domingo, 7 de noviembre de 2021

The small back room


Descubrí que en Netflix habían colgado una película de Michael Powell y Emeric Pressburger que no conocía. Eso implicaba ipso facto una promesa de dicha inaplazable: la vi anoche y la promesa pasó a ser un hecho.
Se trata de “Hour of glory” (“The small back room”, “Su peor enemigo” como título español de esos moralizante; 1949).
Su acción se sitúa en Gran Bretaña en 1943, en plena guerra mundial. Siendo una realización de unos años más tarde, no obstante, ya puede apartarse bastante del film de descarada propaganda que podría hacer suponer el primer título que he puesto, con el que se encuentra en la plataforma. Al contrario. Algo que no parecería posible de señalar en tiempos de guerra, como las rencillas entre armas y departamentos, las patadas bajo la mesa entre unos y otros mandatarios por figurar, cosas así, constituyen buena parte de la trama.
Es magnífico ver lo bien ambientado que se nos ofrece primero ese caserón donde trabaja en un régimen especial el protagonista, experto en explosivos, con otros científicos y militares. Luego, la escena casi cómica de la visita del ridículo secretario del ministro o la maestría con que se nos presentan las reuniones de trabajo con altos cargos, descubriendo un funcionamiento que se mantendría muy parecido en empresas hasta la actualidad. En una de ellas, la sala de reunión es recorrida por la cámara mediante un travelling que nos va mostrando a los asistentes al ritmo en el que un ordenanza va cerrando las cortinas de loa balcones, para oscurecerla
Los centros de decisión no son lo único que aparecen vivamente retratados por Powell y Pressburger, ofreciendo una sensación de realidad grande. Solo hay que ver, en este sentido, ese bar repleto de militares, en el que se abre paso ella acompañada de un oficial en busca del protagonista. O restaurante tan frecuentado a mediodía, en el que entra uno: la cámara y el nuevo comensal van viendo la serie de gorras militares y bombines hasta dar con el único sombrero civil informal, el de nuestro hombre.
Película con eso a lo que antes se llamaba “humor inglés” y diálogos inteligentes (hasta el punto que en ocasiones me ha costado seguirlos
🙂
), cuenta sin embargo la historia de una continua tensión, del protagonista consigo mismo, acomplejado por tener una prótesis en vez de una de sus piernas, en tensión amorosa constante con esa mujer que es su agarre con la vida y con varios objetos de gran significado, como los relojes y una botella de whisky, que hasta llegan a dar pie a una escena que recuerda la preparada por Dalí para el “Recuerda” de Hitchcock.
Aún quedará, digo yo, alguna otra película de por época de Michael Powell y Emeric Pressburger esperándonos. No todo está perdido.


 

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