miércoles, 29 de abril de 2020

Joan Fontcuberta: el que queda de la fotografia

Resuelto el enigma, la pregunta que me hacía en octubre de 2017. Prats rodaba a la hija de Joan Fontcuberta en el centro de Barcelona delante de “Él beso”, el mosaico de fotografías de su padre.
Debería ofrecerme a la factoría de Carles Prats. Como foto-fija. En octubre 2017 colgué por aquí ésta primera y otras fotografías que hice cuando, al pasar por delante de “El beso”, de Joan Fontcuberta, me lo encontré rodando una de sus constantes películas, no supe entonces cuál.
Ahora he visto “Joan Fontcuberta: el que queda de la fotografia” (Carles Prats, 2018, en Filmin, como unas cuantas más de las suyas) y, al dar con esa imagen en el monitor, ya he podido atar cabos. ¿Qué más coherente que grabar a su hija delante de la muestra pública en Barcelona del reconocido fotógrafo?
Prats me da la impresión que produce continuamente sus cosas sobre músicos o cineastas que le gustan, en un escogido pero también amplio espectro. Interesado, de hecho, por el amplio mundo de la llamada cultura popular, en una ocasión rodó “Historias de Bruguera” (2011). Pues bien. He hablado de factoría Prats porque me da la impresión de que lo suyo viene a ser equiparable a lo de la muchas veces también llamada factoría Bruguera. En su gran época la editorial no dejaba de lanzar al mercado tebeos y novelas que se distribuían y leían por todos lados. Lo que hace Prats no alcanza, desde luego, la difusión que tenía lo de Bruguera, pero ahora que ha abierto una cuña en Filmin, quizás haya encontrado ahí una buena plataforma y nos pueda seguir ofreciendo información sobre muchas otras cosas.
Joan Fontcuberta, divertido, participando en el furor colectivo ese de retratarse delante de la Sagrada Familia.
En esta ocasión veo que la producción (o al menos ahí al principio está el membrete) es para la televisión catalana, quizás decidida a comprar el producto al ver que se circunscribe a la figura de un fotógrafo de prestigio, sobre un artista dedicado a una profesión que quizás la institución ha considerado algún escalón por encima que la de los explorados en otras producciones de Prats (gente como Loquillo, Peret, el spaghetti wester o Jess Franco).
Con bastante aspecto de reportaje ad-hoc de la tele, quien no sepa nada de Joan Fontcuberta saldrá de verlo con una idea bastante clara de su recorrido y de lo que más notoriedad le ha dado. Una serie de entrevistados dan su visión sobre el personaje, mientras que el mismo Fontcuberta comenta aspectos sobre la evolución de la fotografía y su consideración social que han sido punto focal de sus estudios y proyectos.
Delante de la Sagrada Familia, entre el enjambre de japoneses haciéndose selfies, Prats entrevista a Fontcuberta, aunque todo el mundo que los rodea debieron pensar que se trataba de uno más entre ellos, retratándose para dejar claro a la eternidad que ahí estuvo él.
No solo eso. Vemos, por ejemplo, en vez de las imágenes captadas desde un dron, las tomadas desde un antecesor suyo, una paloma, tras hablar Fontcuberta de las experiencias habidas con monos haciendo fotos de los visitantes del zoo en donde viven y son exhibidos y del cambio de valoración de la autoría que hubo con ellas.
Otro apartado seguido con profusión es el de las “fotografías engaño”, es decir, de los fotografías o proyectos suyos que, ya hace un tiempo, se avanzaban al universo de fakes en el que vivimos. En este sentido, me ha gustado ver a su hija desvelando que, en uno de sus proyectos, la luna de sus fotografías la obtenía a partir de las crepes de su desayuno.

Un ejemplar del fantástico bestiario de Fontcuberta.

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