viernes, 31 de julio de 2020

Estudi Harris


Andreu Jaume en una panorámica del documental, trabajando en su lugar de trabajo del Estudi Harris.

El salón de la casa. Ahora me doy cuenta que debiera haber sacado también una imagen del contraplano, con el jardín y el mar a través de la balconada.

El último y magnífico documental de Emilio Manzano (realizado por Claire Roquigny, 2020, con música -a remarcar- de Publio Delgado, que se estrenó anoche en Filmin, formando parte del Festival Atlántida) tiene como dos partes.
Para mí ha sido una enorme sorpresa encontrarme al principio de su primera parte nada menos que con Andreu Jaume haciendo de iniciador e hilo vertebrador de todo. Se conoce mucho por aquí a Jaume por su papel como omnipresente conferenciante, organizador de cursos y mesas redondas, además de como escritor, traductor, editor y, como todos los que lo han oído saben, lector de numerosas lenguas, vivas y muertas. Siempre queda en estos casos un punto de curiosidad por saber de dónde viene un personaje como éste, del que sabía sus querencias, maestros y temas recurrentes, pero nada de su biografía. Y, mira por dónde, el documental da buena cuenta de ello, gracias a lo que no es en principio sino una serie de casualidades.
El documental -o si se quiere lo que he marcado como primera parte del mismo- va sobre Tomas Harris, un pintor, coleccionista y estudioso de Goya que se supo finalmente fue también un importante espía británico. Pero el título del documental es -muy acertadamente- “Estudi Harris”: Instalado en Mallorca después de la II Guerra Mundial, Harris fue a vivir a esa casa en el entonces casi virgen Camp de Mar, cerca del hotel de ese nombre regentado por los abuelos de Andreu Jaume, quienes compraron en los años sesenta la finca.
La historia de Harris, con sus ribetes fantásticos, explicada por Andreu Jaume y otras familiares suyas, es apasionante. Pero tras haber mencionado su muerte y todo lo que se especuló sobre ella, precisamente tras una risotada en off de Jaume ante unas declaraciones de la que debe ser su madre o tia, hay un plano general y casi una pausa, tras la que empieza lo que he llamado la segunda parte.
Esta segunda parte es precisamente la historia de la familia de Andreu Jaume, que vaya si merece ser conocida. Y él mismo -supongo que organizado o al menos con la complicidad de Manzano- hace que eso que tanto me ha gustado, el propio Estudi Harris, sea el que ponga un final feliz global a todo -en ocasiones muy dramático- lo narrado.

Un dibujo de la casa supongo que hecho por el propio Harris que sirve de cartel al documental.

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