Un comentarista japonés lo sitúa, sin decidirse entre el uno y la otra, siempre atraído por el Romanticismo alemán y la ópera italiana. Creo que es una buena observación para situar sus películas.
“Daniel Schmid, le chat qui pense” (Pascal Hofmann y Benny Jaberg, 2010; en TV5Monde) sintetiza -a mi modo de ver muy bien, transmitiendo su esencia- su biografía, su mundo y el reflejo de sus ideas y sentimientos en su obra.
Amigo de Fassbinder, Ingrid Caven le incita a hacer su primer film, con ella de actriz y Renato Berta de director de fotografía. Surgen entonces “Esta noche o nunca” (1972), La Paloma (1974, quizás la que más éxito tuvo entre nosotros) y otras cuantas. El año pasado la Filmoteca nos sorprendió con un emotivo documental, “Il bacio di Tosca” (1984), que parecía argentino, y sólo tenía de Schmid el amor por los viejos cantantes de ópera que consumían sus últimos años en una residencia exclusiva para ellos.
Pero el Daniel Schmid que triunfó por todo el mundo, también ligado a Werner Schroeder y Bulle Ogier, quienes como los dos anteriores comentan en el film sobre él, era otro, con una paleta de colores oscuros pero intensos, unos encuadres muy estudiados y un cine radicalmente diferente al suizo de expresión francesa que se había hecho familiar.
Me ha gustado el documental, que se ve hecho desde la proximidad y estima de lo retratado. Al apagar el monitor me sorprendo de la fugacidad que trasmite. ¡Pues no era un nombre de referencia el de Daniel Schmid por los papeles cinematográficos! Pues llegó, parecía que iba a estar ahí siempre y, en poco tiempo, enfermó y dejo de existir, y todo su pasar se condensan en estos 87 minutos.
No somos nadie.
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