Se sale de la proyección de “House” (Amos Gitai, 1980; en la Filmoteca) resonando en los oídos el sonido de los picapedreros empeñados en cortar un buen bloque de piedra.
La piedra que consiguen a base de martillear unos profundos cinceles está destinada a la reconstrucción. La de una vieja casa, situada en una colina cercana a Jerusalén, es la protagonista de este documental que Amos Gitai rodó para la televisión israelí, sin saber ésta muy bien qué les estaba haciendo. Pocas veces puede sentirse realmente, viendo a esas piedras y a los que trabajan, a los que están o han estado en ellas, la historia -triste historia- que trasmiten y la fatalidad que arrastran.
Gitai entrevista a albañiles, promotores, arquitectos y, sobre todo, a los antiguos y nuevos dueños de la casa. Hay unos pocos israelíes y una mayoría palestina. Las declaraciones de alguno de éstos, a regañadientes, porque saben que todo lo que digan es inútil, expresan como pocas las bases inolvidables del conflicto.
Al final se recalca una de las más sarcásticas definiciones que dio a estas casas el Estado israelí cuando, tras la guerra de los seis días, se las apropiaron, para entregarlas a nuevos colonos judíos: eran casas “de propietario ausente”: efectivamente se ausentaron en 1948 -año de creación de Israel- para intentar salvar sus vidas.
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