sábado, 28 de febrero de 2015

Coeur fidèle

Habrá que revisar, a estas alturas, la historia del cine. Georges Sadoul señala que “Coeur Fidèle” (1923), que han pasado hoy en la Filmoteca, es la obra maestra de Jean Epstein. Por lo que he visto es, en realidad, un melodramón infumable, lastrado por la elección de los actores principales: la que hace de una lastimera huérfana criada en un bar portuario de Marsella y su enamorado, con pinta de actor de revistas de cine de los años 20, a quien le ha tocado en suerte un papelón de resignado desgraciado de lo más penoso. Puestos a elegir, yo me quedaba con el matón que se lleva al huerto a la chica, que tiene algo de fuelle.
Y, sin embargo, antes de fijarse en los actores, uno puede ver un magnífico arranque de película: Unos primeros planos muestran una colilla, copas sucias, en una mesa de madera tronada, que es limpiada por la que será la heroína de la función.
No son los únicos primeros planos, que cubren todo el metraje, algunos con los rostros de los protagonistas sobreimpresionados con el mar, ni las únicas imágenes atractivas: se ve la silueta de él acercándose a la taberna, pero difuminada por una cortina que cubre la puerta. También están las sincopadas imágenes de la feria pueblerina, que debieron admirar en su día, pero la verdad es que su carácter reiterativo, combinado con una partitura para piano no muy afortunada me ha hecho la sesión de difícil digestión.
Habrá que insistir, para quitarse de encima la mala impresión.

La chanson des peupliers

Anoche también pasaron en la Filmoteca una canción filmada, “La chanson des peupliers” (1931), y es curioso, porque eso de filmar a los árboles, las hojas danzando acompasadas al viento, se va viendo que es uno de los leitmotiv de Jean Epstein. Aparecían junto al río en “La belle Nivernaise”, como lo hacen en otras de sus películas para insuflar aires de misterio o, simplemente, vida.
En un momento de esta, por otra parte, bastante roma canción, aparecen entre las frondosas ramas bajas de unos álamos, azotados al viento, unos personajes, una pareja trajeada como yendo a tomar un picnic de la época de la aventura del motor. No sé si debe ser un trozo aprovechado de otro film suyo, pero todo un hálito de ficción inunda la canción y cortometraje.

viernes, 27 de febrero de 2015

La belle nivernaise

Sigue, y sin decepcionar, el ciclo Jean Epstein en la Filmoteca. Hoy se trataba, también con música en directo para la ocasión, de “La belle nivernaise” (1923), un cuento decimonónico (de Alphonse Daudet) de esos que permiten imaginarse a los espectadores de la época, satisfechos, a la salida del cine, a donde han ido a ver su adaptación cinematográfica, y entender perfectamente la pasión popular que despertaban.
La historia explica cómo el patrón de una barcaza (“La belle nivernaise”)
que recorre el Sena, recoge a un niño abandonado, que crece con él, se hace compañero de su hija y confía en que será el nuevo patrón, cuando él ya no tenga sus actuales fuerzas. Algo parece que se lo vaya a impedir…
Epstein sigue demostrando su poder visual en varias ocasiones. Una es, precisamente, la escena de la recogida del niño. Medio duerme agotado junto a una farola, y tipos muy diversos van formando corrillo a su alrededor. Vemos su rosario de rostros, apreciando cómo uno de los personajes, un cocinero, distraído y atraído por el espectáculo, se mete ostensiblemente el dedo en la nariz. Otra muestra a la pareja de jóvenes en la barcaza, surcando el Sena entre París y Rouen, del que hablan los títulos de crédito. Ella reposa su cabeza, confiada, en el hombro de él.
No es “L’Atalante”, que nunca acabaría, como hace ésta, con las autoridades eclesiásticas ejerciendo a satisfacción su papel. Hay un momento, no obstante, en que parece que el realizador no esté tampoco para la labor laudatoria: El chico está enfermo, muy débil. Hay un sacerdote que le está haciendo unas admoniciones, alzando un dedo al cielo. Pero la debilidad que lo posee hace que no pueda ver ese dedo más que muy borroso… hasta que aparece la chica, dibujándose nítidamente en un segundo plano, tras ese inhiesto dedo.

