He visto por fin la estremecedora “Una gran mujer” (Kantemir Balagov, 2019).
Supongo que ya lo habrá dicho mucha gente, pero como no he leído nada sobre ella, voy allá, con la flor en la mano, a revelar mi gran descubrimiento.
Es increíble: en cada plano se combinan verde, amarillo y rojo, con al menos uno o dos de ellos de lo más puros y relucientes. Nada azul, por ejemplo. Tras verlo no he podido dejar de comprobarlo, plano tras plano. Supongo que sabiéndolo, desde un principio, se podrá en una nueva visión establecer equivalencias, dominios y demás entre lo que debe representar uno u otro color.
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