Camino de la ciudad.
Candidato a un puesto de trabajo.
Colocación en la Oficina Técnica.
Esto de la reorganización obligada de las revistas de cine de casa me ha llevado a descubrimientos curiosos.
Así, por ejemplo, en el caso de “Esto de la reorganización obligada de las revistas de cine de casa me ha llevado a descubrimientos curiosos.Evidentemente, aún guardando en su seno de forma irrenunciable unas cuantas características esenciales, las formas y costumbres de las grandes compañías como la que presenta “Il posto” han cambiado radicalmente. Por edad, sin embargo, pude aún presenciar sus últimos resquicios sobrevivientes, y entonces contemplar la película es ir reconociendo cosas vividas, de regocijo en regocijo.” (Ermanno Olmi, 1961), que he vuelto a ver ahora, que la buena valoración crítica del realizador a partir de esta película no fue, en absoluto, universal y, a la vez, constatar cómo jugaba la ortodoxia ideológica del momento a la hora de calificar una película.
Así, por ejemplo, en el caso de “Il Posto” (Ermanno Olmi, 1961), que he vuelto a ver ahora, que la buena valoración crítica del realizador a partir de esta película no fue, en absoluto, universal y, a la vez, constatar cómo jugaba la ortodoxia ideológica del momento a la hora de calificar una película.
El que fuera quizás más “destroyer” en el sentido de valorar una película únicamente en función de su adecuación a una teoría marxista de manual, quizás fuera -voy viendo- Santiago San Miguel. En “Nuestro cine”, hablando de la película dejó escrito que estaba “centrada en personajes de la pequeña burocracia, donde -ausente una conciencia de clase- es difícil estructurar la realidad en forma crítica si no es recurriendo a una serie de elementos abstractos de difícil manejo”. Y, en un número posterior de la misma revista, añadía: “Con el tiempo, la valoración de “El empleo” bajará considerablemente, ya que descansa sobre la madurez y el logro casi completo de un estilo que refleja posiciones estético-ideológicas poco importantes y no demasiado actuales.”
Pero en “Nuestro cine” no fue únicamente Santiago San Miguel quien lanzase dudas de este tipo sobre la película, sino también nuestro estimado Joaquín Jordá, quien, enviado al festival de Venecia de 1961, escribía lo siguiente: “Como dirían los franceses, un ‘faux bon’ film. (…) Todo ello (su tema) podría haber dado lugar a una excelente película, pero no es así. En su afán de verismo, el film bulle de indicaciones, de detalles, de notas ambientales y sicológicas que pretenden incesantemente caracterizar a los personajes. En pocas palabras, por caer en la trampa del sicologismo, ‘Il posto’ abandona toda traza de construcción, de estructura. La interpretación, confiada a actores naturales,
mala. Especialmente la del protagonista, una catarata inagotable de ‘tics’ sobre un rostro básicamente inexpresivo, que sería explicable en un actor veterano, pero que en un muchacho de quince años sólo cabe imputar a una equivocada dirección de actores.”
A mí, desde su primera visión, siempre me gustó la película, que ahora sí convence a toda la críptica, pero es que ahora lo ha hecho más que nunca. Jordá, al que admiraba y con el que coordinaba en muchas cosas, tenía alguna que otra fijación -a favor o en contra- con respecto a determinados directores y filmes, que luego se han visto desproporcionadas.
Personalmente me convence desde ese arranque plenamente neorrealista -el despertar de la familia y el recorrido del joven protagonista camino de Milán, donde se examinará para acceder a un empleo en la administración de una empresa- hasta su lúcido final, pasando por cómo capta las reacciones y peripecias de su atontado protagonista, afrontando su primer enamoramiento y su tímida consolidación en la empresa y, sobre todo, la caracterización de ese entorno, culminando con una fiesta de empresa de fin de año que anuncia los bailes de los primeros Milos Forman.
El que fuera quizás más “destroyer” en el sentido de valorar una película únicamente en función de su adecuación a una teoría marxista de manual, quizás fuera -voy viendo- Santiago San Miguel. En “Nuestro cine”, hablando de la película dejó escrito que estaba “centrada en personajes de la pequeña burocracia, donde -ausente una conciencia de clase- es difícil estructurar la realidad en forma crítica si no es recurriendo a una serie de elementos abstractos de difícil manejo”. Y, en un número posterior de la misma revista, añadía: “Con el tiempo, la valoración de “El empleo” bajará considerablemente, ya que descansa sobre la madurez y el logro casi completo de un estilo que refleja posiciones estético-ideológicas poco importantes y no demasiado actuales.”
Pero en “Nuestro cine” no fue únicamente Santiago San Miguel quien lanzase dudas de este tipo sobre la película, sino también nuestro estimado Joaquín Jordá, quien, enviado al festival de Venecia de 1961, escribía lo siguiente: “Como dirían los franceses, un ‘faux bon’ film. (…) Todo ello (su tema) podría haber dado lugar a una excelente película, pero no es así. En su afán de verismo, el film bulle de indicaciones, de detalles, de notas ambientales y sicológicas que pretenden incesantemente caracterizar a los personajes. En pocas palabras, por caer en la trampa del sicologismo, ‘Il posto’ abandona toda traza de construcción, de estructura. La interpretación, confiada a actores naturales,
mala. Especialmente la del protagonista, una catarata inagotable de ‘tics’ sobre un rostro básicamente inexpresivo, que sería explicable en un actor veterano, pero que en un muchacho de quince años sólo cabe imputar a una equivocada dirección de actores.”
A mí, desde su primera visión, siempre me gustó la película, que ahora sí convence a toda la críptica, pero es que ahora lo ha hecho más que nunca. Jordá, al que admiraba y con el que coordinaba en muchas cosas, tenía alguna que otra fijación -a favor o en contra- con respecto a determinados directores y filmes, que luego se han visto desproporcionadas.
Personalmente me convence desde ese arranque plenamente neorrealista -el despertar de la familia y el recorrido del joven protagonista camino de Milán, donde se examinará para acceder a un empleo en la administración de una empresa- hasta su lúcido final, pasando por cómo capta las reacciones y peripecias de su atontado protagonista, afrontando su primer enamoramiento y su tímida consolidación en la empresa y, sobre todo, la caracterización de ese entorno, culminando con una fiesta de empresa de fin de año que anuncia los bailes de los primeros Milos Forman.
Evidentemente, aún guardando en su seno de forma irrenunciable unas cuantas características esenciales, las formas y costumbres de las grandes compañías como la que presenta “Il posto” han cambiado radicalmente. Por edad, sin embargo, pude aún presenciar sus últimos resquicios sobrevivientes, y entonces contemplar la película es ir reconociendo cosas vividas, de regocijo en regocijo.
Listo para la fiesta de fin de año.
El soñado trabajo.
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