miércoles, 11 de agosto de 2021

L’heritage de la chouette” 12 y 13


Ayer nos acercábamos y reuníamos los habituales que hemos ido siguiendo en la Filmoteca los pases de “L’heritage de la chouette” (Chris Marker, 1989) bastante cariacontecidos: eran los dos últimos episodios. Se acababan con ellos una serie para televisión que habla bien fuerte de lo que debería ser la programación de una televisión pública, justo en un momento en que ha desaparecido de la parrilla todo tipo de programa aunque sólo sea lejanamente similar. Lo más parecido por estos lares quizás fueran los programas dirigidos por Emilio Manzano dedicados a libros y a la filosofía, pero ya hace muchos años de eso…
El episodio 12 y penúltimo iba dedicado a la Tragedia, y se aparta un poco del esquema genérico de una tras otra entrevista a grandes pensadores sobre el tema que se trate, entrelazadas en el montaje, ya que, además de esto, presenta en buena parte de su metraje otro tipo de filmación. Así, vemos un montaje paralelo entre la representación de Medea por un grupo griego y por un grupo japonés, por ejemplo, o un recorrido por teatros de comedias musicales.
Nada más empezar, entramos en un local lleno de botellas medio vaciadas en completo desorden, que ríete de los que frecuentan los personajes de las películas de Hong Sang soo para torrarse y empezar a decirse verdades de las que duelen. Pero estamos en realidad en el Japón. Porque una de las grandes curiosidades surgidas del episodio es la idea de que ver una obra del teatro Kabuki, del teatro Noh, sea quizás la experiencia que más nos acerque a lo que pudo ser en su día una representación en la Atenas clásica, mucho más, dice creo que Xenakis, que verla representada por un grupo griego actual. La relación Japón-Grecia no queda ahí. Una contertulia oriental del bareto confiesa que su primer acercamiento al teatro Noh fue gracias a la contemplación de “El viaje de los comediantes”, de Angelopoulos. Entonces aparece, con esa habilidad del montaje de Marker, Theo Angelopoulos y nos dice que lo que intentopó con sus películas fue conducir los mitos hacia la vida cotidiana.
Una participación potente la tiene Cornelius Castoriadis, quien se desespera de la utilización del nombre de “tragedia griega”, cuando -dice- la tragedia fue un acontecimiento exclusivamente ateniense, en tanto en cuanto asociado indisolublemente a la democracia.
El episodio 13 y último, por su parte, está dedicado a la Filosofia y el subtítulo de “El triunfo de la lechuza -la chouette-“, lo que lleva a que Marker, más contento que unas Pascuas, pues siente por el animalito casi tanta simpatía como por los gatos, se ponga a obtener una nutrida batería de respuestas a su pregunta sobre la significación de la lechuza. Prácticamente todos dicen que es el símbolo de la sabiduría, con esos ojos tan grandes que lo ven todo y que llevan a preguntarse por todo. Pero quien quizás está más divertida es nuestra a estas alturas ya muy querida Angèlique Ionatos, quien añade a esa sabiduría el humor, que deduce de ese pequeño movimiento brusco que suele efectuar tras haber efectuado esa larga y profunda mirada. Eso de que salga a volar, con esa gracia que lo hace, cuando anochece, hace a la lechuza también símbolo universal de quien indaga entre la oscuridad: poca broma.
La cosa toma un cariz político que me resulta francamente estimulante a partir de entonces. Castoriadis recalca algo fundamental: que no hay libro sagrado, no hay profeta en la Grecia Clásica. No hay, pues, una verdad revelada a la que adaptarse. Eso lleva directamente a preguntarse a uno mismo qué ha de pensar. Es por tanto la Grecia Clásica un adalid de la libertad.
Hay más, y de ese nivel. Creo que es Michel Serres quien, categórico, deja sentado algo que me llegó al alma: Una idea es buena mientras no alcance el poder. Cada vez que las ideas han llegado al poder se han producido, irremisiblemente, muertos. Es entonces que las ideas se deben valorar por los muertos que NO ocasionan…
Uno de los personajes de la serie que me ha dejado sorprendido y a la vez admirado es Michel Jobert, a quien tenía por un político conservador de esos que había producido Francia a lo largo de su historia, pero nunca habría dicho que conteniendo las ideas que ha ido exponiendo en los diferentes capítulos, siempre muy pertinentes. En este capítulo dedicado a la Filosofía ofrece un broche de oro a sus intervenciones, cuando señala que él se queda siempre, que Europa debería quedarse siempre, entre la inquietud y la certitud, con la inquietud.
Los títulos de crédito que han siguen a este último capítulo don los de la serie completa y ahí es donde vi que Chris Marker, al final de todo, agradece a Jean-Claude Carrière que le hubiera dado la idea de la misma. Otro punto más de colaboración feliz, pues, asignable a Carrière.
A la salida comentaba que estaba dispuesto a participar en un crowdfunding de esos para que hicieran otros 13 nuevos capítulos, cuando me he dado cuenta que casi todos los que hicieron los trece primeros (Marker, Steiner, Angelopoulos, Castoriadis, Ionatos, Jobert, Serres, Xenakis, … hasta Carrière) habían muerto y a ver donde encontramos ahora a quien los reemplace uno por uno…



 

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