Lo más parecido a un inicio de menage à trois. |
Veo que “Out 1” (Jacques Rivette, 1971) está compuesto de ocho episodios y anoche ya vi el sexto, “De Pauline à Emilie”, por lo que no me durará, como pensaba, todo el periodo de confinamiento...
En este episodio no sé si todos los espectadores, pero al menos yo, escéptico como mínimo en los dos anteriores, recibo sorprendido ciertas evidencias que hacen tomar consciencia de que sí hay en la trama realmente un grupo organizado, que detecta que ha de volver a la acción.
Presenta, y eso sucede por primera vez desde el episodio inicial, poco rato de su metraje siguiendo los dos ensayos teatrales. Los de “Los siete contra Tebas” se repartieron en un mapa Paris y salen a buscar, a preguntar, foto en mano, a una persona. Los de “Prometeo encadenado” parecía que no iban a tener en el capítulo ninguna de sus largas performances y, aunque al final sí que tienen una corta aparición en el taller, se dedican en ella a una improvisación más propia del burlesque que otra cosa.
La chica más bajita de “Los siete contra Tebas”, en su investigación callejera por la zona que le ha tocado de París. |
Por otra parte, apenas hay reuniones y conciliabulos en interiores. En estas condiciones, este sexto episodio es casi plenamente callejero y es divertido ver como sus filmaciones debieron ser efectuadas sin apenas preparación, aprovechando la ligereza, lo elemental del equipo de rodaje, para captar la vida de la ciudad. En muchos planos se ve a la gente que se cruza con ellos sorprendida, observando con curiosidad a la cámara. Quizás el caso más descarado y a la vez divertido es la de un Jean-Pierre histriónico perdido, memorizando o interregándose sobre un texto de Balzac, que recita repetidamente, mientras que cantidad de niños le siguen, atraídos por el espectáculo.
Colin por una calle estrecha de a Paris, seguido de muchachos que han observado que se estaba rodando. |
Colin, siguiendo a Sarah, va a parar, precisamente, al taller de ensayos de Prometeo, donde interroga a Thomas haciéndose pasar por periodista de Paris-Jour. Le pregunta, claro, por la relación entre Los Trece y Prometeo, y el director teatral acaba enseñándole un juego de cartas, “Los trece”, que no es sino un nombre sofisticado para algo muy parecido a lo que aquí llamábamos, con mucho menos glamour, “El burro”. Un ejemplo de cómo Rivette escoge elementos de lo más triviales y los hace integrarse y participar en el engranaje del misterio.
Un encuentro revelador... |
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