domingo, 21 de enero de 2024

Nitrato Lírico




Poco después de su realización, se programó en la Filmoteca de la Avda. Sarrià “Nitrato Lírico” (Peter Delpeut, 1991). La impresión que me causó la visión de esa emocionante batalla entre las figuras impresas en los viejos y enfermos celuloides y el óxido que se había adueñado de casi toda la superficie de sus fotogramas, la lucha de las primeras por seguir brillando, gracias a la restauración, fue de las duraderas, imborrable.
Ayer, sin embargo, se pasó la película en el auditorio del CCCB, en una sesión del Xcèntric que hizo las veces de broche final del seminario sobre archivos fílmicos que se había desarrollado durante la semana, y me sorprendí descubriendo que el óxido, que yo recordaba dueño y señor de casi toda la cinta, sólo había devorado parcial o totalmente las imágenes de una ínfima parte de los 51 minutos de la película.
Por suerte, toda la -mayoritaria- parte inicial, en la que las cintas de base de entre 1905 y 1920 restauradas no presentaban el mordisco del óxido, están presentadas de forma tal en el compendio elaborado por Peter Delpeut que suponen así mismo una emoción también enorme para el espectador, que no puede sino salir de su visión convencido de la fuerza de las imágenes del cine primitivo.
La recopilación de fragmentos que es la película se inicia con toda una serie que, bajo el título de “Mirando”, en silencio, abarca encuadres recortados, en un marco circular (como representando la visión de un catalejo) o correspondiente a las dos lentes de unos binóculos.
Sigue después una serie encadenada de preciosos retratos y, más tarde, una enormemente nítida escena urbana (¿de Estocolmo?) ya con, en la banda sonora, el obsesivo ruido de la bovina de la película circulando rítmicamente por los pasos de un proyector.
El compendio de escenas de cintas primitivas recuperadas en los archivos holandeses que confeccionó y presentó Delpeut seguía con los momentos de felicidad y drama encuadrados en un apartado que título “Mise en scène”, ya con un muy acusado apoyo musical.
“Dying” (“Muriendo”) incluye dolorosas escenas de un calvario en el que los soldados romanos aparecen laboriosamente pintados de color dorado, mientras suena el “Una furtiva lácrima”, pero aún se van a ver más maravillas en el film, como unos travellings obtenidos en su día desde un tren que recorre impresionantes paisajes alpinos o desde barcos, para acabar, entonces sí, con la historia de Adan y Eva en el paraíso asaltada hasta prácticamente desaparecer entre el óxido, como sucede también luego con alguna otra que apenas se vislumbra bajo ese juego ya totalmente abstracto de manchas en evolución y plenas de color que predominan.
Un tesoro.



 

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