martes, 24 de febrero de 2015

Cine Atenas

Memorias de los otros – 15
Es el anuncio del reverso de una participación de DOS PESETAS en un número de la Lotería Nacional de navidad de 1960, expedido por el Montepío y Asociación del Cuerpo de Serenos de Barcelona (“Institución Sindical”, aclara). En el anverso ya aparece un dibujo anunciando el mayor rendimiento de la lámpara “Z”, pero me ha parecido más significativo el de este lado del billete. Sí que es verdad que era moderno el Atenas…


sábado, 21 de febrero de 2015

Pinochet y sus tres generales

Cuando la vi, en la ya casi olvidada Semana de Cine en Color de Barcelona, ya debía pensar lo mismo que ahora. Más que poner el dedo en el ojo, denuncia por aquí y por allá, no hay nada tan demoledor como recoger las cosas como las ves, sin acentuar nada. Algo así debió pensar también en 1976 José Maria Berzosa cuando decidió vestirse de cordero para hacer su reportaje para el INA francés. Tras unos iniciales recelos, le abrieron sus casas de par en par tanto la Junta militar chilena como el capitoste máximo de la “democracia autoritaria” chilena, Augusto Pinochet. ¿Cómo iban a resistirse ellos y sus mujeres a preguntas de tan buen gusto como qué era para todos ellos la felicidad, o cuáles eran sus gustos literarios o musicales?
En sus acomodadas casas, creyéndose poseedores de grandes conocimientos, confortables en su papel, se dejan ir. Hay que verlos, hay que escuchar el conjunto de nimiedades, esos vergonzantes lugares comunes que sueltan con gran prestancia, esos pellizcos de supuesta “sensibilidad” por aquí y por allá, esas risibles –si no fueran trágicas- declaraciones políticas. Hecho eso, uno se hace cruces de que buena parte de un país dé soporte, cuando ven peligrar sus privilegios (eso aún lo entiendo), a gente de esa “categoría”.
La película es larga. Recomiendo guardar el enlace, y verla en cuanto se tenga tiempo y disposición para ello. A mí me ha ido perfecto, por ejemplo, para pasar esta tarde de sábado, encerrado en casa por un gripazo. Garantizo plena satisfacción.

viernes, 20 de febrero de 2015

Napoli Millonaria

Pues resulta que van paseando por una calle elevada, con una vista que quita el hipo, y Eduardo de Filippo le pregunta a Totó que qué opina de la felicidad, si es feliz. Van siguiendo unas vías, porque Totó es tranviario. Éste se para, pensativo, y suelta toda una reflexión filosófica, diciendo que la vida es continua / discontinua, y acaba sentenciando que por eso sabe que nunca habrá guerra. En ese momento se cruza un niño, golpeando con un palo la barandilla de la calle y canturreando un sonsonete: “¡Ha estallado la guerra, ha estallado la guerra!” Totó, apesadumbrado, pide perdón: “Lo siento: estaba totalmente convencido”.
“Napoli millonaria” (Eduardo de Filippo, 1950) es un extraordinario canto a la ciudad y a sus gentes. Empieza con una panorámica desde Santa Lucía y más allá mientras una voz en off de esas que después imitaría Berlanga y cierto cine español sitúa la acción, para luego concentrarse en la abigarrada vida de un vicolo. Las autoridades de diferente signo (fascistas, alemanes, norteamericanos, democratacristianos,..), las desgracias van sucediéndose, pero la gente de Nápoles tiene la fuerza para sobreponerse a todo y encontrar su forma de vida.
Por el final, Totó regresa de tres años por un obligado periplo por los más penosos paisajes de la II guerra mundial: “Cuanto muerto, cuanto muerto –se lamenta-. Y todos iguales, sólo niños helados.” Empieza repetidamente la narración de sus batallas, pero nadie le hace caso. “Aquí también hemos vivido penurias”, le dicen sin querer escucharle.
La única bandera que ondea siempre al viento es, quizás, la de la ropa tendida de la primera y última escena.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto como con este programa doble, Epstein + De Filippo, que justifica de por vida la existencia de una Filmoteca.


