miércoles, 27 de julio de 2022

Tralala



-Sobre todo, no seas tú mismo- Le dice una jovencísima Madona azul aparecida milagrosamente al despreocupado músico callejero que encarna Mathieu Amalric. Y él seguirá el consejo.
Miguel Martín comentó que “Tralala” (Arnaud y Jean-Marie Larrieu, 2021) era lo más fresco que había visto hasta el momento en el Atlántida Film Festival (en Filmin) y, realmente, uno se pregunta cómo han dado los hermanos Larrieu este salto mortal hasta aterrizar en una comedia musical loca, de esas únicas que tolero, en las que los actores se ponen a cantar inesperadamente como Dios les da a entender.
Las calles de París y luego las de Lourdes a donde va Tralala en busca de consolidar un milagro, donde nada más llegar se oye cantar eso de “Ave, ave, ave María” (ahora que lo pienso la canción más antigua que creo recuerdo, pues la oí -y desde entonces me resuena- en Lourdes a mis cuatro años).
Más tarde, por el Hotel de la Consolation de Lourdes y el embarcadero del lago de los aledaños, gente con mascarillas por la pandemia y monjas enfermeras de esas características, que parecen salidas de la Primera Guerra Mundial y se ponen a bailar al son de la música, agitando sus ropas.
Cuando, pasada su mitad, la acción se encierra en una discoteca en vez de discurrir a su aire como hasta entonces por calles bares y hoteles, ya me ha resultado un auténtico rollo. Pero la frescura ya había acabado previamente con estos dañinos calores que nos atacan.





 

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