Una chica de Estambul, Sumru, se dirige a la zona kurda de Turquía, según explica a todo el mundo, para recoger en su magnetofón sonidos de la naturaleza (pájaros al amanecer) y etnográficos (los cantos patrióticos que entonan los escolares antes de empezar las clases), pero sobre todo antiguas canciones populares (elegías, les llaman en los subtítulos). Allí conoce a un cinéfilo empedernido al tiempo que va sabiendo de relatos de numerosas desapariciones acaecidas en los años 90.
Éste es el argumento de “Future lasts forever” (Özcan Alper, 2011)
Película de grandes paisajes, de lentos recorridos por ellos, con presencia frecuente de cementerios y recuerdos de gente fallecida, sin que la verdad de su muerte haya sido nunca reconocida.
También de poesías, de frases y carteles de películas (Tarkovski, Güney,…). En otras circunstancias me hubiera dormido o aburrido. Hoy, aunque el film ronde por esa débil línea entre lo sublime y lo ridículo, mira por dónde, no me ha pasado. Quizás porque en un momento el cinéfilo ha recitado aquel poema de Peter Handke, “Cuando el niño era niño”.
La película está dentro de un paquete de tres films que MUBi anuncia que “expiran dentro de seis días”. Habré de tentar rápido de nuevo la suerte.
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