domingo, 21 de marzo de 2021

Le Pont du Nord

Pascale Ogier en su Mobylette alrededor de las estatuas de Paris.

Bulle Ogier situándose en un Paris lleno de trenes.

Revisando el mapa/juego de la oca.

Hay varias páginas web con un mapa del Paris de “Le Pont du Nord” (Jacques Rivette, 1981; en Mubi). Es del todo punto natural, porque es quizás -y eso ya marca un grado superlativo- la película que hizo Rivette más exploradora de un cierto París.
El mapa utilizado se convierte en realidad en el juego de la oca, y de casilla en casilla van yendo, mapa mediante, Bulle y Pascale Ogier, con interferencias de Pierre Clementi y Jean-François Stévenin.
Todo empieza con un espectacular recorrido alrededor de las estatuas de bronce -leones, en su mayoría- con la cámara siguiendo a una Pascale Ogier en Mobylette, mientras Bulle Ogier recorre entre otros algún sitio que también se frecuentaba -creo- en “Out One” y, de tanto andar, se le rompe la bota y la ata de forma parecida a como hacía con su destrozado zapato el protagonista de “Paris nous appartient”.
Las dos se encuentran. “Una primera vez, un accidente; la segunda, quizás azar; pero la tercera, eso es el destino”, dice Pascale. Y con ellas ya inseparables vamos por un Paris lleno de trenes y de escaleras que se suben constantemente, para acabar en las zonas donde se produce el final de los recintos fabriles para transformarlos en viviendas.
Lo que tiene el ver las películas con la perspectiva que da el tiempo: Por un lado he visto (una tontería) que en el terrado del Arco de Triunfo de l’Étoile habían puesto ya en el año de rodaje unas barandillas metálicas en forma de palos clavados verticalmente, que antes no estaban. Pero por otra (ésta ya de peso), el saber del destino de la hija actriz te hace seguir las evoluciones de esa pareja, madre e hija en la vida real, de una manera bien diferente, que alcanza su cima con el desenlace de la ficción.


En un París en proceso de desaparición: ¡el albergue de la manzana dorada. Posta a caballos!

Esta secuencia, con Pascale Ogier tomada como si fuera desde la mira de una escopeta, te lleva, entre otras de la relación con su madre, a grandes reflexiones.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario