Desde que pesqué una entrevista muy sólida en la que uno decía que el director rumano en el que confiar era Radu Jude, acudo siempre que puedo a ver sus películas, aunque cada una es completamente diferente de la anterior, sin que les vea mucho trazo común.
Me ha convencido su “Aferim!” (2015), que anoche pasaron en la Filmoteca, muy apropiadamente, en el ciclo que dedican este verano al western.
Blanco y negro, pantalla panorámica, premio a la mejor dirección en el festival de Berlín, narra la partida emprendida por un sherif y su ayudante en busca y captura de un maleante. Solo que el sherif es un alguacil de la Valaquia de 1835, su ayudante es su hijo en formación y ambos siguen órdenes de un boyardo que ordena le lleven al gitano, justificándolo con una serie de argumentos más que dudosos.
Con brutales diferencias de clases, con esclavos trabajando hasta para los más modestos, la primera constatación es la diversidad de etnias y grupos en juego: otomanos, rusos, gitanos, judíos,… Una constatación clara: los problemas que tiene el pueblo llano, sin instrucción alguna, exprimido por todos lados, para sobrevivir.
Vemos en el periplo una feria llena de atracciones, tabernas, una posada con sus “facilities” todo confort y recorridos por bosques que recuerdan a Botticcelli o paisajes inundados al “Lousiana story” de Flaherty, siempre ofreciendo el ambiente -de hacerse cruces- de una época.
Pero por muy bestia que se viera la cosa en ese terrible primer tercio del siglo XIX en esa región, no causa tanto pavor como el bochornoso calor y el ambiente del Los Ángeles 2019 que te encuentras al salir de la Filmoteca cerca de las 23h para intentar encaminarte hacia casa.
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