L'homme à l'Hispano

Es extraordinario apreciar cómo Jean Epstein va presentando los diferentes espacios de la película. Arranca el film con la cámara entrando en un despacho en el que discuten un par de pasantes, acercándose a una puerta, franqueándola y dejándonos ver la conversación entre un notario y el protagonista, por la que sabemos que éste se ha quedado sin dinero. No será ni mucho menos el único movimiento de cámara de estas características. Para darnos a entender cada uno de los espacios, Epstein inicia cada escena con un majestuoso y vistoso movimiento, que recorre siempre algún elemento secundario, pero muy significativo: Unas estanterías con potes en el vuelo ascendente de la cámara hasta recoger en picado el interior del café; un travelling lateral que recoge la fugaz imagen de un niño contando unas monedas con las que le han pagado; el barrido por la sala del banquete resultado de un movimiento de cámara descendente, que se abre con los criados del fondo del salón, atentos a todo; los dos coches –Rolls e Hispano- capitulados,…
Uno de esos movimientos de cámara me ha llegado a emocionar: El protagonista debe ir a Burdeos para coger un barco que le llevará a Senegal. Está en la estación de tren. En el andén hay un kiosco ambulante, que exhibe sus publicaciones. La que está más visible, en medio de un frente triangular, muestra la cara de una actriz en la portada de una revista que se llama París. Entonces la cámara inicia un travelling en retroceso, alejándose de la revista. Adiós París…
Si “L’auberge rouge” (1923) era un relato truculento muy bien explicado y sostenido con el ambiente preciso, “L’homme à l’Hispano” (Jean Epstein, 1933, hoy en la Filmoteca ) es algo totalmente diferente. Es Biarritz, el golf, la playa, el aeródromo, el verano, las casas de campo y los coches lujosos. Es la gran y despreocupada vida. Quizás la única escena que recuerda algo ciertos ambientes de la anterior es una en que la pareja, sorprendida por el vendaval que agita las ventanas, se da el primer beso, envueltos ambos en los visillos. U otra con un estanque cubierto por la neblina.
Película que empieza como un Lubitsch, que sigue luego pautas de alta comedia, con unos momentos desternillantes ligados a un viaje en tren, que tendrá más adelante una única escena tirando a futurista con imágenes múltiples del coche a toda velocidad, fragmentado, por el campo, entrando en un cierto decaimiento de su frescura en su parte central, y acaba con otra puerta cerrada al final, para esta vez no enseñar nada y sólo dejar suponer lo que se va a desarrollar dentro, a su otro lado. Hace poco ya habíamos visto cómo el film había ido derivando muy bien, muy dignamente, como su protagonista, de la alta comedia al melodrama.
La vuelven a pasar la noche del 25 de febrero.

miércoles, 18 de febrero de 2015

L'auberge rouge

Esperado ciclo Jean Epstein en la Filmoteca con –a juzgar con el lleno de hoy- buena respuesta del respetable. No estaba claro que fuera así, pese a que se ha tratado de una proyección con acompañamiento musical. Quizás ha llegado eso de que, si de alguien aprendió Luis Buñuel a hacer cine, fue de Epstein, y que por aquí sus obras siguen siendo bastante desconocidas.
“L’auberge rouge” (1923) está basado en una obra de Balzac, pero podría parecer basado, así mismo, en cuentos de escritores como Villiers o el mismo Poe, del que Epstein adaptó (en un solo film) “El hundimiento de la casa Usher” y “El retrato oval”, porque si algo destaca especialmente es el ambiente fantástico que logra con pocos elementos, hoy abrigados y completados con la interpretación al piano del maestro Josep Maria Baldomà, quien no ha dudado en hacer uso directamente de las propias cuerdas del instrumento en los momentos más desasosegantes . Su núcleo es una narración “para poner los pelos de punta” que cuenta un comensal. Con climax final ya no en lo narrado, sino en la misma casa noble en que tiene lugar la cena y el relato de sobremesa. El engarce entre las dos historias es perfecto, y todo se sigue muy bien, de cerca, integrado por completo el espectador.
Posiblemente esta integración con el relato se obtiene por aquello que hace el film, más allá de su perfecta, redonda historia, especial, gracias a Epstein. Ya la primera imagen de toda la película es un primer plano de una cara entre brumas. Durante el relato de sobremesa nos va mostrando primeros planos de las reacciones de los diferentes comensales, como en la representación de la truculenta historia del albergue pasa otro tanto, con insertos de primeros planos evidenciando los deseos y pensamientos de los afectados por la profecía de esa echadora de cartas, o por la deslumbrante exhibición de quien está llamado a ser notoria víctima.
Hay más. Llueve, y se ha formado un barro que hace penosos los trayectos. Epstein tira otro plano corto de la dificultad de los caballos en circular por el campo enfangado. Más tarde vemos que replica el plano, para hacer evidente la penosa fatalidad. Los cascos de caballo son sustituidos esta vez por los pies de la hija del posadero, que no podrá evitar la tragedia.
La vuelven a hacer el sábado por la noche. No está nada mal para ver y apreciar un Epstein temprano…

