En el Paris inicial, por el Marais.
Las fotografías de un pasado que se escapa.
La tercera película ahora visible de Guy Gilles, “Le clair de terre” (1970), aún sin renovar la sorpresa producida por su “L’amour à la mer” (1964), confirma la línea estética de este director nacido en Argelia, iniciado como cineasta con la Nouvelle Vague y muerto prematuramente, de sida, en 1996.
Sus títulos de crédito se insertan entre escenas de una visita guiada a la Plaza de los Vosgos y otros espacios de un barrio del Marais entonces muy vacío, popular y medio abandonado, que empezaba a restaurarse… Así, junto a la presentación de postales turísticas del norte de África, se introduce el auténtico tema de la película: el paso del tiempo, los recuerdos,…
Pierre, trasunto de Guy Gilles, emprende desde París un viaje a sus orígenes, a Túnez. Pasada una escala y encuentro en Deauville, la llegada a la ciudad y más tarde a otros puntos del país, donde aun viven conocidos de sus padres, le supondrá un auténtico reencuentro sensorial: colores, rótulos, antiguos espacios de la ciudad, entonces aún muy presentes, inundan la pantalla, aunque es casi imposible dar por internet con alguna captura de pantalla que los refleje, pese a ser éste de los planos cortos de imágenes pintorescas una de las características más interesantes de lo que llevo visto del cine de este director.
En búsqueda de su camino, Pierre recorre el interior del país, pero sobre todo la costa -donde tiene casa una antigua maestra, quien llena de nostalgia le habla durante largos encuentros de su vida y de sus recuerdos de sus padres- o la playa, donde, cual el ahora de nuevo famoso Tadzio, con camiseta de rayas, contempla el horizonte, preguntándose por su futuro.
La travesía.
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