viernes, 27 de agosto de 2021

The reluctant revolutionary



No es fácil ver imágenes sobre el Yemen. Llorenç Soler hizo ahí de cámara en un episodio del programa para la televisión “L’oblit del passat” que dirigía Jordi Llompart, poco tiempo después de la unificación del norte y el sur del país y explicaba que era imposible moverse por sus medios, que debían ir siempre con otra camioneta de militares custodiándolos.
Con ese objetivo escojo ver “The reluctant revolutionary” (Sean McAllister, 2012; en Mubi), y con sus primeras imágenes me las prometo felices por el ejercicio de proximidad que suponen. En ellas, McAllister va acompañado por Kais, que se erigirá en el protagonista, en el rostro escogido para toda la película. Kais tiene una empresa turística y le está haciendo un tour al realizador.
Poco me imaginaba yo, que no me había fijado en la fecha del documental, que lo que iba a seguir era un testimonio de primera mano, sí , pero no del patrimonio arquitectónico y los tipos del país, sino de otra cosa.
Es la época de la Primavera Árabe y en Túnez, Egipto y Libia la gente se había sublevado pacíficamente, ocupando las plazas, para derrocar a los dictadores de sus países. El siguiente va a ser Yemen, se oye decir en el documental, y eso es a lo que enfoca McAllister, primero haciéndose pasar como turista, luego tomando sus imágenes como testigo internacional.
Pero lo que en un principio era casi únicamente captar la preocupación del endeudado Kais, siempre masticando qat, por una revolución que le ahuyenta a los turistas que le dan sus ingresos, pasa a ser un durísimo testimonio, con cantidad de heridos de bala como tristes protagonistas. Uno de ellos, moribundo, en el suelo de ese hospital de emergencia que va troncándose en morgue, mantiene elevado su brazo derecho, haciendo con sus ya amarillentos dedos la V de victoria.
Aún no sabían qué iba a pasar en Egipto y Libia. Pero mucho menos la década que se les venía encima en el propio Yemen.





 

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