jueves, 12 de febrero de 2015

Reminiscencias


Veo que el cineasta finlandés Peter von Bagh murió el septiembre de 2014. Hizo “Reminiscencias” (“Muisteja: Pieni elokuva 50-luvun Oulusta”), la modesta pero muy agradable película que pasaron anoche en la Filmoteca, justo el año anterior, en 2013, y eso no deja de llamar la atención, condicionando, de una u otra forma, su visión.
Von Bagh regresa a Oulu, la ciudad en la que vivió hasta su juventud, según dice él mismo, con la sensación de volver a ver a un amigo al que hace mucho tiempo que ha dejado. Eso le permite comparar, siempre a ritmo rápido, las numerosas imágenes de época que recopila (fotografías, documentales, pinturas) con las que puede captar en su nueva visita. Alguna vez se muestra sarcástico, como en la ocasión en que nos presenta a los nuevos supermercados y retrocede para dejar ver el cementerio que permanece frente a ellos, “como su área de descanso, con vegetación”. Pero las más de las veces le vence una cierta, resignada, melancolía.

La voz en off recalca una mirada asombrada sobre la fugacidad de todo lo que fomentaba la vida de la ciudad, que fue una de las más industriosas de Finlandia, en el extremo norte del mar Báltico. Mezcla sus recuerdos personales (su casa -estupendo ejemplo de la moderna arquitectura finlandesa-, imágenes de los miembros de su familia, de su colegio y colegas –convertidos, señala, en personajes públicos-,…) con los colectivos (tiempos de guerra, inauguraciones y destrucciones de industrias y edificios,…) todos ellos envueltos en una musiquilla evocadora de época, que recuerda a la de las bandas sonoras de Jacques Tati.

Pero si hay algo que me ha hecho acabar conquistado por la película es cómo él, que hizo toda su vida posterior de cineasta, explica la continua presencia en la ciudad del cine como su elemento formador, que le acercó todo el mundo a esa provinciana y alejada ciudad. Trufa el film de imágenes de sus antiguos y hermosos cines (uno sólo superviviente, totalmente cambiado), de sus colecciones de pasquines, rememora las películas a las que le acercó el cine club, inaugurado con “El acorazado Potemkin”,…

lunes, 9 de febrero de 2015

El baile de El Sur



Llega la comunión de Estrella y, tras unos momentos de duda (¿llegará o no a la ceremonia?) es realmente el momento de comunión entre padre e hija, escenificado por ese maravilloso baile, uno de los que constituirán -¡no podía faltar!- la tercera sesión (“Escola de balls”) del quinto ciclo de “Ombres Mestres” que organizamos en la sede de los Ingenieros.


Empieza mañana martes 10 (“Diàlegs a la palestra”), sigue el martes 17 con “Avantguardes” y finalizará el martes 24 con “Escola de balls”.

Para detalles, condiciones y eventuales inscripciones, clicar en una de esas fechas/sesiones en la hoja del siguiente enlace:


viernes, 6 de febrero de 2015

Les photos d'Alix

Un corto de Eustache que no debiera olvidarse cuando se hable de la fotografía en el cine...
Lamentablemente, en francés a palo seco.

