Como cielos de Ford debiera haber escogido otro encuadre, pero me hacía gracia que tuviera también alguna frase de la nostálgica canción. |
Y las nubes de los cielos de John Ford.
Así, vista repartida en tres partes, esta “Historias Extraordinarias” (Manuel Llinás, 2008; estos días disponibles en YouTube y en la página FB de El Pampero), la he vivido, si debo resumir sensaciones, así:
-El capítulo 1, con un cierto escepticismo, pensando que su narrativa excesiva me iba a superar.
-El capítulo 2, con una admiración y alegría desbordante, viendo salir vencedor ese gran poder fabulador.
-El capítulo 3 y último, con una cierta decepción. Más que nada porque se llega a la especie de conclusión anunciada por el narrador, mientras uno esperaba que la llama siguiera, apagándose y encendiéndose de nuevo.
H y César viendo que el agua caída se lo ha comido todo. |
Para mí quizás la mayor sorpresa del tercer capítulo ha sido ver que, en el momento más inesperado, se convierte en una especie de enciclopedia de la arquitectura de Salamone, un visionario monumentalinsta de finales de los años 30 que aún no sé si la página de wikipedia que he visto luego sobre él és o no un tremendo bulo, surgido precisamente por ser la película, cada vez más, motivo de culto. Posiblemente su aparición en la trama del film, en una especie de paréntesis informativo sobre los antecedentes biográficos de un personaje, se deba únicamente a que Llinás se dio cuenta de que en su catálogo de géneros, en todo lo que llevaba rodado hasta el momento, faltaba un tipo de cine, el típico documental divulgativo, y se puso a ello.
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Esta misma parte de Salamone es muy representativa de cómo sacar partido de la escasez de recursos. Visto el trailer de “Historias extraordinarias”, con sus escenas de acción, diferentes localizaciones y hasta animales peligrosos, da todo el pego de tratarse de una enorme superproducción. En realidad, la película ha debido gastar una cantidad ingente de horas de mucha gente, pero debe estar hecha con cuatro cuartos. De hecho, parece que los lugares de rodaje pertenecen prácticamente todos a la provincia de Buenos Aires y, cuando se quiere dar a entender algo complejo, como los antecedentes familiares de un personaje, buenas son las fotos, que dan un gran juego.
Una de las monumentales obras de Salamone esparcidas por la provincia de Buenos Aires.
Por el final del capítulo y película, el narrador explica que uno de sus personajes vector, H, ya no quiere escuchar más historias y aún así otro personaje secundario, César, le cuenta, pese a todo, otra. Está claro que Llinás asocia a H, en este sentido, con el espectador, y nos endosa otra historia, que es además, de las más sorprendentes. Baste decir que aparecen en ella unas escenas de guerra, con carro de combate, un tanque, soldados uniformados y todo.
Las dos hermanas de nuevo.
Una imagen recuerda excepcionalmente, con sus personajes en un bar vistos desde fuera, al “Nighthawks” de Eduard Hooper. ¡Qué imagen más manida! -podría decir alguien, pero es que en 2008 no había corrido tanto como eso.¿Qué más imágenes de éstas? Pues una canción country final con toda la nostalgia por el tiempo que se ha ido nos convierte a nuestros ojos a la Pampa en el territorio mítico del Oeste. Durante la canción, como el lema de la película “siempre de viaje”, en uno de sus encuadres me he fijado en un cielo con nubes que me han llevado a las de los films de John Ford. No era nada anecdótico, porque Llinás hace que aparezcan luego de nuevo entre las instantáneas de los títulos de crédito finales.
Quizás Ford le habría sugerido a Llinás, no obstante, bajar un poco más la línea del horizonte.
Y hasta una escena de guerra. |
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