jueves, 14 de julio de 2022

Un libro es un arma

Frente a la pantalla que proyecta “Un libro es un arma” (al margen de recordar a Alfonso Carlos Comín, que curioso ver ahora la Escuela de Ingenieros y ciertas caras del CPDA -Comisión de Publicaciones de la Delegación de Alumnos-, que tenía la exclusividad de publicación y venta de los apuntes de los diferentes profesores y librería, además de servir como imprenta clandestina potente de la época), una vitrina con documentación de los atentados. Más gracia aún reconocer la pulida letra de Martí Rom como recopilador de las noticias. Muchos años viendo esa letra…

Curiosísima exposición realmente, bastante inesperada, la del Espai Volart de la Fundació Vila Casas, “Homenatge a Picasso. Vallauris, 1972” (hasta el 2 de octubre).
Por un lado, para ambientar “el aire del tiempo”, en la primera sala hay una serie de documentos sobre las quemas por parte de grupos ultras de galerías y librerías.
Por otro (salas del edificio anexo), como se ve que esos grupos ultras apuntaban a acallar la repercusión por los 90 años de Picasso, al galerista del Taller de Picasso, una de las víctimas de las acciones vándalas, se le ocurrió organizar un homenaje a Picasso, pidiendo a 400 artistas de primera categoría que pintaran o apuntaran algo a él dedicado en un tapete. Y aparecen ahora, propiedad de la Vila Casas, sin que nadie supiera de ellos.
Entre los documentos presentados sobre los atentados está alguna secuencia de “Un libro es un arma”, el documental que Martí Rom, firmando como Cooperativa de Cine Alternativo, efectuó al respecto, filmando, entre otras cosas, una mesa redonda con gente como Beatriz de Moura o Alfonso Carlos Comín.
Ahora recuerdo que en otra secuencia aparecía también entrevistado Román Gubern, en su estudio de la parte alta de la ciudad. Y que en esa ocasión me estrené haciendo un trabajo cinematográfico: ¡sostuve una percha con un foco! Pero no debí quedar satisfecho con los emolumentos recibidos, de eso ni ni por esa misma época de empujar el travelling en un cortometraje de J.L.Guerin, porque abandoné -tras, eso sí, haber rodado una pequeña obra maestra de mi autoría- la profesión.
Luego cambio de ambiente y la sorpresa de ver una cantidad enorme de obras, de lo más variado de artistas que contribuyeron a poner su granito de arena en el homenaje. ¡Están todos! Quizás la orla de los tapetes, cuyo objetivo supongo era dar un poco de uniformidad a la cosa, mate un poco cosas como la de Chillida, por ejemplo. Pero hay muchas sorpresas si se logra separar el grano de la paja y el conjunto impresiona.


Entrada y área de los atentados ultras de por 1972.

No me entretuve haciendo fotos, porque no habría acabado nunca. Un poco recalcados, los tapices del Equipo Crónica.



Y hay mucho más…

 

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