Pasolini poeta


Coge "Le ceneri di Gramsci" y se detiene en el primer terceto de su primer poema, "L'Appennino": “Teatro di dossi, ebbri, calcinati,/ muto, è la muta luna che ti vive,/ tiepida sulla Lucchesia dai prati”. Va repitiendo poco a poco, para que veamos que nos está hablando de los Apeninos, una cadena montañosa que desde la Toscana recorre toda Italia hasta el límite sur, contemplados a la luz de la luna desde Lucca. Pero pasa a otro nivel. Abre una antología de poesía italiana que ha cogido de la Biblioteca del Istituto Italiano di Cultura, que era donde nos encontrábamos abrigados anoche, con un frío pelón fuera, y lee un verso de Leopardi. Rápidamente nos hace ver que lo que hace Pasolini es partir de Leopardi para, una vez empapado de sus versos, dar una visión de lo mismo con otro lenguaje totalmente diferente: Dice ver, desde ahí, los Apeninos como dando tumbos, borrachos,..
Eso fue ya la por la parte final de la conferencia de Raffaele Pinto sobre “Pasolini Poeta” para el Projecte Pasolini Barcelona. Como un ejercicio práctico para demostrar palmariamente (ha habido en la sala, cuando ha leído a Leopardi, como un “¡oh!” asombrado) lo que antes ha estado diciendo, de que Pasolini, mostrando una de sus paradojas, y contrariamente a todos sus coetáneos, reivindica la poesía del XIX, una tradición poética que le permite “controvertir la estructura del estado”.
Previamente ha definido a Pier Paolo como un muchacho para el que la poesía había sido una necesidad fisiológica, víctima de una lectura y escritura torrencial (y ahí, precisamente, ha visto su comportamiento dantesco, respondiendo a nuestra broma sobre cómo iba a ligar Pasolini con el Dante de la Divina Comedia). Y ha entrado en el camino -que ha definido como inevitable- de partir de Freud, del odio a su padre, el amor a su madre, para entender sus razones. Un Freud defendido para su poesía por delante de Marx: “Io non so cosa sia questa non-ragione, questa poca-ragione: Vico, o Croce, o Freud, mi soccorrono: ma con la sola suggestione del mito, della scienza, nella mia abulia. Non Marx”. Y ha explicado también su homosexualidad (ligada a su enorme amor por su madre) no solo por su pulsión sexual, sino también como reivindicación de la alteridad, de la diversidad. El descubrimiento de su homosexualidad fue para Pasolini un momento de exaltación vital, pero con la sombra del pecado (su excitación ante Cristo desnudo en la cruz). A través de la homosexualidad, del narcisismo, ha comentado Pinto, Pasolini entra en la tradición literaria. Toma un punto de vista infantil, poético, lanza una mirada infantil sobre el mundo. Los verdaderos poetas son como niños, con una fantasía increíble. Detrás de cada buen poeta se esconde un niño, ha comentado, recordando Le genie enfant, de Beaudelaire.
Y ha acabado, más o menos, hablando de otras contradicciones de un Pasolini que está cargado de ellas, muchas ligadas, en un extremo, a su comunismo: Le dice en un poema a Gramsci que está “con te e contro di te”, su ideología con él, sus tripas contra él. Porque, entre la alegría y la lucha del proletariado, escoge la alegría.
Por un malentendido que no hemos sabido cortar a tiempo, la charla la ha dado en italiano, lo que ha sido una cierta barrera a la comprensión completa, pero vaya, la música general yo creo que ha sido ésta. Y por los comentarios captados posteriormente entre la gente, yo diría que les han entrado ganas de que te siguiera hablando de venga poesías. Habrá que ir a que nos explique “La vita nuova”…
Siento hacer más largo aún esto, pero no quiero acabar sin mencionar su magnífica incursión, durante la rueda de preguntas, en las razones de su entrada en el mundo del cine, intentando responder también sobre cómo aflora la poesía en su cine: Pasolini veía el cine, ha explicado, como la forma que tanto buscaba de representar lo real. Vio en él un lenguaje más primario, directo, sin el filtro de las palabras por el medio. Definía la cámara como unos ojos y unas orejas, pero para entender la realidad, decía, eso no basta. Para darle sentido es preciso el montaje. Y este magnífico final, sacado de su “Discurso del plano secuencia”: Para que la vida tenga sentido es necesario morir. Sólo con la muerte es cuando nuestra vida está ya montada.


