jueves, 11 de enero de 2024

I fidanzati

Los novios, en un momento difícil, en el baile

Hablaba del baile de fiesta de empresa en “Il posto” como antecedente del Forman checo, pero después he visto “I fidanzati” (Ermanno Olmi, 1963) y ésta, mucho menos conocida, se inicia con una preparación de un salón y posterior sesión de baile de antología.
La admiración no es únicamente por esta larga escena inicial, sino que se extiende a toda la película, y sobre todo a su primera mitad, en la que el protagonista, un obrero fundidor, viaja del norte -donde deja a su novia- a Sicilia, para trabajar un tiempo en las nuevas construcciones de un enorme complejo químico.
En esa primera parte, especialmente, sin acompañamiento de más música que la que surge en la propia escena representada y con los sonidos de ambiente, capta la atención de forma increíble, siguiendo la (no) adaptación del obrero a ese nuevo ambiente, ese país con pleno contraste entre su antigua tecnología y la nueva importada. Y si digo que me decae un poco la película por su mitad es porque aparece entonces una inocua musiquita de nivel de vida para acompañar el recorrido del protagonista por la ciudad, en pos de una pensión, ya finalizado el periodo de su estancia en el hotel donde se alojaba también el ingeniero que le ha captado.
Toda la película está repleta de transiciones. Una muy especial, que me ha gustado mucho y me recuerda a la que expliqué de “La piel quemada”, en su inicio, posee un raccord magnífico, trabajado por la música. Las otras corresponden en general a recuerdos del obrero especializado, que llevan finalmente a una correspondencia sublimada que habla de los dos, por fin, como “fidanzatis”

El salón de baile.

Yendo a buscar pensión, ya en Sicilia.

El lugar de trabajo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario