miércoles, 25 de agosto de 2021

Annette



El demiurgo a punto de ofrecer su expiación, de ver la película con su hija.

Sí que conviene saber ciertas cosas antes de ver una película. Los comentarios leídos por aquí y por allí me han permitido ver que hay dos películas en “Annette”: una fuera y otra dentro, como dice una de las letras de canción, siempre todas ellas con frases muy pertinentes para sacar jugo sobre la de fuera desde la de dentro.
Una historia que resulta evidente es la expiación de Leos Carax, respondiendo contundentemente a los avatares habidos en su vida personal. Otra el cuento de hadas que el mismo Carax invita a ver a su hija al inicio del film.
El cuento de hadas va presentado en forma de ópera-rock. Por eso lo más adecuado, casi imprescindible, es irlo a ver en el Phenomena. Ya sólo con esa impresionante escena grupal inicial, partiendo todos -cámara incluida- del interior del estudio y saliendo a plena calle con un potente ritmo (que recuerda mucho a la también impresionante escena de “Holy Motors” del grupo liderado por el acordeonista), amortizas el coste de haber escogido un cine con pantalla enorme y equipo de sonido potente. Si no hubiera en él efluvios de palomitas ya sería perfecto.
Dicho esto, no acabo de entender que la deriva hacia los infiernos y el final marcado puedan gustar ya no digo a mí, a quien las comedias musicales me suelen parecer una encerrona (y en ésta todo el periodo negro y el periodo con muñeco me parecen en sí un auténtico coñazo), sino gustar precisamente a los amantes de comedias musicales que lleguen al cine en busca de espectáculo, que yo diría que exigen después de la depresión dramática una siempre presente resurrección de ánimo, que aquí brilla por su ausencia.
Si me conmueve la película, pues, es por la historia externa, la que ha llevado a Carax a rodar y presentar “Annette” y dedicarla a su hija. Da más de una pista para la identificación propia y de los demás personajes, pero hay un momento definitivo. Carax viste un instante a Driver, justo después de lo que no debiera haber hecho nunca su personaje Henry, con sus peculiares gorros y gafas oscuras, para que no quede duda de que nadie que conozca su aspecto pueda eludir verle a él detrás del personaje. No he encontrado la captura de imagen precisa para colgarla, por lo que he optado por poner la imagen de Leos Carax con esas prendas y apelar al recuerdo de los espectadores.
Hay más referencias, como la primera secuencia en la que aparece la diva Ann (una Marion Cotillard que yo no veo adecuada para el papel, pero eso es otro asunto) en su coche, que recuerda irremisiblemente al personaje femenino de ‘Holy Motors’, pero esto quería ser sólo una nota mínima y ya está alcanzando un tamaño de esos imposibles habituales.


La diva.


Henry O’Henry en su actuación, con sus impresentables batín verde y pierninas.

Leos Carax, modelo para Driver en la escena que digo.



 

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