domingo, 8 de agosto de 2021

Le fond de l’air est rouge


Hay un momento minúsculo, de apenas medio minuto, al final de los 180 de “Le fond de l’air est rouge”(Chris Marker, 1977), que pasó ayer la Filmoteca, en el que Arthur Penn dice divertido a la cámara un poco lo que estamos viendo en ese momento que está pasando con lo que narra la película: Antes, viene a decir Penn pensando en los films de Hollywood, teníamos claro quién era el malo y quién el bueno. Ahora todo es más confuso.
El famoso documental de Marker, que roba imágenes de otras muchas películas suyas, a la vez robadas de por aquí y por allá o rodadas por multitud de famosos cameramans, empieza con la mucho más famosa secuencia de sublevación en el Acorazado Potemkin de Eisenstein, y concretamente cuando un marinero, consciente de lo que está pasando y cuál debe ser su papel, lanza a los otros marineros un grito en petición de solidaridad: “¡Camaradas!” Y su voz insiste, tronando: “¡Camaradas!” Ya sabemos de qué irá todo el film. De ese grito de llamada de clase para lograr un futuro.
Vietnam, Cuba, mayo del 68, Primavera de Praga, huelgas y colectivizaciones de fábricas, la Baader Meinhof, van analizándose a lo largo de la sesión. Hay dureza evidente (las imágenes de caras y cuerpos destrozados insertadas tras la alegría del piloto que acaba de lanzar bombas napalm sobre vietnamitas es una de ellas), pero también la ironía que suele gastar Chris Marker y que en ocasiones -no siempre- llega a captarse, como cuando, tras oír un discurso de Fidel Castro en donde explica que llegará un día en el que, acabada la urgencia de la revolución, ésta se institucionalizará. Poco después se ve un auditorio enorme, lleno de gente, frente a un escenario en el que se va abriendo verticalmente una cortina. En off el narrador nos dice: “la institucionalización”. Detrás de la cortina, en el escenario, aparece el Comité Central del Partido Comunista Cubano, mientras que por los pasillos, al estilo de lo visto antes en Moscú, avanzan con paso marcial, al son de las palmas de los asistentes, soldados con uniformes de gala…
En la escena final Marker hace una comparación de las desapariciones de cantidad de disidentes que en el mundo han sido con una masacre de lobos desde helicópteros efectuada como demostración de un armamento. Para acabar con un motivo mínimo de optimismo el narrador dice:
-Però aún siguen habiendo lobos.
Comentando lo visto, caminando hacia las Ramblas para coger el último autobús, no pude sino compartir el sentimiento adquirido viendo el documental de, tras la centrifugación sufrida en las últimas décadas, lo lejos que estamos de todo eso. Es decir: ¿dónde esos sindicatos intentando lograr mejoras laborales? ¿dónde esa conciencia solidaria contra los abusos? ¿dónde, incluso, esa estructura industrial compacta determinando una sociedad? ¿dónde esos sistemas políticos vislumbrándose como alternativa a los existentes?


 

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