junto a otros periodistas y directores de cine la tertulia que se reproduce, ya sin él, en el programa, “el mundo de Azcona ya no era el mundo de Azcona”. Había cambiado...
En su etapa final, ya prestándose a aparecer ante una cámara.
Él mismo había cambiado. Recuerdo que se sabía que no quería salir nunca en televisión, acudir a ningún festival, nada. Era, salvo para el mundillo de sus amigos, la discreción personificada, hasta el punto que en el acto de entrega de uno de los premios que le otorgaron, él como siempre ausente, alguien -se ve también en el programa- inicia su intervención con un “¿pero existe Rafael Azcona? Pero de pronto, por el final, se dejó dar premios y empezó a aparecer en multitud de entrevistas y demás. Él mismo había cambiado.
En la entrega que le hicieron de un premio honorífico.
No es que este “Imprescindibles” sea un prodigio de realización, que no lo es. Hasta creo haber visto programas en los que, con su presencia mucho más constante, relatando cosas, se le sacaba mucho mayor provecho. Pero se sigue tratando de Azcona, y siempre se saca algo de un programa a él dedicado. En éste, por ejemplo, que le gustaba un montón echar a volar aviones de papel.
Ya hace mucho tiempo, por cierto, que no veo por la calle, abandonado en la cuneta, ningún avión de papel. Ni mucho menos planeando.