viernes, 28 de enero de 2022

Shooting stars

El -engañoso- plano inicial del film.

…que se descubre dentro de un plató de rodaje.

El plató de la superficie superior.

Atraído por los elogiosos comentarios leídos en un grupo que parece no querer perderse ningún rincón de lo que pueda figurar en la historia del cine, vi anoche “Shooting stars” (Anthony Asquith y A. V. Bramble, 1929; en Filmin).
Primero hablemos de su autoría. En la copia vista solo aparece el nombre de Bramble como realizador, mientras que por todos lados se habla de co-dirección. Todo apunta a que tuvieron que proteger al novel (Asquith) con el nombre de un veterano (Bramble).
Se considera, en cualquier caso, obra fundamentalmente de Asquith, si bien no tiene nada de esas sólidas estructuras teatrales con las que se hizo famoso poco después. Por el contrario, se trata de una obra de amplios rasgos cinematográficos, que además es uno de esos atractivos casos de “cine dentro del cine”, porque sus personajes representan a actores que ruedan en exteriores y en un estudio, donde se producen dos películas al unísono, aprovechando que estamos aún en la época del cine silente.
En una amplia nave de un estudio se rueda, pues, en un piso una pieza cómica, mientras que en otro tiene lugar el rodaje de un western.
Se produce un hecho curioso. Hay dos niveles concéntricos formalmente muy diferentes. Las escenas que se graban en el supuesto rodaje de la ficción son muestra de un cine muy primitivo dentro de lo que es el lenguaje cinematográfico, no presenta ningún recurso visual destacable, en lo que debe ser una mirada bastante burlona al tipo de cine mayoritario. Por el contrario, al ampliar el círculo de atención, atendiendo al equipo técnico y eventuales espectadores de los rodajes, nos encontramos con cuadros espectaculares, vestuarios que retratan esa dinámica y osada época del charlestón, ángulos de filmación sorprendentes, y algún elemento de puesta en escena bien curioso.
Entre estos últimos, no me resisto a recordar por aquí dos o tres de ellos:
En uno, como aviso premonitorio de lo que le va a pasar, el marido contempla un libro de autógrafos, en el que ha debido estampar su firma en la página de la derecha, dado que no le cabía en la de la izquierda, totalmente ocupada por las firmas de su mujer… y un tercer actor.
En otro, el marido efectúa una aproximación hacia su mujer en tres tiempos, cada uno de ellos retomando un poco del anterior, como si algo retuviera sus pasos.
Y, en un tercero, el marido sale de la completa oscuridad para afrontar a la pareja adúltera.
Una película sumamente curiosa, que incita a seguir buscando.


Ángulos inusitados en cuanto nos situamos en el círculo exterior a la de la ficción rodada.

Y puesta en escena sofisticada frente a la frontalidad de los planos rodados.

 

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