Se encuentran estos días cantidades ingentes de películas on line, limpias de polvo y paja. No sé si es que la cosa ha dado un vuelco notorio o que yo, incrédulo, no las buscaba lo suficiente.
Una es un cortometraje que Jean Renoir hizo dentro de su producción inicial, para más gloria de la que en cine se llamó Catherine Hessling, la modelo que su madre le proporcionó a su padre, el pintor Pierre-Augusta Renoir, como último regalo, sabiendo que sería también su última amante, y que el mismo Jean le disputó y “heredó” como tal.
“La petite marchande d’allumettes” (1927) es una versión del cuento de Andersen, tiene la presencia obsesiva de la actriz haciendo carantoñas para conmover al espectador y está rodada en un decorado de cartón piedra de lo más aparatoso (memorable el momento en el que pasa un tren de juguete por un segundo plano, que realmente ratifica eso de encontrarnos ante un cuento infantil), pero cuenta con encuadres impresionantes que confirman eso que -con un cierto desprecio- decía en sus escritos de sus primeros films Jean Renoir: que intentaba ser un virtuoso. He ido haciendo una serie de capturas de pantalla que me parecieron, en este sentido, muy interesantes y las cuelgo ahora por aquí.
Por si alguien siente curiosidad, más allá de estos encuadres, aquí va su enlace:
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