“El Cairo Confidencial” (“The Nile Hilton incident”, Tarik Saleh, 2017; en Filmin) la he visto como una combinación peculiar entre un film como al que alude el título español y un documental sobre el malestar previo y la misma revuelta de las primaveras árabes, que se mantienen siempre como un discreto plafón de fondo.
Enero 2011. Nouredin, un policía que vive de sus chanchullos, pero él mismo notoriamente pringado, se cruza con un asesinato en el Hotel Nilo Hilton que compromete a altas instancias oficiales.
Más que los detalles del género, a los que ya estamos más que acostumbrados, personalmente he seguido la película con interés intentando ver qué nos descubre de El Cairo: no desde luego la atractiva ciudad de viejos cafés y comercios o de señoriales aunque decrépitos edificios con los que siempre sueño, sino toda una impersonal y anodina ciudad nueva, vista a través de los sucios cristales de las ventanas de minibuses, taxis y el viejo Peugeot del policía, a la que sumar toda una serie de interiores cutres y suntuosos alternándose.
El plano general final es, estaba claro, el que te esperas de la película cuando sabes de su existencia. Un plano que tendría sentido si se hubiera rodado en el momento de ebullición y estallido de los hechos. Cuestionable, o tendente a la melancolía, viendo a qué dieron lugar, pasado el tiempo, las concentraciones de la plaza Tahrir.
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