 

miércoles, 4 de febrero de 2015

Ombres Mestres sobre las Vanguardias


Nos hicieron una sugerencia, y mordimos el anzuelo. La segunda sesión de este quinto ciclo de “Ombres Mestres” irá sobre “Vanguardias”. Vaya por delante que no somos en absoluto especialistas, pero, aprovechando que las aguas bajan revueltas y no hay un acuerdo claro sobre a qué se le puede aplicar ese término cuando se habla de cine, hemos escogido piezas de por aquí y por allá de entre las que nos han parecido interesantes y muy visibles por sí mismas, cualquiera que sea la postura de cada uno sobre la bicha.
Hemos seleccionado unas cuantas cosas de la época de las vanguardias clásicas (toma contradicción), pero también de films que llegan a nuestros días, tomando en este caso una de las acepciones del cine de vanguardia, como aquel que se adentra en terrenos desconocidos, avanzándose y tomando posiciones que luego practican muchos más.
Aparecerán escenas de pequeñas joyas como el “Paris qui dort”, de René Clair…

martes, 3 de febrero de 2015

Psyqué

Igual es porque, como ha dicho en su presentación en la Filmoteca Mark Webber, el editor del libro "Film as film", se trata de su obra más convencional, nada representativa de su obra posterior, pero "Psyque", la primera película del famoso director de cine experimental Gregory Markopoulos ha sido precisamente la que más me ha quedado grabada, agradando, del trío presentado bajo el llamativo nombre de “Du sang, de la volopté et de la mort”.
La hizo siendo estudiante en la escuela de cine de Los Ángeles, amante de la obra de Bresson, Mizoguchi, Dreyer y Cocteau (aunque en aquel entonces no podía haber visto buena parte de la obra de varios de ellos…), y uno puede vislumbrar en sus complejos encuadres, en sus contrastados colores, en su montaje, la pasión por lo que llevaba entre manos ese chico de 19 años. No sólo eso. Viendo esa serie de encuentros entre reales y oníricos de una pareja (¿Psyqué y Eros?: vamos a decir que eso puede llegar a ser lo de menos…) por las calles de la ciudad, en la playa, en la montaña, en la misteriosa casa,… uno tiene en mente ese tipo de cine surrealista estadounidense que en la postguerra, a todo color, hizo la vanguardia, estilo “Dreams than money can buy” o, por otra parte, el de Maya Deren (“At Land”, aunque en blanco en negro, presenta escenas muy similares).
Pero parece que Markopoulos quedó muy insatisfecho con su película, abandonó la escuela de cine y Los Ángeles, y se fue a su Toledo (Ohio) natal, donde rodó los dos siguientes (que, así entre nosotros, quizás por la ausencia de la moderna rubia del 47 del primero, casi una heroína hitckkoniana) me han parecido bastante pesados, y ya apuntando a escenas de repetidos bustos masculinos y tal. En cualquier caso, tampoco fue esa su vía principal. El cineasta fue a vivir en los 60 a Nueva York, formando parte del New American Cinema Group (Jonas Mekas, Robert Frank, Peter Bogdanovich…) y en 1968 se fue a Europa, donde murió en 1992.
Webber nos ha animado a ir a asistir a la próxima ocasión en que podrá verse una recopilación de sus últimos films, que tomó la decisión a partir de 1970 de no enseñar nunca. Será en 2016. Yo creo que me quedaré con la impresión de “Psyqué”.

lunes, 2 de febrero de 2015

Postals - 234 “Bergenstoget plyndret i natt”

Postals – 234
Uwe Jens Krafft.- Fridtjof Mjoen og Aud Richter i filmen
(A/S Norsk Super Film, Helios-Film GMbH, 1928)
(Norsk Filminstitutt)
Una pequeñísima muestra de la enorme cantidad de films que desconocemos. Ya sólo por ver la expresión de la actriz (que no la del pasmarote del supuesto militar) creo que podría ser interesante su visión.