domingo, 1 de agosto de 2021

Dejad paso al mañana


Pues no recuerdo haberla visto nunca antes. Hablo de “Dejad paso al mañana” (“Make way for tomorrow”, Leo Mc Carey, 1937).
Un amigo que la había vuelto a ver recientemente la recomendó, diciendo que Ozu la tuvo presente al realizar su “Cuentos de Tokio” (1953). Aunque son dos formas contrapuestas de actuar, puesto que Ozu narra cuestiones parecidas con una sutileza a la que nunca llega la mano de Leo McCarey, siempre más dispuesta a cierto subrayado, a no rehuir lo ya transitado o incluso lo directamente sentimental, lo cierto es que ambas pueden, por mérito propio, estar en lo más alto de la lista de películas que tratan de ese período en el que el papel de padres e hijos se invierte y éstos deben hacerse cargo de aquellos.
Personalmente yo prefiero el McCarey de “Sopa de Ganso” (1933), al que nadie puede acusar de la más mínima infección sentimental, pero “Dejad paso al mañana”, por suerte para nosotros, no pertenece aún a ese cine norteamericano de postguerra que si abordaba estos temas envolvía constantemente en gelatina. En los años 30, en cambio, tanto en ese aspecto como en el de puesta en escena, surgen aún acercamientos y soluciones bien refrescantes, como aquí ese beso que están a punto de darse la pareja de ancianos, pero que no se lo acaban de dar porque ella advierte que la cámara les está observando, con lo que quedarán a la vista de todos los espectadores, y eso no estaría bien.


 

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