Puede haber pasado a muchos. Ha muerto el último de los padres superviviente y se ha de ir a su casa, donde se hace patente la ausencia.
En 2014 murió el padre del cineasta Sébastien Lifshitz. Fue entonces a la antigua casa familiar, que debía vaciar para venderla. Se puso a rodar todo lo que veía, antes y después de vaciarla.
Era ese un documento privado, hasta que lo entregó para formar parte de esa magnífica colección que está creando el Centre Pompidou solicitando pequeñas miradas de éstas a diferentes cineastas.
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