sábado, 25 de julio de 2020

Félix Romeo


En 1995, en esa pelicula tan desigual para celebrar el centenario de la presentación del cinematógrafo por parte de los Lumière, Fernando Trueba no fue a Zaragoza a rodar la salida de la misa del Pilar, pero sí algo parecido, ofreciendo como resultado sorprendentemente el único corto de la película y de su carrera con un cierto marcado aire político.
Rodó con un aparato idéntico al de los hermanos Lumière “La salida de un insumiso de la cárcel de Torrero”. El insumiso era nada menos que el escritor Félix Romeo, a quien yo conocía no como escritor, sino como periodista cultural, como entrevistador y autor de reportajes para el programa televisivo “La Mandrágora”, entre otras cosas.
Félix Romeo, pese a sus barbas y su oronda figura, era por entonces un tío muy joven, cuya muerte repentina cuando tenía 43 años, en 2011, sorprendió a todo el mundo. Sus amigos del mundillo literario se movilizaron para hacerle una serie de homenajes. Cuando salió me hice con un pack de dos libros editados para la ocasión por Mondadori, leí el colectivo (por el que me enteré bastante de su vida y milagros) y dejé apartado “para leer más adelante” “Noche de los enamorados”, un librito suyo póstumo, que me he leído hoy.
Sabiendo lo rodado por Trueba, sabiendo la trágica peripecia de su amigo Chusé Izuel, de la que diera cuenta en su “Amarillo”, leyendo he podido colegir que todo lo que aparece en el librito está basado, como se dice, en “hechos reales”. Unos hechos de las páginas de sucesos y de su propia experiencia vivida, que investiga con esfuerzo y precisión, a partir de los que ordena, elucubra y expone, ofreciendo lo que él dice que es un “libro de palabras”.
Pero lo que me ha quedado más claro nada más leer las primeras páginas de “Noche de los enamorados” es la pulsión escritora que latía en Félix Romeo.




 

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